Psicot cnicas educativas en el contexto del capitalismo de la vigilancia
Educational psychotechnics in the context of surveillance capitalism
Juan Sebasti n Ball n Rodr guez[1]
Resumen
El art culo defender la tesis de que, en la era del capitalismo de la vigilancia (Zuboff, 2018; 2022), las psicot cnicas educativas son estrategias psicopol ticas encaminadas a la construcci n de subjetividades ef meras y dominadas por una instancia seductora, que juega con los criterios de lo er tico, lo emotivo, lo creativo, lo l dico, entre otras variables que se encuentran en aras de formar la psiquis ideal para la instauraci n de la servidumbre voluntaria (Han, 2019; 2022).
Este concepto adquiere relevancia en el estudio tico y pol tico frente a las din micas econ micas neoliberales que, auspiciadas por la creciente dependencia de la vida social a las tecnolog as de la comunicaci n, la Internet y la inteligencia artificial [IA], se convierten de manera disruptiva en mediaciones cotidianas necesarias. Es as como las orientaciones pedag gicas e institucionales acerca del uso de las psicot cnicas educativas en los diferentes niveles de escolaridad de un ser humano son el nuevo paradigma para la formaci n de capital humano. A partir de estos planteamientos se busca averiguar cu l es el rol instrumental y tecnol gico de la educaci n y sus implicaciones sociales, mostrando sus impactos en diversos estadios del proceso de la humanizaci n, particularmente en la poblaci n juvenil, susceptible de ser configurada a trav s de un nuevo rol social adecuado para el proletariado del siglo XXI.
Palabras clave: Psicot cnicas, capitalismo de la vigilancia, ludificaci n, big data, autoexplotaci n.
Abstract
The article will defend the thesis that in the era of surveillance capitalism (Zuboff, 2018; 2022) educational psychotechnics are psychopolitical strategies aimed at the construction of ephemeral subjectivities and dominated by a seductive instance, which plays with the criteria of the erotic, the emotive, the creative, the playful, among other variables that are in the interest of forming the ideal psyche for the establishment of voluntary servitude (Han, 2019; 2022).
This concept acquires relevance in the ethical and political study in the face of neoliberal economic dynamics that, sponsored by the growing dependence of social life on communication technologies, the Internet, and Artificial Intelligence [AI], become necessary daily mediations in a disruptive way. Thus, pedagogical and institutional guidelines on the use of educational psychotechniques at different levels of schooling of a human being are the new paradigm for the formation of human capital. From these approaches we seek to find out what is the instrumental and technological role of education and its social implications, showing its impacts on various stages of the process of humanization, particularly being one of them in the youth population, susceptible of being configured through a new social role suitable for the proletariat of the XXI century.
Keywords: Psychotechniques, surveillance capitalism, gamification, big data, self-exploitation.
Introducci n
La tecnolog a viene configurando la vida humana a pasos agigantados. Ya lo plantea el pensador alem n Peter Sloterdijk en su libro Has de cambiar tu vida (2012) al se alar que las alteraciones del cuerpo de los seres humanos est n mediadas por las antropot cnicas, concepto que alude a la capacidad que tiene el saber cient fico para usar la tecnolog a en virtud de la mejora de la corporalidad humana, en especial de aquellos cuerpos mutilados o que en su nacimiento no se desarrollaron biol gicamente, y a trav s de pr tesis inteligentes se sustituye la extremidad ausente. As , el artificio se convierte en el cambio y la transformaci n que amplia y mejora t cnicamente la existencia (Ball n, 2017; 2022).
El poder de la t cnica se muestra en sus implicaciones sociales, que ha sido uno de los asuntos que m s despierta controversia en la literatura y la filosof a. Por ejemplo, en los debates actuales de la filosof a y sus relaciones con la ciencia y la tecnolog a sobresalen los temas relativos a la modificaci n gen tica, la eugenesia o las mejoras al parque humano.
El ideal de Un mundo feliz, tal y como lo narra la novela del escritor ingl s Aldous Huxley, pone de manifiesto que en la actualidad nos acercamos paulatinamente a una sociedad que clasificar a los seres humanos en betas y alfas; en este universo unos ser n obreros o subjetividades al servicio de los oficios y las demandas t cnicas para atender las necesidades m s elementales de la poblaci n, mientras que otros asumir n el rol de los intelectuales. Es decir, estos ltimos ser n los dise adores pedag gicos del aprendizaje y de la vida, asumiendo el imperativo de mejorar la capacidad de adaptaci n de una conciencia desde la ingenier a social, donde la existencia humana puede ser modificada desde las instancias tecnol gicas para el control mental de las personas, buscando la optimizaci n de su rendimiento, esto es, perfeccionar su capacidad productiva.
De cualquier modo, las antropot cnicas se encuentran a la orden del d a con las nuevas din micas sociales generadas por la creaci n de multiversos en la era digital, la realidad aumentada, el chat GPT, etc. El mejoramiento social es una de las antropot cnicas que se vislumbra en el an lisis que nos invita a considerar el fil sofo Byung-Chul Han en su libro Psicopol tica. Neoliberalismo y nuevas t cnicas de poder (2019), as como en aquella obra titulada Infocracia. La digitalizaci n y la crisis de la democracia (2022).
