Violencia(s) en el f�tbol y gesti�n social en la Argentina contempor�nea.
La historia de la Organizaci�n Civil Salvemos al F�tbol (2006-2023)
Violence(s) in Football and Social Management in Contemporary Argentina: The History of the Non-governmental Organization Salvemos al F�tbol (2006-2023)
Diego Murzi[1]
Resumen
Este art�culo tiene como objetivo presentar de manera descriptiva y anal�tica la historia de la organizaci�n no gubernamental Salvemos al F�tbol, creada en Argentina en 2006 para visibilizar y denunciar las violencias alrededor del f�tbol. A partir de una estrategia metodol�gica de tipo cualitativo, que incluy� entrevistas en profundidad, an�lisis documental y autoetnograf�a, se aborda cr�ticamente el escenario de la violencia en el f�tbol argentino de los �ltimos 20 a�os, la construcci�n artesanal y exitosa de una asociaci�n comunitaria �inc�moda� para los actores de poder, y las tensiones entre la denuncia y el abordaje socio-comunitario al interior de la organizaci�n.
Entre los principales resultados se presentan anal�ticamente distintas experiencias realizadas en el marco de la organizaci�n, que van desde las denuncias judiciales a los proyectos de intervenci�n socio-comunitaria, la creaci�n de una base de datos de hechos de violencia, la filmaci�n de un documental, �la participaci�n en procesos eleccionarios de clubes, hasta la discusi�n conceptual sobre el racismo en el f�tbol argentino. Finalmente, las conclusiones exponen los vaivenes, �xitos, contradicciones y dificultades de una asociaci�n civil sin fines de lucro que trabaja sobre un tema controversial como la violencia en la Argentina democr�tica contempor�nea.
Palabras clave: violencia en el f�tbol, gesti�n social, organizaci�n no gubernamental, seguridad
Abstract
This article aims to present, in a descriptive and analytical manner, the history of the non-governmental organization Salvemos al F�tbol, established in Argentina in 2006 with the purpose of raising awareness and denouncing violence around football. Using a qualitative methodological strategy that includes in-depth interviews, document analysis, and auto-ethnography, it critically addresses the scenario of violence in Argentine football over the past 20 years, the artisanal and successful construction of a "troublesome" community association for the actors of power, and the tensions between denunciation and socio-community engagement within the organization.
Among the main results, various experiences carried out within the framework of the organization are analyzed, ranging from legal complaints to socio-community intervention projects, from the creation of a database of violent incidents to the filming of a documentary, from participation in club electoral processes to conceptual discussions on racism in Argentine football. Finally, the conclusions highlight the fluctuations, successes, contradictions, and difficulties of a non-profit civil association working on a controversial issue such as violence in contemporary democratic Argentina.
Keywords: violence in football, social management, non-governmental organization, security
Introducci�n
La violencia en el f�tbol como problema p�blico
Los hechos de violencia alrededor del f�tbol no constituyen un fen�meno nuevo, sino que se registran desde los inicios de este deporte en Argentina. La primera v�ctima fatal relacionada al espect�culo futbol�stico data de 1924, �poca en donde a�n la pr�ctica no estaba profesionalizada: a partir de all�, la muerte de hinchas se erigir� como un dato caracter�stico del f�tbol argentino (Archetti y Romero, 1994; Alabarces, 2004). Entre 1924 y 2023 se contabilizaron 350 muertes por hechos de violencia producidos alrededor del f�tbol[2], cifra que convierte a la Argentina en el pa�s con mayor cantidad de v�ctimas causadas por esta forma de violencia, superando a otros pa�ses donde este deporte es un fen�meno igualmente masivo y popular -como Brasil o Inglaterra-, y tambi�n a naciones que poseen mayores �ndices de violencia y criminalidad -como M�xico o Colombia[3]-.
A partir de los trabajos socio-antropol�gicos sobre hinchadas (Garriga, 2007; Pimenta, 2000; Cabrera, 2023) se puede afirmar que las pr�cticas violentas alrededor del f�tbol poseen un significado para quienes las producen, pero que adem�s el fen�meno se encuentra fuertemente conectado con procesos m�s amplios que exceden la esfera deportiva y que lo convierten en un objeto donde se entrecruzan tramas sociales, pol�ticas, econ�micas y culturales. El desarrollo de este deporte en Argentina a lo largo del siglo XX se produjo en paralelo con otros procesos que lo dotaron de rasgos particulares que, a�n en la tercera d�cada del siglo XXI, conserva, por ejemplo, la estructuraci�n de los clubes en organizaciones civiles sin fines de lucro (Moreira, 2005, la presencia de fuertes antagonismos barriales y territoriales (Frydenberg, 2010), su funci�n en la construcci�n de un relato nacional homog�neo (Alabarces, 2002) y su impronta en el proceso de construcci�n de la identidad masculina para muchos varones argentinos (Archetti, 1992).
A pesar de la presencia de incidentes, v�ctimas y hechos tr�gicos ocurridos en los estadios de f�tbol en los a�os previos a la d�cada de 1980[4], el fen�meno de la violencia en el f�tbol reci�n ser� objeto de tratamiento estatal en Argentina a partir del retorno del proceso democr�tico en 1983, con la sanci�n de la Ley n�23.184 en 1985. Esta normativa constituye el primer antecedente de legislaci�n sobre el espacio de los estadios de f�tbol, dando inicio a la regulaci�n estatal del fen�meno de la violencia en el f�tbol (Murzi, 2019). De all� en adelante, asistiremos a un despliegue de pol�ticas p�blicas alrededor del problema, sostenido en el tiempo, que instalar� definitivamente este fen�meno en la agenda p�blica y gubernamental. A mediados de la d�cada de 1990, a partir de la definitiva instalaci�n de la �seguridad� como un tema central de las agendas sociales y pol�ticas (Sa�n, 2002; Rangugni, 2009), y con el trasfondo de constantes y repetidos incidentes alrededor de los estadios, la violencia en el f�tbol comienza a ser presentada por los discursos medi�ticos dentro del espectro de peligros y riesgos que dan forma a la categor�a de �inseguridad� (Kessler, 2008; Ludvigsen, 2022).
Esta lectura, al ser incorporada por los actores de gobierno, trajo aparejadas dos consecuencias importantes respecto al tratamiento estatal sobre la cuesti�n. Por un lado, que el problema de la violencia en el f�tbol empezara a ser concebido bajo las mismas l�gicas que las del delito com�n, lo que llev� a encontrar un sujeto productor de riesgo en la figura de las barras bravas, se�aladas indefectiblemente como actores punibles y perjudiciales (Alabarces, 2004), quienes vendr�an a damnificar con su mera presencia a un colectivo pac�fico (los �hinchas comunes�, los �espectadores�, todos los dem�s actores no-barras).
