¿Qué dicen los datos abiertos sobre desarrollo humano y competitividad?
Una mirada en perspectiva para la prospectiva desde los territorios*

What do the open data about human development and competitiveness say? A perspective view for local foresight

Víctor Hugo Pérez Gómez**

Recibido: 10 de febrero de 2017
Evaluado: 10 de marzo de 2017
Aprobado: 15 de mayo de 2017

Resumen

La frase “el conocimiento es poder”, adjudicada al célebre filósofo británico Francis Bacon, toma gran relevancia en el presente, en medio de la mayor revolución, en términos de información, de la historia de la humanidad. En este artículo se hace referencia y uso de datos abiertos para extraer información crítica sobre desarrollo humano y competitividad en el mundo y Colombia. Igualmente, observar, en perspectiva, las lecciones que esto aporta para el ejercicio de la prospectiva desde los territorios. En cuanto a los análisis correlativos, estos indicaron la asociación para algunas variables —desarrollo humano y competitividad, desarrollo humano y transparencia de los gobernantes— que pueden ser relevantes para la planificación a largo plazo desde los territorios.

Palabras clave: datos abiertos, desarrollo humano, competitividad, prospectiva territorial

Abstract
“Knowledge is power”, a phrase attributed to the celebrated British philosopher Francis Bacon, is of great relevance today, in the midst of the greatest revolution in terms of information, in the history of mankind. In this sense, this article references and uses open data to extract critical information about human development and competitiveness in the world and Colombia, and to observe, in perspective, the lessons that this contributes to the exercise of local foresight. As for the correlative analyzes, these indicated the association for some variables —human development and competitiveness, human development and transparency of the rulers— that may be relevant for the long term planning from the territories.

Keywords: Open Data, Human development, Competitiveness, Local foresight

Introducción

“El conocimiento es poder”, frase acuñada por el célebre filósofo británico Francis Bacon, toma gran relevancia en el presente, en medio de la mayor revolución, en términos de información, de la historia de la humanidad. En ese sentido, en este artículo se hace referencia y uso de datos abiertos para extraer información crítica sobre desarrollo humano y competitividad en el mundo y Colombia. Igualmente, observar, en perspectiva, las lecciones que esto aporta para el ejercicio de la prospectiva desde los territorios. El documento está dividido en seis apartados —incluida esta introducción—; después, se realiza una fundamentación teórica de los conceptos de “prospectiva territorial”, “datos abiertos”, “desarrollo humano” y “competitividad”, estos últimos dos, a partir de la deconstrucción de su forma técnica de medición; luego, se presenta la metodología para llevar a cabo el propósito del estudio; a continuación, se muestran los resultados de los análisis llevados a cabo con sus respectivas discusiones derivadas; y finalmente, se proponen unas conclusiones y se relacionan las referencias bibliográficas.

Prospectiva territorial, datos abiertos, desarrollo humano y competitividad

Prospectiva territorial
De acuerdo con la definición de Fernández Güell (2011), la prospectiva es un proceso sistemático, participativo, generador de conocimiento sobre el futuro y creador de visiones a largo y mediano plazo, dirigido a apoyar la toma de decisiones en el presente y a movilizar acciones conjuntas. En ese sentido, entre sus diversas aplicaciones, interesa centrarse en la denominada prospectiva territorial, que puede definirse como “una tentativa sistemática para observar a largo plazo el futuro de la ciencia, la tecnología, la economía y la sociedad con el propósito de identificar las tendencias emergentes, que previsiblemente producirán las mayores transformaciones en el territorio, y a partir de las cuales se formulará una visión del futuro modelo territorial compartida con el mayor número de agentes sociales” (Fernández Güell, 2006).
En ese marco, según Mojica (2005), la prospectiva territorial busca construir el futuro del desarrollo de un país o región, lo cual quiere decir movilizar a los actores sociales que intervienen en él para diseñar de manera conjunta con ellos los escenarios de futuro y llevar a ejecución el que, a juicio de ellos, se defina como el más conveniente. Así, la prospectiva no sólo produce estudios sobre el futuro, sino que también moviliza a los agentes clave del cambio y establece redes de expertos con el propósito de formular visiones estratégicas y configurar una inteligencia anticipadora que permita actuar frente a dichos escenarios o visiones estratégicas formuladas.