El presente ensayo se propone analizar inicialmente una de las ra ces anal ticas que explica el poder alucinatorio que ejerce la psicopol tica en los escenarios sociales, la cual tiene que ver con el fen meno de la servidumbre voluntaria, que se manifiesta en las relaciones entre la existencia humana y la t cnica. En los apartados dos, tres y cuatro de este documento se plantean an lisis m s detallados sobre c mo opera la servidumbre tecnol gica en los entornos de la virtualidad. Es decir, nos interesa mostrar las implicaciones sociales de esta teor a de la libertad en escenarios identificables de la educaci n y sus relaciones con la IA, en las formas propias de la ludificaci n y el dataismo (numeral dos); la desaparici n de la vida deliberativa que caracteriza a la democr tica como proceso abierto hacia la deliberaci n, un procedimiento que es sustituido por cuenta de la infocracia (numeral tres); y en la teor a del poder inteligente en relaci n con el metaverso (numeral cuatro).
Finalmente, en las conclusiones se exploran las alternativas ante la paulatina desaparici n de una idea de la libertad y la valoraci n positiva de la vida. Se considera que esta puede ser recuperada a trav s de nuevas orientaciones filos ficas provenientes del universo metaf sico de la fenomenolog a y el vitalismo de Nietzsche. La fenomenolog a se propone a modo de di logo tico con la inteligencia artificial, apostando por un estudio de las relaciones entre humanidad y t cnica desde los planos de la experiencia, el mundo de la vida y la subjetividad. El camino fenomenol gico es un m todo de la filosof a contempor nea que permite resignificar la idea de experiencia humana y mundo de la vida en el mbito de las mediaciones tecnol gicas, dominadas por las psicot cnicas de la manipulaci n medi tica. En otro sentido, y tal como se plantea en las conclusiones, un acercamiento a la obra de Nietzsche es una forma de crear cr tica y resistencia contra las tendencias plat nicas de las filosof as de la IA y todo el ideario que profetizar que la asunci n de la vida se producir en la entelequia religiosa de los metaversos y el big data.
1. La libertad como autoexplotaci n voluntaria
La libertad es una de las conquistas humanas m s preciadas. Sin embargo, en el contexto que nos asiste, la libertad se encuentra sometida a las din micas del mercado y la financiarizaci n de la vida econ mica, que lleva hacia la autoexplotaci n, el emprendimiento, la radicalizaci n del individualismo, el endeudamiento y el incremento infinito de la culpa, etc. Todas estas variables explican la aparici n de la servidumbre voluntaria.
La violencia permisiva que instaura la explotaci n voluntaria es una de las grandes paradojas ticas que atraviesa la vida humana en la actualidad, siendo la libertad el lugar predilecto para producir la empresarializaci n individual, que es una nueva forma de esclavitud en el siglo XXI, con la sutil diferencia de que en la poca anterior la sujeci n violenta de la vida humana era una acci n social expl cita que se sufr a en el cuerpo de la v ctima (esto ocurre en la poca industrial de finales del siglo XIX y comienzos del XX), que cambia radicalmente en la actualidad, en donde la dominaci n es invisible, pues el sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominaci n le queda totalmente oculto. De ah que se presuma libre (Han, 2019, p. 28).
De la mano de la explotaci n de la libertad, un fen meno social como la competencia reproduce la miseria espiritual, mientras el capital saca el m ximo de provecho de esta tensi n por el rendimiento y el nimo de lucro que obnubila al sujeto como un placebo, pero que en realidad est maximizando el plusvalor del capitalismo. Todo este sistema psicopol tico[2] del capital convierte a los individuos en rganos sexuales que reproducen la ideolog a de la autoexplotaci n:
Por mediaci n de la libertad individual se realiza la libertad del capital. De este modo, el individuo libre es degradado a rgano sexual del capital. La libertad individual confiere al capital una subjetividad autom tica que lo impulsa a la reproducci n activa. As , el capital pare continuamente cr as vivientes . La libertad individual, que hoy adopta una forma excesiva, no es en ltimo t rmino otra cosa que el exceso del capital. (Han, 2019, p. 15)
Una de las tesis filos ficas sobresalientes en este panorama social, cuya din mica est animada por el mercado de la vida que convence a la psique humana de ser una m quina para la autoexplotaci n, consiste en la creaci n de un sometimiento amable . As , la violencia directa sobre el cuerpo cambia por un tipo de dominaci n que apela al consentimiento voluntario, siendo la finalidad del control psicopol tico toda una estrategia invisible e indolora. En otras palabras, si para la segunda mitad del siglo XX las tecnolog as del yo buscaban ante todo el encierro y la captura de la vida humana desde las t cnicas biopol ticas para el secuestro institucional del cuerpo (Foucault, 2007; 2010; 2011), en la poca actual, bajo los imperativos de la innovaci n tecnol gica, se produce el secuestro vital de la sensibilidad por cuenta del big data y el smartphone. En la llamada sociedad del conocimiento es la seducci n y la erotizaci n de la capacidad de decidir, un tipo de dominio sobre los seres humanos que crea el control psicopol tico.
En este sentido, la propuesta filos fica de Byung-Chul Han nos invita a pensar que la psicopol tica es una din mica psicol gica que busca la interiorizaci n de la servidumbre voluntaria, es decir, se trata de una t cnica para la subjetivaci n que, teniendo como mediaci n las estrategias virtuales de la manipulaci n inform tica, conduce paulatinamente hacia la captura de mentes que trabajan para un sistema tecnol gico y financiero que saca provecho de toda esta din mica psicosocial de dominaci n.