La violencia en los c�rculos de f�tbol es, naturalmente, un fen�meno complejo. Sin embargo, de todos los actores involucrados, existe una opini�n instalada que designa a las barras bravas como �nico culpable. Se toma este nombre en Argentina para los grupos organizados de aficionados que controlan las gradas y sus circuitos. Constituidas alrededor de finales de los a�os 1950 (Archetti y Romero, 1994), las barras bravas han evolucionado junto con el car�cter cada vez m�s mercantil del f�tbol (Murzi, 2021). Portadoras de una imagen ligada a la delincuencia, la violencia y la corrupci�n, perseguidas por la Justicia y demonizadas por los medios, las barras bravas pasan a personificar, a partir de los a�os 1980, el concepto de �violencia en el f�tbol�.
El escenario descripto gener� que la seguridad en los estadios se convirtiera en una demanda insatisfecha de la ciudadan�a hacia los actores pol�ticos, d�ndole status de �mercanc�a pol�tica�, como la entiende Michel Miss� (2011) para todos los niveles de gobierno. Esa demanda pide garantizar el orden/la seguridad/la paz en los estadios, condensada en la f�rmula �que vuelva la familia�, apelando a un pasado pac�fico para contraponerlo al supuesto caos y desorden del presente.
La criminalizaci�n de las barras bravas, la creciente visibilidad medi�tica del problema y las demandas de la sociedad civil hacia los actores de gobierno en relaci�n con la violencia en el f�tbol hizo que, para mediados de la d�cada de 2000, el fen�meno de la violencia en el f�tbol se constituyera sin dudas en un problema p�blico en Argentina. Pose�a relevancia social, atenci�n medi�tica, importancia pol�tica y consideraci�n gubernamental.
Pero adem�s, como se�alamos, Argentina tiene la triste distinci�n de ser uno de los pa�ses donde el n�mero de muertes relacionadas con el f�tbol siempre se ha situado entre los m�s altos del mundo. Para el a�o 2006, el promedio anual de muertes en el f�tbol era de siete personas, contando los 20 a�os precedentes (Segura, Murzi y Nassar, 2019. Esto significa que mor�a aproximadamente una persona cada menos de dos meses por causas relacionadas con la violencia en el f�tbol. Y esas muertes ten�an la particularidad de quedar en su mayor�a impunes, debido a c�digos de silencio entre barras, protecci�n pol�tica de los victimarios o simplemente desidia del sistema judicial (Berg�s & Nizzardo, 2015). Es en este contexto que en el a�o 2006 se crea la organizaci�n civil Salvemos al F�tbol [SAF].
En este sentido, el objetivo de este art�culo es realizar una breve historia de la organizaci�n, a la vez descriptiva y anal�tica, entendiendo que se trata de un actor fundamental para la comprensi�n del fen�meno de la violencia en el f�tbol durante el siglo XXI en Argentina. Asimismo, la historia de la ONG constituye una experiencia de gesti�n social de un problema vinculado a lo deportivo como la violencia, que tiene pocos antecedentes en el mundo (Murzi y Segura, 2014; Segura, Murzi y Yoshida, 2017, Constandt et al., 2023). Sin financiamiento de ninguna instituci�n ni del Estado, SAF se mantuvo desde sus inicios �nicamente con el aporte econ�mico de sus socios y el trabajo voluntario de un pu�ado de personas que invirtieron tiempo y energ�a en denunciar, visibilizar y combatir la violencia que tiene lugar alrededor del f�tbol.
El enfoque metodol�gico que sostiene este texto es de tipo cualitativo, y el dise�o de investigaci�n escogido fue flexible. Seg�n Mendiz�bal, la flexibilidad de este tipo de dise�os
se vincula con la actitud abierta, expectante y creativa del investigador cualitativo a la hora de crear conceptos, hip�tesis, modelos y teor�a desde los datos emp�ricos. El car�cter inductivo y emergente que caracteriza a este enfoque predispone al investigador a estar abierto a lo inesperado, a modificar l�neas de investigaci�n y el tipo de datos que se buscan, haciendo revisiones constantes de los conceptos utilizados para abordar lo que dicen las palabras de los entrevistados y lo observado. (Mendiz�bal, 2006, p. 68)
Fueron utilizadas tres estrategias de recolecci�n de datos. En primer lugar, la b�squeda documental de material generado por la asociaci�n (art�culos, sitio web, publicaciones en redes sociales, libro, revista, etc.). En segundo t�rmino, la realizaci�n de entrevistas en profundidad con miembros pasados y actuales de la organizaci�n. En total se realizaron 12 entrevistas estructuradas y semi estructuradas. Una vez obtenido el registro, realizamos un an�lisis de contenido cualitativo[5] que puso el �nfasis en la captaci�n de significados, la definici�n de la situaci�n o el punto de vista del actor. En tercer lugar, la autoetnograf�a, dada la participaci�n del autor de este texto en la organizaci�n durante m�s de 15 a�os, ocupando distintos cargos y posiciones. Esa posici�n de miembro activo durante buena parte de la historia de la asociaci�n ha facilitado el acceso a historias, personas y materiales a los que, de otra manera, hubiese sido muy complejo acceder. En ese sentido, aparece como principio epistemol�gico la reflexividad, que implica
indagar reflexivamente de qu� manera se co-produce el conocimiento a trav�s de sus nociones y sus actitudes y desarrollar la reflexi�n cr�tica acerca de sus supuestos, su sentido com�n, su lugar en el campo y las condiciones hist�ricas y socioculturales en que el investigador lleva a cabo su labor. (Guber y Visacovsky, 1998, p. 26)
El texto se organiza en dos partes, divididas cronol�gicamente entre primera y segunda etapa de la existencia de la asociaci�n. El moj�n que utilizamos para dividir una de otra es el alejamiento a fines de 2012 de su fundadora y presidenta hasta ese entonces, M�nica Nizzardo, que implic� adem�s un cambio de enfoque sobre el problema de la violencia por parte del discurso institucional de la organizaci�n.
La creaci�n de la ONG Salvemos al F�tbol y su primera etapa (2006-2012)
La ONG Salvemos al F�tbol surge en un momento de auge de las organizaciones de la sociedad civil en Argentina, tanto en su cantidad como en su visibilidad y reconocimiento (Smulovitz, 2007). Diversas hip�tesis explican el crecimiento del llamado �tercer sector� en Latinoam�rica, aunque hay dos que son dominantes: aquella corriente que lo explica debido a la incapacidad del Estado y del Mercado para cumplir adecuadamente con sus funciones (Delamata y Armesto, 2005), y aquella que lo asocia a los procesos de democratizaci�n que fueron necesarios en sociedades que atravesaron extensos per�odos de gobiernos autoritarios (Bifarello, 2000). En Argentina, la primera hip�tesis explica el auge de las Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC sus siglas) orientadas hacia la cuesti�n social que proliferaron en la segunda mitad de los a�os 1990, y que ten�an como meta paliar los efectos destructores de las pol�ticas neoliberales sobre el tejido social. Mientras que la segunda hip�tesis explica el surgimiento de las OCS que se dedicaron a visibilizar, denunciar y trabajar en el plano del acceso a derechos, sobre todo en aquellos espacios de representaci�n ciudadana que se vieron deteriorados o directamente obturados por las sucesivas dictaduras.