Datos abiertos
Tomando como referencia conceptual para definir datos abiertos, la definición dada por el Open Knowledge International (2017), en su Open Data Handbook: “los datos abiertos son datos que pueden ser utilizados, reutilizados y redistribuidos libremente por cualquier persona, y que se encuentran sujetos, cuando más, al requerimiento de atribución y de compartirse de la misma manera en que aparecen”.
Bajo este panorama, según Zuiderwijk y otros autores (2014), las prácticas y políticas de datos abiertos son elogiadas por su potencial para generar valor público, particularmente a través de la innovación, el crecimiento económico y la transparencia. Diversos estudios han confirmado que la liberación proactiva de datos públicos y privados en formatos abiertos genera beneficios considerables para los ciudadanos, los investigadores, las empresas y otras partes interesadas, permite aumentar la capacidad de comprender nuevos problemas públicos o privados mediante análisis avanzados. Algunos ejemplos de ello, en términos de transparencia, de acuerdo al Open Knowledge International (2017), son proyectos como el finlandés “Tax tree” y el británico “Where does my money go?”, que muestran cómo el gobierno gasta el dinero de los impuestos. Sin embargo, la investigación sobre datos abiertos todavía es muy joven, y como resultado, la literatura actual utiliza una aplicación limitada y no está claro qué teorías la sustentan, ni si se necesita una teoría única o integrada (Zuiderwijk y otros, 2014).  

Desarrollo humano

El desarrollo humano es un paradigma de desarrollo que va mucho más allá del aumento o la disminución de los ingresos de un país. Comprende la creación de un entorno en el que las personas puedan desarrollar su máximo potencial y llevar adelante una vida productiva y creativa de acuerdo con sus necesidades e intereses. Por lo tanto, el desarrollo implica ampliar las oportunidades para que cada persona pueda vivir una vida que valore. El desarrollo es entonces mucho más que el crecimiento económico, que constituye sólo un medio —si bien muy importante— para que cada persona tenga más oportunidades (PNUD, 2017).
Frente a ese marco de referencia, una de las aproximaciones más conocidas para cuantificar el desarrollo humano es el índice creado por el Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) y denominado Índice de Desarrollo Humano (IDH), que es un indicador compuesto del logro medio de un país en tres aspectos fundamentales del desarrollo humano: la capacidad de los individuos de vivir largo tiempo con buena salud; de adquirir conocimientos, comunicarse y participar en sociedad; y de disponer de recursos que le permitan vivir una vida digna. El índice permite clasificar los países en tres grupos: alto (IDH>0.8), medio (0.5<IDH<0.8) y bajo (IDH<0.5) nivel de desarrollo humano (ICESI, 2017).
A continuación se reporta el índice de desarrollo humano en 2015 para los primeros diez países de los grupos con desarrollo humano alto, medio, y los últimos diez de desarrollo humano bajo.

 

Alto

Medio

Bajo

País

IDH

País

IDH

País

IDH

 Noruega

0,949

 Bielorrusia

0,796

 Eritrea

0,42

 Australia

0,939

 Omán

0,796

 Sierra Leona

0,42

 Suiza

0,939

 Barbados

0,795

 Mozambique

0,418

 Alemania

0,926

 Uruguay

0,795

 Sudan del Sur

0,418

 Dinamarca

0,925

 Bulgaria

0,794

 Guinea

0,414

 Singapur

0,925

 Kazakstán

0,794

 Burundi

0,404

 Holanda

0,924

 Bahamas

0,792

 Burkina Faso

0,402

 Irlanda

0,923

 Malaysia

0,789

 Chad

0,396

 Islandia

0,921

 Palau

0,788

 Niger

0,353

 Canadá

0,92

 Panamá

0,788

 República Centroafricana

0,352

Tabla 1. Índice de Desarrollo Humano 2015.
Fuente: elaboración propia con base en información de UNDP (2017)

De la tabla 1 se puede deducir que Noruega presenta el mejor nivel de desarrollo humano, mientras que República Centroafricana presenta el nivel de desarrollo humano más bajo. Lo anterior, teniendo en cuenta el logro medio obtenido por cada país en dimensiones como longevidad y salud, educación y capacidad de tener un nivel digno de vida.
En 2015, el IDH para Colombia fue de 0,727, lo que ubica al país en el grupo de países con desarrollo humano medio, en la posición 95 sobre 188 países. De la misma manera, podría utilizarse el IDH para agrupar los departamentos del país, tomando como criterio el nivel de desarrollo humano de cada uno, como puede verse en la tabla 2.

