L mites y posibilidades de la filosof a de la tecnolog a en el contexto latinoamericano.
Entrevista a Juan Carlos Moreno[1]
Desbordes: Nos encontramos con el profesor Juan Carlos Moreno, uno de los expertos en filosof a de la tecnolog a en Colombia, quien nos hablar sobre este nuevo campo y, en especial, sobre las paradojas ticas de la ciencia y la tecnolog a en relaci n con el tema propuesto por la revista Desbordes para este n mero. Profesor, es un gusto tenerlo entre nosotros. Nos gustar a iniciar con la siguiente pregunta: cu l ha sido su trasegar acad mico en relaci n con los temas de la t cnica, la tecnolog a y la filosof a?
Juan Carlos Moreno (JCM): Muchas gracias por la invitaci n, Juan Sebasti n. Me parece interesante contar un poco sobre mi trayectoria y el desarrollo de la filosof a de la tecnolog a en Colombia, ya que mi ejercicio acad mico se ha relacionado con el desarrollo reciente de este campo en el pa s, junto con un grupo de personas con quienes hemos hecho sinergias y hemos conformado la Red Colombiana de Filosof a de la Tecnolog a.
En relaci n con mi trayectoria, desde mi formaci n me he orientado hacia el estudio de la ciencia y la tecnolog a. Me form como fil sofo de la ciencia, pero termin investigando en un campo de la ciencia que tiene mucha interacci n con la tecnolog a, espec ficamente, el an lisis de la ciencia desde el punto de vista de las pr cticas y la cultura material de la ciencia. En mi tesis doctoral trabaj la filosof a de la experimentaci n cient fica, en donde se articulan de manera muy fluida la filosof a de la ciencia y la filosof a de la tecnolog a, como se evidencia en el art culo publicado en el a o 2022 sobre filosof a de la experimentaci n (Moreno Ortiz, 2022b). Asimismo, desde hace algunos a os me he aproximado bastante al campo de los estudios sociales de la ciencia y la tecnolog a, que se conoce aqu como el campo CTS, de donde se toman variados elementos para el estudio de las tecnolog as, como lo planteo en el texto publicado en el a o 2021 (Moreno Ortiz & Vinck, 2021).
Como mencion , desde el a o 2018 conformamos la Red Colombiana de Filosof a de la Tecnolog a, denominada de manera corta PhiTec, a la que pertenecemos aproximadamente unas 40 personas, unas m s activas que otras, quienes nos encontramos regularmente en diferentes simposios, mesas, y con quienes hemos organizado varios eventos. Sin exagerar, creo que una parte significativa de los eventos que se han realizado en el pa s sobre el tema, desde el 2018 en adelante, se ha impulsado desde la Red PhiTec. No necesariamente los hemos organizado, pero hemos estado presentes en la mayor a de los eventos sobre el tema, y tambi n en publicaciones realizadas. Toda la informaci n sobre la Red se puede consultar en la p gina web[2].
Recientemente, he estado trabajando en el campo de la tica de la tecnolog a. Estamos atentos a la publicaci n de un libro que se titular tica de las tecnolog as. An lisis cr tico de perspectivas, desarrollado en conjunto con tres estudiantes del doctorado en filosof a de la Universidad Santo Tom s, y producido por la editorial de esta Universidad en alianza, posiblemente, con la editorial Siglo del Hombre. Respecto al tema de la tica de la tecnolog a, he realizado en los ltimos a os algunas publicaciones, en las cuales analizo la tica de la tecnolog a en Gilbert Simondon (Moreno Ortiz, 2022a) y la relevancia moral de los artefactos tecnol gicos (Moreno Ortiz, 2019). Asimismo, he trabajado los temas de la agencia de las tecnolog as, el transhumanismo y la inteligencia artificial [IA], abordados en el libro titulado Tecnolog a, Agencia y Transhumanismo (Moreno Ortiz et al., 2020).