La agenda de las OCS que atendieron cuestiones de derechos fue amplia y variada: desde cuestiones ambientales hasta derechos del consumidor, pasando por acceso a espacios verdes o problemas de tr�nsito vehicular. Sin embargo, las m�s relevantes y las que m�s proliferaron desde inicios de los a�os 1990 fueron las que se dedicaron a cuestiones relacionadas con la seguridad ciudadana y el acceso a la justicia. Como explica Smulovitz (2007), �el tema de la inseguridad y la violencia policial ha dado lugar a un gran n�mero de asociaciones civiles y asociaciones vecinales� (p. 32), de distinta orientaci�n y con distintos puntos de vista (CELS -creada en 1979-, CORREPI, El �gora, Fundaci�n Axel Blumberg, Madres del Dolor, entre las m�s relevantes). El monitoreo de la violencia policial, la defensa de los derechos humanos, las transformaciones de la legislaci�n penal o el funcionamiento del sistema de justicia son algunos de los objetivos que persegu�an o persiguen esas asociaciones.
Pero, si hay una caracter�stica que distingue a las OCS dedicadas a cuestiones de seguridad ciudadana, como sostiene Smulovitz, es su fuerte participaci�n en los procesos de elaboraci�n de pol�ticas p�blicas de seguridad a lo largo de los �ltimos a�os. En la Argentina de la post dictadura, los gobiernos han tendido a consultar a las OCS que se ocupan de la seguridad de manera recurrente, convirti�ndolas en actores de peso del campo de la seguridad. Durante el gobierno de N�stor Kirchner (2003-2007) han sido consultadas y convocadas organizaciones tan dis�miles ideol�gicamente como el CELS y la Fundaci�n Axel Blumberg, lo que habla del papel preponderante de las OCS como interlocutores para los actores pol�ticos de la �poca (Calzado, 2015). En esos intercambios tambi�n puede leerse la �tendencia populista� de la pol�tica criminal contempor�nea que se�ala David Garland (2005), para quien las leyes y las pol�ticas p�blicas de seguridad son cada vez m�s permeadas por la influencia de la opini�n p�blica.
La ONG Salvemos al F�tbol nace al calor de esos antecedentes, y se inscribe en el grupo de las OCS que trabajan para garantizar el acceso a derechos. SAF es innegablemente un producto del clima de �poca que describimos anteriormente (Delgado, 2010), ya que su funci�n central va a ser el reclamo hacia los tres poderes del Estado, la visibilizaci�n de los hechos de violencia y corrupci�n alrededor del f�tbol, y el acompa�amiento y reivindicaci�n de las v�ctimas de la violencia en las canchas.
Salvemos al F�tbol fue creada a partir de la iniciativa de M�nica Nizzardo, por entonces dirigente y encargada de prensa de Atlanta, club de la tercera divisi�n del f�tbol argentino. Durante el a�o 2005, Nizzardo hab�a sido v�ctima de ataques por parte de miembros de la barra brava de su club dentro de la instituci�n, tras lo cual renunci� a su cargo y denunci� formalmente a las personas que atacaron. Docente primaria, actriz de teatro y ex tecladista de bandas de heavy metal, Nizzardo era poseedora de una personalidad muy frontal y combativa, que, en un �mbito dominado por el secretismo, los �c�digos� y la doble moral como es el mundo del f�tbol, r�pidamente la convirti� en un personaje disruptivo y temerario.
Durante el proceso legal que la enfrent� a los barras de Atlanta, M�nica conoci� a Liliana Su�rez, la madre de Daniel Garc�a, un joven asesinado durante enfrentamientos entre hinchas argentinos en la Copa Am�rica 1995 de Uruguay. La actividad de Liliana en b�squeda de justicia para su hijo fue incansable. Pero m�s de 10 a�os despu�s del crimen, no exist�a a�n un proceso judicial activo, y la mayor�a de los sospechosos, miembros de la barra de Deportivo Mor�n que ten�an v�nculos de intercambios con el intendente del municipio de Mor�n, no estaban ni siquiera procesados.
La alianza entre Nizzardo y Suarez habilit� r�pidamente la idea de crear una estructura legal para luchar contra la impunidad de los cr�menes relacionados con la violencia en el f�tbol -en 2006, m�s del 90% de las v�ctimas de la violencia en el f�tbol ocurridas hasta entonces permanec�an impunes- (Berg�s & Nizzardo, 2015). Esa idea termin� de cristalizarse cuando recibieron el apoyo de Mariano Berg�s, abogado penalista que fuera el Juez de instrucci�n m�s joven en acceder a ese cargo en la Ciudad de Buenos Aires (Nizzardo, 2015). A cargo de varias causas de impacto medi�tico durante el ejercicio de su mandato -proces� al entonces presidente de Boca Mauricio Macri y al diputado y sindicalista Luis Barrionuevo debido a los enfrentamientos entre hinchas de Boca y Chacarita en 2003-, Berg�s hab�a renunciado a su puesto en Tribunales en 2004 y se hallaba trabajando en el �mbito privado.
Siendo Liliana Su�rez la cara visible de un grupo de familiares de v�ctimas de la violencia en los estadios, Berg�s, la pata jur�dica, y Nizzardo, una todoterreno que recorr�a juzgados y medios de comunicaci�n diariamente, Salvemos al F�tbol r�pidamente se posicion� como una referencia respecto al fen�meno de la violencia en el f�tbol. La ONG se conform� como asociaci�n civil legalmente, y una organizaci�n subsidiaria de SAF pero sin personer�a jur�dica se fund� al interior de su seno: Familiares de V�ctimas de la Violencia en el F�tbol Argentino [FAVIFA], presidida por Liliana Su�rez e integrada por familiares que hab�an perdido a sus seres queridos en incidentes en los estadios (por ejemplo, Norma, la madre de Mat�as Cuesta, asesinado de un piedrazo por hinchas de Talleres de C�rdoba en Caballito durante ese mismo a�o, 2006).
Salvemos al F�tbol fue durante los primeros tiempos un espacio por el cual circulaban no solo personas que quer�an denunciar hechos de violencia, sino ciudadanos que se sent�an atra�dos por la tem�tica o que deseaban comprenderla. De esa manera, adem�s de hinchas y socios de los clubes, participaron tambi�n abogados, periodistas, polit�logos, estudiantes y cineastas, entre otros perfiles. Y pese al n�mero reducido de miembros formalmente asociados, que oscilaba entre los 8 y los 16 durante las asambleas generales entre 2006 y 2012, la asociaci�n recib�a cientos de correos, mensajes en el sitio web (www.salvemosalfutbol.org) y llamados de personas que manifestaban su apoyo, su solidaridad o que buscaban ayuda de alg�n tipo.