Alto

Medio

Departamento

IDH

Departamento

IDH

Bogotá

0,904

Córdoba

0,798

Santander

0,879

Norte de Santander

0,796

Casanare

0,867

Magdalena

0,785

Valle del Cauca

0,861

Cauca

0,782

Antioquia

0,849

Sucre

0,775

Boyacá

0,842

Nariño

0,773

Risaralda

0,839

Región Amazónica 1

0,768

Cundinamarca

0,837

Putumayo

0,759

Atlántico

0,835

Caquetá

0,752

San Andrés

0,834

Chocó

0,731

Quindío

0,832

La Guajira

0,691

Caldas

0,828

Bolívar

0,823

Meta

0,822

Cesar

0,81

Huila

0,807

Arauca

0,804

Tolima

0,804

Tabla 2. Índice de Desarrollo Humano para los departamentos de Colombia, 2011.2
Fuente: elaboración propia con base en información de PNUD (2011)

La tabla 2 sirve para identificar brechas en los niveles de desarrollo humano departamentales, que, a priori, pueden estar relacionados con características geográficas, puesto que los departamentos con IDH más bajos hacen parte de la periferia de los departamentos con IDH más altos.

Competitividad
La idea de competitividad implica la identificación de los determinantes fundamentales de la prosperidad, es decir, la base para el crecimiento sostenible. De esta manera, la competitividad no es un fin en sí mismo, sino una indicación de los impulsores y la dinámica del éxito económico. Así, según Turok (2004), se puede argumentar que la noción de competitividad abarca tres determinantes importantes: la capacidad de las empresas locales para vender sus productos en los mercados externos —comercio—; el valor de estos productos y la eficiencia con que se producen —productividad—; y la utilización de recursos humanos, capitales y naturales locales —por ejemplo, la tasa de empleo—.

De otro lado, de acuerdo a Storper (1997), la competitividad es la capacidad de una economía —urbana— para atraer y mantener a las empresas con cuotas de mercado estables o en aumento, conservando o incrementando el nivel de vida de quienes participan en ella. Mientras que para Porter (1992), la competitividad está en función de la progresividad dinámica, la innovación y la capacidad de cambiar y mejorar. Es decir, si el objetivo principal de una nación es producir un alto y creciente nivel de vida para sus ciudadanos, la capacidad de hacerlo depende, según Porter, no de la noción difusa y amorfa de “competitividad”, sino de la productividad con que emplean sus recursos.

En ese marco, la competitividad es una función de interrelaciones complejas entre, al menos, tres variables —comercio, productividad y utilización de recursos—. Si se reduce una sola de ellas, se corre el riesgo de representar estrechamente los determinantes de la prosperidad del territorio (Turok, 2004).

Bajo ese panorama, el Foro Económico Mundial (FEM) define la competitividad como “el conjunto de instituciones, políticas y factores que determinan el nivel de productividad de un país. Nivel de productividad que, a su vez, determina el nivel de prosperidad que puede alcanzarse en una economía”. Estos aspectos son evaluados dentro de doce pilares —divididos en 112 variables— que componen el Índice de Competitividad Global (ICG): instituciones, infraestructura, ambiente macroeconómico, salud y educación básica, educación superior y capacitación, eficiencia del mercado de bienes, eficiencia del mercado laboral, desarrollo del mercado financiero, preparación tecnológica, tamaño del mercado, sofisticación de los negocios e Innovación (SNCCTI, 2017).

