“La cabeza te explota cuando nos ves a todas juntas”. Un análisis del fútbol feminista a partir de la perspectiva de las militantes de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista
“Your head will explode when you see us together” An analysis of feminist football from the perspective of militants of the Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista (the Coordinator Without Limits of Feminist Football)
Julia Hang[1]
Matthew Hawkins[2]
Resumen
El artículo analiza la emergencia y popularización del “fútbol feminista” en Argentina desde la perspectiva de las militantes nucleadas en la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista. Argumentamos que las movilizaciones masivas en torno al #NiUnaMenos y la Campaña por el Aborto Legal posibilitaron el ingreso de los feminismos al fútbol, pero también crearon oportunidades para que el fútbol influyera en el movimiento feminista. Desde una perspectiva etnográfica, que incluyó observación participante en diversos ámbitos donde las militantes circulan y entrevistas en profundidad con algunas de ellas, concluimos que el “fútbol feminista” se caracteriza, en primer lugar, por la disputa por el derecho a jugar al fútbol como un derecho humano. En segundo lugar, por el reconocimiento de que el fútbol puede ser una práctica y una problemática feminista, en tanto se lleva a cabo una praxis que pone en primer plano la pasión por el fútbol y la sororidad que surge de una experiencia original de exclusión compartida de un deporte que, a pesar de ser una expresión de la cultura popular, en Argentina estuvo casi exclusivamente en manos de varones. Las integrantes de la Coordinadora se apropian y transforman prácticas de la cultura futbolística, como canciones y “picaditos”, para crear un nuevo folklore futbolístico en oposición a lo que se considera el fútbol patriarcal masculino.
Palabras clave: Fútbol, feminismo, emoción, militancia
Abstract
This article analyzes the emergence and popularization of the “feminist football” in Argentina from the perspective of core activists within the Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista. We argue that the popular mobilizations related to #NiUnaMenos and the Campaign for Legal Abortion created the possibilities for the insertion of feminisms into football, as well as creating opportunities for football to influence the feminist movement. From an ethnographic perspective, including participant-observation in various activist and focused interviews with activists, we concluded that “feminist football” is in the first place characterized as the demand to play football as a human right. In the second place, “feminist football” proposes football can become a feminist practice and terrain, where a praxis emerges from a passion for football and the sisterhood that comes from shared experiences of exclusion from the sport, that despite being an important cultural expression in Argentina has been almost exclusively practiced by men. The members of the Coordinadora have appropriated and transformed practices related to the culture of football, such as songs and street football, to create a new football folklore that is in opposition to the patriarchal masculinity of football.
Keywords: football, feminism, emotion, activism
Introducción. Una nueva forma de vivir el feminismo
Cuando ves las fotos de la marcha desde arriba, ves la cancha, la Coordi y todas las pibas a tu alrededor, sentís la pasión que traemos. Más allá del feminismo, lo que realmente nos unió para ir a las marchas fue el fútbol. El fútbol nos unió, es lo que amamos y donde la mayoría de nosotras comenzó nuestra militancia en el grupo. (Caro del colectivo San Lorenzo Feminista, comunicación personal, 30 de abril de 2021)
La Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista nace en el año 2018, en el marco del primer taller de fútbol y mujeres que tuvo lugar en el 33° Encuentro Nacional de Mujeres en Trelew. Está conformada como una red que nuclea a jugadoras de todas las edades y niveles, hinchas, dirigentas, periodistas deportivas y directoras técnicas, algunas de ellas ya nucleadas en otras organizaciones feministas vinculadas a sus clubes de fútbol. Desde la Coordinadora se lucha por el derecho al juego, contra las desigualdades, por la visibilización de mujeres y la diversidad en el deporte. El surgimiento de este colectivo tuvo lugar en un contexto de enorme movilización de los feminismos que la sociedad argentina atravesaba, y se constituyó como una referencia simbólica para los movimientos feministas en América Latina y el mundo.
El eslogan del hashtag #NiUnaMenos, utilizado por primera vez el 3 de junio de 2015 tras el femicidio de Chiara Páez, con el fin de convocar movilizaciones de cientos de miles de personas en toda Argentina contra los femicidios y la violencia de género, así como el icónico pañuelo verde en apoyo del derecho de las mujeres al aborto legal, seguro y gratuito, se han convertido en símbolos ampliamente reconocidos en la acción feminista global. Los movimientos también han ampliado los horizontes de la política feminista, reconociendo los derechos y la inclusión de personas transgénero y no binarias como parte fundamental del movimiento. Un “fútbol feminista” ha surgido en el contexto de un movimiento social feminista revitalizado, creando un poderoso diálogo entre la política y las prácticas feministas y futbolísticas.
Entre la marea de manifestantes que participaron del “pañuelazo”[3] el 19 de febrero de 2020 en apoyo al proyecto de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal, Seguro y Gratuito aparece, en los escalones del Congreso Nacional de Argentina, una “canchita”[4]. En ella, a lo largo de toda la jornada, las militantes armaron “picaditos aborteros”, una medida de lucha que se volvió común en movilizaciones y manifestaciones del movimiento feminista argentino. Ese día, mujeres, lesbianas, personas transgénero y no binarias llegaron 24 horas antes de la manifestación y se organizaron por turnos para ocupar y defender el espacio en la calle donde la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista (denominada “la Coordi” por sus integrantes), armaría la canchita. A través de la búsqueda continua de espacios para jugar al fútbol dentro de las manifestaciones feministas, “la Coordi” se ha constituido como una organización legítima en el heterogéneo feminismo argentino.
