Tecnolog�a, cyborg, pensamiento latinoamericano y epistemolog�as del sur

Technology, cyborg, Latin American thought and southern epistemologies

 

Juan David Guti�rrez Ram�rez [1]

 

Resumen

Este art�culo de reflexi�n tiene como objetivo indagar sobre una de las concepciones m�s controvertidas y criticadas de la actualidad poshumanista: cyborg, producida en los centros del mundo por voces como la de Peter Sloterdijk. Se espera postular algunas perspectivas cr�ticas en clave latinoamericana a trav�s del paradigma del Pensamiento latinoamericano para la integraci�n y las Epistemolog�as del sur. As� pues, se pretende confrontar la situaci�n actual de la tecnolog�a en el mundo a partir de los informes generados por la Organizaci�n Mundial de la Propiedad Intelectual [OMPI] y el Informe sobre tecnolog�a e innovaci�n 2023 de las Naciones Unidas, revisando los horizontes del cyborg en el mundo y para Am�rica Latina. A manera de conclusi�n, se suscitan preguntas que abordan las perspectivas de las Epistemolog�as del sur y del Pensamiento latinoamericano para la integraci�n.

Palabras clave: Pensamiento latinoamericano para la integraci�n, epistemolog�as del sur, tecnolog�a, Sloterdijk, cyborg.

 

 

 

Abstract

The aim of this article is to investigate one of the most controversial and criticized conceptions of the post-humanist present: cyborg, produced in the centers of the world by voices such as Peter Sloterdijk's. It is expected to postulate some critical perspectives in a Latin American key through the paradigm of the Latin American Thought for Integration and the Epistemologies of the South. It is expected to postulate some critical perspectives in Latin American key through the paradigm of the Latin American Thought for integration and the Epistemologies of the South. Thus, it is intended to confront the current situation of technology in the world from the reports generated by the World Intellectual Property Organization [WIPO] and the United Nations Report on Technology and Innovation 2023, reviewing the horizons of cyborg in the world and for Latin America. By way of conclusion, questions are raised that address the perspectives of the Epistemologies of the South and Latin American Thought for integration.

Keywords: Latin American thought for integration, epistemologies of the South, technology, Sloterdijk, cyborg.

 

 

Introducci�n

Entender el pensamiento contempor�neo requiere muchas veces de la comprensi�n mult�voca y pluridimensional de distintos pensamientos e ideales desde lugares diversos de enunciaci�n.� Por eso desde las perspectivas del Pensamiento latinoamericano para la integraci�n y las Epistemolog�as del sur, se puede hacer una lectura cr�tica de las aproximaciones filos�ficas que surgen desde la centralidad del mundo globalizado y de la informaci�n, no simplemente para observarlas con escapismo, cinismo o de manera sospechosa, sino para hacer un an�lisis consciente de sus alcances, limitaciones y formas de instrumentalizaci�n a favor de un sistema social un�voco.

Para establecer referentes te�ricos en este asunto, es importante convocar a De Sousa (como se cit� en Ayestar�n y M�rquez, 2011),

quien denuncia el monopolio de las l�gicas dominantes y abismales, que se expresan en 5 monoculturas: la monocultura del saber y del rigor, la monocultura del tiempo lineal, la monocultura de la naturalizaci�n de las diferencias, la monocultura de la escala dominante y la monocultura productivista. (p. 12)

Uno de los componentes que se construyen desde las Epistemolog�as del sur para dar soluci�n a esta monopolizaci�n del saber y el rigor, es la noci�n de Ecolog�a de saberes, como lo plantea De Sousa:

Frente a la l�gica de la monocultura del saber y del rigor cient�fico, cabe la posibilidad de una ecolog�a m�s amplia de saberes, donde el saber cient�fico pueda dialogar con el saber laico, con el saber popular, con el saber de los ind�genas, con el saber de las poblaciones urbanas marginales, con el saber campesino, con el saber tradicional. La ecolog�a de los saberes propone que no hay ignorancia ni saber en general o en abstracto. Toda ignorancia es ignorante de un cierto saber y todo saber es la superaci�n de una ignorancia particular, en un di�logo de saberes y conocimientos, incluidos los cient�ficos. (como se cit� en Ayestar�n y M�rquez, 2011, p. 13) �

En este sentido, se pretende dar visibilidad a este corpus te�rico que reivindica al ser humano latinoamericano como protagonista del conocimiento y de su producci�n, del mismo modo, se establece una ecolog�a de saberes que pueda dar cuenta de las distintas realidades del mundo y comprender de manera m�s justa el devenir de la conformaci�n de la aldea global.

As� pues, es prudente enunciar algunos de los pensamientos que conforman la posmodernidad como un espacio de incertidumbres y asombros desde la propia historicidad, as�:

La posmodernidad coincide, en primera instancia, con la imposibilidad de alcanzar una verdad �ltima (ya sea cient�fica, filos�fica o religiosa) sobre la realidad. En una palabra, el sentido de la realidad se fabuliza. Y esta fabulaci�n de la d�ada realidad-verdad trae consigo la ca�da de la fe en los grandes relatos que, por lo menos hasta mediados del siglo XX, quisieron mostrarse como orientadores de la existencia humana (sobre todo la idea de una raz�n orientada hacia sus propios fines). (M�ndez, 2013, p. 179)

En este sentido, la historia del siglo XX trae consigo el reemplazo de un paradigma centrado en los grandes relatos, como lo propone Lyotard (1998), hacia una mitolog�a racional de la explicaci�n del mundo posmoderno, empresa instaurada en la �poca de la ilustraci�n, que va a desembocar en las guerras mundiales que, por supuesto, cambiaran el rumbo de la sociedad y su organizaci�n. As�, aparecen herramientas tecnol�gicas que van a facilitar el condicionamiento de la cultura en pro de distintos ideales un�vocos e irrefutables, incluso entre s� mismos.

En consecuencia, el soci�logo franc�s Pierre Bourdieu sostiene la tesis de que la televisi�n, en su af�n por llegar a un mayor n�mero de audiencia, simplifica enormemente la realidad y la convierte en un entretenimiento banal e incomprensible:

Pienso, en efecto, que la televisi�n, a trav�s de los diferentes mecanismos que intento describir de forma sucinta (...) pone en muy serio peligro las diferentes esferas de la producci�n cultural: arte, literatura, ciencia, filosof�a, derecho; creo incluso, al contrario de lo que piensa y lo que dicen, sin duda con la mayor buena fe, los periodistas m�s conscientes de sus responsabilidades, que pone en peligro no menor la vida pol�tica y la democracia. (1996, p. 7)

Si se observa esta cr�tica, se puede reflexionar sobre varios puntos de encuentro que tiene actualmente con las redes sociales. Se recuerda, entonces, que todo viene de una pantalla, una peque�a pantalla que est� marcando el rumbo de muchos seres humanos en la medida en que corre el tiempo y, como lo pronosticaba Bourdieu, esta tendencia al entretenimiento pone en peligro la producci�n cultural y da pie para gestar ideolog�as o filosof�as modernas de manera apresurada, sin un necesario an�lisis, en especial las que tienen que ver con las concepciones del ser humano.

En esta l�nea de las tecnolog�as insertas en la humanidad de manera progresiva se encuentra el cyborg, que es en su definici�n formal es la mezcla de un organismo cibern�tico -no expl�citamente un robot o un aut�mata- con el ser humano, que busca ampliarse mediante dispositivos que optimicen o reemplacen los �rganos humanos para su funcionamiento. En palabras de Garc�a (s.f.), director de la Maestr�a en filosof�a y mundo digital de la Universidad Sergio Arboleda, se trata de un h�brido entre humano y m�quina en donde, generalmente, la dimensi�n maquin�stica constituye una potenciaci�n de lo humano.