Figura 1. Desempeño de Colombia por pilar en el Índice Global de Competitividad, 2016-2017.
Fuente: elaboración propia con base en información de WEF (2017)

A nivel mundial, Suiza es el país más competitivo, seguido por Singapur y Estados Unidos, según el Reporte del Índice de Competitividad Global, 2016-2017. India fue el país con el mayor avance, ascendió 16 lugares en el ranking general. En Latinoamérica y el Caribe, Colombia se mantiene como el quinto país más competitivo de la región, luego de Chile (33), Panamá (42), México (51) y Costa Rica (54); los países con menor calificación fueron Bolivia (121) y Venezuela (130). Los pilares en los que Colombia se encuentra más rezagado son instituciones, innovación e infraestructura, mientras que el pilar en el que mejor desempeño muestra es en salud y educación básica (figura 1).
Para llevar a cabo comparaciones, en términos de competitividad, en el orden nacional, en Colombia, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) y el Consejo Privado de Competitividad (CPC), elaboran periódicamente el escalafón de la competitividad de los departamentos de Colombia y el Informe Nacional de Competitividad, respectivamente. Tomando como referencia el primero, realizado por la CEPAL, que se construye alrededor de los factores: fortaleza de la economía, infraestructura, capital humano, ciencia, tecnología e innovación e instituciones, gestión y finanzas públicas, se tiene el siguiente escalafón:

Extra líder

Líder

Alto

Medio Alto

Medio Bajo

Bajo

Colero

Colero
Rezagado

Cundinamarca

98,2

Antioquia

75

Atlántico

63,3

Meta

49,6

Casanare

41,6

Caquetá

31,4

Amazonas

20,8

Vichada

6,5

Caldas

70,7

Quindío

59,4

Bolívar

49,4

Cesar

40,3

La Guajira

25,7

Putumayo

18

Guainía

5,9

Santander

67,8

Boyacá

55,5

Tolima

48,1

Magdalena

40,1

Arauca

24,4

Chocó

14,4

Vaupés

5,4

Risaralda

67,3

Norte de
Santander

46,1

Nariño

39,3

Guaviare

13,3

Valle del
Cauca

66,2

Huila

45,7

Cauca

38,1

San Andrés

45,1

Sucre

37,3

Córdoba

36,9

Tabla 3. Puntajes y niveles de competitividad, escalafón de la competitividad de los departamentos de Colombia, CEPAL, 2015.
Fuente: tomado de CEPAL (2015)

Nuevamente, los niveles de competitividad, a priori, pueden estar relacionados con características geográficas, puesto que los departamentos con puntajes más bajos hacen parte de la periferia de los departamentos con puntajes más altos.

Metodología

El objetivo del artículo es evaluar la dependencia del desarrollo humano a dinámicas de competitividad, transparencia e inequidad, a partir del aprovechamiento de datos abiertos. Es decir, a través de análisis exploratorios donde se relacionen más de una variable, por medio de gráficos correlativos basados en correlaciones de Pearson, con el propósito de detectar algún patrón de comportamiento, así como elementos importantes al modelo subyacente, por lo que este estudio puede categorizarse como uno de tipo correlacional descriptivo.
Para llevar a cabo dicho propósito, se descargaron bases de datos de algunas de las variables de interés disponibles desde diferentes fuentes:

Variable

Base de datos

Descripción

Fuente

Desarrollo Humano

Human Development Index (HDI)

Contiene los IDH calculados para 188 países entre 1900 y 2015.

(UNDP, 2017)

Índice de Desarrollo Humano por Departamentos

Contiene los IDH calculados para 28 departamentos de Colombia y la región amazónica en 2011.

(PNUD, 2011)

Competitividad

Global Competitiveness Index (GCI)

Contiene los GCI calculados para 152 países entre 2007 y 2016.

(WEF, 2017)

Escalafón de la competitividad de los departamentos de Colombia

Contiene puntaje de competitividad para los 32 departamentos del país calculada para los periodos 2006, 2009, 2012-2013 y 2015.

(CEPAL, 2015)

Transparencia

Corruption Perceptions Index (CPI)

Contiene los CPI calculados para 168 países entre 1995 y 2016.

(Transparency International, 2017)

Índice de Transparencia Departamental (ITD)

Contiene los ITD calculados para las 32 gobernaciones del país entre 2013 y 2016.