De esta manera, las voces de SAF y FAVIFA comenzaron a circular por los medios de comunicaci�n y los foros de hinchas, tanto en Buenos Aires -su base de operaciones-, como en el interior y exterior del pa�s. En sus primeros a�os de existencia, SAF tuvo una actividad muy profusa, que incluy�, entre otras cosas, la realizaci�n de denuncias judiciales a barras, dirigentes y funcionarios; la convocatoria de movilizaciones p�blicas de reclamo frente a la AFA; la producci�n de una obra de teatro y de un largometraje sobre la tem�tica de la violencia en el f�tbol (Tesoriere, 2009); el reconocimiento de la Legislatura porte�a por la actividad realizada; el dictado de talleres en escuelas secundarias; la edici�n de una revista en idioma ingl�s; la colocaci�n de una plaqueta en homenaje a las v�ctimas de la violencia en el f�tbol en la Plaza de Tribunales; la participaci�n en convenciones globales de hinchas (en Escocia y en Turqu�a), la edici�n de un libro y el soporte y acompa�amiento a v�ctimas y familiares de v�ctimas.
Figura 1
Manifestaci�n de Salvemos al F�tbol en la puerta de la Asociaci�n del F�tbol Argentino
Nota. A�o 2009. Fuente: Fotograf�a propia tomada por el autor.
Sin embargo, donde m�s repercusi�n tuvo la ONG en sus primeros a�os de existencia, y luego continuar�a teniendo, es en la participaci�n en los medios de comunicaci�n como �voz experta�. Ante cada episodio de violencia grave en el f�tbol, Salvemos se convirti� en un punto de referencia para la informaci�n, incorporado como una fuente de consulta inmediata para los medios. Sin embargo, tal como se�ala Erick Neveu sobre los medios, estos "no son un simple soporte en el cual se proyectan los discursos de los actores movilizados, ellos son parte de la interacci�n" (2008, p. 102). Como se�alamos en la introducci�n, para mediados de la d�cada del 2000 la violencia en el f�tbol ya estaba instalada como un problema p�blico en Argentina y era concebida por la agenda medi�tica con los mismos par�metros que los del delito com�n. Salvemos al F�tbol aparece en ese escenario para ocupar un espacio vacante: visibilizar ese reclamo hacia el Estado y los actores pol�ticos.
Consideramos que hubo tres acciones que pueden ser definidas como las m�s relevantes de SAF durante sus primeros seis a�os de vida -lapso donde M�nica Nizzardo ocup� la presidencia- en t�rminos de repercusi�n medi�tica y de impacto a nivel de la sociedad civil. En primer lugar, la continuaci�n y ampliaci�n de la lista de v�ctimas de la violencia en el f�tbol -que hasta los a�os 1990 hab�a recopilado el periodista y soci�logo Am�lcar Romero-, que se convirti� en un espejo y en una evidencia cuantitativa del fen�meno de la violencia en el f�tbol, a la vez que un producto fetichizado por la prensa. A partir de la publicaci�n de ese listado (Salvemos al f�tbol, 2024), Salvemos al F�tbol le puso nombres y cifras al problema de la violencia, y desde entonces, el listado es constantemente referenciado por la gran mayor�a de los art�culos de prensa que hablan de la tem�tica. La identificaci�n, compilaci�n y publicaci�n del listado de v�ctimas oper� tambi�n como una forma de memoria sobre esos fallecidos, en su mayor�a j�venes de sectores populares con muertes no esclarecidas, �muertos que no importan� como las definen Gayol y Kessler (2018). El listado de v�ctimas cobr� fuerte relevancia social debido a que no exist�an (ni existen) datos oficiales sobre hechos de violencia en el f�tbol en Argentina: as�, la cuantificaci�n de v�ctimas aparece como un indicador de la magnitud del problema de la violencia en el f�tbol.
La segunda acci�n relevante de SAF en su primera etapa fue la participaci�n activa, sostenida y militante de oposici�n al presidente del club Newell�s de Rosario, Eduardo L�pez, quien en 2008 ocupaba el cargo desde hac�a 14 a�os sin haber llamado a elecciones en los �ltimos dos per�odos. La gesti�n de L�pez estuvo signada por la corrupci�n (por ejemplo, nunca hizo p�blicas las recaudaciones de los partidos), el vaciamiento de la actividad social del club y de deportes peque�os, el poder otorgado a la barra brava para el manejo de cuestiones del club y el uso de la violencia y la intimidaci�n como mecanismos de gesti�n pol�tica (Del Frade, 2008). Desde principios de 2008, Salvemos al F�tbol apuntal� y ayud� con actividad judicial y medi�tica a un grupo de socios auto convocados que reclamaban la democratizaci�n del club, proceso que dur� todo aquel a�o. Mediado por aprietes y amenazas m�ltiples de la barra que apoyaba a L�pez, sobre los auto convocados y sobre miembros de SAF (Berg�s, 2015), ese proceso concluy� con el llamado a elecciones en diciembre, que finalmente termin� con el mandato de L�pez en Newell�s. Una vez fuera del poder, L�pez enfrent� varias causas judiciales en su contra que lo persiguieron hasta el momento de su muerte.
La tercera acci�n consisti� en un proceso similar al de Newell�s, aunque con menos intensidad, ocurrido en Independiente de Avellaneda. SAF fue contactada a inicios de 2009 por un grupo de socios opositores a la gesti�n del entonces presidente Julio Comparada, quien estaba acusado de tener fuertes v�nculos mercantiles con la barra brava del club. A lo largo del proceso electoral, donde ese grupo de socios particip� con el nombre de Independiente m�stico, SAF jug� el rol de auditor ciudadano. Las elecciones celebradas el 18 de diciembre de 2011, donde compitieron Baldomero �lvarez (ex intendente del municipio de Avellaneda), Noray Nakis (delf�n del hist�rico presidente de la Asociaci�n del F�tbol Argentino, Julio Grondona) y Javier Cantero, representante de Independiente m�stico, no estuvieron exentas de tensi�n, amenazas y momentos dif�ciles (Nizzardo, comunicaci�n personal, 03 de agosto de 2015). Finalmente, Cantero se impuso con el 55% de los votos, superando a estructuras que contaban con el apoyo del gobierno provincial, de aparatos sindicales y de la AFA (Cantero, 2014). Luego, la historia de Cantero como presidente de Independiente marcar�a un cap�tulo aparte en la historia de la seguridad deportiva en Argentina.
En suma, lo que reflejan esas tres acciones es la influencia que tuvo Salvemos al F�tbol en la construcci�n del escenario de la violencia en el f�tbol como problema p�blico; asimismo, los cambios que en el interior de los clubes hizo posible de alguna manera el discurso enarbolado por la ONG. El derrocamiento de L�pez y la victoria de Cantero fueron posibles gracias a la base de sentido que el discurso de SAF vehiculiz�, en particular sobre la corrupci�n, los manejos discrecionales, los poderes enquistados y la violencia como forma de gesti�n. Y, el listado de v�ctimas en particular, fue una herramienta que le puso n�mero, nombre y rostro al fen�meno de la violencia en el f�tbol, traduciendo el fen�meno definitivamente como un problema pol�tico.