En este escenario se hace factible controlar y teledirigir, bajo la elecci n no consciente de masas de internautas, una psiquis que se deja moldear a trav s de instancias afectivas y corporales. Las emociones, el deseo y la erotizaci n de la vida cotidiana son las t cnicas de la dominaci n psicopol tica ya que tocan las fibras m s epid rmicas de la afectividad humana, como lo son sus emociones, placeres y gustos, sus proyecciones de futuro y lo que en ltimas es objeto de la m xima dominaci n: explotar la libertad en funci n de los intereses econ micos del mercado y el control pol tico. Una instancia determinante de la dominaci n digital son los dispositivos inteligentes o celulares, los cuales tienen el poder de ejercer control sobre las mentes de miles:
Todo dispositivo, toda t cnica de dominaci n, genera objetos de devoci n que se introducen con el fin de someter. Materializan y estabilizan el dominio. Devoto significa sumiso . El smartphone es un objeto digital de devoci n, incluso un objeto de devoci n de lo digital en general. En cuanto aparato de subjetivaci n, funciona como el rosario, que es tambi n, en su manejabilidad, una especie de m vil. Ambos sirven para examinarse y controlarse a s mismo. La dominaci n aumenta su eficacia al delegar a cada uno la vigilancia. El me gusta es el am n digital. Cuando hacemos clic en el bot n me gusta nos sometemos a un entramado de dominaci n. El smartphone no es solamente un eficiente aparato de vigilancia, sino tambi n un confesionario m vil. Facebook es la iglesia, la sinagoga global (literalmente, la congregaci n) de lo digital. (Han, 2019, p. 26)
2. Capitalismo de la vigilancia, ludificaci n y dataismo
Para dimensionar el estado mental y emocional que genera el impacto del capitalismo de la vigilancia sobre los seres humanos, podemos evocar aquel episodio de La odisea. Ulises permanece atrapado en la Isla de Ogigia, que gobierna Calipso. All , disfrutando de los placeres y las afrodisias que esta ninfa le proporciona, durante siete a os mantuvo cautiverio bajo la promesa de la vida eterna. Sabemos que este episodio de La odisea retrasa el regreso de Ulises a taca, y durante un tiempo lo detiene en su intenci n de regreso a su hogar.
Hoy d a la humanidad entera ha decidido prolongar su estancia en Ogigia, seducida por otro tipo de dispositivos que agencian placebo, principalmente a trav s de la ludificaci n y el big data. Los nuevos Ulises viven enga ados por otras psicot cnicas que exploran el talante macabro que caracteriza a la nueva forma de la dominaci n mental de las subjetividades. Quienes se abandonan a esta isla que promete la vida eterna, se entregan voluntariamente a las din micas de la servidumbre y la autoexplotaci n, en donde el ser humano asume el rol del jugador.
Mientras los internautas juegan y se entregan a la din mica de la explotaci n del homo ludens (Han, 2019), el capitalismo de la vigilancia los monitorea sin tregua. Inicialmente se muestra bajo la l gica de la gratificaci n, palpable en un like, una lista de amigos o una red de seguidores. Luego muta de la comunicaci n amable a la comercializaci n. Bajo el primado del juego desaparece la concepci n social, existencial, tica y pol tica del trabajo. La ganancia es la gratificaci n y un lujo que se convierte en una extensi n del ocio, pero que no genera un beneficio colectivo, sino que, al contario, radicaliza en el sentido del xito personal, la multiplicaci n de lo seguidores y la reproducci n exponencial en redes de un artefacto, una pose, el ladrido de un perro, una mujer en ropas menores, etc. (Han, 2019).
En efecto, el big data figura como el nuevo pan ptico que alguna vez fuese propuesto como un modelo arquitect nico para las prisiones en Europa, formulado por el visionario penalista, fil sofo y economista Jeremy Bentham. El pan ptico digital es propiamente el big data porque permite una vigilancia de 360 grados de todo aquel que ingresa a la Internet y deja un rastro de sus preferencias de consulta, sus redes, estudios, amores y vida sexual, sus comidas, etc. De hecho, hay toda una filosof a del big data que se denomina el dataismo, la cual consiste en una suerte de totalitarismo digital, en el que el conocimiento es libertado de su naturaleza arbitraria y subjetiva. El big data se plantea en la pr ctica como una superaci n de la teor a ya que, al librarla de sus contenidos subjetivos, creencias, afinidades, etc., opta por la objetividad, ya que se atreve a conocer lo que la gente realmente hace, piensa o siente, sigui ndolo y midi ndolo con exactitud. En el dataismo son los n meros los que hablan por s mismos (Han, 2019, p. 89).
Las psicot cnicas mencionadas se enmarcan en lo que el coreano Byung Chul-Han denomina el capitalismo de la emoci n, escenario econ mico que paulatinamente expone al ser humano a un ambiente de dominaci n que apela m s a sus emociones que a las razones. Es muy f cil dominar a trav s de las emociones, sobre todo porque estas suelen expresarse de un modo instant neo y cambian dependiendo del efecto que se quiere producir sobre alguien.
Emociones y sentimientos se distinguen. Mientras que las primeras son performativas y se desvanecen en un lapsus de tiempo muy corto, los sentimientos son experiencias prolongadas y suelen expresarse a trav s de una narraci n. Como en el estado de la dominaci n psicopol tica las narraciones son eliminadas, porque se pierde tiempo en la instancia efectista y afectada de intervenir la libertad del sirviente voluntario, es preferible dominarlo a trav s de un estado permanente de afectaci n profundamente emotiva, situaci n que se traduce en favor del capitalismo de consumo porque en este sistema econ mico se:
introduce[n] emociones para estimular la compra y generar necesidades. El emotional design modela emociones, configura modelos emocionales para maximizar el consumo. En ltima instancia, hoy no consumimos cosas, sino emociones. Las cosas no se pueden consumir infinitamente, las emociones, en cambio, s . Las emociones se despliegan m s all del valor de uso. As se abre un nuevo campo de consumo con car cter infinito. (Han, 2019, p. 72)
En este sentido, el capitalismo de la emoci n se inserta en un an lisis sociol gico del big data y su gran poder para ejercer la vigilancia social. A prop sito, la soci loga estadounidense Shoshana Zuboff ha definido el concepto tecnol gico del big data dentro del campo del capitalismo de la vigilancia (2018; 2022).