(Transparencia por Colombia, 2017)

Inequidad

Índice de Gini

Contiene los Gini calculados para 264 entre países y regiones, para el periodo 1981-2014.

(Banco Mundial, 2017)

Coeficiente de Gini

Contiene los coeficientes calculados para 23 departamentos y Bogotá, entre 2002 y 2016.

(DANE, 2016)

Tabla 4. Relación de variables, bases de datos y fuentes de acceso a los datos.
Fuente: elaboración propia

En ese contexto, se confrontaron las variables competitividad, transparencia e inequidad, de a pares, con la variable desarrollo humano a nivel global y nacional. Se trató de explicar, a través de análisis lógico y búsqueda de evidencia empírica relacionada, la causalidad de aquellas relaciones que tuvieran un coeficiente de determinación mayor a 0.6, ya que el parámetro de determinación R2 —que evalúa el grado de ajuste del modelo lineal al conjunto de observaciones cuando se desea conocer la relación que existe entre dos variables— toma valores de 0 a 1.

Resultados

De los seis contrastes realizados, se encontraron tres relaciones relevantes. La primera relación identificada como relevante fue entre desarrollo humano y competitividad a nivel global, y se dio a partir de su evaluación para 138 países en el año 2015.

Figura 2. Relación entre las variables desarrollo humano y competitividad globales, 2015.
Fuente: elaboración propia con base en información de UNDP (2017) y WEF (2017)

Esta relación se analizó también para cada país a través del tiempo, aprovechando la disponibilidad de datos entre 2007 y 2015, obteniendo correlaciones positivas para la mayoría de los países. Lo anterior puede indicar que, evidentemente, existe una relación de dependencia entre el desarrollo humano y competitividad. De otro lado, se identificó que siete países —Chile, Dinamarca, Egipto, Pakistán, Eslovaquia, Eslovenia y Venezuela— mostraron correlación relevante negativa entre desarrollo humano y competitividad, lo que quiere decir que, en el periodo de tiempo analizado, pudieron elevar su nivel de desarrollo humano, a pesar de que su nivel de competitividad caía.

Figura 3. Relación entre las variables desarrollo humano y competitividad departamentales.
Fuente: elaboración propia con base en información de (PNUD, 2011) y (CEPAL, 2012).

La segunda relación identificada como relevante (figura 3) fue entre desarrollo humano y competitividad a nivel nacional, y se dio a partir de su evaluación para 28 departamentos con información del IDH departamental de 2011 y el escalafón de la competitividad de los departamentos de Colombia, 2012. Lo que indica de nuevo, ahora en el orden nacional, que existe una relación de dependencia entre el desarrollo humano y la competitividad. Para los departamentos no se realizaron comparaciones a través del tiempo, debido a la falta de información disponible.
Finalmente, la tercera relación identificada como relevante fue entre desarrollo humano y transparencia a nivel nacional, y se dio a partir de su evaluación para 27 departamentos con información del IDH departamental de 2011 y el Índice de Transparencia Departamental (ITD) 2013. Lo que indica que, en el orden nacional, existe una relación de dependencia entre el desarrollo humano y la transparencia de los gobernantes. Para los departamentos no se realizaron comparaciones a través del tiempo, debido a la falta de información disponible.


Figura 4. Relación entre las variables desarrollo humano y transparencia departamentales.
Fuente: elaboración propia con base en información de PNUD (2011) y Transparencia por Colombia (2013)  

Discusión

La relación entre desarrollo humano y competitividad, propuesta como relevante en este artículo, aunque no es unívoca, sí es generalmente aceptada como positiva, dado que un buen desempeño competitivo está, de manera habitual, vinculado a mejores resultados en el ámbito social. De hecho, una vasta literatura ha encontrado que los países con mayores niveles de competitividad poseen, al mismo tiempo, mayores ingresos per cápita, así como mejores resultados en pruebas de educación o indicadores de salud. La CEPAL encontró en 2010 una relación positiva entre el aumento y mejora de los servicios energéticos y la superación de la pobreza (CPC, 2016).