En paralelo, SAF llev� adelante una fuerte actividad de denuncias judiciales a los organismos p�blicos encargados de la seguridad en los estadios, tanto nacional como provinciales. Esos organismos, creados entre los a�os 2003 y 2005, se erigieron desde su fundaci�n como los poseedores del saber leg�timo estatal sobre la gesti�n de la violencia en el f�tbol, y estuvieron encabezados por funcionarios civiles y policiales (Murzi, 2021). En 2009, Salvemos al F�tbol denunci� a la SUBSEF, organismo nacional de seguridad deportiva, por incumplimiento de roles de funcionario p�blico, y tambi�n a la Asociaci�n del F�tbol Argentino y a la Selecci�n Nacional por facilitar el acceso de grupos violentos a los estadios.
La producci�n social de conocimiento cient�fico y la tensi�n entre punitivismo y prevenci�n
Desde nuestra perspectiva, el rol de la ONG Salvemos al F�tbol fue de gran importancia en la visibilizaci�n y en el debate p�blico sobre el fen�meno de la violencia en el f�tbol a partir de 2006. Pero, adem�s, la organizaci�n fue pionera en generar conocimiento cient�fico cuantitativo sobre el fen�meno de la violencia en el f�tbol.
En el a�o 2008 se crea dentro de SAF una peque�a estructura de investigaci�n (el Departamento de Investigaciones - DISAF) conformada por profesionales de las ciencias sociales y liderada por el soci�logo Santiago Uliana, cuyo objetivo era generar conocimiento cient�fico sobre el fen�meno de la violencia en el f�tbol. Recodemos que en aquel momento ya exist�a un buen n�mero de trabajos acad�micos realizados en Argentina, principalmente desde la perspectiva etnogr�fica (Garriga Zucal, 2007 Moreira, 2005; Gil, 2007 y otros), aunque tambi�n desde la investigaci�n sociol�gica (Archetti y Romero, 1994), cuya figura aglutinante y de referencia era Pablo Alabarces (2002, 2004 y otros). La novedad del DISAF fue que trabaj� casi exclusivamente desde una perspectiva cuantitativa, a partir de la generaci�n de estad�sticas sobre las muertes en el f�tbol, que fueron el insumo principal de sus informes (Uliana et al., 2013 y 2014). El punto de partida o perspectiva te�rica sobre la cual se construyeron los datos estad�sticos se bas� en considerar a las muertes �en tanto resultado extremo de un acto de violencia� como un indicador para dar cuenta de la violencia en los estadios y alrededores, en tanto �picos de atenci�n� sobre un problema p�blico en ciernes, tal como lo define en su texto cl�sico Anthony Downs (2017). De esta forma, las luctuosas situaciones que involucran v�ctimas en los estadios funcionaban como un term�metro indirecto de las violencias asociadas al f�tbol.
La generaci�n de datos estad�sticos sobre muertes en el f�tbol del DISAF sirvi� para traducir la problem�tica de la violencia en un lenguaje m�s accesible para los medios de comunicaci�n y los actores pol�ticos. Y tambi�n para complementar con una mirada macro los an�lisis etnogr�ficos que se estaban produciendo desde las ciencias sociales.
Hasta aqu� hemos hablado de SAF como un todo homog�neo, como un actor individual exento de contradicciones. Esa forma de presentar a la ONG ha sido funcional a nuestro relato, en el que tratamos de dar cuenta del rol de la asociaci�n para el escenario de la violencia y el campo de la seguridad deportiva. Pero, como toda instituci�n, o incluso todo grupo humano formado por distintos individuos, las diferencias de perspectivas, de opiniones y de posturas no estuvieron ausentes. En este sentido, los diagn�sticos y las medidas para abordar la violencia fueron objeto de intensos debates en el seno de la asociaci�n. Mientras que M�nica Nizzardo, fundadora de SAF, y otros miembros consideraban que era necesario prohibir en los estadios a toda persona identificada con una barra brava, otros integrantes abogaban por posturas m�s interpretativistas que priorizaban el di�logo. Esas dos posiciones llegaron a generar fuertes debates y acusaciones entre los miembros, e incluso documentos cruzados que fueron publicados en el sitio web.
En ese sentido, una de las grandes controversias de SAF, al menos durante los a�os que Nizzardo estuvo al frente (2006-2012), fue que su discurso p�blico no pudo escapar del sentido com�n dominante sobre el �problema barrabrava�. Muchos de sus miembros, debido en parte a sus biograf�as, pero tambi�n por posturas ideol�gicas sobre la violencia, el delito, el castigo y la seguridad, consideraban a los barras como enemigos sociales que deb�an ser prohibidos de los estadios y encarcelados. Muchas veces, las discusiones internas en la ONG tuvieron como eje, por ejemplo, si era �tico hablar con miembros de las barras o no. Nizzardo se mostraba absolutamente en contra y, en una ocasi�n, incluso declin� la invitaci�n a un evento oficial al saber que posiblemente asistir�a una persona que hab�a pertenecido a una barra. En ese punto, su discurso coincid�a con el dominante en los medios de comunicaci�n, que consideraba a las barras como sujetos punibles y perjudiciales a los que solamente les cab�a el castigo por su pertenencia a una barra (Alabarces, 2014). La adecuaci�n del discurso de varios miembros de SAF con el promovido por los medios de comunicaci�n reproduc�a lo que Bourdieu (1996) denominaba �la circulaci�n circular de la informaci�n�: contenidos de los medios de comunicaci�n que expresan lo que la mayor�a de las personas dicen y, por ende, desean que sea dicho, operaci�n discursiva que reproduce inevitablemente el statu quo.
La principal cr�tica que puede hac�rsele a SAF durante esos primeros a�os de actividad se deriva de esto que se�alamos. Producto del esp�ritu libre y horizontal de funcionamiento de la asociaci�n, nunca existi� una postura institucional sobre los temas que estaban en debate (la seguridad, el castigo, etc.). Exist�an, s�, grandes ideas a las que todos adher�an (la b�squeda de justicia, la oposici�n al hist�rico mandam�s de la AFA Julio Grondona, la condena de los hechos de violencia), pero luego, a la hora de hablar p�blicamente, cada miembro pod�a expresar sus ideas personales libremente. En este sentido se generaron muchas contradicciones en el discurso p�blico de la ONG. Si pensamos con Garland (2005) que las sensibilidades sociales sobre el crimen y el castigo se generan tanto en la experiencia propia del delito como en las representaciones construidas por los medios de comunicaci�n, podemos entender que esas sensibilidades sean mayormente punitivas (Rodr�guez Alzueta, 2015). En el caso de M�nica Nizzardo, atacada y desplazada de su trabajo por miembros de una barra brava, o de madres como Liliana Su�rez, quienes hab�an perdido a sus hijos asesinados por hinchas identificados con las barras, su discurso estaba evidentemente permeado por los hechos de su biograf�a, e iban en l�nea con el discurso dominante de los medios de comunicaci�n.