En efecto, estas reflexiones han sido atendidas por fil�sofos actuales; sin embargo, sin la necesidad de teor�as, es evidente que se trata de una nueva concepci�n de humanidad que pone a la tecnolog�a como m�xima expresi�n al integrarse con el cuerpo humano, cuerpo pol�tico y social. Este avance tecnol�gico podr�a representar una soluci�n para humanos con discapacidades; no obstante, no se piensa en favor de esta poblaci�n, sino en la mejora del cuerpo de quienes ostenten el dinero suficiente para comprarlo. Lastimosamente, el posliberalismo prioriza la acci�n comercial m�s all� de las implicaciones humanas o �ticas que estas tecnolog�as puedan desarrollar.

Por un lado, se encuentran los dilemas �ticos respecto a los pilotos autom�ticos en los automotores modernos: �qu� debe hacer este piloto si en frente se encuentra un ser humano?, �debe arrollarlo y proteger al due�o del auto o debe prevalecer la vida del humano que est� en la calle transitando? Luego, est�n los dilemas gnoseol�gicos de para quienes producir el conocimiento, ya est� visto, es el principal activo de los pa�ses. Pero �qu� implicaciones ha tenido respecto al actuar �tico en el mundo? Y, frente al dilema de la integraci�n de la tecnolog�a en el cuerpo humano �se podr�an aumentar las desigualdades si en la sociedad algunos tienen el privilegio de ser cyborg? Todas estas preguntas tienen que ver con las concepciones del ser humano en la actualidad, por ejemplo, si se observa desde el punto de vista de la bio�tica, son cuestiones que estan hoy por hoy en desarrollo y de las cuales los profesionales en todas las �reas deber�an realizar sus aportes.

De este modo, y con el �nimo de explicar esta necesidad de crear nuevas concepciones antropol�gicas, se debe acudir a las situaciones y acontecimientos que marcaron la vida del ser humano para siempre, por ejemplo:

Si sumamos a estas situaciones catastr�ficas las bombas de Hiroshima y Nagasaki, puede entenderse por qu� luego de la primera mitad del siglo XX aparecen en el horizonte filos�fico formas nuevas de humanismo, tales como el neomarxismo y el existencialismo, entre otras, que buscan �como afirmara Sloterdijk en sus Reglas� contener el proceso inevitable de barbarie en que se convirti� el proyecto de la Modernidad. Se caracteriza, pues, por plantear una reflexi�n fundamental sobre las situaciones l�mite a las que se ha visto avocada la existencia humana (de all�, por ejemplo, la predilecci�n del existencialismo por situaciones como la angustia, la n�usea, y en general, el extra�amiento del mundo). (M�ndez, 2013, p. 178)

As� pues, se puede entender la formaci�n del pensamiento posmoderno y poshumanista, en espec�fico el transhumanismo, gestado desde el centro europeo y estadounidense, que desprecia la humanidad o el movimiento denominado humanismo. En la misma clave cr�tica europea se puede ver este escepticismo epistemol�gico, cuyo m�ximo exponente fue Foucault, con su famosa frase �el hombre ha muerto�. Sloterdijk �tal vez m�s cerca de Nietzsche que de Foucault en el sentido en el que parte del hecho, de que la cultura occidental expresa una voluntad de domesticaci�n del ser humano que resulta insoslayable,

El sentido de las alusiones a Nietzsche pasa por dos puntos esenciales: en primera instancia, para desvelar el humanismo como una escuela disimulada de crianza y selecci�n; y, en segundo lugar, para esgrimir la tesis de que el ser humano es el producto de una serie de t�cnicas aplicadas sobre s� mismo (esto es lo que Sloterdijk denomina antropog�nicas). (M�ndez, 2013, p. 177)

Lo interesante de esta postura, altamente euroc�ntrica, es la clasificaci�n que se hace del ser humano como moldeable y reproductor de una cultura �nica y verdadera. Por el contrario, desde la perspectiva latinoamericana para la integraci�n, que es �el conjunto de escritos donde tienen especial relevancia los ensayos sobre el propio continente latinoamericano o sobre alguna de sus dimensiones o regiones� (Dev�s Vald�s, 2012, p. 18), o, en otras palabras, que:

se define como el conjunto de ideas sistematizadas sobre los procesos de construcci�n de regi�n, unionismo e integraci�n y las dimensiones asociadas a �stos en Am�rica Latina, cualesquiera fueran los l�mites difusos que esta arena pol�tica representa. Los tres grandes problemas sobre los cuales se estructura este Pensamiento Latinoamericano para la Integraci�n a lo largo del tiempo �desde los procesos de lucha por la independencia a nuestros d�as� son: la autonom�a, el desarrollo y la defensa de los recursos naturales, (Paikin et al., 2016)

es necesario preguntarse hasta qu� punto esas intenciones filos�ficas tienen un sentido instrumentalizador que pretende continuar con un pensamiento hegem�nico anti emancipador, que no aporta a la autonom�a, el desarrollo y la defensa de los recursos naturales para el continente latinoamericano.

En este sentido, en vez de perpetuar estas premisas tan arraigadas cultural e hist�ricamente, se propone dar apertura a la multi diversidad de pensares y sentires que acompa�an no solamente a una cultura, sino a todas las existentes en el mundo, desde la enunciaci�n sure�a, que se interpela como un grito de protesta y por la necesidad c�vica mundial de ser escuchados y debatir en estos espacios intelectuales, fundamentales para la construcci�n del conocimiento.

 

Enunciaciones antropol�gicas en la actualidad

Los autores m�s cr�ticos del mundo europeo son los verdaderos precursores del pensamiento latinoamericano. No se puede dejar de lado la herencia gen�tica e intelectual de Europa, pero, a la manera de Kant, se debe alcanzar la mayor�a de edad y establecer un pensamiento propio que no est� siempre incitado por el poder hegem�nico y la asimilaci�n cultural que se ofrece como inevitable y muchas veces castra los saberes ind�genas o ancestrales que, al igual que los africanos y asi�ticos, tienen una importancia relevante a la hora de instaurar debates sobre lo que es el ser humano.

Nietzsche y Foucault son, entre otros, dos de los pensadores m�s incisivos en su denuncia y cr�tica de las pretensiones del humanismo burgu�s. Sobre todo, el segundo despliega las consecuencias te�rico-pr�cticas de dos tesis esenciales: 1. El hombre, como objeto de discurso, es un efecto de desplazamientos profundos en el terreno de la episteme moderna (S. XIX); 2. Este hombre que se vuelve objeto de discurso y de conocimiento, es, adem�s, el producto de una cierta configuraci�n de las relaciones de poder que se dan en la sociedad moderna-disciplinaria. Sloterdijk plantea su reflexi�n sobre el hombre partiendo de una tesis que coincide, desde todo punto de vista, con los desarrollos te�ricos de Foucault: para entender el proceso de domesticaci�n y crianza del ser humano hay que abandonar la idea de una crianza detr�s de la cual hay un criador o un centro de decisi�n espec�fico (el cristianismo, la clase�); antes bien, el proceso de configuraci�n del ser humano debe entenderse como una corriente biocultural sin sujeto. (M�ndez, 2013, p. 177)

El punto m�s preocupante de esta pseudo filosof�a planteada por Sloterdijk, es que coincide con Heumann (como se cit� en Hanegraaf, 2012) pues tiene al menos una dentro de las 6 caracter�sticas respecto a su inmoralidad, se percibe como una filosof�a que solo piensa en que puede sobrevivir el m�s fuerte y quien tenga el privilegio de comprar tecnolog�a para adherirse a los �rganos y, de esta manera, declarar su superioridad. Preocupa tambi�n que no se aprecian intenciones de liberarse de esta sociedad disciplinaria y castigadora de quienes no acepten su verdad, sino que se instaura una extensi�n de esta perpetuaci�n, pues parece dada como un supuesto que no tiene salida distinta a asumirla y proponerla como una manera m�s de homogenizar el pensamiento y, definitivamente, asusta la idea de apoyarse en la tecnolog�a para estas intenciones.