En ese sentido, en Colombia la competitividad ha sido abordada por un abanico amplio de instituciones públicas y privadas como el Ministerio de Comercio, Industria y Turismo, las cámaras de comercio, los gremios y el Consejo Privado de Competitividad. En contraste, en el nivel departamental, el seguimiento y control de resultados relacionados con desarrollo humano ha sido, al menos, heterogéneo, campo en el que podrían aparecer iniciativas de datos abiertos que faciliten el monitoreo de dichas variables, promuevan la participación basada en un ejercicio analítico de los ciudadanos y generen recomendaciones objetivas de política.

Sin embargo, aunque el potencial de los datos y la información pública es más grande de lo que se puede imaginar normalmente, la realidad es que difícilmente se saca de ellos el mayor provecho, en términos de pasar de su análisis y difusión a la acción. Así lo expone un estudio llevado a cabo por Worthy (2015) en Reino Unido, en donde la evidencia muestra que, como un instrumento democrático, los datos de gastos locales añaden un nuevo elemento de turbulencia e imprevisibilidad al proceso político. Proporcionan cierta responsabilidad y transmisión de información con ejemplos aislados de participación. Claro, los datos también abren potencialmente el ciclo de información política a nuevos actores y grupos, o dan poder a los ya presentes. Sin embargo, esto también puede tener efectos a través de reacciones anticipadas, aunque el alcance parece limitado. Mucho puede depender de cómo el gobierno ve a sus ciudadanos y el contexto en el que se colocan los datos, de ahí que el patrón de uso está lejos de la imagen creada por aquellos que promueven el Open Data. Bajo ese panorama, un enfoque renovado en resultados más específicos y concretos, como la capacidad de los datos para “rastrear” el gasto de la autoridad en la producción de políticas, tendría más posibilidades de involucrar a las autoridades públicas y reducir la brecha de expectativas entre los ciudadanos.
En cuanto a la relación entre transparencia y desarrollo humano en Colombia, la evidencia en resultados de investigaciones científicas respalda lo expuesto por los datos, en lo referente a cómo la corrupción perjudica el crecimiento en el desarrollo humano. Algunos ejemplos de dicha evidencia son los ejercicios llevados a cabo por Ortega, Casquero y Sanjuan (2016), cuyo objetivo fue analizar cómo la corrupción afecta el proceso de convergencia en el desarrollo humano entre 69 países, en el período 1990-2012, utilizando el Índice de Desarrollo Humano, datos brutos sobre la esperanza de vida al nacer, los años de escolaridad media, la RNB per cápita y el Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) publicado por Transparencia Internacional. Los resultados sugieren que si la corrupción daña el crecimiento en el desarrollo humano entre los países, es causada principalmente por su impacto negativo en el crecimiento de los ingresos y los logros en salud. En ese mismo sentido, los mismos autores (Ortega, Casquero, y Sanjuan, 2014), en un artículo anterior, ofrecen evidencia sobre los efectos de la corrupción en el desarrollo humano, a partir de la estimación de modelos de crecimiento a través de los países en los que las tasas de crecimiento de los tres componentes del Índice de Desarrollo Humano (IDH) en el período 2000-2009 retroceden, sobre un conjunto de factores condicionantes como la corrupción percibida y la desigualdad de ingresos. Los resultados de las estimaciones sugieren que tanto el crecimiento del IDH como su componente educativo se ven afectados por la desigualdad de ingresos. Sin embargo, el efecto negativo de la corrupción sobre el crecimiento del desarrollo humano parece limitarse al componente de salud del IDH.
Así, relacionando los hallazgos empíricos expuestos anteriormente con los resultados obtenidos en el presente estudio, mientras que la relación entre competitividad y desarrollo humano parece obvia, dado que el objetivo principal de una nación es producir un alto y creciente nivel de vida para sus ciudadanos; la relación entre transparencia y desarrollo humano a nivel departamental debería estudiarse a profundidad en futuras investigaciones, sobre todo, y con base en las experiencias citadas, enfocada hacia las consecuencias de dicha relación para el sector salud, como uno de los tres componentes fundamentales para el desarrollo humano de acuerdo al IDH, en los departamentos, y como insumo para los actores involucrados en los procesos de prospectiva desde los territorios.