Las repercusiones del trabajo de SAF atrajeron la atenci�n de medios de todo el mundo, y varios de sus miembros aparecieron en reportajes a lo ancho de todo el globo. Sin embargo, luego de seis a�os de intenso trabajo y esfuerzos personales -la ONG nunca tuvo financiamiento, y los miembros aportaban su trabajo de forma gratuita-, eran perceptibles los signos de agotamiento. Como lo explica Neveu (2008), �las situaciones de movilizaci�n intensas tienen tambi�n como efecto desplazar las fronteras entre vidas p�blicas y vidas privadas, y estructurar toda la experiencia vivida alrededor del conflicto� (p. 75). La actividad de M�nica Nizzardo en SAF fue de un involucramiento tal que en un momento dado su departamento personal pas� a ser la sede de la ONG. Esa inversi�n de energ�a vital en el trabajo de la asociaci�n la llevar�a a renunciar a fines de 2012 y alejarse dr�sticamente de la tem�tica.
La segunda etapa de Salvemos al F�tbol (2013-2023)
En diciembre de 2012 y mediante una carta, M�nica Nizzardo abandon� la ONG Salvemos al F�tbol por voluntad propia. En ese texto se�alaba estar �agotada y frustrada� de que el problema de la violencia en el f�tbol no evolucionase, y que siguieran reproduci�ndose los mismos lazos de connivencia entre barras y funcionarios pol�ticos y policiales. En este sentido, la renuncia de Nizzardo puede leerse en conjunto con el declive de la �lucha� del entonces presidente de Independiente Javier Cantero, quien luego de ganar las elecciones en 2011 traz� como principal faro de gesti�n la erradicaci�n de la barra brava de su club. Con esa disputa, Cantero logr� enorme visibilidad medi�tica y social en un primer momento, para luego consumirse en episodios dantescos, falta de apoyos y problemas de todo tipo que terminaron con Independiente descendiendo a segunda divisi�n por primera vez en su historia (Cantero, 2014). As�, Nizzardo y Cantero, desde espacios de la sociedad civil (una ONG y un club), se toparon con los l�mites que posee la denuncia como mecanismo de cambio social y como herramienta de interpelaci�n a los poderes estatales en la Argentina contempor�nea.
A partir de la renuncia de Nizzardo, SAF comenz� a virar hacia un discurso m�s anal�tico, m�s amplio y menos punitivo (pero tambi�n de menor impacto sobre la sociedad civil), cuando otros actores fueron cobrando protagonismo, en particular profesionales de las Ciencias Sociales. Primero Liliana Garc�a y luego Mariano Berg�s oficiaron como presidentes de la asociaci�n, y luego se incorpor� Bel�n Nassar como gestora y responsable de la comunicaci�n, en un contexto general en donde la violencia en el f�tbol ya era un fen�meno con aristas diferentes al de 7 a�os atr�s cuando se fund� la ONG.
En primer lugar, si bien las muertes de hinchas continuaban a la orden del d�a, una nueva din�mica se instal� como foco principal de los conflictos que terminaban con fallecidos: las peleas por poder y dinero al interior de las propias barras (Cabrera, Czesli y Garriga, 2016). Las muertes incluidas en el listado pasaron a ser mayormente de hinchas asesinados por sus compa�eros de tribuna, muchas veces por motivos alejados del f�tbol y cercanos a las econom�as informales e ilegales donde participan las hinchadas (Cabrera, Garriga y Murzi, 2019). Esto tuvo una consecuencia visible en el impacto social y medi�tico de las muertes, que fueron asociadas a peleas criminales y no a la �fiesta del f�tbol�, rest�ndoles importancia social y vigor como hechos de alta conmoci�n. As�, las muertes comenzaron a perder centralidad en la tracci�n del problema de la violencia en el f�tbol, en detrimento de hechos que afectaran el desenvolvimiento del espect�culo, m�s all� de que no implicasen v�ctimas fatales. El episodio del �gas pimienta� en 2014, cuando un hincha de Boca lanz� gas desde la tribuna hiriendo a futbolistas de River, y sobre todo el ataque con piedras sobre el micro de Boca cuando llegaba al estadio Monumental de River para disputar la final de la Copa Libertadores en 2018, fueron episodios que merecieron mucha m�s atenci�n, cobertura y an�lisis que cualquier muerte del f�tbol durante la d�cada del 2010 (Murzi, 2021).
En segundo lugar, la evoluci�n de las agendas p�blicas de reflexi�n sobre la violencia, motorizadas por los movimientos feministas, ampliaron el foco de pr�cticas y conductas que comenzaron a ser identificadas como �violencias�. Con el efecto magnificador de las redes sociales y los medios digitales, los hechos que ingresan a la categor�a �violencia en el f�tbol� dejaron de limitarse a la violencia f�sica (peleas, muertes, ataques, etc.) y se expandieron hacia nuevas formas de violencia, simb�lica y discursiva, como el racismo, la discriminaci�n, la homofobia, el antisemitismo y la xenofobia. Fen�menos presentes desde siempre en el mundo del f�tbol pero que pasaron a ser identificados como violentos y extempor�neos por los discursos medi�ticos (Hang, 2022).
En este �ltimo sentido, el viraje interpretativista y m�s alejado de lo punitivo que emprendi� Salvemos al F�tbol respecto a sus posturas p�blicas y a su agenda de trabajo interna, coincidi� con el clima de �poca (Woods y Butler, 2020). En su nueva etapa, la ONG despleg� una serie de ejes de trabajo que se materializaron en producciones, vinculaciones y posturas p�blicas. El primero de esos ejes fue motorizado por la necesidad de trabajar con el f�tbol desde la intervenci�n social, y no solo desde la denuncia judicial o el comentario como lo ven�a haciendo la ONG. La intervenci�n se dio fundamentalmente en dos espacios: brindando talleres de reflexi�n y concientizaci�n sobre violencias en escuelas, clubes y otros espacios sociales, y con trabajo social en las inferiores de los clubes con f�tbol profesional. Esta �ltima veta comenz� a desarrollarse a partir del trabajo del antrop�logo Federico Czesli y del autor de este texto, y supuso diferentes experiencias en clubes como Nueva Chicago, Estudiantes de la Plata, Argentinos Juniors, Hurac�n y Excursionistas, todos de Buenos Aires. El abordaje del trabajo con futbolistas en formaci�n pas� por la idea de vulnerabilidad (Czesli y Murzi, 2016), situaci�n en la que se encuentra buena parte de esos j�venes que persiguen la gloria del f�tbol profesional. En 2018, la detecci�n de varios casos de abuso sobre j�venes futbolistas del club Independiente mostr� al gran p�blico esas vulnerabilidades y la precariedad de las estructuras formativas argentinas (Molina, 2018).