En efecto, existen algunas investigaciones que dan cuenta del modo en que la disputa por la cancha propia se volvió una reivindicación feminista para las mujeres que juegan al fútbol, ya sea a partir de la conquista de un espacio público que había sido exclusivamente de varones -como muestra Álvarez Litke (2023) a través del caso de La Nuestra Fútbol Feminista-, o a través de la construcción de un espacio propio, donde la cancha articula una moralidad militante a partir del trabajo con el cuerpo (Sosa Vázquez, 2021). Para “la Coordi”, como veremos, se trata de instalar la cancha como espacio de militancia al interior de los feminismos.
En este artículo buscamos desentrañar la formación de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista, sus raíces en el movimiento de mujeres y disidencias sexo genéricas para crear, promover y defender un espacio desde el cual jugar y ser hinchas de fútbol; asimismo, para expandir la importancia del “fútbol feminista” hacia amplios sectores de la Argentina contemporánea. En los debates, contradicciones y tensiones atravesadas por las militantes del fútbol feminista podemos ver sus contribuciones a una cultura futbolística más igualitaria y justa, así como a un movimiento feminista cada vez más popular.
Como veremos a lo largo de este artículo, el fútbol feminista es, como lo describió Mónica Santino[5], una de las mayores referentes del movimiento, “un aire fresco, una nueva forma de vivir el feminismo” (Santino, comunicación personal, 20 de abril de 2021). Así, argumentamos que el fútbol feminista se caracteriza, en primer lugar, por la disputa por el derecho a jugar al fútbol como un derecho humano. En segundo lugar, por el reconocimiento de que el fútbol puede ser una práctica y una problemática feminista. Para que el fútbol sea feminista, llevan a cabo una praxis que pone en primer plano la pasión por el fútbol y la sororidad que surge de una experiencia original compartida de exclusión de un deporte que, a pesar de ser una expresión de la cultura popular, en Argentina estuvo casi exclusivamente en manos de varones. Los “picaditos”, el “cancionero feminista” y las “canchitas” conforman el folklore de “la Coordi”, tensionando los sentidos del folklore futbolístico construido en oposición a lo que se considera el fútbol patriarcal masculino[6].
Consideraciones metodológicas
Esta investigación se inscribe en la perspectiva etnográfica como enfoque, método y texto (Guber, 2001). Los datos sobre los que se sustenta fueron construidos en tres momentos: en primer lugar, a partir de la observación participante en diversos espacios transitados por las militantes del fútbol feminista durante los años 2018 y 2019 como marchas, movilizaciones y encuentros militantes que tuvieron lugar en distintos clubes del país. En segundo lugar, se realizó observación participante en talleres sobre fútbol y feminismos desarrollados en el marco del Encuentro Plurinacional de Mujeres, Lesbianas, Trans, Travestis y No binaries que tuvo lugar en la ciudad de La Plata, Argentina, en 2019. En este evento también observamos y participamos de “picaditos” y la marcha de cierre del evento. Por último, desarrollamos entrevistas en profundidad con hinchas de los clubes de Gimnasia y Esgrima La Plata que formaban parte del área de género del club, con representantes del espacio de San Lorenzo Feminista y con referentes del espacio, todas ellas nucleadas en “la Coordi”. Estas últimas, debido al aislamiento producto de la pandemia del Covid-19, fueron realizadas a través de la plataforma Zoom. Vale la pena mencionar que la observación participante se realizó en distintos espacios que las actoras iban definiendo como significativos, entendiendo a la observación participante como una estrategia adecuada para realizar descubrimientos, examinar críticamente los conceptos teóricos y anclarlos en realidades concretas, poniendo en comunicación distintas reflexividades (Guber, 2001). Así, se experimentó la tensión inherente a la observación participante y se recordó que involucramiento e investigación no son opuestos, sino partes de un mismo proceso de conocimiento social en el que las condiciones de la interacción guiaron el trabajo de campo. De acuerdo con lo que las actoras nos habilitaron, la observación participante tendió más, en algunos casos, al polo de la participación con observación (marchas en las que llevamos banderas o paneles donde terminamos participando como expositoras en nombre del colectivo), y, en otros casos, la observación fue más cercana a la observación con participación, como en algunas reuniones de “la Coordi” donde entendíamos que nuestro lugar requería un rol más de observación que de participación.
El movimiento feminista en Argentina. Poder poner en palabras muchas de las cosas que nos pasan como mujeres
El movimiento feminista de Argentina revitalizó su presencia en las calles después de las primeras manifestaciones de #NiUnaMenos en 2015, que cristalizaron las respuestas de base contra los femicidios en un movimiento nacional. Natalucci y Rey (2018) indican que las manifestaciones marcaron un punto de inflexión en el movimiento como una rearticulación de demandas feministas históricas por una multiplicidad de sectores de la sociedad mediante el desarrollo de nuevas formas de legitimidad, apoyo popular y transversalidad dentro de la política feminista. Si bien centradas en el tema de los femicidios y las violencias por motivos de género hacia las mujeres, las movilizaciones del #NiUnaMenos compusieron, según las autoras, un feminismo "heterogéneo y polifónico" (p.20) con un fuerte énfasis en la organización horizontal y tácticas que requerían ocupar y compartir el espacio público entre los diversos colectivos que lo constituyen ).
