in Revista de Investigación Agraria y Ambiental
ESTRATEGIAS INTERNACIONALES DE CONSERVACIÓN IMPLEMENTADAS EN EL SISTEMA NACIONAL DE ÁREAS PROTEGIDAS EN COLOMBIA
Resumen
Colombia cuenta con 1044 áreas naturales protegidas, las cuales constituyen la principal herramienta para la conservación de la biodiversidad y sus servicios ecosistémicos. Razón por la cual, la ejecución de estrategias complementarias para la conservación de la diversidad biológica en las áreas naturales, constituye un mecanismo para garantizar la funcionalidad de los ecosistemas colombianos. En el presente artículo se hizo una revisión en torno al establecimiento de las estrategias internacionales denominadas como sitios RAMSAR, Áreas importantes para la Conservación de Aves, Reservas para Aves Playeras, Reservas de la Biósfera y sitios de Patrimonio Natural que han sido reconocidos al interior de las áreas naturales protegidas de Colombia, esto con el propósito de identificar y aportar información sobre el estado actual de implementación de estas estrategias de conservación en el Sistema Nacional de Áreas Protegidas de Colombia.
Main Text
Introducción
Colombia es considerada como uno de los países megadiversos del mundo (Andrade, 2011; Arbeláez, 2013; Mongabay, 2016), condición que se ve reflejada en la amplia variedad de ecosistemas presentes en el territorio, desde páramos hasta bosques andinos, selvas húmedas tropicales, bosques secos, humedales, sabanas y zonas áridas (Márquez, 2001; IDEAM et al., 2007, Romero et al., 2008).
La importancia de la biodiversidad, así como la adopción de medidas para su conservación, uso sostenible y distribución de beneficios que se deriven de su utilización, se consignan en la Convención sobre Diversidad Biológica, ratificada por Colombia en la Ley 165 de 1994 (Ministerio de Medio Ambiente, 1996; MADS, 2012).
La estrategia de conservación in-situ del Sistema de Nacional de Áreas Protegidas (SINAP) incluye la reducción de los procesos y actividades que causan pérdida o deterioro de la biodiversidad y la recuperación de ecosistemas degradados y de especies amenazadas (Hurtado et al., 2013; De la maza et al., 2003).
El reto de la conservación en áreas naturales protegidas consiste en enfocar la gestión a la planificación y manejo de la matriz de paisaje circundante (Borrini et al., 2014), buscando oportunidades y estrategias que contribuyan a mantener los procesos ecológicos de los ecosistemas como objetos de conservación (Vargas, 2011), incluyendo la conectividad entre los actores, las estructuras socioeconómicas y las instituciones relacionadas (Hansen y De-Fries 2007; Chaves y Hurtado 2007).
Así mismo, existen otros convenios y programas internacionales, que aplicados a las áreas naturales protegidas han permitido reforzar su conservación (Rodríguez, 2009; Ávila y Hasmine, 2015), ya que otorgan un reconocimiento internacional, que trasciende fronteras y constituye una poderosa herramienta para elevar su importancia y adquirir mayor prestigio y visibilidad mundial, al conjuntar intereses y voluntades en torno a la conservación de estas áreas y su biodiversidad (Orellana, 2014; López y Vidargas, 2016).
La representatividad de las áreas protegidas de Colombia se ha complementado con estrategias de conservación internacionales con denominaciones como: Sitios Ramsar, Áreas Importantes para la Conservación de Aves, Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras, Reservas de la Biósfera o sitios de Patrimonio de la Humanidad (Decreto 2372, 2010; Conpes 3680, 2010; Hernández, 2011).
Este artículo, por todo lo anterior, describió e identificó el número de estrategias internacionales de conservación (Humedales Ramsar, Áreas importantes para la Conservación de Aves, Reservas para Aves Playeras, Reservas de la Biósfera y sitios de Patrimonio de la Humanidad) articulas actualmente con el SINAP, esto con el fin de reconocer las áreas naturales que han adoptado estrategias internacionales.
Metodología
Se realizó una revisión de información disponible en Parques Nacionales Naturales de Colombia, la Secretaria de la Convención de Ramsar, la BirdLife International, la Red Hemisférica de Reservas para Aves Playeras, la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura; así como, los estudios de los Institutos de Investigación vinculados al Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, el Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, el Instituto de Hidrología, Meteorología y la Asociación Calidris.
