La sociedad post-conflicto que se vaticina en el discurso gubernamental a propósito de los diálogos en La Habana (Cuba), invita a pensar en las representaciones que se hacen de la sociedad, en el entendido que dichas representaciones están en el origen del conflicto que se pretende dirimir. El documento explora las alternativas a este respecto, descubriendo el anacronismo de las posturas estatales, la invisibilidad de la propuesta guerrillera y la ausencia de visiones alternas, que deberían hacer parte de la discusión. Al final se concluye con la necesidad de oxigenar el proceso, mediante la admisión de temas que convoquen la diversidad de intereses ciudadanos y tiendan a generar un ambiente de confianza, sobre la seguridad proveniente de prestaciones sociales estabilizadas.