Se trata de un nuevo movimiento econ mico basado en los usos de la informaci n y que procura prever y modificar el comportamiento humano como un medio para producir recetas y control de mercado. Este sistema lo revisten un conjunto de variables epist micas que pueden ser catalogadas como heterog neas, no estructuradas, trans-semi ticas, descontextualizadas y agn sticas. En otras palabras, el sujeto ha sido despojado de su fuente de valor en el trabajo real, de tal modo que su existencia virtual se convierte en la huella digital que deja r ditos a quienes administran el dato de cada persona en la Internet. El capitalismo de la vigilancia es la capacidad t cnica que tienen las corporaciones como Google o Facebook de convertir cada ser humano en un dato que produce valor. Con ello se genera toda una l gica de la acumulaci n del capital, basada en el reba o de datos de millones de personas, que generan utilidades y beneficios econ micos de orden astron mico. Esta p rdida del valor es descrita por Zuboff del siguiente modo:
Ya no somos los sujetos de la realizaci n de valor. Tampoco somos, como algunas voces han insistido en afirmar, el producto de ventas de Google. Somos m s bien, los objetos de los que se extrae una materia prima que Google expropia para su uso en sus f bricas de predicciones. Las predicciones sobre nuestros comportamientos son los productos de Google y la compa a las vende a sus clientes reales, pero no a nosotros. Nosotros somos el medio usado al servicio de los fines de otros. (Zuboff, 2022, pp. 133-134)
En s ntesis, la informaci n que se re ne en el big data tiene el poder de crear mentalidades ajustadas a convenciones formales, deductivas, introspectivas y positivistas que se adecuan a la perfecci n a los intereses del mercado tal y como lo han venido utilizando las estrategias corporativas (Zuboff, 2018).
En consonancia con lo planteado por Constantiou y Kallinikos (2015), a prop sito de los usos econ micos que ha hecho Google con el big data, Zuboff argumenta que existe una l gica sist mica de la acumulaci n que negocia grandes cantidades de informaci n con cifras econ micas astron micas y que est n a la venta por parte de las grandes corporaciones del mercado textil, de bebidas, comidas r pidas, etc., convirti ndose en el nuevo modelo del negocio de la informaci n en un contexto del mercado de la vigilancia.
Estas pr cticas, que hacen parte de la cotidianidad de las personas cuando interact an con un dispositivo tecnol gico (computador), crean una nueva dimensi n simb lica de la realidad humana, edificando una civilizaci n de la informaci n. Esto hace parte del mundo de las nuevas inversiones de Google que se proyectan para fomentar el
machine learnig, drones, dispositivos port tiles, carros automatizados, nanopart culas que vigilan el cuerpo a trav s de se ales y con dispositivos inteligentes para monitorear los componentes esenciales de una cada vez mayor red de sensores inteligentes y dispositivos conectados al internet est n destinados a formar una nueva infraestructura inteligente para cuerpos y objetos. (Zuboff, 2018, p. 27)
3. Formas de gobierno en el contexto de la infocracia
No hay que perder de vista que la servidumbre voluntaria es el caldo de cultivo para la manipulaci n pol tica. En este contexto deshumanizante las personas devienen en datos y ganado consumidor (Han, 2022). En efecto, en el universo de las relaciones sociales propiciadas por la infocracia, el cambio de gobierno obedece fundamentalmente a t cnicas de dominaci n encaminadas no a la vigilancia y el castigo, como ocurri en los modelos del biopoder y el disciplinamiento del cuerpo en la primera mitad del siglo XX, sino que ahora los nuevos modelos democr ticos dan paso a un tipo de orientaci n de conductas que apela a la motivaci n y la optimizaci n, estrategias de orden psicol gico y emocional. En este sentido, una de las formas de gobierno en los tiempos de la infocracia se produce en la interiorizaci n digital y surge en la proximidad de un clic, que tiene el poder de otorgar sentido a trav s de un like o un posteo. Los dedos devienen en los rganos de la elecci n consumista (Han, 2022, p. 20).
Otra de las pr cticas que subyacen al an lisis de las subjetividades dominadas bajo la instancia psicot cnica se plantea con el totalitarismo del dato. Si en los tiempos de los modelos de gobierno nacionalista de inicios del siglo XX el totalitarismo era el advenimiento de una ideolog a que creaba hombres unidimensionales, en los tiempos infocr ticos es el totalitarismo num rico que ofrece la data el r gimen de informaci n que cambia el orden narrativo del totalitarismo tradicional al registro cuantitativo, que es medible y permite tomar decisiones sobre las preferencias y los deseos de millones.
En este escenario los influencers se convierten en los nuevos pastores que mueven el reba o; ya no es el l der mesi nico el que orienta las conductas socialmente correctas de las masas. Se trata ahora de una movilizaci n de internautas que han personalizado su perfil y, de acuerdo con el mismo, crean toda una serie de protocolos de seguimiento que fidelizan un modelo que se acomoda a su forma individual de perfilarse en redes. En ltimo t rmino, como lo platea Han en su libro Infocracia (2021), las sociedades actuales ya no son informadas a la luz de una emancipaci n pol tica, sino que viven atrapadas en la infodemia, donde la difusi n y la multiplicaci n viral de la noticia prescinde de asuntos cardinales a la informaci n pol tica como lo son la justicia y la veracidad, de tal modo que estos criterios son sustituidos por los de la velocidad y la reacci n violenta.