Desbordes: Es muy relevante la aproximaci n que propone el profesor sobre la relaci n entre tecnolog a, tica e inteligencia artificial, pues est en sinton a con la publicaci n de la Revista Desbordes sobre las paradojas ticas en la ciencia y la tecnolog a. As , quisi ramos empezar esta entrevista formalmente a partir de la siguiente pregunta: c mo pensar en el mbito tecnol gico asuntos relacionados con la imitaci n y la originalidad?
Este tema se plantea teniendo en mente que los prototipos de inteligencia artificial, como el ChatGPT, han planteado retos a las nuevas generaciones, en especial por la idea de que sustituyen el potencial de la creatividad por cuenta de un sistema que combina aspectos heterog neos y elementos para componer una obra art stica en cuesti n de minutos. Es claro que bajo estos recursos la idea misma de la inteligencia humana, en contraste con la inteligencia artificial, se ve confrontada en asuntos de orden tico y est tico, en relaci n con el sentido que adquieren ahora t rminos como originalidad, composici n, imitaci n, autenticidad, etc tera.
En ese sentido, propongo que exploremos ese asunto. Es decir, pensar acerca de las relaciones entre imitaci n y originalidad. Espec ficamente, de qu forma la inteligencia artificial, en concreto, el ChatGPT, por ejemplo, va haciendo en sus implementaciones cotidianas cambios a las ideas de creatividad y originalidad.
JCM: Muchas gracias por la pregunta. Es muy interesante y compleja, pues realmente se est produciendo una revoluci n, o, precisamente, una gran disrupci n tecnol gica. Es decir, la idea de disrupci n tiene que ver con la forma como ciertas tecnolog as se relacionan con transformaciones profundas en la sociedad, que a veces se dan manera evidente, y otras de formas poco perceptibles o advertidas. Estas tecnolog as no son necesariamente las de punta o las tecnolog as m s sofisticadas, sino que pueden ser tambi n algunas innovaciones sencillas que transforman, por ejemplo, las maneras como establecemos nuestras relaciones sociales. Este es el caso de las redes sociales. Situados en el horizonte de la disrupci n tecnol gica podr amos decir que el ChatGPT, o la inteligencia artificial generativa y transformativa -como se denomina ese tipo de IA-, est generando grandes cambios en las formas como desarrollamos el conocimiento y la comunicaci n, tanto en las actividades especializadas, como en las cotidianas.
Para entender estos cambios, es importante precisar c mo opera esta inteligencia artificial. Se destaca especialmente por sus capacidades generativas, que se han aplicado para reproducir el lenguaje natural humano, de manera gramaticalmente correcta, con buena redacci n y estructura l gica. En la medida en que muchas de nuestras actividades se basan en procesos generativos, y en las posibilidades comunicativas que nos da el lenguaje natural, el ChatGPT puede aplicarse en una amplia gama de tareas humanas. Por ejemplo, para elaborar textos, mediar las distintas interacciones humanas, hacer composiciones musicales o generar propuestas visuales, etc. Adem s, esto se refuerza con el acceso abierto que tenemos de esta tecnolog a. Es la primera vez que la ciudadan a puede utilizar una poderosa IA gratuita y sencillamente. Esto implica una gran capacidad disruptiva para impactar en la mayor a de las actividades humanas. Esta tecnolog a podr a insertarse en las actividades que menos sospechamos, para imitar capacidades que consider bamos solo humanas, e incluso, en actividades que superan algunas capacidades humanas.