En este sentido, el humanismo es una forma de resistencia ante las tendencias desinhibidoras inscritas en la condici�n humana (la violencia, la crueldad) por medio de la apelaci�n a dispositivos de contenci�n como la lectura, la meditaci�n y la filosof�a: El sentido de dicha elecci�n de medios reside en desacostumbrarse de la posible brutalidad propia y guardar las distancias con la escalada de deshumanizaci�n de la jaur�a vociferante del teatro. (Sloterdijk, 2000, p. 35)

En consecuencia, realmente es cuestionable que se acepte esta violencia para s� mismo con el postulado de que el ser humano es el moldeador de su propia cultura. Desde el Pensamiento latinoamericano para la integraci�n no se puede asumir este presupuesto por el simple hecho de que se entiende la vida social y comunitaria como un principio fundamental para la existencia individual y grupal. Un claro ejemplo al respecto es la Comunidad de estados latinoamericanos y caribe�os [CELAC], un organismo internacional que prioriza la cooperaci�n y la corresponsabilidad en la construcci�n de un mundo mejor. Adem�s, la filosof�a de Sloterdijk es ciencia politizada: �de esta manera, la idea de ciencia politizada se vincula con los ideales antiimperialistas, la b�squeda de autonom�a -y podemos agregar, de soberan�a tecnol�gica- en pos de las condiciones de vida (desarrollo) de nuestros pa�ses y de Latinoam�rica toda� (Paikin et al., 2016). En este sentido, la soberan�a tecnol�gica ser�a el constructo sobre el cual se tomen determinaciones en este aspecto. Una vez m�s, la euroc�ntrica concepci�n antropol�gica ha marcado el camino del s� mismo, como el �nico vigente y racional.�

Existe una Red Latinoamericana de Posthumanismo [RLP], un colectivo de profesionales que se interesa en investigar las posturas antropol�gicas que desencadenaron la actual era de la tecnolog�a. Ser�a importante revisar sus actuaciones y la forma en que intentan visibilizar Latinoam�rica en este acontecimiento que involucra, sin dudas, a toda la humanidad. Asimismo, ser�a ideal que los entes internacionales y europeos reciban las cr�ticas que se hacen de sus postulados desde este lado del mundo.

Por otro lado, una de las cr�ticas a estas concepciones un poco sensacionalistas, es la de sociedades como esferas, que tienen su propia esencia y que rebotan entre s�. La comparaci�n para cualquier soci�logo comporta ciertas sospechas, desde la parte �tica hasta la est�tica, en tanto parece plantear que cada naci�n-sociedad encuentra su propia gloria en el desarrollo de la tecnolog�a y su combinaci�n con el hombre operable, como lo llama en su teor�a Sloterdijk . Sin embargo, habr�a que refutar esto con las concepciones globalizantes de una sociedad de sociedades en las que la cooperaci�n y el dialogo intercultural van a ser determinantes para el proceso humano en general, no solamente por nacionalismos o sociedades totalmente distintas entre s�.

En ese mismo orden, el encuentro intercultural es una de las obligaciones de las teor�as y las epistemolog�as que van a dar a luz los ideales mesurados y menos radicales que puedan concebir al ser humano como un ser diverso, que depende de su lugar de enunciaci�n y entorno: �El mecanismo de instalaci�n o aclimataci�n consiste en el hecho de que grupos (de seres vivos en general) que viven juntos producen por su campo de proximidad e interacci�n un clima interior que funciona para sus habitantes como un nicho� (Sloterdijk, 1999, p. 179). Es claro que esto es cierto; no obstante, este nicho no tiene por qu� estar aislado, levantado y alzado frente a los dem�s nichos de personas y seres humanos, por el contrario, se deben encontrar los caminos para el derrumbe de fronteras y prejuicios, con el fin de entablar una verdadera ecolog�a de saberes que no se ponga de un lado o de otro, sino que se llegue a acuerdos que beneficien las concepciones que el ser humano puede lograr de s� mismo.

De este modo, desde las Epistemolog�as del sur se plantear�a un poshumanismo cr�tico, que reflexiona sobre las consecuencias que puede traer para la humanidad negarse a s� misma y rearmarse desde la tecnolog�a. En palabras concretas, se trata intentar comprender como se concibe, que uno de los primeros cyborg de la historia no dice que usa la tecnolog�a, sino que es la tecnolog�a. Esto implica una superaci�n de s� mismo frente a los dem�s, un ahondamiento de las desigualdades y, por supuesto, una injusticia social. Si las tecnolog�as armamentistas desencadenaron los lamentables eventos de la Segunda guerra mundial, no se podr�a imaginar el da�o que uno humanos hagan a otros por ocupar mejores capacidades y habilidades con ayuda de los dispositivos tecnol�gicos instalados en el cuerpo humano.

Existen tres razones fundamentales desde el corpus te�rico de las Epistemolog�as del sur para hacer frente cr�ticamente a estas ideolog�as o filosof�as que pretenden totalizar el mundo en realidades abstra�das por una historicidad:

Para desarrollar las epistemolog�as del sur se parte de tres premisas, que en general son: a) la comprensi�n del mundo es mucho m�s amplia que la comprensi�n occidental del mundo. b) la diversidad del mundo es infinita: diferentes maneras de pensar, de sentir, de actuar, diferentes formas de relaci�n. c) la gran diversidad del mundo no puede ser monopolizada por una teor�a general. Por eso, se deben buscar formas plurales de conocimiento. (De Sousa Santos, 2010, p. 20)

En este sentido, se debe hacer especial �nfasis en la posibilidad que tiene una ideolog�a o teor�a de monopolizar la verdad cient�fica. No se est�n desechando de manera tajante los desarrollos te�ricos del se�or Sloterdijk, sino que se est� indagando a partir de las premisas surgidas desde un lugar de enunciaci�n diferente a Occidente. Esta es una labor que debe tener voz y visibilizarse de tal manera que se aprecie la infinita diversidad de la que est� compuesta el mundo.

A pesar de su tradici�n cr�tica y de su sutileza para enunciar estas filosof�as antropol�gicas, que de por si tienen muchos cuestionamientos y supuestos radicalmente euroc�ntricos, Sloterdijk plantea interesantes postulados previos al desbordamiento de su pensamiento,

Que cette visi�n, ce discours, cette forme de r�flexion aient attendu cette �poque pour pouvoir se former, � l�issue des possibilit�s conquises par le XIX si�cle dans les domains des sciences humaines, refl�te le fait qu�une partie du genre humain actuel, sous la direction de la fraction euro-americaine, a intent� avec son entr�e dans l�ere hautement technologique une proc�dure sur ellem�me et contre elle-m�me, dont l�enjeu est une novelle d�finition de l�etre humain. (Sloterdijk, 1999, como se cit� en M�ndez, 2013)

En palabras de M�ndez (2013):

[que esta perspectiva la onto antropolog�a], este discurso, esta forma de reflexi�n haya debido esperar hasta la �poca actual para poderse formar luego de las posibilidades conquistadas por el siglo XIX en el dominio de las ciencias humanas, refleja el hecho de que una parte del g�nero humano actual, bajo la direcci�n de la fracci�n euroamericana intent� con su entrada en la era altamente tecnol�gica, un procedimiento sobre s� misma y contra s� misma, cuya apuesta es una nueva definici�n del ser humano. (p. 20)

Este �contra s� misma� se instaura como la principal sospecha para soslayar la imperiosa necesidad de refrescar el pensamiento de Occidente. Sin embargo, este ejercicio de apertura y aireaci�n debe darse de manera gradual, abriendo espacios de discusi�n en los que se planteen diferentes formas de concebir el ser humano, que no sea un�voca, aduladora del poder o instrumentalizadora de este.