La infodemia expresa en todo su esplendor la crisis que viven las democracias en la actualidad y pone de manifiesto una crisis m s profunda: la de la cognici n. De ah que Han sugiera la necesidad de plantear una fenomenolog a de la informaci n, ya que es necesario:
comprender mejor la infocracia, la crisis de la democracia en el r gimen de la informaci n. Esta crisis comienza ya en el plano cognitivo. La informaci n tiene un intervalo de actualidad muy reducido. Carece de estabilidad temporal porque vive del atractivo de la sorpresa . Debido a su inestabilidad temporal, fragmenta la percepci n. Arrastra la realidad a un permanente torbellino de actualidad . Es imposible detenerse en la informaci n. Esto deja al sistema cognitivo en estado de inquietud. La necesidad de aceleraci n inherente a la informaci n reprime las pr cticas cognitivas que consumen tiempo, como el saber, la experiencia y el conocimiento. (Han, 2022, p. 33)
La racionalidad pol tica requiere de tiempo, y el cortoplacismo que trae consigo la infodemia va erosionando de a poco las decisiones que impactan a la sociedad a largo plazo. Otra de las estrategias identificables en las formas de gobierno infocr ticas, que tienen que ver con las maneras instant neas y atomizadas como se informa la ciudadan a, tiene que ver con la comunicaci n afectiva. Con las noticias que se suceden r pidamente en las redes, los seres humanos se afectan m s desde una instancia emocional que racional. Es por ello por lo que las fake news impactan con mayor eficacia al ciudadano de a pie que los hechos.
La democracia representativa se encuentra degradada por cuenta de la infocracia. Sus pr cticas son profundamente psicot cnicas y apelan a la emocionalidad dejando a la racionalidad discursiva de la vida pol tica fuera del juego; las disputas argumentativas que reclaman la vida pol tica son sustituidas por un mensaje en Twitter o un meme:
La democracia es lenta, larga y tediosa, y la difusi n viral de la informaci n, la infodemia, perjudica en gran medida el proceso democr tico. Los argumentos y los razonamientos no tienen cabida en los tuits o en los memes que se propagan y proliferan a velocidad viral. La coherencia l gica que caracteriza al discurso es ajena a los medios virales. La informaci n tiene su propia l gica, su propia temporalidad, su propia dignidad, m s all de la verdad y de la mentira. Tambi n las noticias falsas son, ante todo, informaci n. Antes que un proceso de verificaci n se ponga en marcha, ya ha tenido todo su efecto. La informaci n corre m s que la verdad, y no puede ser alcanzada por esta. El intento de combatir la infodemia con la verdad est , pues, condenada al fracaso. Es resistente a la verdad. (Han, 2022, p. 42)
El espacio de lo p blico, que configura la vida ciudadana en las sociedades modernas desde los tiempos de la ilustraci n, es desdibujado por las pr cticas informativas que desata la infodemia. La finalidad de la acci n comunicativa, tal y como fue planteada por el fil sofo J rgen Habermas en su obra Teor a de la acci n comunicativa. Complementos y estudios previos (1997), est encaminada a pensar la deliberaci n en los mbitos sociales como una alternativa que ofrece el recurso argumentativo y la forma discursiva ante modelos autoritarios del poder. Empero, este ideal tico y epistemol gico de la teor a de la acci n comunicativa comienza a disolverse en un conjunto de pr cticas relativas a la excesiva atomizaci n y narcisificaci n de la sociedad.
Esto quiere decir que el af n de la personalizaci n de las ciudadan as de internautas logra eliminar al otro, neg ndose a su escucha y asumiendo de forma definitiva un culto al yo. Sin el otro no es posible crear una racionalidad pol tica que se construye desde el plano de una comunicaci n horizontal. En su lugar lo que se reproduce es una personalizaci n algor tmica de la red (Han, 2022, p. 49), que desaparece la existencia pol tica del otro y de su discurrir, imponi ndose de manera amable la globalizaci n y la digitalizaci n de un mundo que ya no es socialmente compartido, que no comunica a los hablantes dentro de un universo de problemas sociales comunes, sino que estos se identifican en tribus virtuales, donde importa m s la afirmaci n de la identidad, situaci n que destruye el encuentro con el otro, dando paso a la negaci n de la diversidad y la pluralidad pol tica, una situaci n palpable en comportamientos antisociales como los que se evidencian en las redes sociales con los discursos de odio, la polarizaci n, la xenofobia, la inferiorizaci n, la misoginia, etc.
4. Psicot cnicas educativas en el metaverso del poder inteligente
El poder inteligente es un concepto de la psicot cnica pol tica contempor nea que define la violencia como una instancia de sujeci n que no es expl cita, es decir, que no se produce a trav s de una coacci n directa. Al contrario, sostiene que en el mbito del poder psicopol tico el otro se entrega a un sometimiento voluntario. El poder inteligente es invisible y bien puede ser ejemplificado en el metaverso, biosferas virtuales y ambientes de simulacro que potencian la ludificaci n y el an lisis big data, es decir, el control de la libertad de los internautas prediciendo tendencias en sus comportamientos, preferencias de consumo, deseos, etc. En s ntesis, la forma del poder perfecta es aquella que somete a la libertad sin coacci n f sica inmediata. Su eficacia se encuentra en su invisibilidad, de ah que el poder inteligente se defina b sicamente a trav s del hiato que se da entre la libertad y el sometimiento (Recio, 2019, p. 244).
En este orden, el poder inteligente tiene su correlato en el metaverso. Se trata de una realidad aumentada e hiperreal donde el poder de sujeci n se muestra amable, estimula y seduce, siendo una instancia de dominaci n m s efectiva que el poder punitivo de las pocas pasadas, y que se caracterizaba por condenar y prescribir violencia sobre el cuerpo (biopol tica).