Las redes sociales también ampliaron la visibilidad pública de las demandas feministas, sumándose a la pluralidad de voces que instalaban diversos reclamos en la agenda política y complementaron la ocupación de las calles con la de otros espacios públicos en ciudades de todo el país. Algunas autoras caracterizan la novedad de esta "cuarta ola del feminismo" a partir de su capacidad de llevar el feminismo a lugares antes considerados impensables (Barrancos, 2014 Natalucci y Rey, 2018). El mundo del fútbol, que en Argentina ha sido estructurado como un espacio "por hombres y para hombres" (Alvarez Litke, 2018; Hijós, 2018) y que durante muchos años había sido en gran medida ignorado dentro de la militancia feminista, comenzó a ser críticamente abordado por diferentes sectores del feminismo. Desde la perspectiva de Mónica Santino, la relación distante del feminismo con el fútbol reflejaba ampliamente un distanciamiento entre el feminismo académico y la cultura popular (Santino, comunicación personal, 20 de abril de 2021), distanciamiento que también ha sido manifestado en el caso de la música popular (Silba & Spataro, 2017).
En los últimos años, los debates políticos sobre la legalización del aborto fueron un terreno fértil para que el movimiento feminista se involucrara en marchas y actividades masivas. El 5 de marzo de 2018, la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito presentó por séptima vez la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (la Ley de IVE en su acrónimo en español), que fue aprobada por la Cámara de Diputados del Congreso Nacional el 14 de junio, pero rechazada el 9 de agosto por la Cámara de Senadores. Ante este revés, la participación en el movimiento feminista continuó desarrollándose e influyó en la victoria electoral de 2019 del presidente Alberto Fernández y la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quienes habían prometido presentar y aprobar la Ley de IVE.
Para muchas mujeres que forman parte de la Coordinadora, el #NiUnaMenos fue su primer acercamiento a la militancia feminista. Tanto Caro como Nadia, dos de las hinchas que representan a San Lorenzo Feminista (una organización autónoma de hinchas y miembros del Club Atlético San Lorenzo de Almagro) dentro de la Coordinadora, son parte de una generación más joven de activistas que se movilizaron a través de las campañas #NiUnaMenos y por el aborto legal. Ellas describen cómo, siendo hinchas de toda la vida de San Lorenzo, de alguna manera no encontraban en su vinculación con el fútbol una posición feminista. Creían que el “mundo del fútbol [que amaban] era machista” (Caro y Nadia, comunicación personal, 30 de abril de 2021). En la misma conversación, Caro relata cómo “en la cancha, cuando daba una opinión o hablaba [sobre el partido], no me escuchaban ni prestaban atención; y me menospreciaban porque soy mujer, ¿qué podría entender yo de fútbol?”. Nadia, por su parte, reconoce que “siempre había tenido ideas feministas sin saberlo”, pero también “un montón de ideas machistas debido a una sociedad que te educa en ellas” (Caro y Nadia, comunicación personal, 30 de abril de 2021).
La campaña #NiUnaMenos puede ser vista como un punto de inflexión para las militantes del fútbol feminista y es descrita como un “antes y un después” por Caro y Nadia, dado que les brindó una oportunidad "para poner en palabras muchas de las cosas que nos suceden como mujeres, particularmente en el fútbol". Nadia ha podido afirmar su identidad como hincha de San Lorenzo a través de San Lorenzo Feminista, espacio que le proporcionó una oportunidad para “deconstruir el club”, reconociéndolo como una institución que es mucho más que solo fútbol masculino, y enfatizar los elementos que “coinciden con [sus] valores” (Caro y Nadia, comunicación personal, 30 de abril de 2021). La participación en el #NiUnaMenos expuso a muchas nuevas militantes a los discursos y prácticas de la política feminista, generando formas innovadoras de sociabilidad en espacios futbolísticos, como grupos y organizaciones de hinchas, que habían estado ausentes previamente de la política feminista. La militancia a favor de la Ley de IVE habilitó no solo la identificación simbólica con el movimiento, sino también la puesta en práctica y consolidación del “fútbol feminista” durante las movilizaciones.
El fútbol en los Encuentros Nacionales de Mujeres. ¿Qué significa el fútbol para vos?