Del Registro Único Nacional de Áreas Protegidas (RUNAP) se descargaron los shapes de las áreas protegidas de Colombia, y del Sistema de Información Ambiental para Colombia (SIAC) los shapes de las estrategias internacionales. A partir de la información de las entidades geográficas cartografiables a escala 1:100.000, se identificó el número estrategias internacionales en jurisdicción de áreas naturales protegidas; así como, el área total de implementación de estas áreas en el territorio colombiano, esta actividad se desarrolló por medio de un análisis visual en pantalla en el software Arcgis versión 10.5.
Humedales Ramsar
La convención sobre los humedales es un tratado intergubernamental aprobado el 2 de febrero de 1971 en la localidad iraní de Ramsar, situada a orillas del mar Caspio (Schnack, 2001; valencia, 2004; Romero, 2013), se considera el primer tratado moderno sobre conservación y uso sostenible de los recursos naturales (Secretaría de la Convención de Ramsar, 2016).
Los humedales son reconocidos a nivel mundial como ecosistemas estratégicos que generan servicios ecosistémicos (Castellanos, 2006), como son la depuración del agua, la exportación de nutrientes, el control de inundaciones, el control de erosión, almacenamiento de agua, la regulación hidrológica, provisión de hábitat para especies, entre otros (MEA, 2005; Ricaurte, 2014), los cuales impactan de forma directa en el bienestar humano de las poblaciones que viven en estrecha relación con los mismos, pero también de manera indirecta a una escala mundial (De Groot et al., 2006).
Asimismo, se consideran un elemento vital dentro del amplio mosaico de ecosistemas con que cuenta el Colombia y se constituyen por su oferta de servicios ecosistémicos en un renglón importante de la economía nacional, regional y local (Andrade et al., 2002). A través de la Ley 357 del 21 de enero 1997, Colombia incorporó a la legislación nacional este tratado con origen en el derecho público internacional, adhesión que fue ratificada en junio de 1998 (Arango et al., 2008).
La normativa colombiana reconoce la protección de los humedales como un asunto vital para alcanzar los propósitos generales de conservación de la biodiversidad previstos en tratados internacionales (Pastrana y Pacheco, 2010), como es el Convenio Internacional sobre Diversidad Biológica y las obligaciones relacionadas que se derivan de los tratados (Alcaldía Mayor de Bogotá, 2006).
Colombia ha adoptado una posición de vanguardia a nivel mundial en cuanto a la temática de los humedales, encaminándose no sólo a realizar un simple inventario nacional de estos ecosistemas, sino exigiendo además a las autoridades ambientales el deber de delimitarlos, con el fin de mejorar la gestión de su bio-diversidad y de los servicios ecosistémicos de los cuales las sociedades dependen (garzón y gutiérrez, 2013).
En la actualidad hay declarados 12 sitios Ramsar en Colombia, con una superficie total de 1.871.802 ha, de los cuales 8 tienen jurisdicción en áreas naturales protegidas (ver anexo Tabla 1). Dichos sitios propenden por la conservación y el uso racional de los humedales, mediante el mantenimiento de sus características ecológicas y la implementación de enfoques de desarrollo sostenible (SIAC, 2018). El país con mayor sitios Ramsar es el Reino Unido (174) con una superficie de 1.281.989 ha (Ramsar, 2018).
Áreas importantes para la conservación de aves (AICAs)
El programa AICAs se originó a partir de una serie de estudios inéditos que a principios de los años ochenta realizaron la BirdLife International y la Oficina Internacional para la Investigación de los Humedales, por encargo de la Comisión de la Comunidad Europea y el Consejo de Europa (CCA, 1999).
Lo anterior con el objetivo de identificar, proteger y conseguir una gestión adecuada de una red de espacios prioritarios para la supervivencia de las poblaciones de aves a lo largo y ancho del mundo (Fundación ProAves, 2014). Este programa lo desarrollan en sus respectivos países todos los socios de BirdLife International intentando conseguir una protección legal, una gestión y un seguimiento de estos lugares (Infante et al., 2011).
La postulación de AICAs consiste en la identificación de un sitio que cumpla por lo menos con alguna de las siguientes circunstancias: 1) Mantener un número significativo de una o más especies amenazadas a nivel mundial, 2) Hacer parte de centros geográficos que contengan especies de rango restringido o restringidas a un bioma y 3) Contar excepcionalmente con un gran número de especies migratorias o gregarias (BirdLife, 2018a).
En Colombia las AICAs comenzaron a mediados del 2001 con el objetivo de crear una red nacional de conservación para las aves (Renjifo et al., 2002). Para lo cual, se han implementado estándares y métodos propuestos por la Bird-Life International en políticas sobre conservación de biodiversidad (Franco et al., 2012). Así mismo, se han desarrollado también criterios nacionales tomando en cuenta la Lista Roja de aves nacional (Renjifo et al., 2000).