De este modo, el fil sofo Byung Chul-Han compara esta inteligencia que hermana la libertad y el sometimiento con las formas comunicativas que exploran las redes sociales. Al respecto afirma:
Uno se somete al entramado de poder consumiendo y comunic ndose, incluso haciendo clic en el bot n me gusta. El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta. Se diferencia sustancialmente del capitalismo del siglo XIX, que operaba con coacciones y prohibiciones disciplinarias. (Han, 2019, p. 30)
Para ilustrar mejor estas diferencias Han recurre a las met foras de los animales, de tal modo que son el topo y la serpiente los nuevos modelos de la animalizaci n laboral. Plantea que mientras el topo es un roedor asociado al encierro y que se caracteriza por su laboriosidad, en analog a al secuestro institucional que experimentaba el trabajador al encontrarse recluido en la empresa tal y como ocurr a con el proletariado en el siglo XX, la serpiente repta en el subsuelo, creado aberturas y t neles en un territorio que desconoce, pero que en su movimiento va proyectando y encaminando a otros a continuar en sus exploraciones. Los internautas son las nuevas subjetividades que reptan en el subsuelo de la Internet. La serpiente vendr a a ser la metaforizaci n del comportamiento animal del trabajador como modelo del proletariado en el siglo XXI. En conclusi n, podemos afirmar que en las nuevas circunstancias laborales trabajar es reptar.
As las cosas, las relaciones entre biopol tica y psicopol tica son notorias. De hecho, el di logo entre Han y Foucault es inevitable. La historia que traza el pensador franc s a prop sito de c mo se implementa en Europa el neoliberalismo bajo el manto t cnico y pol tico de la administraci n de la vida humana es uno de los encuentros m s evidentes.
Desde la psicopol tica esta historia del gobierno se ampl a al mbito psicol gico, de tal modo que el an lisis planeado por Foucault con la biopol tica se extiende a las din micas instauradas por el lenguaje tecnol gico, donde los dispositivos de la comunicaci n y de la informaci n tienen el poder de crear un molde para teledirigir mentes, pensamientos, acciones, emociones, etc., y todo esto ocurre a trav s de una estrategia de adiestramiento que se muestra como un proceso de mejoramiento en funci n de la creaci n de un perfil, la adopci n de un determinado modo de vida que viaja en la nube y el cual, parad jicamente, estar dispuesto a ser explotado voluntariamente.
Ahora bien, las t cnicas para la dominaci n psicopol tica las ilustra el fil sofo Byung-Chul Han de diversas maneras. Desde la literatura de autoayuda que hace parte del lenguaje motivacional en el modelo capitalista neoliberal y que puede ser nominado bajo el apelativo de la curaci n como ansiedad, hasta la administraci n de choques el ctricos que expresada en extenso en el libro de Naomi Klein La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre (2007). En este texto se plantea que el efecto shock fue empleado para adiestrar las mentes a trav s de descargas el ctricas, buscando un trabajador que borra la memoria de sus crisis mentales y que le generan su servidumbre voluntaria. En estado de shock permanente nos mantiene Facebook, Instagram, TikTok, etc. Es as como podemos destacar que vivimos los tiempos del Big brother amable, donde la dominaci n est tica y suave de las mentes ejerce poder a trav s de otras psicot cnicas an logas al mismo control pan ptico que fuese descrito por Orwell en su novela 1984.
Mientras que en la historia narrada por el autor ingl s la psicot cnica crea todo un estado de vigilancia permanente en donde es legal lavar cerebros con electrochoques, privar del sue o a los ciudadanos, establecer el aislamiento como una norma de convivencia, el uso de las drogas y la tortura corporal, en el mundo contempor neo el pan ptico amable se hace a trav s de un like, un emotic n, o se tuitea o postea, ya que en el estado de vigilancia digital:
se sirve de la revelaci n voluntaria de los reclusos. La iluminaci n propia y la autoexplotaci n siguen la misma l gica. Se explota la libertad constantemente. En el pan ptico digital no existe ese Big Brother que nos extrae informaci n contra nuestra voluntad. Por el contrario, nos revelamos, incluso nos ponemos al desnudo por iniciativa propia. (Han, 2019, p. 62)
En este contexto, las juventudes est n cargadas de positividad. Se trata de una positividad inmanente porque son categorizadas como subjetividades desbordadas de vitalidad y, por lo mismo, son realidades humanas sobre las cuales se puede crear toda una atmosfera de sobreexplotaci n que radicaliza en los ideales de la actualizaci n y la creaci n (Jaime y Esquivel, 2019). Esta ficci n ideol gica de las nuevas juventudes productivas es toda una psicot cnica educativa que apunta a cuatro proyecciones para ser usadas en el mercado laboral:
El joven es la representaci n de capitalismo neoliberal: dado que la juventud simboliza una vitalidad desbordada, es usual encontrar en la publicidad psicot cnicas l dicas que proyectan im genes de j venes bellos y exitosos, donde los cuerpos juveniles son usados como medios para la promoci n de marcas donde se muestran subjetividades que rinden sin cansarse. (Jaime y Esquivel, 2019, p. 106)
Otro fen meno es el de la saturaci n y la inequidad. En efecto, la autoexplotaci n que se produce en la imagen juvenil del auto rendimiento crea un ambiente que favorece la diversidad y la preferencia por la diferencia, situaci n que termina por sembrar la inequidad entre las juventudes exitosas frente a las fracasadas. Los modelos que despierta el xito en la diferencia se globalizan, mientras aquellos que no lo hacen se convierten en basura.