Perspectivas cr�ticas de la teor�a de Peter Sloterdijk

Para continuar la presente reflexi�n en clave latinoamericana, existen m�ltiples y variados pensamientos y posturas de la ocupaci�n del hombre y la tecnolog�a, su indudable fusi�n y las formas en que se puede llevar a cabo una micropol�tica de los cuerpos a trav�s de intenciones tecnol�gicas que faciliten el apresamiento del pensamiento y la castraci�n de las otras formas de cultura existentes en el mundo. Parece ser que no se detiene la man�a occidental de extender los dominios culturales e intelectuales a trav�s de seducciones cient�ficas fundadas en visiones darwinianas de la sociedad.��

Ahora, teniendo en mente esta comprensi�n de la t�cnica planteada por Sloterdijk, su pensamiento debiera entenderse en realidad como una f�rmula posmoderna en la que conviven diversas filosof�as alojadas en un mismo postpesimismo medi�tico, de modo que su irreverente y en ocasiones farandulesca cr�tica (est�tica, tecnol�gica, financiera, pol�tica, por no nombrar otros tantos aspectos de la cultura posmoderna, en especial europea) responde precisamente a esa cualidad camale�nica que hace preguntarse, m�s de alguna vez, qui�n es realmente Peter Sloterdijk. (Tiller�a, 2020, p. 69)

As� pues, se observa una s�ntesis del pensamiento europeo y de sus tendencias m�s cr�ticas; sin embargo, existen varios vac�os epistemol�gicos y ontol�gicos que vale la pena enunciar, para percibir en el futuro, filosof�as que puedan estar m�s en consonancia con las armon�as necesarias para construir un dialogo de saberes que pueda generar principios y valores distintos y alternativos a los ya enunciados por Occidente y obsoletos por las sociedades posmodernas.

De este modo, por ejemplo, el hecho de anunciar que el medio es fundamental para instaurar el conocimiento, como un nicho de personas desconociendo los dem�s nichos y separ�ndolos en esferas, es un tema que se puede profundizar para desenmascarar las intenciones instrumentalistas, si es que existen. Del mismo modo, no se puede enunciar una perspectiva onto-antropol�gica desconociendo o eliminando los lugares de enunciaci�n que estan retirados del centro europeo o estadounidense, esta es una lucha que sigue viva y debe darse desde las distintas instancias intelectuales de Latinoam�rica.

Todos los avances de conocimiento que se est�n gestando en la actualidad y que, por supuesto, vienen del centro de Europa o de Estados Unidos, deben someterse a la indagaci�n desde los cuerpos te�ricos que pretenden reivindicar al ser distinto de la centralidad del mundo. Para Ranci�re, la cuesti�n se enfoca en los l�mites entre saberes, disciplinas entre clases y el conocimiento aislado moderno y universal, mas no en un saber hist�rico y geogr�ficamente situado (Porto-Goncalves, s.f.). Un pensamiento que niega los m�ltiples saberes locales y regionales es evidente cuando los intelectuales europeos no tienen en cuenta las realidades alejadas de ellos mismos. En Abrir las ciencias sociales, Wallerstein (1997) plantea que se debe empujar a las ciencias sociales a mitigar la fragmentaci�n del saber y eso significa buscar un grado significativo de objetividad, de este modo, se debe mencionar la importancia de hablar para s� y su sociedad, mas no totalizar el pensamiento o continuar con una hegemon�a de los saberes que niega la voz de los m�s d�biles.

Para avanzar cr�ticamente en el abordaje de Sloterdijk y desde la perspectiva latinoamericana, es pertinente develar tres aspectos nodales en su teor�a: el primero, las antropot�cnicas; el segundo, el sentido de la historia como elemento fundante de su onto-antropolog�a, y el tercero, su pesimismo frente las inevitables situaciones que se presentan y seg�n �l se seguir�n presentando en la humanidad.

 

Las antropot�cnicas

Este concepto significa, b�sicamente, que el ser humano puede usar la tecnolog�a para superarse a modo de superhombre -como lo planteaba la ideolog�a alemana, en especial la nietzscheana-,� modificando sus �rganos o adhiri�ndolos de manera que potencie sus capacidades y habilidades. Adem�s, en un sentido biopol�tico y social espec�fico la historia relata, por ejemplo, c�mo el concepto de pr�tesis se utilizaba para motivar a los soldados alemanes, al regreso de la gran guerra, a seguir sirviendo a la patria con la ayuda de la tecnolog�a. Esto es un uso altamente distante de la �tica y la pol�tica mundial, que reduce su actuar a su propia sociedad: �Sloterdijk define el �xito inmunitario de un individuo como el desarrollo de un narcisismo poderoso que es signo de una integraci�n exitosa de ese individuo en su colectivo moral� (Mart�nez, 2010, p. 3); sin embargo, esta moral no es una moral planetaria sino, m�s bien, fragmentada o destinada a un mismo lugar de enunciaci�n.

En este sentido, para el fil�sofo alem�n la t�cnica es el medio por excelencia para la realizaci�n de lo que el ser humano quiere llegar a ser. Esta negaci�n natural de la existencia humana trae consigo preceptos egoc�ntricos y alimentados por una moral viciada por su visi�n un�voca de �xito. Desde el Pensamiento latinoamericano para la integraci�n, se lucha por la visi�n p�blica como un eje fundamental para el desarrollo de la regi�n y su integraci�n en la escena mundial. Una de las premisas que defiende el Pensamiento latinoamericano es que la visi�n del mundo no debe ser como un yo conquisto euroc�ntrico, si no como un nosotros vivimos desde la cooperaci�n y la corresponsabilidad ambiental.

Las Epistemolog�as del sur tambi�n tienen algo que decir respecto a este narcicismo euroc�ntrico que tantos a�os ha permeado las mal llamadas filosof�as del primer mundo:�

El eurocentrismo como ideolog�a de la mundializaci�n capitalista sostiene un �nico relato de desarrollo que es presentado como el camino inevitable hacia el progreso. Es una concepci�n productivista del desarrollo basado en la imposici�n de modelos de desarrollo insostenibles para los pueblos del sur y para la humanidad. (Infante, 2013, p. 402)

As� pues, desde la visi�n sure�a se entiende esta l�gica del privilegio como una filosof�a nuevamente privada, de la interiorizaci�n de la persona humana a costa del sufrimiento o situaci�n de vulnerabilidad del resto del mundo. Pretenden entonces instaurar la tecnolog�a como mejora de la vida humana, pero existen en el mundo personas que no podr�n acceder a estas premisas, que son exclusivas para ciudadanos pudientes, que puedan pagar el precio para convertirse en un cyborg, un androide o un h�brido entre maquina y hombre.