Respecto a la pregunta sobre los problemas de la imitaci n y la originalidad, esta se podr a relacionar tambi n con el tema de la innovaci n. Esta tecnolog a parece imitar nuestras capacidades creativas. En una conversaci n reciente con algunos colegas en relaci n con esta cuesti n, un colega expresaba el temor de ser reemplazado en muchas actividades por esta inteligencia artificial, si esta logra tener las mismas capacidades creativas del ser humano. La conversaci n gir en torno a la cuesti n de qu es lo que puede o no hacer el ChatGPT, por ejemplo, cuando se le consulta y expone un tema, o cuando genera una imagen. En buena medida, esta tecnolog a combina y reproduce en diferentes formas la informaci n producida por los humanos, con la que se entren . A partir de sus capacidades generativas, integra, combina y modifica esa informaci n, desde procesos probabil sticos inductivos. De esto, pueden surgir resultados considerados como creativos. Sin embargo, sus capacidades creativas se basan en el uso de la informaci n disponible, de manera similar a como sucede con muchos de los aportes creativos humanos, que se producen a partir de reciclar informaci n. Si reflexionamos, mucho de lo que producimos, que entendemos como original y creativo, por ejemplo, un art culo acad mico, se basa en nuestra capacidad para articular, de formas novedosas, la informaci n ya disponible, y lo nuevo o radicalmente original puede ser poco.
Desde este punto de vista, esta inteligencia artificial puede facilitar y hacer m s eficiente una tarea que ya realizamos con mucho esfuerzo. Esto nos obligar a concentrarnos en los aspectos no basados en la articulaci n y sistematizaci n de informaci n previa, inductiva o deductiva; en los procesos cognitivos m s novedosos que pueden surgir, por ejemplo, de procesos cognitivos abductivos o anal gicos. Para algunas personas que saben y pueden emplear estas herramientas, estas pueden, en t rminos positivos, ayudarle a concentrarse en los tipos de aspectos creativos que no realiza la m quina, y evitar el desgaste en otro tipo de procesos no tan creativos, que implican sistematizar informaci n. Sin embargo, para la mayor a de las personas que se dedican a hacer lo que la m quina puede hacer, incluso de manera m s eficiente, este cambio tecnol gico representa una amenaza. Considero que m s que reemplazar nuestra originalidad, este cambio va a desplazar nuestra originalidad, y estas herramientas se van a convertir en asistentes permanentes en el desarrollo de nuestras tareas.
Desbordes: En ese orden de ideas, por qu no pensar un poco el tema de la autenticidad? En t rminos heideggerianos, esa distinci n que plantea Heidegger entre el mundo aut ntico y el inaut ntico la borran estas nuevas tecnolog as disruptivas? Qu implicaciones ticas puede suponer para las ciencias humanas donde es tan importante la autor a y la tradici n?
Cuando sali ChatGPT un ingeniero de sistemas utiliz esta tecnolog a para componer cuentos. Por supuesto, la m quina lo que hizo fue reciclar cuentos de Jorge Luis Borges, Edgar Allan Poe, Chesterton, etc. El producto fue tan bueno que lo comenz a vender en Amazon y tuvo xito. Como pretexto para pensar en estos temas de la autenticidad y la originalidad, cu les cree usted que ser an las apuestas ticas para las ciencias humanas, y en especial para la literatura, que cre un cuerpo de obras y de autores, mientras las aplicaciones disruptivas borran las diferencias entre lo aut ntico y no aut ntico?
JCM: Esto supone asuntos complejos, porque ya empezaron a aparecer muchas demandas por derechos de autor a. Considero que la inteligencia artificial desplegada hasta ahora ha abierto vac os jur dicos que con el tiempo se tendr n que precisar legalmente, y ello significar una especie de freno a sus desarrollos y usos ante la lluvia de demandas. Es necesario que ocurra, pues como suele suceder con los primeros desarrollos, no se tienen en cuenta muchos l mites, se los desaf a o se busca replantearlos. Por tanto, creo que cierta autenticidad se mantendr legalmente, y otra autenticidad tendr que redefinirse. No considero que la inteligencia artificial vaya a acabar con las expresiones aut nticas humanas, porque realmente, m s all de lo sorprendentes que parezcan sus posibilidades, a n existen muchos aspectos de la imaginaci n, de la capacidad creativa humana, que todav a no coloniza, no por el momento. Con implicaciones positivas y negativas sustituir muchas cosas que pasan por aut nticas, pero que no son tan aut nticas, y permitir valorar otras cosas que s son aut nticas, pero no son suficientemente valoradas socialmente.