El hiato entre juventud y creatividad es otro elemento para considerar en esta psicot cnica educativa. En especial porque el freelance es una realidad social cada vez m s extendida y donde la fuente de los ingresos es una potencia motivacional individual que desconecta con cualquier forma institucionalizada de proveer salario y atenci n en seguridad social. Es una econom a del riesgo la que enmarca al freelance, exponiendo su vida a la innovaci n y la libre movilidad:
El Joven Freelance: El sujeto freelance tiene como uno de sus mayores recursos, la creatividad sustentada en los valores de autonom a, innovaci n y libre movilidad (Bravo, 2017) que est n reservados para lites juveniles que se convierten en espejos universales y que se extienden hasta las estrategias de las empresas para aumentar su fuerza laboral, en la forma de s ntesis temporal-espacial del mundo del trabajo como nico mundo de la vida (Trabajo sin horarios, por proyectos y resultados, bajo el eslogan imperativo: S t propio Jefe). (Jaime y Esquivel, 2019, p. 106)
La vida juvenil se prolonga, es decir, se eterniza. Bajo esta consideraci n la atmosfera de la positividad se convierte en un discurso que radicaliza la explotaci n voluntaria y se adecua al contexto de la producci n ilimitada que vende por doquier el modelo econ mico neoliberal:
La eternizaci n de lo Juvenil: La idealizaci n ficcional de esta fuerza inmaterial de lo juvenil, cargada de positividad (Poder Hacer lo que quieras), inocula el deseo de lo eterno juvenil como condici n de la experiencia y el sentido com n neoliberal productor de subjetividades. (Jaime y Esquivel, 2019, p. 106)
5. Existen alternativas? tica de la inteligencia artificial y fenomenolog a
Siempre ser una constante de la filosof a, adem s de formular los diagn sticos negativos, las crisis y las enfermedades, pensar las maneras de liberarnos de las cadenas y abrirnos camino hacia pr cticas m s enaltecidas en humanidad y esp ritu de resistencia. En esta perspectiva, Han plantea dos posibles formas de resistir al imperio psicot cnico de la dominaci n psicopol tica: el arte de la vida y el idiotismo.
Hablemos de la primera ya que propone, de la mano de Foucault, una cr tica a la psicologizaci n de la sociedad; en otras palabras, la psicolog a es una ciencia anclada a las din micas del poder, ya que tiende a determinar toda forma de vida bajo una instancia de dominaci n en la que el sujeto es una realidad sujetada, atrapada en los barrotes de las instituciones que disponen a una persona hacia el encierro y la vivencia de la reclusi n. El sujeto para la psicopol tica es un enfermo que merece estar bajo el efecto del f rmaco emocional de la tecnolog a, lo cual deriva en la domesticaci n emocional de su existencia o, en los t rminos analizados en este trabajo, en una nueva forma de crear servidumbre voluntaria.
Esta cr tica se formula a la par de una mirada diferente de la subjetividad, la cual tiene que ver con las artes de la vida o de la existencia. Seg n este planteamiento, la filosof a ha tenido desde sus or genes las respuestas ante el autoritarismo, el dogmatismo y las violencias institucionalizadas (como ocurre con la instancia psicopol tica), de tal modo que pensar la libertad en perspectiva de las artes de la existencia (Han, 2019) tiene el potencial de crear una praxis que desarma la psicopol tica neoliberal. Esta deconstrucci n de la idea de la dominaci n psicot cnica de la libertad y sus implicaciones educativas, aproxima la reflexi n filos fica de la tecnolog a a la tica. Y tal planteamiento adquiere nuevos sentidos si exploramos el tema de la tica aplicada a la inteligencia artificial [IA] y la fenomenolog a.
En primer lugar, hacemos referencia al libro tica de la inteligencia artificial (2021) de Mark Coeckelbergh. De este gran trabajo se destaca la idea de que ha sido la fenomenolog a, en los tiempos actuales, la disciplina filos fica que ha agenciado una reflexi n cr tica en contra de los postulados catastrofistas de la IA. Por ejemplo, se ala que la narrativa apocal ptica de la IA viene de la literatura, en especial de la escritora Mary Shelley y su libro Frankenstein o el moderno Prometeo (2022). Isaac Asimov, uno de los escritores de ciencia ficci n que mejor ha ejemplificado en sus historias la distop a tecnol gica del futuro, acude a la apelaci n del complejo de Frankenstein para referirse a toda la literatura que ha venido sosteniendo que la inteligencia humana ser reemplazada y exterminada por la inteligencia artificial. Este tipo de enfoques minimizan la humanidad y sobredimensionan la tecnolog a, tal y como le ocurre a Frankenstein en su decisi n de desplazar a su creador y convertirse en el amo y se or de su una nueva vida, capacitada para tomar decisiones y ejercer plenamente su libertad.
Ahora bien, c mo entra la fenomenolog a en este tipo de posturas? En primer lugar, las investigaciones fenomenol gicas pueden plantear una mejor manera de establecer las relaciones de sentido entre los seres humanos y las m quinas. En efecto, recordemos que uno de los postulados epistemol gicos de la fenomenolog a consiste en correlacionar el mundo de la vida con la subjetividad. Cuando las posturas catastrofistas de la tecnolog a y la IA se alan que la vida humana ser reemplazada por las m quinas, se asume una postura no correlacional que, de cierto modo, afecta la comprensi n en las relaciones de uso y asistencia que puede prestar la IA de cara a las tareas cotidianas. Como las relacionadas, por ejemplo, con el estudio y la investigaci n, que han descubierto c mo las aplicaciones como ChatGPT, entre otras, ayudan en las tareas de la investigaci n desde una perspectiva de colaboraci n y orientaci n a sus acciones investigativas.