Asimismo, el dispositivo de charlas y talleres con diferentes actores del f�tbol (futbolistas, entrenadores, hinchas) y con poblaci�n general (alumnos de escuelas primarias y medias) se convirti� en la forma privilegiada de intervenci�n social de la ONG, y la que les permiti� a sus miembros problematizar los alcances de las violencias en el f�tbol, muchas veces naturalizadas e invisibilizadas. En esos talleres prontamente se incorporaron las discusiones sobre g�neros y masculinidades, un tema central de la agenda de violencias a partir de la d�cada de 2010 (Hang y Moreira, 2020).
Otra novedad para Salvemos al F�tbol en su nueva etapa fue la adjudicaci�n de proyectos del gobierno municipal de la Ciudad de Buenos Aires para realizar trabajo social desde el deporte en barrios marginalizados del distrito. Durante su primera etapa, SAF se hab�a mantenido al margen del financiamiento estatal, como se�alamos. Luego de discusiones internas, a partir de 2013 se decidi� que la nueva veta de intervenci�n social no pod�a realizarse sin financiamiento institucional, y as� la ONG comenz� a participar de convocatorias a proyectos para las organizaciones de la sociedad civil. Entre 2014 y 2018, fruto de esos financiamientos, SAF brind� clases y talleres de f�tbol en distintos barrios vulnerables de la Ciudad de Buenos Aires, replicando experiencias de otras organizaciones de pa�ses como Ecuador o M�xico (Trejo y Buarque de Hollanda, 2015). Asimismo, la experiencia de trabajo social con barras llevado a cabo por el Programa �Goles en Paz� en Colombia, tambi�n sirvi� como referencia desde mediados de la d�cada de 2010 en adelante.
Figura 2
Realizaci�n de talleres sobre f�tbol en Villa Lugano, Ciudad de Buenos Aires.
Nota. A�o 2017. Fuente: Bel�n Nassar.
En l�nea con la l�gica de pensar las violencias de manera ampliada, entendiendo con Riches, que �lo que se define como violencia es la disputa por los sentidos entre la tr�ada: v�ctima, ejecutor y testigos� (1988, p. 65) y que �estas disputas por la significaci�n vinculan a actores que desde distintas �pticas pugnan por imponer sentidos y significados� (�dem), la ONG comenz� a producir material de circulaci�n libre sobre un fen�meno creciente como el racismo. As�, en colaboraci�n con la organizaci�n inglesa Football Against Racisme in Europe lanz� una serie de documentos sobre el racimo que tuvieron amplia circulaci�n: �Cosas de negros: Racismo, xenofobia y discriminaci�n en el f�tbol argentino� (2020). En esos documentos, confeccionados entre otros por el Dr. en Ciencias Sociales Javier Bundio y por el Lic. Javier Szlifman, se problematiza la historia de los africanos en el futbol argentino y se pone de manifiesto la manera en que muchas violencias se ocultan bajo el �folklore� en las narrativas del f�tbol argentino.
Sin embargo, el hecho de trabajar m�s sobre las cuestiones culturales de la violencia no posterg� la injerencia de la ONG en su actividad judicial ni en su rol de actor de la seguridad deportiva. Respecto a la primera, SAF, a trav�s de su presidente, el abogado Mariano Berg�s, intervino activamente en la causa judicial ligada al asesinato de Leonardo Bolad�an y Walter Palacios, dos hinchas del club Newell�s Old Boys de Rosario en 2013. Los dos hombres viajaban en una camioneta junto a otros hinchas de Newell�s, desde Rosario hacia la Ciudad de Buenos Aires, cuando fueron interceptados por una motocicleta y agredidos a balazos (Diario La Capital, 12 de enero de 2017). Tras un proceso judicial de tres a�os en el cual Berg�s ayud� a los familiares de las v�ctimas, se concluy� con la sentencia de 30 a�os de prisi�n al autor de los disparos. El proceso fue complejo dado que hubo poca o nula colaboraci�n de los organismos de seguridad y la polic�a rosarina. As� lo reflejaba el comunicado de la ONG tras la sentencia, en 2017:
qued� un sabor amargo a los familiares de las v�ctimas -muertos y heridos-. Es que pese a los pedidos en tal sentido, no se los recibi� durante m�s de dos a�os por las autoridades provinciales o municipales. No debe olvidarse que se imput� tambi�n a los responsables del organismo a cargo de la seguridad en el f�tbol, y a la polic�a provincial, por el errado y poco eficiente operativo policial. Tambi�n se imput� a funcionarios de la Intendencia de Rosario, toda vez que justo ese d�a, y a esa hora, los domos que deber�an guardar las im�genes de lo sucedido, no funcionaron. �Cu�ndo no! (SalvemosalF�tbol.org, 07 de febrero de 2017)
M�s all� del reclamo al Estado que trasmite ese comunicado, se puede se�alar como un hecho positivo que la causa haya llegado a juicio y el juicio terminado en condena de los responsables. Recordemos que cuando la ONG se cre�, m�s del 90% de los muertos del f�tbol quedaban impunes, y que una de las metas de la asociaci�n era hacer justicia sobre las v�ctimas. En el caso de Boladi�n y Palacios el episodio compart�a muchos de los elementos de otros episodios que no llegaban a ser resueltos por la Justicia, de all� que podamos ver como un triunfo de SAF la condena efectiva a los autores de los cr�menes de estos hinchas de Newell�s.
En la misma senda de motorizar cambios a trav�s de denuncias, SAF realiz� dos de impacto en los a�os 2017 y 2018: una al Jefe de la Polic�a Federal por encubrimiento de un barrabrava, y otra a la AFA por falta de garant�as para la realizaci�n de un supercl�sico en la ciudad de Mendoza.
Tambi�n, la que llamamos �segunda etapa� de la ONG incluy� reuniones con autoridades de la AFA para discutir el problema de la violencia, algo que en la �primera etapa� era impensado debido a la presencia de Julio Grondona en la casa madre del f�tbol argentino. Presidentes de la AFA como Luis Segura, y funcionarios importantes como Pablo Toviggino, tuvieron reuniones con la asociaci�n, aunque lo que prim� fue la eterna postura de AFA de considerarse v�ctimas del problema y no parte de �l (Murzi, 2021).
Por �ltimo, en relaci�n con la gesti�n de la seguridad, la asociaci�n gener� un documento de alta circulaci�n y repercusi�n hacia el final del mandato presidencial de Mauricio Macri, cuando public� El problema de la violencia en el f�tbol hoy. Diagn�sticos, datos y reflexiones para pensar la seguridad deportiva en la Argentina (Murzi y otros, 2019). All� se hizo una evaluaci�n cr�tica del escenario de la seguridad deportiva estatal entre 2016 y 2019 basado en datos cuantitativos, una herramienta propia, dado que no existen datos oficiales del fen�meno. Con la construcci�n de su propia base de datos, SAF logr� realizar an�lisis nuevos y originales sobre el problema, que r�pidamente fueron recogidos por actores pol�ticos y estatales.