Aunque, en sentido estricto, algunos aportes novedosos y aut nticos pueden darse por articulaci n y combinaci n de elementos previos, tanto en los seres humanos como en las m quinas. Esto obligar a explorar nuevos terrenos te ricos donde se planteen conceptos como los de autenticidad artificial y novedad artificial . Pero lo novedoso y lo aut ntico no se pueden juzgar de manera esencial, sino de forma contextual, en la interacci n social, y en esto las m quinas siguen siendo poco inteligentes. En estos aspectos existen mecanismos de validaci n social de los aportes aut nticos. A n en el supuesto de que una IA alcance la singularidad tecnol gica, anunciada por Kursweil (2005), ella deber ser reconocida socialmente. Sin un reconocimiento de ese tipo, una inteligencia artificial no podr crear movimientos como el impresionismo o el cubismo, as logre copiar o recrear un cuadro de Picasso, o crear nuevas formas de expresi n. Ello implica ser capaz de leer la sensibilidad de la poca y generar nuevas expresiones est ticas, consideradas como pertinentes y relevantes por los seres humanos que las eval an. Exige la capacidad de contextualizar y de ofrecer lo que la cultura puede valorar como m s creativo y aut ntico en un momento determinado. Los humanos somos seres sociales y nuestra inteligencia es social.
Aunque se haya avanzado mucho, y esto nos sorprenda, todav a hay una distancia importante entre la inteligencia humana y la inteligencia artificial. Todos los d as se corren las fronteras de las capacidades de la IA, pero existe todav a un largo trecho entre la inteligencia humana y la artificial. He hecho el intento de escribir un texto acad mico con ayuda de herramientas de inteligencia artificial, no solo el ChatGPT, sino tambi n otras herramientas que analizan documentos en PDF sistematizan informaci n, etc. Esto me ha facilitado la tarea, en tanto ha reducido a la mitad el tiempo que requiero para hacer un art culo, pero no he encontrado todav a la forma para que estas herramientas puedan lograr aportar las tesis fundamentales, relativamente novedosas, que acierten en definir la estructura argumentativa m s adecuada e interpreten el contexto hacia el cual se dirige el texto. Las herramientas realizan parcialmente estas tareas, pero no mejor que un autor versado en el tema, pues el asunto no es tan f cil. Por ello, no temo que la IA nos pueda reemplazar pronto. M s bien, agradezco todo lo que nos est ayudando y facilitando actualmente.
Esto tambi n obligar a declarar expresamente los programas de IA para escribir textos. As lo proponen los ltimos protocolos de tica planteados por Scopus y Web of Science. En estos, se valida emplear tales recursos como asistentes de investigaci n, si se declara y limita su uso, pero se sanciona un empleo equivalente al de un coautor, o copiar y pegar los textos que el programa genera. Es decir, se valida el uso de estas herramientas para sistematizar informaci n, hacer res menes, ampliar b squedas, relacionar ideas, etc. Aqu vemos que la IA no solo est limitada por su propio desarrollo, sino tambi n por lo que la sociedad est dispuesta a permitir. Creo que con la inteligencia artificial hay una situaci n similar a la que existe con las biotecnolog as, que tienen como l mite no solo lo posible tecnol gicamente, sino tambi n lo deseable. Claramente, con los avances que hoy tenemos en este campo, es muy peligroso que el l mite sea lo posible tecnol gicamente. Los l mites sociales se definir n en los siguientes a os en medio de conflictos, pues, porque los estados actualicen r pidamente sus legislaciones, los desarrollos t cnicos de la IA tienen un ritmo acelerado.