Existe una larga historia de activismo feminista en Argentina que prefiguró la organización de las campañas #NiUnaMenos y por el Aborto Legal. El Encuentro Nacional de Mujeres, un evento anual que se lleva a cabo en una ciudad argentina diferente cada año, comenzó en 1986 y se convirtió en la columna vertebral del movimiento. Los Encuentros se componen de talleres sobre diversos temas, organizados por militantes feministas basados en principios de horizontalidad e igualdad (Masson, 2007). Si bien el deporte había surgido como tema de discusión durante los talleres a lo largo de los años, el fútbol como tema central fue incluido por primera vez en la agenda oficial del Encuentro de 2018 en la ciudad de Trelew. En los años previos, de modo informal el fútbol se hacía presente a través de un torneo de fútbol callejero que, en el Encuentro de 2014 en Salta, se convirtió en un espacio de discusión y reflexión. Torneos similares se ampliaron progresivamente en cada Encuentro subsiguiente. Para 2018, el torneo en Trelew incluyó a 109 equipos de futbolistas, entrenadoras, periodistas deportivas, académicas e hinchas de toda Argentina. Los equipos tenían nombres como Abriendo La Cancha de Córdoba, Las Martas de Santa Fe, La Nuestra de Buenos Aires y Boca es Pueblo (Fernández Fuks, 2018). Junto con el torneo se organizaron talleres de “Fútbol y Feminismos”. Para Mónica, fue un “logro histórico” ser reconocido oficialmente en el programa del Encuentro. Como joven activista en la Comunidad Homosexual Argentina y futbolista durante los años 80 y 90, el feminismo era, para ella, “mucho más blanco. Pertenecía a las académicas que eran muy críticas. Nos decían si algo era feminista o no, y el fútbol no lo era” (Santino, comunicación personal, 20 de abril de 2021). La investigadora canadiense Helen Lenskyj (1995) conceptualizaba esta distancia entre el deporte y el feminismo como “fobia al deporte”, mostrando que el fútbol, así como los deportes en general, no se encontraban entre las principales preocupaciones del feminismo en el mundo. El feminismo dominante consideraba que otros temas eran más urgentes en la agenda. Hang & Garton (2022) argumentan que esto no significa que no hubiera feministas preocupadas por el deporte, o mujeres que, sin percibirse a sí mismas como feministas, lucharan por la participación femenina en los deportes. Por lo tanto, si bien es posible identificar a Trelew como un punto de origen, muchas militantes de “la Coordi” reconocen rápidamente las contribuciones de mujeres que han luchado por un fútbol feminista a lo largo de los años y que han sido invisibilizadas por el patriarcado, tal como el trabajo de activistas como Mónica y la entrenadora Lorena Berdula (Elsey, 2019). Mónica explicó que "fue maravilloso lo que sucedió en [Trelew]. Formamos una ronda enorme y hablamos sobre una pregunta sencilla: '¿qué significa el fútbol para vos? ¿Qué significa jugar?' Y, [la conversación] abrió una serie de heridas que para muchas no habían sido sanadas" (Santino, comunicación personal, 20 de abril de 2021). Las revelaciones de experiencias dolorosas compartidas, de exclusión, desigualdad y violencia, crearon una base para la solidaridad mutua entre las participantes que desde entonces ha sido central para el fútbol feminista. A partir de allí, se comenzó a trabajar para crear la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista.
“La Coordi” está compuesta por organizaciones de hinchas de diferentes clubes, periodistas deportivas, atletas, futbolistas, entrenadoras, investigadores y profesoras que abordan el deporte desde una perspectiva de género y feminista. Las militantes con las que hablamos enfatizaron la organización horizontal y la pluralidad polifónica como los valores primordiales del espacio. Esta pluralidad surge a través de las formas de organización del fútbol: los colectivos de hinchas feministas que han adoptado estructuras que combinan los principios feministas de horizontalidad con prácticas históricas vinculadas al fútbol argentino, tales como la creación de peñas[7] en los clubes; jugadoras y entrenadoras que crearon equipos comunitarios de base que y se organizan para conseguir recursos al tiempo que ocupan espacios para jugar. La horizontalidad surge de la necesidad de reconocer y responder a las diversas realidades y desafíos enfrentados por mujeres, niñas, personas transgénero y no binarias en el fútbol en las diferentes regiones de Argentina.
“La Coordi” funciona organizada en comisiones. La comisión de redes sociales trabaja visibilizando diferentes situaciones de violencia de género y discriminación en el ámbito deportivo, y difundiendo acciones con el objetivo de reflexionar sobre esas temáticas a la vez que busca intervenir en el debate público. Otra comisión se enfoca en “la calle”, es decir, en la organización para ocupar el espacio durante las movilizaciones para armar las canchitas. Para los diferentes grupos de hinchas, ser parte de “la Coordi” funciona como una red más amplia en la cual apoyarse. Nadia, de San Lorenzo Feminista, argumenta que como no es la misma realidad para todos los clubes, “nos damos fuerza mutuamente. Es como que también impulsa nuestra propia lucha en nuestros clubes, es decir, nuestras luchas particulares que tenemos todos los días (...) Entonces también aprendemos todo el tiempo de las luchas de las demás” (Caro y Nadia, comunicación personal, 30 de abril de 2021). De todos modos, las prácticas de solidaridad y colaboración entre agrupaciones de diversos clubes, que de otro modo serían rivales en la competencia deportiva, pueden generar una tensión para las integrantes de “la Coordi” que exploraremos a continuación.
Luchando por un espacio para jugar. La cancha como símbolo de apropiación de la identidad nacional
La lucha por el espacio para que mujeres, niñas, personas transgénero y no binarias jueguen no es una innovación de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista. En muchos aspectos, la creación de “canchitas” fluye de la historia misma del fútbol en Argentina, en cuyo mito fundacional está la práctica de hacer lo necesario para transformar el espacio abierto en un lugar para jugar. La necesidad de estos espacios ha sido un aspecto crucial de la realidad del fútbol en Argentina, particularmente en la Buenos Aires urbana, desde su llegada y popularización entre jugadores de clase trabajadora a fines del siglo XIX y principios del XX. El espacio en los parques públicos siempre ha sido limitado en los centros urbanos y los campos de césped han sido controlados por clubes privados. El historiador del fútbol Julio Frydenberg señala que para los hombres y niños económicamente marginados “el fútbol tuvo en la calle su espacio primordial. Los noveles y entusiastas jugadores se apropiaron de ella y la transformaron en un lugar de sociabilidad para los varones adultos, jóvenes y niños” (2011, p. 93).