Conclusiones
En la Argentina de las �ltimas d�cadas, las organizaciones no gubernamentales han cobrado gran importancia y en ocasiones resultaron fundamentales como instancias mediadoras entre la sociedad civil y el Estado. A lo largo de a�os marcados por el achicamiento o la legitimidad del Estado, las ONG han asumido con frecuencia la tarea de se�alar y denunciar aquellas situaciones y procesos que afectan negativamente a la comunidad. Dentro del mundo del f�tbol argentino, Salvemos al F�tbol asumi� este rol desde su creaci�n en el a�o 2006, con el objetivo de hacer visibles situaciones irregulares, violentas o ilegales que tuvieran lugar cotidianamente en los clubes y en los estadios y cuyos principales damnificados son los hinchas. A lo largo del art�culo presentamos una historia breve, sint�tica, y, como toda reconstrucci�n de acontecimientos, arbitraria. Como cierre recuperaremos tres ideas mencionadas en el texto que dan cuenta de las encrucijadas internas de una organizaci�n social en el marco de una problem�tica compleja como la violencia, desplegada en el deporte m�s popular del pa�s.
En primer lugar, volveremos sobre las tensiones que provoca en una OSC la pregunta por las fuentes de financiamiento. M�s a�n, en una asociaci�n cuyo prop�sito no es �vendible� en el mercado, y que incluso disrumpe y amenaza a econom�as informales e ilegales y molesta al statu quo imperante en un mundo conservador como es el f�tbol. Salvemos al F�tbol nunca fue financiada por el Estado ni por otras instituciones, locales ni globales, m�s all� de algunos proyectos puntuales ganados en convocatorias abiertas en donde el dinero sirvi� exclusivamente para llevar a cabo dichos proyectos. SAF siempre funcion� �a pulm�n�, por el trabajo voluntario y desinteresado de sus miembros, quienes incluso han puesto dinero de su bolsillo para costear servicios o actividades de la organizaci�n. Mariano Berg�s ha asesorado gratuitamente a familiares de v�ctimas de la violencia, en ocasiones viajando por su cuenta a juzgados en otras ciudades para continuar esos procesos. De all� que la discusi�n por el financiamiento, o por el �aporte� de dinero de algunos actores haya generado idas y vueltas morales en m�s de una ocasi�n. �Puede una organizaci�n que denuncia hechos de corrupci�n de dirigentes y funcionarios recibir dinero de la Asociaci�n del F�tbol Argentino, donde trabajan las mismas personas que est� denunciando? Esa pregunta se instal� entre los miembros de SAF en 2008 cuando lleg� una propuesta de la AFA de aportar dinero a la asociaci�n. La respuesta colectiva fue negativa, y se prefiri� conservar la independencia antes que recibir el dinero, pero el ejemplo sirve para poner en tensi�n la l�gica mercantil de una organizaci�n de gesti�n social.
El segundo elemento que queremos traer a reflexi�n son los distintos usos de la violencia por los diferentes actores sociales, muchas veces antag�nicos al abordaje del problema que tuvo la organizaci�n. Se�alamos que la violencia en el f�tbol adquiere, siguiendo a Miss� (2011) el car�cter de �mercanc�a pol�tica� en Argentina, dado que puede influir en la ganancia o p�rdida de capital pol�tico de los actores de gobierno. Ese status la convierte en un tema de delicado tratamiento debido a los intereses que puede da�ar. Y en esa l�gica, los medios de comunicaci�n juegan un rol preponderante, no ya �nicamente como difusores de contenidos, sino como actores pol�ticos que eligen qu� mostrar y qu� ocultar. Los hechos de violencia en el f�tbol fueron proyectados en determinados medios opositores al gobierno de turno como manera de cr�tica o deslegitimaci�n a ese gobierno. Y en ese concierto de intereses corporativos, Salvemos al F�tbol experiment� a lo largo del tiempo diferentes usos y adecuaciones de su mensaje y su objetivo. Medios que buscaban la voz de la ONG para mostrar la violencia en momentos de �oposici�n� al gobierno de turno, luego silenciaron su inter�s al cambiar ese gobierno por uno m�s cercano a sus simpat�as (o intereses). El uso pol�tico y medi�tico de la violencia, en tanto tema sensible de agenda p�blica, fue una evidencia que la ONG comprob� a lo largo del tiempo, debiendo equilibrar entre las consultas bienintencionadas y aquellas que persegu�an beneficiarse sin inter�s real por el problema.
Y, en tercer t�rmino, una disyuntiva que atraves� la historia de la ONG, como se�alamos, fue la oposici�n ideol�gica respecto al control y al castigo entre sus propios miembros. Esa tensi�n entre punitivismo e interpretativismo respecto al fen�meno de la violencia, y entre castigo o prevenci�n respecto a las hinchadas, ofici� como divisoria de aguas al interior de la asociaci�n. Estaban quienes nunca se sentar�an en la mesa con un barrabrava, y estaban quienes deseaban tener ese di�logo para comprender mejor los sentidos que esos hinchas le asignaban a sus pr�cticas y as� poder modificarlas. En ese sentido, las biograf�as personales de los miembros de una organizaci�n muchas veces producen diferencias de criterios sobre la base de objetivos comunes: en SAF todos deseaban la pacificaci�n de los estadios, lo que no era un�nime era la v�a para lograrlo.
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[1] Diego Murzi es Doctor en Ciencias Sociales por la Universidad de Buenos Aires (Argentina) y Licenciado en Sociolog�a por esa misma casa de estudios. Es Mag�ster en Sociolog�a General por la �cole des Hautes �tudes en Sciences Sociales de Par�s (Francia) y Post-Doctorado por la Universidad Nacional de San Mart�n (Argentina). Se desempe�a como Investigador asistente del CONICET con sede de trabajo en la Escuela IDAES de la Universidad Nacional de San Mart�n. En esa instituci�n tambi�n es docente y coordinador del Observatorio Social del Deporte y del Programa de Estudios Sociales sobre Deportes. Tambi�n colabora en la ONG Salvemos al F�tbol. https://orcid.org/0000-0003-1270-7276
[2] Seg�n datos recopilados por la ONG Salvemos al F�tbol: https://salvemosalfutbol.org/lista-de-victimas-de-incidentes-de-violencia-en-el-futbol/
[3] Seg�n el �ndice Global Peace Index que se realiza anualmente (http://visionofhumanity.org/indexes/global-peace-index/)
[4] Entre ellos, la llamada �Tragedia de la Puerta 12� donde murieron 71 personas en el estadio de River en 1968, que consisti� en la tragedia de mayor magnitud ocurrida alrededor de un espect�culo masivo en la historia argentina, hasta el a�o 2004, cuando fallecieron 194 personas en la discoteca Rep�blica de Croma��n.
[5] �Es una t�cnica de interpretaci�n de textos, ya sean escritos, grabados, pintados, filmados (�) se basa en la lectura (textual o visual) como instrumento de recogida de informaci�n, lectura que a diferencia de la lectura com�n debe realizarse siguiendo el m�todo cient�fico, es decir, debe ser, sistem�tica, objetiva, replicable, y v�lida� (Andreu Abela, 2011, p. 162).