Las organizaciones modernas requieren a directivos que orienten al equipo de trabajo, que sean motivadores y facilitadores de las labores de los colaboradores, pues según el grado como se sientan acompañados, así será su productividad. Una de las grandes motivaciones de los individuos es tener a un jefe que los apoye, los asesore, los conozca, se interese por sus asuntos y los haga sentirse plenamente respaldados en cualquier circunstancia.
Pero, ¿y cómo es en la realidad? ¿Qué tan fácil es actuar como líder? Podría parecer, según se infiere de cuanto comentan los funcionarios, que en la mayoría de las empresas el liderazgo es bastante escaso; a menudo, en las conversaciones informales entre subalternos se oyen comentarios en el sentido de que “Verdaderamente, no hay líderes, sino jefes”. Y es claro que si un jefe no cuenta con unas características especiales de líder, está lejos de serlo.