Desbordes: Ahora tratemos de pensar c mo estos acercamientos al tema de la tica de la tecnolog a, la autenticidad, la originalidad y los l mites que puede establecer una sociedad ante el poder avasallador de las tecnolog as, se enmarcan en una filosof a, la de la tecnolog a. Qu es esto de una filosof a de la tecnolog a? C mo asimilamos una filosof a de la tecnolog a? Cu l ser a su estructura fundamental?
JCM: Me parece muy pertinente esta pregunta porque conecta con lo que estoy trabajando ltimamente en el libro que coment , titulado tica de las tecnolog as. An lisis cr tico de perspectivas, que est en prensa. En este texto trabajo, en parte, este tema. Voy a decir algunas cosas sobre c mo orientar el an lisis filos fico de las tecnolog as, en general, y el an lisis tico de las tecnolog as, en particular. Hoy hay que ubicar los an lisis filos ficos y ticos de las tecnolog as fuera de dos posiciones problem ticas y limitadas: la primera, la idea de que los problemas de las tecnolog as son problemas de los sujetos y de las sociedades que empleamos las tecnolog as, o problemas del uso de las tecnolog as, y que no son problemas que competen a las tecnolog as, pues ellas se conciben como cosas neutrales. La segunda, es el enfoque tico cr tico de los avances tecnol gicos como cambios que instrumentalizan la vida, la alienan; perspectiva que conduce casi inevitablemente al escepticismo, la tecnofobia y la distopia. La filosof a de la tecnolog a reciente ha hecho algunas contribuciones sustanciales para salir de estas visiones limitadas. Voy a hacer, en primer lugar, un recuento de las corrientes tradicionales de la tica de la tecnolog a, para luego se alar sus limitaciones. Diferencio tres grandes corrientes tradicionales de la filosof a de la tecnolog a. La primera est compuesta por las perspectivas interpretativas o hermen uticas que hacen una cr tica al devenir de la cultura tecnol gica, a partir de autores como Heidegger, Mumford, Ellul, entre otros. Carl Mitcham (2009) las llama filosof as humanistas de la tecnolog a. La segunda corriente tiene que ver con las filosof as de la tecnolog a normativas, especialmente las que est n vinculadas con la bio tica -con los principios de esta-, que buscan especialmente la regulaci n y el control de las tecnolog as desde principios ticos normativos. Estas buscan, desde un punto de vista kantiano, establecer normas, controles, l mites, a partir de la evaluaci n de lo tecnol gico. Y la tercera corriente encarna las perspectivas procedimentales pragm ticas, que buscan, desde la participaci n democr tica, establecer tambi n controles, pero no desde normas a priori, sino desde acuerdos, procesos y mecanismos sociales a posteriori.
Esas tres grandes corrientes tradicionales han acusado o se han inclinado hacia cuatro l mites o extremos problem ticos, que son el determinismo, el sustantivismo, el voluntarismo y el instrumentalismo, en relaci n con su comprensi n de las formas como las tecnolog as moldean, modifican, afectan nuestras vidas y, a la vez, las formas como las sociedades definen las tecnolog as, o el doble movimiento de c mo las tecnolog as constituyen la sociedad y la sociedad construye las tecnolog as. Estoy repitiendo lo que plantea Carl Mitcham (2009), fil sofo de la tecnolog a norteamericano e historiador de la tecnolog a, y Andrew Feenberg (2016), quien es, tal vez, el fil sofo de la tecnolog a m s popular o reconocido en la actualidad. Carl Mitcham (2009) llama a estos cuatro extremos los puntos cardinales de las formas como entendemos nuestras interacciones con las tecnolog as. El determinismo plantea que las tecnolog as determinan o moldean a la sociedad. Por ejemplo, conduce a pensar que cada sociedad es reflejo de un tipo de tecnolog as, espec ficamente, que las tecnolog as agr colas generan un tipo de sociedad diferente a la que generan las tecnolog as industriales. El determinismo tecnol gico ve la sociedad como una proyecci n de las tecnolog as. Otro punto de vista cercano al determinismo es el sustantivismo, sostenido frecuentemente por las perspectivas humanistas. Este