En otros contextos, los terrenos de tierra y los campos de pastoreo de animales, llamados potreros, se convirtieron en campos de entrenamiento ásperos y rasposos, y en espacios para jugar un estilo de juego libre y fluido, ahora icónico, desatado por la astucia y la creatividad. Para Archetti (2008), las historias míticas del potrero como un espacio incubador para el fútbol al estilo argentino proporcionaron imágenes poderosas en la construcción de una narrativa entrelazada de la nación masculina y su territorio. Si bien estos mitos e historias giraban en torno al juego de niños y hombres, el papel de las mujeres en la formación del fútbol a menudo quedaba sin escribir y silenciado, contribuyendo a la constitución de un tipo de masculinidad hegemónica sobre el territorio del campo de fútbol. Dada la importancia del fútbol para la cultura nacional de Argentina (Archetti, 2016; Alabarces, 2014), los esfuerzos por silenciar y excluir la participación de mujeres, personas transgénero y no binarias de los espacios del fútbol se traducen en un esfuerzo patriarcal por excluir su participación en la producción de la cultura popular de manera más amplia en Argentina (Pujol, 2019; Garton, 2019; Elsey & Nadel, 2019). Esta exclusión, sin embargo, ha sido continuamente confrontada con creatividad, apropiación y transformación del fútbol, incluyendo el activismo de larga data de jugadoras como las Pioneras, que representaron a Argentina en la primera Copa Mundial Femenina en 1971. Las cualidades míticas nos invitan a reflexionar sobre el significado entrelazado de la práctica del fútbol feminista de ocupar el espacio durante manifestaciones feministas y la vida cotidiana, donde se procura transformar esos espacios en lugares para jugar.
La geógrafa feminista británica Doreen Massey (1994) recuerda pasar por los campos de fútbol a lo largo del río Mersey, llenos de jóvenes jugadores:
entonces, como una niña desconcertada y ligeramente pensativa, me di cuenta por primera vez que este enorme tramo de la llanura de inundación del Mersey había sido completamente entregado a los niños. No iba a esos campos de juego, parecían prohibidos, otro mundo. (p. 185)
Massey señala esta experiencia formativa como el comienzo de una comprensión del espacio como emergente de una multiplicidad de dimensiones de las relaciones sociales, incluida poderosamente la dimensión de género, que a su vez afecta las posibles relaciones sociales establecidas a través de los espacios. Mónica describe vívidamente encontrar los límites de género mientras crecía, y cómo el hecho de entrar en los espacios de juego de los chicos transformaba las relaciones con los demás a su alrededor:
Tengo recuerdos muy fuertes de jugar en la calle. Fuertes, porque recuerdo ver a los chicos jugar al fútbol. Tenía siete u ocho años. Y veía a los chicos jugar en la calle desde la puerta de mi casa, yo quería jugar. Tenía un deseo fuerte e imparable de jugar, de hacer algunos pases, de sacarme la vergüenza y la montaña de cosas que sucederían con todo el mundo mirándome. Más adelante, quería ser lo mejor posible para que me aceptaran... Yo era parte del grupo. Los problemas comenzaron más tarde, la mirada de los chicos cambió, y también de mi familia. (Santino, comunicación personal, 20 de abril de 2021)
Frente a la exclusión en la construcción generizada de los espacios para jugar, las mujeres, niñas, personas transgénero y no binarias han tenido que desarrollar prácticas de ocupación, reutilización y creación de sus propios espacios para crear oportunidades para jugar. La experiencia temprana de Mónica es representativa de muchas otras que también se encontraron con barreras que las excluyeron, además del poco apoyo institucional o social para poder jugar. La ubicación simbólica de las canchitas para los picaditos en las calles y espacios abiertos en marchas y Encuentros se convierte en un acto político poderoso. Los esfuerzos de las militantes del fútbol feminista por conseguir espacios para jugar apropian y rearticulan, a través de una postura feminista, la práctica transformadora de “hacer lo necesario” con los espacios para jugar, que previamente caracterizaba a hombres y niños económicamente marginados, afirmando así el derecho a jugar. Prácticas similares de apropiación y transformación de espacios de fútbol se pueden ver en otras acciones de militantes del fútbol feminista: desde ocupar espacio en las tribunas, hasta ocupar posiciones políticas en las comisiones directivas en clubes o crear equipos y clubes explícitamente para niñas, mujeres, personas transgénero y no binaries.