Para Sloterdijk, la t�cnica siempre ha sido usada por el hombre y este cambio antropol�gico y ontol�gico tiene lugar como algo que inevitablemente debe suceder. Consoli (2015) afirma que �[l]a intervenci�n sobre uno mismo adquiere cada vez m�s la forma del enhancement [mejora], de la potenciaci�n f�sica, cognitiva, prot�tica� (p. 139). En este sentido, tendr�a que preguntarse si esta mejora de la potenciaci�n f�sica y cognitiva no aumentar� los egos y las capacidades para invisibilizar a quienes no tengan esta oportunidad de entrar en el parque humano que plantea esta filosof�a. Del mismo modo, es necesario cuestionar e indagar estas filosof�as centristas que priorizan ciertos conceptos que constituyen el consumismo en su m�xima expresi�n, o lo que es peor, la mal llamada evoluci�n de un adoctrinamiento que va tomando vidas, sometiendo a la miseria y condenando a los pobres a continuar asimilando los estilos de vida que adoptan las grandes potencias como ejemplos de vida.

Al respecto, el Pensamiento latinoamericano para la integraci�n rese�a de una manera particular sus inclinaciones por la vida natural, concepci�n contrar�a a la estudiada en este texto, la cual defiende lo artificial como fin �ltimo de la humanidad. En consecuencia,

Esas sabidur�as de modos de vida en consonancia con la naturaleza, y el respeto hacia la madre tierra, se infiltrar�n en el presente, produciendo desde el pasado un reconocimiento de los sujetos como parte de la tierra que habita, y algunas comunidades alejadas de las ciudades siguen resistiendo al olvido del sujeto urbano, ah� tambi�n se encuentra el �nosotros�, por ellos las identidades son diversas (Pic�n, 2021).

De acuerdo con estas premisas, se defiende un concepto de nosotros como un infinito de diversidades que merecen participar en la construcci�n del mundo, mientras Sloterdijk plantea que �[l]o fundamental est� ocurriendo en las antropot�cnicas actuales, donde un ser humano concentrado compulsivamente en s� mismo (fitness, consumismo, tecnolog�a del s�), obliga cada vez m�s al desarrollo de una �filosof�a privada� en retardo de una -filosof�a p�blica-� (Tiller�a, 2020, p. 73). En este sentido, est� describiendo la cultura dominante que propone Occidente, sin embargo, existen tendencias en Latinoam�rica que buscan rescatar el pensamiento ancestral, la ecolog�a de saberes, la bio�tica como forma de vida que favorece la relaci�n con el medio ambiente, entre otros. Este fatalismo que marca Sloterdijk al condenar a la humanidad a una inhumanidad de car�cter tecnol�gico es una desesperanza apocal�ptica que llevar�, seg�n �l, al ser humano a dise�arse a su propia disposici�n.

Para finalizar esta reflexi�n respecto al concepto de antropot�cnicas de esta teor�a pesimista, es pertinente mostrar algo de esperanza en este camino complejo de liberaci�n de las injusticias epist�micas que se hacen reales en las tendencias acad�micas que subvalorar lo latinoamericano: �

Debemos asumir con urgencia el deber de luchar por los principios �ticos m�s fundamentales, como el respeto a la vida de los seres humanos, a la vida de otros animales, a la vida de los p�jaros, a la vida de los r�os y de los bosques. No creo en el amor entre mujeres y hombres, entre los seres humanos, si no somos capaces de amar el mundo. 9En este fin de siglo, la ecolog�a ha cobrado una importancia fundamental. Debe estar presente en cualquier pr�ctica educativa de car�cter radical, cr�tico y liberador. (Freire, 2012, p. 83)

En este sentido, le hacen falta al mundo filosof�as, pedagog�as y teor�as que dignifiquen la visi�n natural del mundo y no que den la batalla por perdida. A�n se puede hacer del mundo un lugar com�n en donde las esferas se puedan integrar unas a otras y no prevalezca el bien privado, la avaricia y la superioridad. Es pertinente apoyar el pensamiento solidario con el medio ambiente, respetuoso de todas las formas de vida y, lo m�s importante, con un car�cter �tico que d� cuenta de estos actuares plurales y diversos que necesita la humanidad para reconocerse a�n como humanos.

 

La historicidad como eje rector

Para criticar la historicidad como eje rector en el pensamiento de Sloterdijk es prudente establecer la trascendencia que tiene el �mbito hist�rico en sus planteamientos. �De alguna manera, Sloterdijk desnuda una nueva dial�ctica (podr�a incluso decirse, un nuevo materialismo hist�rico) justamente como motor de su teor�a psicodin�mica: las fuerzas tim�ticas y las er�ticas siguen resultando indispensables en la estrategia de autoafirmaci�n� (Tiller�a, 2020, p. 84). [sic.] Hay que se�alar que alcanza a ser un materialismo hist�rico es una aseveraci�n que muestra este �mbito como trascendental para el sostenimiento de su teor�a; sin embargo, en este asunto se encuentran con el Pensamiento latinoamericano para la integraci�n:

La historia de Am�rica Latina es condici�n suficiente y necesaria para el surgimiento de la filosof�a. Los hechos cruciales permiten la presencia de corrientes filos�ficas. El 12 de octubre abre la brecha para filosof�as de la conquista, la colonia, la emancipaci�n. (Dussel, 1995, p. 20)

La historia es un elemento com�n en estas propuestas, no obstante, es el enfoque de estas el que difiere, puesto que, por ejemplo, desde las Epistemolog�as del sur quienes critican la historia por su visi�n un�voca, Sloterdijk est� tomando la historia desde una perspectiva lineal, adem�s de condenar a la verdad a esta disciplina en constante construcci�n,�

Monocultura del tiempo lineal: la idea de que la historia tiene un sentido, una direcci�n y de que los pa�ses desarrollados van adelante. Se ha formado en esta direcci�n el progreso, la revoluci�n, modernizaci�n, el desarrollo y la globalizaci�n. (Infante, 2013, p. 407)

������ As� pues, no permite vislumbrar una historia en la que, por ejemplo, los pueblos menos favorecidos la construyan, sino que continua con un discurso que invisibiliza dicha posibilidad de posicionar a Latinoam�rica en este panorama. Esta cuesti�n se percibe en los informes referenciados en este trabajo, pero de una manera demasiado mesurada y somera que, por supuesto, tambi�n deja ver los prejuicios que se tienen a nivel mundial respecto a la historia latinoamericana. De acuerdo con Cordua (2008), �[e]n vez de ligar la historicidad de la verdad al problem�tico conjunto del saber humano, Sloterdijk prefiere verla asociada a acontecimientos decisivos que inauguran �pocas del proceso hist�rico, afectando por igual al hombre y a su mundo� (p. 187). Sin embargo, este mundo no es el de todos y todas, no es en el que conviven los pa�ses menos favorecidos, sino es el mundo de �l y el de su concepci�n narcisista, es un mundo que excluye teor�as y propuestas alejadas del centro dominante.

En este mismo sentido, la historia como disciplina ha tenido algunos sometimientos de sus precursores y dise�adores:

La propia disciplina ha experimentado una intensificaci�n de los intercambios e interconexiones, que ha reforzado la influencia de las historiograf�as que se practican en los pa�ses centrales, lo que llev� a una relativamente r�pida expansi�n de la historia global. En esta materia, la pr�dica en pos de no replicar las viejas formas de la �historia universal� �caracterizada por un eurocentrismo hoy objeto de fuertes cr�ticas� no ha implicado, sin embargo, el fin de las hegemon�as a la hora de construir conocimiento. (Sabato, 2015, p. 140)

Esto se hace real cuando se interpreta el discurso del alem�n en cuesti�n. En conclusi�n, poco o nada se ha escuchado la academia del Pensamiento latinoamericano para la integraci�n, o las Epistemolog�as del sur o los movimientos sociales y populares que surgen desde una tierra olvidada para la historia universal, invisibilizada por paradigmas enaltecidos en las cumbres de la sabidur�a y de la verdad euroc�ntrica. Se trata entonces de una batalla que debe darse en el terreno de la epistemolog�a, la gnoseolog�a, la antropolog�a, la ontolog�a y dem�s disciplinas que nutren los ideales de un mundo m�s justo, equitativo y consciente de todas las realidades.