plantea que las tecnolog as, como conjunto o como un todo, adquieren cierta autonom a o devienen en expresiones culturales que instrumentalizan o alienan la sociedad. Se puede acusar de sustantivistas las cr ticas de la t cnica de Heidegger o de la Escuela de Frankfurt. En cierto sentido, hablar de la t cnica como totalidad es una abstracci n y simplificaci n porque no tenemos experiencia de la t cnica como conjunto. No hay que hablar de la t cnica en general, sino de manera espec fica de la moderna, la artesanal, o de tal objeto tecnol gico. Otro extremo es el voluntarismo que acusan muchos enfoques normativos. Consiste en juzgar nuestros problemas con las tecnolog as solo como asuntos de la voluntad humana, o reducir los problemas ticos de la tecnolog a a lo que los usuarios hacemos con las tecnolog as. Este punto de vista se articula, por lo general, con la cuarta tendencia extrema, que es el instrumentalismo. Para esta perspectiva las tecnolog as son neutras, o son meros objetos neutros, meras cosas que no tienen agencia. Esta perspectiva es muy com n, y a partir de ella se repite que el problema no son las tecnolog as en s mismas, sino lo que hacemos con ellas. O que las tecnolog as no son buenas o malas, correctas o incorrectas, sino que depende de las formas en que los seres humanos las usamos.
Un problema com n a estas cuatro tendencias es que suponen una concepci n esencialista de las tecnolog as. En la filosof a de la tecnolog a reciente se ha dado un giro emp rico y hacia el an lisis concreto de las tecnolog as, desde el cual se ha dejado de hablar de la t cnica para analizar las tecnolog as concretas y espec ficas y poder comprender su complejidad. Las tres corrientes tradicionales de la tica de la tecnolog a tienden a algunos de estos extremos; por ejemplo, las perspectivas humanistas tienden a ser sustantivistas, mientras que las perspectivas normativas tienden a ser instrumentalistas y voluntaristas. La superaci n de estos extremos en los an lisis de las tecnolog as ha llevado a la filosof a de la tecnolog a en las ltimas d cadas a ampliar sus enfoques ticos y no reducirlos solo al control, desde una perspectiva evaluativa, desde normas generales tard as.
Actualmente, se necesita en la tica de las tecnolog as, adem s de evaluar y controlar, acompa ar y anticipar, por ejemplo, frente a los problemas existentes relacionados con el cambio clim tico. Se necesitan an lisis capaces de orientar en el terreno, de moldear en la pr ctica, de anticipar los problemas. Es decir, an lisis tico cr ticos constructivos, y no solo enfoques cr ticos evaluativos, que llegan tarde y solo implantan restricciones, o ponen l mites a priori, o enfoques cr ticos generales que muestran de manera abstracta los problemas. Este giro en el an lisis tico es fundamental en tecnolog as como la IA, las biotecnolog as o las transiciones tecnol gicas que requiere el cambio clim tico, en donde se produce un desarrollo super acelerado, se generan efectos disruptivos o se deben anticipar las situaciones futuras.
Los cambios tecnol gicos actuales nos exigen actualizar nuestros enfoques filos ficos para salir de puntos de vista esencialistas, o de perspectivas tecn filas y tecn fobas, de puntos de vista pesimistas y dist picos, o de perspectivas solo restrictivas, regulativas y abstractas. La filosof a de la tecnolog a reciente ha hecho contribuciones sustanciales en relaci n con la superaci n de estas limitaciones.
Desbordes: Para finalizar esta entrevista, por qu no tratamos de pensar un poco el tema de la tecnolog a y los c borgs, teniendo en cuenta la antropolog a y las antropot cnicas , un concepto que propone Peter Sloterdijk (2012) en su libro titulado Has de cambiar tu vida, un proyecto desafiante al plantear que los seres humanos han empleado la t cnica para buscar el mejoramiento de nuestras vidas y del mundo. En esta perspectiva, tratemos de pensar el tema de la humanidad, los c borgs y el transhumanismo. O, centr monos en esa utop a o distop a en la que el ser humano parece convertirse en m quina: qu podr amos decir al respecto?