El domingo 13 de octubre de 2019, la bandera de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista encabezó la marcha de más de 200 000 personas que participaron en el 34º Encuentro Nacional de Mujeres en la ciudad de La Plata. Cientos de hinchas con los colores de sus clubes, jugadoras, dirigentas y periodistas deportivas marcharon detrás de la bandera. Llevaban bombos y banderas, elementos folklóricos típicos de las canchas de fútbol argentino, y cantaban canciones que habían ensayado el día anterior mientras jugaban unos “picaditos” en la “canchita” armada en la Plaza San Martín de La Plata. Las letras del cancionero feminista, que toman melodías clásicas del fútbol masculino, contenían versos como: "un caño al patriarcado y la opresión; el fútbol va a ser de todas o no va ser; sí, chabón, llevamos en los botines la revolución". La (re)apropiación de canciones populares de fútbol masculino muestra cómo la militancia de “la Coordi” entrelaza prácticas políticas feministas con otras de la cultura futbolística, combinando su pasión con los principios y valores fundamentales de la organización política feminista. Mónica articula el significado de las emociones aprendidas a través del fútbol con la presencia de “la Coordi” en el movimiento feminista:
Hemos sido convocadas a muchas acciones políticas debido a la fuerza de las emociones que transmitimos por recuperar lo que era nuestro, pero de lo que nos excluyeron... Nos apropiamos una parte de esta poderosa identidad masculina del folklore del fútbol, la parte que nos anima a jugar y nos anima como hinchas. Tiene algo que ver con cómo vivimos el fútbol. Nuestras canciones de fútbol, por ejemplo, son una genialidad; canciones que hoy son como himnos, que es todo esto que tiene tan maravilloso el fútbol en Argentina. Si hay una canción, comenzarás a cantarla. Y cantas y cantas. Es como una especia de letanía, no importa si estás ganando o perdiendo, lo que estás celebrando es tu identidad y pertenencia. Creo que cada vez que con “la Coordi” nos reunimos estamos celebrando nuestra identidad y pertenencia, esta nueva cosa chiquita que tenemos: el feminismo futbolero. (Santino, comunicación personal, 20 de abril de 2021)
Muchas de las canciones cantadas por “la Coordi” se apropian de las melodías familiares utilizadas en el fútbol masculino, así como de melodías típicas de la militancia política, en parte para generar un sentido emocional compartido de pertenencia durante las marchas, manifestaciones y eventos. Dentro de las canchas, el canto colectivo de las canciones crea una atmósfera afectiva que ayuda a generar un sentido performativo y corporal de colectividad (Hawkins, 2017). Según Javier Bundio (2020), las canciones de fútbol masculino de la cultura futbolística argentina son declaraciones de una esfera social específica: la del estadio de fútbol y su multitud. Las canciones se crean a través de un proceso de contrahechura, que implica cambiar la letra de una canción o poema, manteniendo la misma melodía y/o métrica. Las canciones de cancha extraen melodías de las industrias culturales y las transforman en parte de la cultura popular masiva (Bundio, 2020, p.75).
Una condición importante de las identidades futbolísticas es su estructura de oposición. La peculiaridad del caso argentino es que estas identidades estaban estructuradas en la retórica del aguante, una categoría nativa que denota un sistema de honor y prestigio (Alabarces, Garriga Zucal y Moreira, 2008) vinculado a la violencia y confrontaciones físicas. La posesión de aguante por parte de los hinchas configura un tipo de masculinidad basada en la tolerancia al dolor en confrontaciones físicas, tener aguante, ser un hombre, y está tipificada por las prácticas de los grupos de hinchas organizados llamados barrabrava. Aunque las barrasbravas son sus máximos exponentes, el aguante configura una cultura que es constitutiva del fútbol argentino en todos los niveles. Bundio (2020) muestra cómo alentar y cantar en un partido de fútbol es una actuación cultural antagónica que enfrenta una imagen idealizada de sí mismo del grupo, en oposición a una imagen inferior del otro. Las hinchadas utilizan repertorios que incluyen la competencia violenta, letras homofóbicas o xenófobas- para construir y reafirmar las fronteras entre las dos comunidades de hinchas.
Las representaciones sobre "nosotros" y "otros" se construyen a partir de una lógica de representación dicotómica, excluyente y polar, donde el otro es siempre representado como una alteridad radical ubicada en el polo negativo de las distintas escalas valorativas que son relevantes para el hinchismo (Bundio 2020, p. 184). Sin embargo, el aguante también está relacionado con el folklore que sucede en y alrededor de los estadios, que incluye los bombos, banderas y canciones (Cabrera, 2024; Daskal, 2018). Las hinchas feministas cuestionan lo que denominan como la dimensión machista de este folklore y la dimensión violenta de las rivalidades futbolísticas, sin necesariamente cuestionar la rivalidad en sí misma o la dimensión festiva en la cancha. Por ejemplo, en una de las canciones feministas de fútbol, las letras construyen al otro como masculinidad hegemónica en el fútbol a través de identificarlo con un símbolo inferior, que es para ellas el barrabrava:
Qué pasó barrabrava
que la hinchada está libre de machos
Qué pasó barrabrava
que al final eran todos unos fachos
Van pasando los años
Jugadores también dirigentes
Qué pasó con las pibas
Es lo que se pregunta la gente
Y las pibas te copamos la parada
Oh oh
En las calles, en las canchas y en las camas
Oh oh
Si tu fútbol lo cuida la Policía
Y Nuestro fútbol es alegría
es disidente, es feminista.[8]
Participar en la contrahechura de las canciones de cancha es una oportunidad para que las militantes del fútbol feminista reflexionen sobre la cultura futbolística de un modo más amplio. La deconstrucción de las canciones de cancha masculinas ha sido para San Lorenzo Feminista un momento clave desde el cual reimaginar su lugar en las tribunas:
Hemos intentado deconstruir y transformar la violencia que implica la discriminación [en canciones contra Boca]; es muy incómodo estar en la cancha cuando hay una canción xenófoba. Desde el feminismo comenzamos a pensar, 'no más', no podemos tolerar estas cosas en la cancha. Es posible hacer feminismo en el fútbol y transformar lo que significa ser hincha, las canciones, el folklore... Por ejemplo, cuando íbamos a ver el vóley femenino, era increíble, todas las canciones eran para los hombres. Cantaban 'pongan huevos'. Si bien, nadie estaba pensando literalmente 'tienen huevos' pero todo lo que cantábamos tenía que ver con los hombres, con cómo el macho vive el fútbol. Aunque supuestamente estábamos ahí para apoyar a San Lorenzo, como grupo no estábamos apoyando a las chicas que estaban jugando al vóley. Y la violencia estaba allí. Cantarle a una mujer que ponga huevos no tiene sentido, y comenzamos a darnos cuenta de la violencia. Necesitábamos deconstruir lo que estábamos diciendo. (Caro del colectivo San Lorenzo Feminista, comunicación personal, 30 de abril de 2021)
Para el fútbol feminista, identificar y alterizar con los “machos” nombra la existencia de lo que puede ser opuesto. Del mismo modo, otras investigaciones han advertido en diferentes colectivos a lo largo del país la alterización producida por los colectivos en la búsqueda de la construcción del fútbol feminista. Mientras que la investigadora Mónica Sosa Vázquez señala que la alteridad por excelencia del fútbol feminista es el fútbol de chabones, aquel que excluye y disciplina a las mujeres (cis y trans), lesbianas, bisexuales, travas, transgénero y no binaries (2021, p. 87), Débora Majul advierte la emergencia del fútbol feminista como “resistencia” al fútbol binario y corporalmente reglamentado (2021, p. 10).