 

El pesimismo

Para este apartado se desarrollan nociones b�sicas de mundo, vida y futuros posibles. Se confrontan los postulados anteriores desde un autor ic�nico para la filosof�a y pedagog�a latinoamericana: Paulo Freire, quien con sus postulados y teor�as da luces con una esperanza en la que se empe�� toda su vida y con la que persigui� la utop�a de un mundo mejor, m�s ameno, m�s digno y m�s dignificante con los desfavorecidos. Esto, sin embargo, no se tiene en cuenta en la dimensi�n enunciativa de Sloterdijk, que se teje desde un entramado hist�rico geogr�fico que excluye la esperanza de un mundo mejor y permite el paso inevitable del acabose del ser humano hasta ahora conocido.

En este orden de ideas, �lo evidente es que Sloterdijk aspira a dise�ar un sistema inmunitario global (una co-inmunidad o un co-inmunismo) donde est�n incluidos no solo todos los hombres, sino todo el ecosistema (para ser exactos, la ec�sfera)� (Tiller�a, 2020, p. 75). Este �todos� del autor no se refiere propiamente a los pa�ses menos favorecidos, puesto que en ning�n momento se menciona o se percibe alguna intenci�n altruista en sus postulados, todo lo contrario, se queda con la sensaci�n de que el ecosistema es de unos pocos que hacen la verdadera comunidad. En cambio, para Freire:

El criterio es la vida y la palabra, y su apuesta es la transformaci�n de la realidad que oprime para ampliar los t�rminos que restringen la vida. Es as� como propone, desde sus primeros escritos, que la educaci�n como pr�ctica de la libertad debe inscribirse en el movimiento dial�ctico y fenomenol�gico de lectura del mundo, lectura de la palabra y lectura cr�tica del mundo y la palabra para la transformaci�n/liberaci�n. Habr�, entonces, que construir, nos propone, otra manera de educar, ante la educaci�n bancaria y alienada: la educaci�n dial�gica y liberadora para transformar la realidad. (1970, p. 20)

En este construir, seguramente invitar�a a todos los pensadores de la tierra a dialogar sobre sus teor�as y escuchar cr�ticas que pudieran dar cuenta de una democratizaci�n del conocimiento. Sin embargo, para Sloterdijk, la modernidad es -como no se ha cansado de repetir- puro estancamiento antropol�gico (Tiller�a, 2020, p. 81). Freire, en cambio, cree que se debe aportar a la construcci�n de un poshumanismo cr�tico; adem�s, se apoya en los movimientos dial�ctico y fenomenol�gico, insumos necesarios para la actividad filos�fica. Es interesante, entonces, cuestionarse sobre los l�mites y tensiones que se desarrollan actualmente para la construcci�n del mundo.

En contraposici�n, por ejemplo, en Ira y tiempo Sloterdijk (2010) afirma:

�No es �mundo� la palabra para un lugar en el que los hombres acumulan de forma inevitable recuerdos de heridas, injurias, humillaciones y todos los posibles episodios contra los cuales posteriormente quisieran apretar con ira los pu�os? Y todas las culturas �no son siempre, de manera abierta u oculta, archivos de colectivos traum�ticos? De reflexiones como esta se puede deducir que a las reglas de la astucia de toda civilizaci�n pertenecen las medidas para borrar o contener los inflamados recuerdos de las aflicciones. (p. 62)

As� pues, la condena del alem�n es cruda y oscura, no tiene alguna posibilidad de cambios. En una visi�n contraria, Freire (1970) se�ala que el mundo es un lugar que debe transformarse y esa acci�n transformadora se logra a trav�s de la educaci�n y la alfabetizaci�n. Por tal raz�n, cre�a que aprender a leer era aprender a leer el mundo y de esta manera observar sus problem�ticas y emprender acciones de cambio para su transformaci�n. En distintas ampliaciones, la transformaci�n de Sloterdijk es transhumanista, apoyado en un ideal dr�stico de supervivencia, o narcisista, que obliga a las personas a volver sobre s� para mejorarse, en tanto tiene la posibilidad de ser operable. Cabe aclarar que en este trabajo no se est� en contra de los beneficios de la tecnolog�a en la vida humana, sino de la centralizaci�n de conceptos que condenan a unos seres humanos a la exclusi�n.

Antes de finalizar este apartado, es necesario reafirmar la posici�n de que la tendencia actual de cyborg, en el que la tecnolog�a se incorpora al organismo humano de manera exitosa o a veces problem�tica, implica:

El gran problema es que cualquier implante electr�nico que introduzcamos en nuestro organismo es identificado por nuestro sistema inmunitario como un objeto extra�o y, en cuanto a tal, intenta rechazarlo. Por eso son comunes las reacciones al�rgicas, hinchazones, infecciones� El dispositivo tambi�n puede romperse o, al igual que pasa con los marcapasos, �hay que cambiarle la pila!, lo cual genera, de nuevo, nuevas operaciones quir�rgicas. (S�nchez, 2017, p. 20)

Si se revisan estos argumentos cr�ticos se puede decir que esta tendencia afecta las concepciones propias del ser humano como perteneciente al planeta tierra, como parte de la naturaleza y no como dise�ador o recreador de esta. En otras palabras, no se puede pretender jugar a ser dioses cuando ni siquiera se ha logrado organizar el mundo de una manera m�s justa y solidaria. �C�mo se puede pensar en m�s y m�s privilegios cuando lo que el mundo necesita es cooperaci�n, trabajo colaborativo y uni�n m�s que propiedad privada o narcicismo?

As� pues, �nicamente se comparte la posibilidad de ayudar a personas discapacitadas o infortunadas que necesiten de la tecnolog�a, bien sea para recuperar alguna parte de su cuerpo lesionado o perdido. De esta manera, no se niega la posibilidad de una transhumanidad, pero con un enfoque m�s altruista, es decir, la tecnolog�a puede ayudar a personas en situaci�n de vulnerabilidad mucho m�s de lo que el centro del mundo piensa, por eso es importante establecer condiciones bio�ticas que aporten a este entendimiento del cyborg.

 

Confrontaci�n de la tecnolog�a actual desde la Perspectiva cr�tica latinoamericana y las Epistemolog�as del sur

Para finalizar la presente reflexi�n, se rese�an algunos datos y enunciados propuestos por organismos internacionales respecto a la situaci�n de tecnolog�a actual, y se confrontan con las demandas propuestas tanto por el Pensamiento latinoamericano para la integraci�n como por las Epistemolog�as del sur. Para comenzar con estas perspectivas ser�a justo preguntarse si estas filosof�as euroc�ntricas que se instauraron en el siglo XX y principios del XXI, como la del se�or Sloterdijk, tienen en cuenta estos datos, o c�mo en la mayor parte de la historia humana han sido gestadas desde los para�sos mentales que se acaudalan en una clase intelectual burguesa que termina justificando las injusticas y los d�ficit del sistema mundo.