Conclusiones

Los análisis correlativos indicaron la asociación para algunas variables —desarrollo humano y competitividad, desarrollo humano y transparencia de los gobernantes— que pueden ser relevantes para la planificación a largo plazo desde los territorios. Sin embargo, habría que profundizar en las relaciones negativas obtenidas para siete países, al desarrollar el análisis a través del tiempo a nivel global para las variables desarrollo humano y competitividad.
En ese sentido, en este artículo se plantearon algunas hipótesis de la relación de dependencia que podría existir entre las características geográficas y el desarrollo humano, por lo que se relacionaron estas variables, en términos de la distancia en km de cada departamento a Bogotá y el IDH, obteniendo resultados no relevantes, al menos estadísticamente, en función del parámetro . Lo mismo se puede afirmar para la relación entre el coeficiente de Gini y el IDH, donde, al igual que para la relación distancia y desarrollo humano, a pesar de que se pueden inferir relaciones de dependencia por la forma que toma la nube de puntos en el gráfico correlacional, estos no son relevantes en términos estadísticos. Bajo ese panorama, para la prospectiva desde los territorios podría hacerse el siguiente ejercicio de reflexión junto con Carlos Mera Rodríguez, quien en su artículo “Pensamiento prospectivo: visión sistémica de la construcción del futuro” (2014) realiza un recorrido por diferentes conceptos de prospectiva, algunos de los cuales se enuncian a continuación:

Gaston Berger (1964) la define como ‘la ciencia que estudia el futuro para comprenderlo y poder influir en él’; Jouvenel (1993) parte del concepto de que el futuro aún no existe y ‘se puede concebir como una realización múltiple’; y Godet (2007) afirma que dicho futuro ‘depende solamente de la acción del hombre’.