En este sentido, para Caro, es posible transformar el folklore del fútbol masculino en un sentido anti-patriarcal. Así, sostiene que:
el folklore que vivimos cuando nos juntamos con la bandera de la Coordinadora, con las banderas de todos los equipos, de todos los colores, y cantamos todas juntas; es el folklore que hemos logrado transformar, la capacidad de pensar desde el feminismo y nuestra pasión... es el poder de lo que significa ser hincha, las canciones y el folklore. El folklore de lo que significa ir a la cancha, la pasión, el aguante por tu club. Pero podemos transformarlo, sacando la parte de violencia que viene del fútbol patriarcal. (Caro, del colectivo San Lorenzo Feminista, comunicación personal, 30 de abril de 2021)
En esta relación, las militantes del fútbol feminista se apropian de la celebración emocional y del folklore popular de las canchas, incluyendo aquellos aspectos del aguante que implican una disposición rebelde y anti-autoritaria, mientras desafían los aspectos de la violencia machista. El aguante vinculado a la violencia operaba como un capital que las barrasbravas intercambiaban con sus clubes a cambio de beneficios, como obtener entradas o transporte. El aguante también tiene una dimensión vinculada al desempeño de los hinchas en la tribuna, que transmite una pasión y una fuerza capaces de influir en el resultado del partido (Hawkins, 2017). Esta última dimensión es encarnada por las militantes del fútbol feminista, que lo resignifican en un folklore que denominan feminista y que también es valorado por otros sectores del movimiento: la Coordinadora es reconocida porque transmite emoción. La emotividad está anclada en el cuerpo, que está en el centro de la militancia del fútbol feminista: está en las canciones, en las banderas, en aguantar, en jugar, en ocupar la cancha. El uso de canciones de cancha refleja el compromiso más amplio del fútbol feminista con la pasión, las rivalidades y la emoción en el folklore de la cultura futbolística en Argentina.
Las hinchas feministas continúan reflexionando sobre el significado de las rivalidades históricas de sus clubes. Al definirse como fanática de Gimnasia, Belén, una socia de Gimnasia que formó parte del área de género desde sus inicios, describió cómo debe hacerlo en oposición a su clásico rival Estudiantes de La Plata. Durante el trabajo de campo con las mujeres que forman parte del Área de género del club de Gimnasia y Esgrima La Plata, Hang (2020) observó que los comentarios irónicos sobre el equipo rival eran comunes en las reuniones, y los chistes sobre su cancha o sus jugadores se contaban entre risas en momentos privados. Hang (2020) muestra que las hinchas feministas de Gimnasia llevan a cabo un trabajo político a través del cual tramitan las rivalidades desde una idea de sororidad, que implica un reconocimiento compartido de experiencias comunes de opresión y desigualdad. Para construir la sororidad sin perder la rivalidad, que es fundamental en su identidad como hinchas, se requiere un trabajo sutil de articulación de las diferencias, que a menudo tiene lugar en los pequeños detalles de las acciones cotidianas desde las que se construye un fútbol feminista. Las bromas sobre los rivales, por ejemplo, funcionan como una forma de diferenciar las aficiones y mantener la identidad del equipo dentro de una red más amplia de hinchas feministas. Cuando se les preguntó sobre su relación con su clásico rival, Huracán, la primera reacción de las feministas de San Lorenzo Feminista fue la risa: "Eso no cambia, no nos gusta Huracán", dijeron Caro y Nadia, riendo. Pero después de pensar durante unos segundos, Nadia reflexiona:
Más allá de que incluso podemos hacer bromas entre nosotras mismas, nos cagamos de risa con todas las chicas de los otros equipos, pero transformamos la palabra folklore en realmente lo que ves [en la Coordinadora]. La cabeza te explota cuando nos ves a todas juntas, es una locura... Descubrís que en otros clubes hay muchas pibas como nosotras, nos vemos, aprendemos de las otras, y que tenemos muchos de los mismos objetivos y batallas compartidas. (Nadia, del colectivo San Lorenzo Feminista, 30 de abril de 2021)
La rivalidad a través de la sororidad permite desarrollar lazos de solidaridad, mientras se mantienen las identidades de pertenencia establecidas a través del folklore del fútbol.