Por otro lado, hablar de tecnolog�a y globalizaci�n, en especial el problema del cyborg implica entender la din�mica tecnol�gica en la que el mundo se encuentra. Es dif�cil para los latinos pensar en una visi�n futurista con la tecnolog�a cuando en sus pa�ses ni siquiera existe tal cosa al mismo nivel de las potencias industrializadas:�

Desde la aparici�n de la inteligencia artificial en la d�cada de 1950, los innovadores y los investigadores han presentado casi 340.000 solicitudes de patentes de invenciones relacionadas con ella y han publicado m�s de 1,6 millones de publicaciones cient�ficas al respecto. (Organizaci�n Mundial de Propiedad Intelectual [OMPI], 2019, p. 4)

Sobre estos datos, es necesario realizar distintas preguntas, por ejemplo, de las solicitudes para patentes a nivel de inteligencia artificial �cu�ntas son de los continentes llamados perif�ricos como �frica, Asia y Latinoam�rica? Dado que estos datos no pueden especificar sus or�genes, �de d�nde son las m�s de 1.6 millones de publicaciones cient�ficas al respecto? La respuesta se puede sospechar: los pa�ses industrializados y los Estados Unidos, junto con China y Rusia. Lo realmente preocupante es que los latinoamericanos, africanos y asi�ticos tengan tan baja participaci�n en temas tan trascendentales como lo es la inteligencia artificial. En cuanto al cyborg, estos informes no detallan incursiones en este tipo, lo que resulta extra�o pues en el mundo ya se est� dando este fen�meno.

En este sentido, si se quiere pensar el futuro de un pueblo, de un continente o de un pa�s, es necesario hacer una evaluaci�n de sus alcances y limitaciones en el conocimiento de la tecnolog�a, no como algo determinante, pero s� como algo que influye bastante en su progreso.

Esas tecnolog�as han experimentado un enorme crecimiento en los dos �ltimos decenios: su valor total de mercado era de 1,5 billones de d�lares de los Estados Unidos en 2020, y de aqu� a 2030 este podr�a alcanzar los 9,5 billones de d�lares. De esta �ltima cuant�a, en torno a la mitad corresponde a la Internet de los objetos (IoT), que abarca una amplia gama de dispositivos en m�ltiples sectores. Esas tecnolog�as son suministradas principalmente por unos pocos pa�ses, entre los que destacan los Estados Unidos de Am�rica, China y pa�ses de Europa Occidental. (Organizaci�n de las Naciones Unidas [ONU], 2023, p. 3)

Esta confirmaci�n de la sospecha anterior emite un panorama preocupante y desalentador para el resto del mundo. Est� bien pensar que una vez se instaura la novedad tecnol�gica todos se benefician de ella, sin embargo, no todas estas tecnolog�as guardan intereses altruistas y solidarios, la mayor�a est�n gestadas con fines econ�micos, de enriquecimiento nacional y apoyado por pensamientos instrumentalizados hacia una verdad irrefutable que denominaron progreso.

En este mismo sentido, la investigaci�n en tecnolog�a parece estar monopolizada de manera perpetua por las potencias del mundo:

Las empresas constituyen 26 de los 30 principales solicitantes de patentes, mientras que solo cuatro son universidades o instituciones p�blicas de investigaci�n. Este patr�n se aplica a la mayor�a de las tecnolog�as, aplicaciones y sectores que recurren a la IA. Por otra parte, 12 de las 20 empresas principales que presentan solicitudes de patentes relacionadas con la IA est�n radicadas en el Jap�n, tres proceden de los EE. UU. y dos de China. Las empresas japonesas de productos electr�nicos de consumo est�n ampliamente representadas. (Organizaci�n Mundial de Propiedad Intelectual [OMPI], 2019, p. 8)

Es decir, la bandera de lo que va a suceder en el mundo en t�rminos tecnol�gicos, que vienen siendo los definitorios de las otras dimensiones humanas, est� monopolizada por tan solo 4 universidades. Estos datos son realmente lamentables para el mundo en general, pareciera entonces que se est� esperando que estas instituciones salven el planeta, planteen el molde por el cual el humano debe pasar (bio�tica) para conseguir su identidad y determinen de manera radical los caminos e iniciativas por las cuales deber� atravesar el devenir humano. En este sentido, el cyborg se ha utilizado en campa�as pol�ticas feministas y de manera sensacionalista, al igual que muchas modas y tendencias.

Algunas de las premisas que defiende esta reflexi�n, han sido advertidas por los organismos internacionales desde hace varias d�cadas:�

Las innovaciones tecnol�gicas para hacer frente a la crisis clim�tica mundial deber�an generarse cada vez m�s a escala transnacional o incluso mundial. Sin embargo, la cooperaci�n ha sido limitada, incluso en cuestiones en las que los pa�ses de la misma regi�n suelen enfrentarse a problemas similares. (ONU, 2023, p. 20)

De este modo, es lamentable pensar en el distanciamiento entre las sociedades cuyas finalidades est�n imbricadas en sus propios intereses, principalmente econ�micos, pero tambi�n dominantes y por el poder, frente a otras que resisten el sistema impuesto y sobreviven con dignidad en el mundo. Esta tendencia se puede justificar por los idealismos que surgen de filosof�as apresuradas que no est�n teniendo en cuenta movimientos globales que son necesarios para el progreso de todos. As�, es peligroso que un gobierno pueda crear un ej�rcito de cyborgs que, sin duda, acabar�a f�cilmente con un ej�rcito humano.

Por otro lado, existe gran precariedad en la forma como los pa�ses llevan a cabo sus pol�ticas comerciales y constitucionales. Cada d�a m�s hay mayor necesidad de entender el mercado y el sistema desde una perspectiva arm�nica con el medio ambiente:

La capacidad de la mayor�a de los pa�ses para llevar a cabo una transici�n hacia productos m�s complejos y ecol�gicos depender� del comercio, esto es, de c�mo puedan encajar en las cadenas globales de valor. Al participar en las cadenas globales de valor, los pa�ses se pueden diversificar produciendo y exportando piezas y componentes de productos finales, o ascendiendo en la cadena agregando mayor valor a su producci�n actual. (ONU, 2023, p. 11)

Esta transici�n se aleja de Latinoam�rica, debido a sus arraigos culturales e ideol�gicos del siglo XX, las pol�ticas y los gobiernos son anticuados y no han podido revitalizar el sentimiento nacionalista en uno que pueda trascender las fronteras y unirse al mundo. En este sentido, Europa y el centro ha venido haciendo el mundo, pero sin la participaci�n de sus hom�logos del sur: pensadores, intelectuales y cient�ficos que puedan dar cuenta de una cooperaci�n necesaria para la resoluci�n de las problem�ticas actuales. Por tal, no pueden seguir acaparando el progreso: �Los pa�ses tambi�n necesitan reducir la fuga de cerebros, retener a los profesionales calificados y atraer a expatriados calificados� (ONU, 2023, p. 17). Se debe fomentar la lucha end�mica del pensamiento independiente, no se puede seguir relegados a unas visiones de patria prometedoras y adormecedoras, sino que se debe activar la esperanza de los pueblos marginados y de las periferias y, as�, aparecer en la escena mundial con propuestas innovadoras que puedan aportar no solamente a la aldea global, sino a sus propios pa�ses.

En este sentido, desde la perspectiva de las Epistemolog�as del sur, Giraldo (2008) plantea que:

[l]a tarea, por tanto, no consiste en descubrir lo que somos, sino en rechazar el tipo de individualidad que se nos ha impuesto durante siglos. La ontolog�a hist�rica de nosotros mismos en el presente nos propone como tarea de reflexi�n el an�lisis cr�tico del mundo en que vivimos. Lo primero que podemos usar como estrategia es liberarnos de nosotros mismos, pues, la relaci�n con nosotros mismos es ontol�gicamente primera. (p. 99)

En consecuencia, existen dos premisas de vitalidad eminente: la primera tiene que ver con el horizonte �tico pol�tico desde la biotecnolog�a, y la segunda est� relacionada con la necesidad de combinar las tecnolog�as para sacar el mayor provecho posible a las distintas innovaciones tecnol�gicas.