JCM: S que la palabra c borg se relaciona con muchas cosas, especialmente con temas que van desde la ciencia ficci n hasta cuestiones antropol gicas. Podr amos relacionar los planteamientos de Sloterdijk con lo que muestran los campos de la antropolog a de la t cnica y el transhumanismo sobre el papel de la t cnica en la vida humana. Nos remontar amos, por ejemplo, hasta las ideas de Ortega y Gasset (1996) sobre la antropolog a de la t cnica, pero me voy a referir a los puntos de vista de un autor m s reciente que se llama Andr Leroi-Gourhan (1988). Este autor realiz un an lisis muy amplio y detallado del papel de la t cnica en el largo proceso de la evoluci n humana, para mostrar el sentido antropot cnico de esa evoluci n. Bernard Stiegler retoma los aportes de este autor y los de Gilbert Simondon en su texto La t cnica y el tiempo (2002), para mostrar no solo un sentido antropol gico, sino tambi n ontol gico del devenir humano con la t cnica. En t rminos ontol gicos, el ser humano se ha individuado de manera t cnica. Esto es lo que Simondon (2007) llama concretizaci n. Desde las perspectivas de estos autores, la t cnica no siempre ha hecho posible el mejoramiento de nuestra existencia y de nuestras capacidades. Como animales t cnicos hemos buscado siempre ser transhumanos. El transhumanismo no es una cuesti n relacionada con las nuevas tecnolog as, sino algo propio de nuestra naturaleza humana. El problema con el transhumanismo es la gran aceleraci n en los cambios en la vida humana que hemos experimentado desde mediados del siglo XX en adelante.
Es relevante aqu mencionar los aportes de la autora argentina Flavia Costa (2021). Dentro del gran debate sobre el Antropoceno, ella propone el concepto de tecnoceno, analizando el salto de escala tecnol gica que se ha producido desde mitad del siglo XX en adelante. En cierto sentido, todas las transformaciones que estamos viviendo con el Antropoceno, como el sobrepaso de los l mites planetarios fundamentales, especialmente el cambio clim tico, son cambios o grandes accidentes experimentados fundamentalmente desde 1950 a partir de las grandes aceleraciones tecnol gicas.
Estas transformaciones tecnol gicas resaltan el sentido prot tico y artificial de la evoluci n humana, poniendo en crisis, entre otras cosas, la distinci n entre lo natural y lo artificial en la vida humana. Desde hace un buen tiempo hemos incorporado en nuestras vidas numerosas pr tesis, algunas en nuestros cuerpos, como unos simples lentes, tornillos e implantes con los que se soluciona la fractura de un miembro, implantes bucales, etc., y otras pr tesis externas, como el celular, que es parte de nuestra memoria y configura nuestra comunicaci n e interacci n social. Todas estas tecnolog as extienden o ampl an nuestras capacidades, o nos profundizan en una vida transhumana. La inteligencia artificial generativa ampliar muchas capacidades, especialmente nuestra inteligencia. Desde una cr tica a la tecnofilia y al entusiasmo por el transhumanismo, debemos decir que esto genera problemas, por ejemplo, el aumento de las desigualdades y brechas entre los humanos que tienen cada vez mejores formas de vida tecnol gicamente, y otros que no las tienen; o el problema de la agudizaci n de las condiciones que promueve el cambio clim tico.