Conclusión. La emoción de recuperar lo que siempre fue nuestro
A lo largo de este artículo hemos mostrado los procesos a través de los cuales las militantes de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista convierten al fútbol en una praxis feminista. Las movilizaciones masivas en torno a #NiUnaMenos y la Campaña por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito permitieron una llegada masiva del feminismo al fútbol, pero también crearon oportunidades para que el fútbol influyera en el feminismo. Dentro de estas movilizaciones feministas, las luchas de larga data, pero a menudo aisladas de muchas mujeres en la historia del fútbol, pudieron converger en torno al proyecto de un fútbol feminista. Los “picaditos”, las “canchitas” y el cancionero feminista contribuyen al folklore propio de la Coordinadora, que involucra su propia identidad construida en oposición al fútbol patriarcal masculino. A su vez, el fútbol feminista se ha embarcado en un proceso de rescate de la emotividad y pasión de lo que se reconoce como parte del folklore del fútbol. Al hacerlo, el fútbol feminista está transformando el folklore futbolístico en un recurso valioso para otros sectores del feminismo. Compuesto por una multiplicidad de organizaciones y militantes de diferentes espacios, el fútbol feminista maneja los conflictos a nivel político y tramita las rivalidades futbolísticas bajo la idea de sororidad. Para ello, estructuran su práctica en torno a una experiencia compartida alrededor de la expulsión original del fútbol, un deporte que en Argentina era casi exclusivamente de hombres.
Mónica reconoce que el poder del fútbol feminista tiene raíces en la emotividad que transmiten debido a "recuperar lo que era nuestro, pero de lo que nos dejaron afuera" (Santino, comunicación personal, 20 de abril de 2021). La praxis de “la Coordi” se estructura bajo esta idea: no se trata de transformar completamente el fútbol, sino de aquellos aspectos en los que se expresan prácticas machistas, homofóbicas y misóginas. También se trata de reconocer el potencial del fútbol como algo político, capaz de movilizar emociones únicas hacia la solidaridad mutua en la diversidad. La (re)apropiación del folklore futbolístico revela cómo la militancia de las feministas que forman parte de la Coordinadora entrelaza prácticas de política feminista con culturas futbolísticas, integrando en particular su pasión con los principios fundamentales y valores de la organización política feminista.
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[1] Licenciada en Sociología y Doctora en Ciencias Sociales por la Universidad Nacional de La Plata. Es investigadora asistente de CONICET con lugar de trabajo en el IdIHCS-UNLP y docente del departamento de Sociología de la FaHCE-UNLP.
[2] Doctor en Antropología por Carleton University, Ottawa, Canada. Es profesor asociado del departamento de Sociología y Antropología de Carleton University, Canadá.
[3]En este artículo las palabras y frases nativas irán entrecomilladas, explicando su sentido en las notas al pie. Los “pañuelazos” fueron acciones colectivas desarrolladas durante las movilizaciones que tuvieron lugar en Argentina para reclamar por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Consistían en acciones colectivas donde las militantes desplegaban al aire los pañuelos verdes, símbolos distintivos de la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto Legal Seguro y Gratuito de la Argentina, herederos del histórico pañuelo blanco de las Madres de la Plaza de Mayo. Para ampliar referencias sobre los pañuelazos recomendamos el artículo de Felitti y Ramírez Morales (2020).
[4] El término “canchita” refiere en este caso a una cancha informal donde tienen lugar los “picaditos aborteros”, partidos con reglas laxas, que tienen lugar en el espacio público y con el objetivo de visibilizar la lucha por el derecho al aborto legal, seguro y gratuito. Como veremos a lo largo del artículo, la “canchita” adquiere un lugar central en el repertorio de acciones de la Coordinadora Sin Fronteras de Fútbol Feminista.
[5] Mónica Santino es una ex jugadora de fútbol, entrenadora y militante feminista. Forma parte de La Nuestra Fútbol Feminista, un colectivo dedicado al fútbol para mujeres y disidencias en la Villa 31 de la ciudad de Buenos Aires, del cual fue cofundadora en el año 2007. Por su trayectoria militante y el trabajo de reflexión, intervención y praxis que desarrolla desde La Nuestra, se ha constituido en una de las máximas referentes del futbol feminista.
[6] En este punto, vale la pena realizar una aclaración en relación al concepto de folklore, tal como se lo concibe en el ámbito del fútbol argentino. Si bien la categoría folklore ha sido ampliamente debatida a lo largo de la historia, podemos decir en un sentido amplio que refiere a las manifestaciones culturales de un pueblo. Ahora bien, cuando en Argentina se habla de “folklore del fútbol” se hace referencia a todo un conjunto de prácticas que son constitutivas del ir a la cancha: llevar banderas, bombos y cantar canciones para alentar al equipo. Ahora bien, tal como sostiene Bundio (2020), la noción de folklore expresa una encrucijada entre las prácticas culturales y las prácticas discriminatorias. Según el autor, existe una tensión entre una interpretación del aliento como práctica discriminatoria -es decir como violencia- por parte del Estado, los medios de comunicación y un sector minoritario de hinchas; y una interpretación nativa que lo concibe como “folklore” y que niega su carácter discriminatorio. Esto repercute directamente en los procesos de naturalización de la discriminación. Por eso, vamos a ver en este artículo que para las militantes feministas el debate en torno al folklore será central en su repertorio político. No se trata de eliminar los elementos folklóricos, sino de transformarlos en un sentido no violento.
[7] Grupos semiautónomos que organizan actividades sociales para los hinchas y socios de los clubes
[8] Se pueden encontrar todas las canciones de este cancionero en el perfil de la red social Instagram de la Coordinadora: @coorfutfem