Con 1.921 especies de aves, Colombia es conocida como el país con la mayor riqueza y diversidad de aves del mundo (Fundación Proaves, 2015). Esta gran diversidad además de ser un privilegio es una gran responsabilidad, pues constituye un patrimonio universal que debe ser manejado para garantizar su preservación a perpetuidad (Katta, 2005).
La conservación de la biodiversidad en términos económicos y éticos, es un objetivo central en los convenios multilaterales de organizaciones gubernamentales y no gubernamentales alrededor del mundo (Renjifo et al., 2000). De acuerdo a la BirdLife (2018b), en Colombia se han identificado 124 AICAs (Tabla 2, Anexo), las cuales representan 8.095.371 ha, el 7,1 % de la superficie nacional. De las 124 AICAs 88 se encuentran incluidas en áreas naturales del SINAP. El país con más AICAS es Estados Unidos (644) con una superficie de 117.730.000 ha (BirdLife, 2018c).
La Red Hemisférica de Reservas para Aves playeras (RHRAp)
La RHRAP fue creada en 1986 en respuesta a la alarmante disminución de las poblaciones de varias especies de aves playeras de las Américas, y con el objetivo de identificar y proteger los sitios críticos utilizados por estas aves durante la migración anual (Blanco, 1999).
La RHRAP trabaja junto a gobiernos e instituciones privadas para proteger a millones de aves playeras migratorias y sus hábitats en las Américas, brindando reconocimiento internacional a los sitios críticos utilizados por estas aves y promoviendo su manejo cooperativo y protección a nivel local (Pulido, 2017).
Las metas y objetivos del programa de la RHRAP se han articulado con el de otras estrategias internacionales como: la Convención Ramsar, la Convención sobre Especies Migratorias, el Convenio sobre la Diversidad Biológica, la Iniciativa de Especies Migratorias del Hemisferio Occidental, el Programa de Áreas Importantes para las Aves de BirdLife International y el programa del Censo de Aves Acuáticas Neotropicales de Wetlands International (Castillo et al., 2011).
Colombia cuenta con un área reconocida en la RHRAP, el delta del Río Iscuandé (DRI), con 4.000 ha se ubica en la costa Pacífica noroccidental de Colombia, departamento de Nariño, en límites con el departamento del Cauca (WHSRN, 2018), sin embargo esta área no está articula con ninguna área del SINAP. La avifauna de la DRI está compuesta por 53 especies de aves acuáticas y 45 especies de aves terrestres para un total de 98 especies de aves agrupadas en 18 órdenes y 37 familias (Asociación Calidris, 2011).
De los sitios importantes para aves playeras (prioritarios y potenciales), 34 se encuentran identificados en el directorio de AICAs Colombia (Asociación Calidris, 2009). Los litorales Caribe y Pacífico con 1.937 km y 1.536 km de línea costera, respectivamente (Invemar, 2015) acogen el 86 % de aves playeras en Colombia (Asociación Calidris, 2010). El país con más áreas para la protección de aves playeras es Estados Unidos con 49 (WHSRN, 2018).
Reservas de la biósfera
Las Reservas de la Biósfera (RB) son una iniciativa del programa sobre el Hombre y la Biósfera de la UNESCO que busca armonizar los conceptos de conservación y desarrollo, a través de la relación equilibrada entre los humanos y la biósfera (García, 2003).
A diferencia de otros tipos de áreas de conservación in situ, las RB corresponden a un concepto creado, discutido y modificado por científicos, con el propósito de crear una alternativa distinta, pero no excluyente, a los parques nacionales y similares (Halffter, 2011).
La puesta en marcha de las RB es un desafío en el que se deben contemplar los contextos jurídicos, institucionales y administrativos del territorio (gómez, 2011). A diferencia de las áreas protegidas que tienen objetivos más convencionales, las RB implican articular objetivos de gestión, formas de protección e intereses (Bioret, 2001).
Colombia cuenta con 5 RB que presentan 34.381.950 ha (Tabla 3, Anexo). Dichas reser-vas son protegidas por el Estado y por la Red Mundial de Biósferas, cuya función principal es la conservación de la biodiversidad del planeta y la utilización sostenible del territorio, son laboratorios en donde se estudia la gestión integrada de las tierras, del agua y de la biodiversidad (Araya y Clusener, 2010).
Patrimonio natural
Según, la UNESCO (1972), el patrimonio natural está constituido por las formaciones físicas, biológicas, geológicas, fisiográficas y las zonas estrictamente delimitadas que constituyan el hábitat de especies animales y vegetales amenazadas, que tengan un (valor universal excepcional) desde el punto de vista estético o científico.
