Capítulo 4. La educación superior en el marco de la sociedad del conocimiento: una revisión para la formación de juristas en Colombia

DOI: https://doi.org/10.22490/9789586516303.04
Section
Capitulos del Libro
Clara Esperanza Pedraza Goyeneche Universidad Nacional Abierta y a Distancia

Introducción

En el mundo, la preocupación por la calidad de la educación, la pertinencia en los procesos de formación, el acceso a la educación, la disminución en las brechas surgidas desde la inequidad social y por el logro del mejoramiento de la calidad de vida ha traído consigo compromisos globales respecto a la educación, los cuales han sido expresados en los Objetivos de Desarrollo Sostenible – ODS - (Agenda 2030)39. Específicamente, los ODS abordan tres dimensiones: la económica, la social y la ambiental (UNESCO, s.f.), siendo la educación un dinamizador de estas, desde su papel transformador y emancipador. Así, se establece que existen relaciones interconectadas entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la educación.  Luego, se observa la relevancia de visibilizar su impacto, más allá de lo que dejan entrever los indicadores de acceso a los distintos niveles de formación.

Al respecto, se sirve citar el caso de América Latina, donde se ha identificado la urgencia de dar respuesta a la diversidad de problemáticas, lo cual se sobrepone al énfasis de las mediciones de los avances de la educación en términos de cobertura, para dar lugar a la definición de estrategias que permitan la continuidad y movilidad de la población dentro de los sistemas educativos y entre los niveles de formación con calidad y pertinencia. Estas acciones demandan alternativas de solución, a las que se deben asociar modelos educativos distintos a los tradicionales, procurando mayor capacidad para responder a las necesidades locales y globales, así como, a los desafíos propios de los pueblos en relación con su desarrollo. De esta manera, la región se enfrenta a un repensar de la educación superior desde lo estructural, en el contexto de las diferentes culturas y sociedades, atendiendo al significado dado al desarrollo humano y al conjunto de demandas sociales que, en el orden mundial, buscan, mediante diferentes ofertas de formación, incidir no solo en el mejoramiento de la calidad de vida de las personas, sino en un mundo más justo para todos.

En ese orden de ideas, la educación superior debe dar, adicionalmente, respuesta a una multiplicidad de necesidades y demandas, entre las que se destacan: 

Formación técnica, profesional y académica; con dedicación completa o parcial, en jornada diurna o vespertina; de cursos cortos, de actualización o especialización, pero también de una formación completa y compleja para desempeñarse en diversas áreas del conocimiento; búsqueda de una formación académica, que conduce a estudios avanzados, o de una que privilegia un enfoque práctico, de especialización en distintos niveles para el medio laboral o productivo (UNESCO-IESALC y UNC, 2018, p. 11). 

No obstante, aunque estas demandas son importantes, cobra mayor relevancia la pertinencia formativa y su impacto sobre las regiones y territorios, donde se adolece del acceso a la educación con equidad. Por tanto, surge como imperativo que se reflexione sobre un modelo pedagógico capaz de responder desde este aspecto.  Con este panorama, los esfuerzos no se deben declinar y es preciso plantear alternativas pertinentes con el propósito y compromiso de todos los países para  “garantizar la igualdad de oportunidades en el acceso a la enseñanza de calidad a todos los niveles, desde una perspectiva de aprendizaje para toda la vida” (UNESCO, s.f.),  así como la implementación del ODS sobre educación de calidad a partir de tres principios: i) la educación como un derecho fundamental y habilitador, ii) la educación como un bien público y iii) la igualdad de género en relación estrecha con el derecho de la educación para todos.  Por tanto, surgen algunos desafíos para la educación superior: 

  • Garantizar una educación desde el enfoque del aprendizaje para toda la vida, atendiendo a las demandas de acceso o ingreso en condiciones de igualdad a una educación y un aprendizaje caracterizados por ser inclusivos y equitativos.  
  • Contribuir, desde la educación, a la plena realización del ser humano y al entendimiento mutuo, apoyado en el reconocimiento del otro, quien exhibe su propia identidad y creencias. 
  • Explicitar la inclusión en la formulación y la aplicación de las políticas públicas, soportados en un enfoque basado en derechos para la educación.

De otra parte, retomando el carácter transversal de la educación en el planteamiento de los ODS (agenda 2030), se establece que no es menor la relación entre la educación y el Objetivo 16 (Paz, justicia e instituciones fuertes), el cual plantea: “promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todos y crear instituciones eficaces, responsables e inclusivas a todos los niveles” (ONU 2018). Así, el acceso a la justicia, el fortalecimiento de las instituciones y la reducción de la corrupción, de manera particular, están estrechamente relacionados con la educación y, especialmente, con la educación superior, desde donde es menester formar profesionales que dispongan de un conjunto de capacidades y competencias para ser agentes activos en la atención de los desafíos que enfrenta la humanidad en cuanto al alcance de una verdadera justicia social, como base para el logro de un desarrollo social y económico sostenido.

Most read articles by the same author(s)