En este simple an lisis no quiero ser determinista positivo o negativo, ni instrumentalista; suponer que los objetos t cnicos son neutros y que todo depende del control humano, sin considerar la capacidad de agencia del objeto tecnol gico. Fuera de esos extremos tenemos grandes retos, como seres prot ticos, como animales t cnicos o como seres transhumanos, para encontrar formas de devenir humanidades ticas, sostenibles, tanto ambiental como socialmente, que no aumenten las desigualdades. Esto sigue siendo muy general y abstracto. Es necesario abordar los problemas de manera concreta en cada caso y situaci n. Para esto son tiles los recursos te ricos y pr cticos que ofrecen algunos enfoques recientes de an lisis de las tecnolog as, como los an lisis emp ricos que promueve la filosof a de la tecnolog a anglosajona, los an lisis postfenomenol gicos o los an lisis que se desprenden de la teor a actor-red.
Desbordes: Muchas gracias, profesor Moreno por su tiempo y disposici n para realizar esta entrevista. Esperamos seguir en contacto para conversar sobre estos temas tan relevantes.
Referencias
Costa, F. (2021). Tecnoceno. Algoritmos, biohackers y nuevas formas de vida. Taurus.
Feenberg, A. (2016). La tecnolog a en cuesti n. (C. Scotta, Trad.). Prometeo libros.
Kursweil, R. (2005). The Singularity is Near: When Humans Transcend Biology. Viking.
Leroi-Gourhan, A. (1988). Evoluci n y t cnica (Tomo 1). Taurus.
Mitcham, C. & Waelbers, K. (2009). Technology and Ethics: Overview. In J. K. Berg Olsen, S. A. Pedersen, & V. Hendricks (Eds.). A companion to the philosophy of technology (pp. 367-383). Blackwell.
Moreno Ortiz, J. C. (2022a). La tica de la t cnica en Gilbert Simondon. En S. N. Osorio. (Coord.). Individuaci n y bio tica global. Implicaciones para la sostenibilidad humana y planetaria (pp. 159-185). Editorial Aula de Humanidades.
Moreno Ortiz, J. C. (2022b). Redefinici n de la noci n de experimento. En L. M. Duque y G. Guerrero. (Comp.). Problemas convergentes de filosof a y ciencia (pp. 333-349). Universidad del Valle.
Moreno Ortiz, J. C., Guzm n Ortiz, S. y Pati o Barrag n, M. (2023). Evoluci n y vigencia del constructivismo cient fico-tecnol gico. Revista Filosof a UIS, 22(2), 243-267. https://doi.org/10.18273/revfil.v22n2-2023010
Moreno Ortiz, J. C. & Vinck, D. (2021). Encounters between Philosophy of Science, Philosophy of Technology and STS. Revue d anthropologie des connaissances, 15(2), 1-31. http://www.scielo.org.co/pdf/trilo/v13n25/2145-7778-trilo-13-25-e200.pdf
Moreno Ortiz, J. C., Fonseca Mart nez, M., Prada Rodr guez, M. L., Orrego Echeverr a, I. A., P rez Jim nez, J. A. y Rengifo, L. E. (2020). Tecnolog a, Agencia y Transhumanismo. Universidad Santo Tom s. Ediciones USTA.
Moreno Ortiz, J. C. (2019). Contribuciones al debate sobre la relevancia moral de los artefactos tecnol gicos. Trilog a, Ciencia, Tecnolog a y Sociedad, 11(21), 91-117. https://doi.org/10.22430/21457778.1327
Ortega y Gasset, J. (1996). Meditaci n de la t cnica y otros ensayos sobre ciencia y filosof a. Alianza.
Simondon, G. (2007). El modo de existencia de los objetos t cnicos. Prometeo.
Sloterdijk, P. (2012). Has de cambiar tu vida. Pre-textos.
Stiegler, B. (2002). La t cnica y el tiempo. (B. Morales, Trad.). Editorial Hiru.
[1] Doctor en filosof a de la Pontificia Universidad Javeriana. Profesor de la Facultad de Filosof a y Letras de la Universidad Santo Tom s (Bogot ). Editor de la revista Cuadernos de Filosof a Latinoamericana. Presidente de la Red Colombiana de Filosof a de la Tecnolog a (PhiTec).
[2] https://redcolfiltec.wordpress.com/