Así, la prospectiva, aplicada bajo el enfoque de la corriente voluntarista francesa, que es la más conocida en Colombia, permite realizar una revisión del presente a la luz de los posibles y deseables futuros, lo que dimensiona que los territorios están inmersos en un sin número de oportunidades y retos, que de apropiarse a través de la realización de análisis prospectivos, les permitirán generar importantes ventajas competitivas que deben reflejarse en los niveles de desarrollo humano de sus habitantes, frente aquellos que aún siguen enmarcados en su presente. Es así como, fundamentado en lo mencionado por Gaston Berger —“la previsión invita a la acción”—, mirar al futuro debería transformar el presente.
De manera coherente, Francisco José Mojica (2005) en su libro la Construcción del futuro, entre el determinismo y el voluntarismo, menciona que, a pesar de sus diferencias, existen diversos elementos de similitud entre las corrientes señaladas. Distingue así: la participación social, puesto que la construcción del futuro no es el ejercicio de una persona sino de los estamentos de organización, que para la prospectiva estratégica se clasifican en cuatro familias —Estado, producción, academia y comunidad—, mientras que para el foresight se clasifican en tres —Estado, cadenas productivas y academia—; y el estudio de futuros alternos para compararlos y elegir entre diferentes opciones, llevado a cabo por ambas corrientes —foresight y prospectiva—.
Cobijado en ese marco de referencia, el ser humano puede construir el mejor futuro posible, para lo cual debe tomar las decisiones correctas en el momento apropiado. En ese contexto, es oportuno volver a la frase adjudicada a Francis Bacon, relacionada en la introducción del presente artículo, y cambiar su sentido de afirmación a interrogación: ¿el conocimiento es poder?
Una respuesta para esa pregunta sería: “parcialmente”. Si se toma como ejemplo el conocimiento sobre la existencia de una fuerte correlación entre la transparencia y el desarrollo humano, y que los fenómenos de falta de transparencia encuentran algunos de sus determinantes en las relaciones de poder de los actores (Read & Shapiro, 2014), y esto no genera una movilización alrededor del propósito de cambiar esas relaciones en favor del desarrollo humano, el conocimiento no debería entenderse entonces como fuente de poder en este caso. Pero sí como una oportunidad para que, por ejemplo, los datos abiertos contribuyan en el fortalecimiento de la promoción de la justicia social y la democracia (Sarmiento, 2015).
De otro lado, se sabe que algunas naciones han sido más exitosas que otras al gestionar su proceso de desarrollo, y uno de los aspectos que ha mostrado ser significativo es el marco institucional (PNUD, 1990). Para Evans (2007), la comprensión del desarrollo requiere de un enfoque institucional, ya que las diferencias en cuanto a los niveles de inversión y progreso tecnológico están asociadas a los contextos institucionales. Dado lo anterior, el proceso de desarrollo se encuentra determinado por condiciones locales, es decir, es un proceso localizado aunque se viva en un mundo globalizado; y además, el aspecto institucional se convierte en un determinante del desarrollo como parte fundamental del entramado social (Walton, 2010). Con este enfoque que centra la atención en el ámbito local, la influencia del Estado para generar condiciones para la competitividad, el bienestar y el desarrollo humano, es innegable, ya que cuenta con atribuciones y capacidades que los demás actores sociales no tienen (Ordóñez Tovar, 2015). Por lo que este enfoque permitiría su síntesis en la siguiente expresión: “el poder es poder”.
Esta nueva perspectiva permite valorar de manera ponderada el aporte que significa la prospectiva como ejercicio de construcción colectiva, a partir de acuerdos de voluntades, que, desde los territorios, reflejan el principio de autodeterminación de los pueblos. Sin embargo, expone también los riesgos a los que están expuestas esas voluntades, en el largo plazo, al depender del marco institucional de los Estados —o las entidades territoriales—, que, en países en desarrollo están determinados, en algún grado, por relaciones de poder basadas en el clientelismo y el particularismo (Wood y Gough, 2006), y no en políticas públicas de largo plazo como las que pueden resultar de ejercicios de prospectiva territorial.
En consecuencia, el juego de actores como etapa del proceso prospectivo podría robustecerse incluyendo herramientas desde la teoría de juegos, por ejemplo, pero sobre todo fortaleciendo la apropiación de los actores para que dicho ejercicio —juego de actores— trascienda de una etapa importante en el análisis prospectivo a una realmente indispensable en la orientación de decisiones en el ámbito político que garanticen el cumplimiento de los objetivos fruto del acuerdo de voluntades de los actores en el proceso prospectivo; porque, y citando a Mojica (2017), “el futuro no ocurre inexorablemente sino como resultado del ejercicio del poder de los actores sociales”. Actores que, en los territorios, son capaces de convertir en realidad el imaginario de un futuro donde el crecimiento económico ya no es el motor más importante, y teniendo en cuenta que el futuro es para las próximas generaciones, todos los aspectos —económicos, ambientales, ecológicos, territoriales, culturales, sociales, políticos nacionales e internacionales, y tecnológicos— deben apoyar el desarrollo social y humano que, a su vez, debe ser económicamente viable sin agotar todos los recursos (De Paula Diasa, De Souza Vianna, & Claus, 2016).

Referencias

  1. Banco Mundial. (2017). Índice de Gini. En línea. Recuperado de: https://datos.bancomundial.org/indicador/SI.POV.GINI
  2. CEPAL. (2012). Escalafón de la competitividad de los departamentos de Colombia 2012-2013. Bogotá, Colombia: Comisión Económica para América Latina y el Caribe.
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* Artículo de investigación. 

** Economista con estudios de Maestría en Pensamiento Estratégico y Prospectiva. Actualmente se encarga de la planeación, desarrollo y divulgación de análisis estadísticos, econométricos y de mercado para la Red de Vigilancia Tecnológica, Inteligencia Competitiva y Prospectiva del departamento del Huila (redvitechuila.org). Es profesor del programa de Economía de la Facultad de Economía y Administración de la Universidad Surcolombiana y cofundador e investigador del Centro de Pensamiento Estratégico, Tecnología y Sociedad. Correo electrónico: victorhugoperezgo@gmail.com.

1 Se refiere los departamentos de Amazonas, Guainia, Guaviare, Vaupés y Vichada.

2 2011 es el año más reciente en el que se ha calculado por el PNUD el IDH para los departamentos de Colombia.