En esta misma direcci n se destacan las investigaciones del norteamericano Hubert Dreyfus (2003), quien, desde el di logo entre las fenomenolog as de Husserl y Heidegger, plantea que los estudios de correlaci n entre el ser humano y la tecnolog a deben considerar categor as de sentido fenomenol gico como las del ser en el mundo. En efecto, para Dreyfus las relaciones entre el hombre y la IA se producen en un plano existencial, en el que nos relacionamos con el mundo de la vida y donde se producen relaciones vitales relativas a la angustia, la desesperaci n, la tristeza, el afecto, el miedo o la corporalidad. En otras palabras, a trav s de la tecnolog a el ser humano habita el mundo, siendo este lenguaje el pretexto para formular una fenomenolog a del miedo, del amor, de la amistad, de la violencia, de la comunicaci n, del conocimiento, de la informaci n, etc. A esta postura se la conoce como el nuevo realismo (Taylor y Dreyfus, 2016), y tiene elementos muy valiosos para distinguir las posiciones de la fenomenolog a con las ciencias de la informaci n, la tecnolog a y sobre todo con la IA.
La posici n tica tambi n es destacable. Para ello debemos recordar que Husserl declaraba que el fil sofo es el funcionario de la humanidad. Con esta idea se acerca la fenomenolog a a la tica, toda vez que el investigador en estos temas filos ficos debe considerar las apuestas normativas, axiol gicas y humanas que se producen entre la IA y sus usos en la vida cotidiana de las personas. Una IA que niegue las posibilidades de la libertad humana, de su dignificaci n, es una tecnolog a que rivaliza contra la vida misma, en espec fico contra una cultura de la vida afectiva, que pone en riesgo el valor psicoafectivo que establece el ser humano con el mundo de la vida, que se encuentra socialmente compartido con el otro y que no es simplemente una relaci n psicopol tica que agencia el conjunto de psicot cnicas para el control psicol gico de la poblaci n.
Conclusiones
Una de las consecuencias visibles del mundo interconectado que nos asiste en la actualidad es la dependencia cada vez m s notoria que asumen los seres humanos frente a la Internet. En efecto, y como lo plantea el fil sofo norteamericano Hubert L. Dreyfus en su libro Acerca de internet (2003), asistimos a una actualizaci n del platonismo en el sentido de que, para los nuevos promotores de la vida virtual, el cuerpo es una limitaci n en contra de las infinitas posibilidades que se abren con los metaversos y el big data. Este platonismo soterrado asume que el cuerpo es la c rcel del alma y que lo mejor que le puede pasar es su desaparici n como entidad f sica, para integrarse intelectualmente en el mundo del poder inteligente que promueve el acceso a internet de una manera ilimitada.
En contra de este planteamiento, y como alternativa a una mirada fenomenol gica de la existencia humana, resulta necesario rememorar toda la cr tica nietzscheana al platonismo de la cultura occidental y que el fil sofo alem n declaro abiertamente en obras como El ocaso de los dolos (1998) o en As habl Zaratustra (1993). En estas obras se descubre que la existencia corporal de los seres humanos es la forma m s originaria y vital de estar en el mundo. En otras palabras, Nietzsche es la clave para cuestionar las pretensiones hacia la descorporalizaci n que caracteriza a toda una corriente filos fica de la IA, que busca sobre todo fundamentar la vida an mica de los seres humanos por encima de sus posibilidades materiales y vitales.
Por ejemplo, en El ocaso de los dolos encontramos tesis filos ficas muy valiosas para considerar que la ra z del menosprecio de la cultura de los afectos y la existencia corporal se remonta al intelectualismo socr tico. Esta mirada cr tica de Nietzsche a Plat n y S crates se plantea a la saga de una reivindicaci n plena y total de la vida, catalogando a estos pensadores como los s ntomas de una decadencia o los instrumentos de la descomposici n griega (Nietzsche, 1998, p. 38).
Y para combatir la decadencia qu se debe hacer? Recuperar el sentido pleno de la vida que reivindica el artista tr gico. ya que para la tragedia la apariencia no es el registro del no ser o de la mentira, sino la prueba misma de la realidad. Para Nietzsche: El artista tr gico no es ning n pesimista: dice que s a todo lo misterioso y terrible, es dionisiaco (Nietzsche, 1998, p. 54). Esta valoraci n positiva de la vida conspira contra aquellas que buscan negarla. Los nuevos platonismos filos ficos de la IA y la Internet son los negadores de la vida, su telos divino es la idea de que la entidad suprema es un algoritmo y su cielo el big data. Sin embargo, esta entelequia falsea la vida, la debilita, la cansa hasta propiciar la muerte de la existencia corporal de los seres humanos.
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[1] Licenciado en Filosof a y Lengua Castellana de la Universidad Santo Tom s (Bogot , a o 2007). Magister en Filosof a por la Pontificia Universidad Javeriana (Bogot , a o 2010). Doctor en Filosof a por la Pontificia Universidad Javeriana (Bogot , a o 2021). Miembro activo de los grupos de investigaci n en Cibercultura y territorio (UNAD). Docente del programa de Filosof a inscrito a la Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades (ECSAH) de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD).
[2] Se entiende por psicopol tica un conjunto de pr cticas y estrategias de orden tecnol gico, que buscan ante todo la interiorizaci n de la servidumbre, es decir, que desde las mediaciones t cnicas del smartphone y las laptops es posible ejercer control sobre las mentes de los seres humanos, creando ambientes invisibles para la subordinaci n ciega y voluntaria de los internautas.