El patrimonio natural de Colombia está representado en 3 Áreas Naturales Protegías, el Parque Nacional Natural Los Katíos creado en 1973 y declarado patrimonio en 1994, el Santuario de Fauna y Flora de la Isla Malpelo creado en 1995 y declarado patrimonio en 2006 (PNN, 2018) y el Parque Nacional Natural Serranía de Chiribiquete reservado y alinderado el 1989 y declarado patrimonio en 2018 (UNESCO, 2018) (Tabla 4), en estas áreas se protege gran parte del tesoro natural de Colombia; que es, al mismo tiempo, riqueza irremplazable para todo el planeta (Saldarriaga et al., 2011).
El Parque Katíos tiene su origen en lo que fue la hacienda Sautatá (que en lengua Kuna quiere decir metal que brilla) y en los asentamientos aledaños como Bijao y Travesía (Duarte et al., 2012). El parque se divide en tres sectores: montañas y colinas, planicies sin inundaciones y pantanos. La zona protegida hace parte del Tapón del Darién, uno de los lugares del mundo con mayor riqueza hídrica (Ministerio de Cultura, 2011).
La importancia del Parque estriba en la posibilidad de conservar importantes refugios de bosque y mantener la continuidad del corredor biológico entre el Centro y Suramérica, es decir, un puente de intercambio de biotas (Díaz et al., 2006). En este Parque es posible comprobar por que Colombia es uno de los países con mayor diversidad biológica, pues alrededor del 20 % de las especies animales del país se encuentran allí (Puerta et al., 2013).
El Santuario de Malpelo conforma una de las cinco ecorregiones naturales de Colombia, conteniendo un mosaico de ecosistemas terrestres, litorales y submareales únicos que albergan especies terrestres y marinas endémicas (Díaz y Gómez, 2000; PNN, 2015). Mal-pelo alberga las más importantes formaciones coralinas del Pacífico colombiano la roca viviente de 376 metros de altura, se encuentra escoltada por un conjunto de once peñascos que sobresalen 10 metros sobre la superficie marina (Cano y Díaz, 2002).
Su posición geográfica y constitución geológica hacen de Malpelo un lugar excepcional para la agregación de una gran variedad de fauna marina, incluyendo varias especies pelágicas como tiburones, mantas, tortugas, atunes y delfines (Herrón et al., 2007; García, 2010). Además, constituye junto con las islas galápagos, de Coco, de Coiba y Gorgona el corredor marino de conservación del Pacífico Oriental Tropical (POT) (Rodríguez y Giraldo, 2011).
El Parque Nacional Natural Serranía del Chiribiquete es una de las áreas más apartadas e inhóspitas del país, pero al mismo tiempo representa una valiosa riqueza natural y cultural. Y quizás uno de esos lugares de la tierra, donde el hombre adquirió mecanismos especiales de convivencia con su entorno, un profundo respeto al culto de los animales selváticos y al equilibrio perfecto entre el hombre y la naturaleza (Castaño, 1999).
Conclusiones
De las 1044 áreas naturales de Colombia, 25 presentan jurisdicción en humedales con categoría Ramsar, 174 están en Áreas Importantes para la Conservación de Aves, 190 se encuentran en Reservas de la Biosfera y 3 se ubican en áreas de Patrimonio Natural, en las reservas de aves playeras no se presenta áreas. Se recomienda continuar con la implementación de estrategias de conservación internacionales, con el fin de reforzar los procesos de gestión y visibilización de las áreas naturales protegidas de Colombia.
En Colombia hay 1 RHRAP, 4 sitios Ramsar y 88 AICAs, sin articulación al SINAP. Las cuales deben ser reconocidas, con el fin de diseñar una zonificación ambiental que promueva la planificación y desarrollo sostenibles de las áreas.
Las estrategias internacionales de sitios RAMSAR, Áreas importantes para la Conservación de Aves, Reservas para Aves Playeras, Reservas de la Biósfera y sitios de Patrimonio Natural, complementan los objetivos nacionales de conservación en Colombia, enfocados en asegurar la continuidad de los procesos ecológicos y evolutivos naturales que soportan la diversidad biológica de los ecosistemas y el suministro de servicios ecosistémicos esenciales para el bienestar humano y la permanencia del medio natural o de alguno de sus componentes.
Resumen
Main Text
Introducción
Metodología
Humedales Ramsar
La Red Hemisférica de Reservas para Aves playeras (RHRAp)
Reservas de la biósfera
Patrimonio natural
Conclusiones