En efecto, las promesas de la biotecnolog�a en el mundo contempor�neo deben apuntar a un horizonte �tico-pol�tico basado en el principio de cooperaci�n (el ser humano est� inscrito en una red de organismos y sistemas de vida inteligentes y auto productivos con los cuales debe interactuar de manera inteligente), y no ya en el principio de dominaci�n que ha sido el resultado de la metaf�sica cl�sica y del humanismo. (M�ndez, 2013, p. 183)

En cuanto al horizonte �tico pol�tico desde la biotecnolog�a, el Pensamiento latinoamericano para la integraci�n ha realizado distintos tratados en los que los pa�ses del sur se vean beneficiados en acuerdos de cooperaci�n que involucren hallazgos tecnol�gicos que puedan aportar al desarrollo de la regi�n. Al menos en este sentido, ya no se est� esperando que Occidente solucione las problem�ticas con innovaciones tecnol�gicas, sino que ya existe un camino por el cual est� transitando el conocimiento latinoamericano.

De esta forma, para proponer una postura latinoamericana respecto a los retos tecnol�gicos en la actualidad, se debe defender la idea de terminar con los principios de dominaci�n que han perdurado en el mundo y que a�n hoy siguen vigentes en filosof�as con arraigos individualistas y poco cooperativistas. As� pues, una l�nea para la investigaci�n cyborg ser�a ayudar a innovar sobre pr�tesis que las personas necesiten.

Por otro lado, existe una necesidad de optimizar los avances tecnol�gicos, sobre todo cuando se habla de Inteligencia Artificial:

Casi el 70% de las invenciones relacionadas con la IA mencionan una t�cnica, aplicaci�n o campo en combinaci�n con otro. Las combinaciones m�s frecuentes en las solicitudes presentadas son: el aprendizaje profundo y la visi�n por computadora; la visi�n por computadora y el transporte, las telecomunicaciones y la seguridad; la ingenier�a ontol�gica y el procesamiento del lenguaje natural; y el aprendizaje autom�tico y las ciencias m�dicas y de la vida. Esas combinaciones apuntan a los sectores que hay que seguir para observar r�pidas novedades en la IA a corto plazo. (OMPI, 2019, p. 7)

Aunque en Latinoam�rica no se tenga muy clara esta visi�n necesaria de la tecnolog�a, se debe ahondar en esfuerzos para hacer conocer estos caminos de conocimientos e innovaci�n tecnol�gica que puedan aportar al desarrollo de las sociedades subyugadas y marginadas en las periferias del mundo. Es cuestionable pensar que estos avances en la educaci�n no logren conocerlos los pa�ses latinoamericanos; sin embargo, desde estas premisas, se deben hacer esfuerzos para avanzar en este importante aspecto del aprendizaje.

De esta forma, son frente de acciones sostenibles que deben impregnar el espectro epistemol�gico y ontol�gico de las acciones humanas en la educaci�n, la pol�tica, la ciencia, la medicina y dem�s disciplinas que no se deben seguir viendo como las salvadoras del mundo, sino como dimensiones que se deben unir y cooperar para develar los problemas y las posibles soluciones a estas, desfragmentando el conocimiento -teniendo en cuenta la totalidad de los pueblos del planeta- y dando cabida siempre al pensamiento diferente con el fin de entablar di�logos que permitan obtener conclusiones aptas para un mundo m�s justo y en el que todos podamos vivir.

En los informes mundiales son pocas las referencias que se realizan hacia los pa�ses m�s despose�dos y desfavorecidos por el sistema, sin embargo:

los pa�ses peque�os y vulnerables tambi�n tienen mercados internos limitados para atraer inversiones locales o internacionales a la fabricaci�n de bienes relacionados con la innovaci�n ecol�gica. Los pa�ses en desarrollo m�s avanzados tecnol�gicamente deber�an aumentar e intensificar sus esfuerzos para promover la cooperaci�n regional y la cooperaci�n Sur-Sur en materia de innovaci�n ecol�gica. Los pa�ses desarrollados pueden apoyar a los centros regionales de excelencia para las tecnolog�as verdes y la innovaci�n, como el Centro de Servicios Cient�ficos de �frica Meridional sobre el Cambio Clim�tico y la Gesti�n Territorial Adaptable (SASSCAL) y el Centro de Servicios Cient�ficos de �frica Occidental sobre el Cambio Clim�tico y el Uso Adaptado de la Tierra (WASCAL). (ONU, 2023, p. 21)

Como los grandes tratados del hombre, se lee demasiado idealista y alentador; sin embargo, al voltear la mirada a la realidad, se encuentra simplemente la guerra comercial, cultural, psicol�gica y social de unas sociedades por otras para alcanzar las carreras tecnol�gicas. Solo observan su propio carril como una carrera de obst�culos, pero no se han dado cuenta que entre m�s se instaure la competencia m�s se va a reproducir el individualismo, que es una premisa contraria a las necesidades del actual siglo. El cooperativismo, como enuncia la ONU debe dejar de estar viciado por el sentido utilitarista de las potencias y se debe permear de solidaridad y compromiso frente a un mundo que exige reivindicaciones humanas justas para algunos pueblos excluidos.

 

Conclusiones

Para concluir esta reflexi�n, vale la pena realizar varias preguntas que pueden ser ejes orientadores para concepciones futuras de lo que significa ser humano desde un sentido epistemol�gico y ontol�gico, las implicaciones para la salud de la tendencia cyborg y las tendencias antinatura transhumanistas que dan cuenta de un caos o desorden en las concepciones de lo que es ser humano.

Los lugares de enunciaci�n en la actualidad forman un contexto que de cierta manera particulariza cada concepci�n, sin embargo, �es prudente proponer una filosof�a onto-antropol�gica desde un mismo lugar de enunciaci�n? Por otro lado, esa vuelta a la modernidad y el sensacionalismo de protagonistas de la historia genera ciertos cuestionamientos: �hasta cu�ndo el mito de la modernidad permear� las filosof�as y estas seguir�n siendo un instrumento al servicio de la hegemon�a dominante de pensamiento? Adem�s, en relaci�n con esos sentimientos de naci�n que agobian el orgullo patrio y dividen el mundo en burbujas que rebotan entre s� �se pueden o mejor se debe seguir interpretando las sociedades como intentos nacionalistas y vanaglorias raciales ontol�gicas, olvidando las premisas problem�ticas de la primera y la segunda guerra mundial?, �ser� que finalmente se entender�n las complejidades de la esencia humana como un ente diverso y preso de las subjetividades?

Por otro lado, es fundamental cuestionarse si las concepciones epistemol�gicas de lo que se llama tecnolog�as tienen un acuerdo mundial por el que se movilicen o �se puede considerar la tecnolog�a una ciencia globalizada, entendiendo la situaci�n actual de los continentes perif�ricos? En este sentido, y atendiendo a las realidades del mal llamado Tercer mundo, �c�mo se puede lograr la combinaci�n de la tecnolog�a con el ser humano, cuando en algunos lugares del mundo ni siquiera existe tecnolog�a en el sentido estricto de las potencias? Dado que existen ideolog�as que permean toda una racionalidad de la vida en la que se cierran las posibilidades de sociedades interconectadas, �hasta qu� punto las nuevas visiones del mundo y del ser humano estan viciadas por inter�s personales o dominantes que intentan apropiarse del dise�o y modelo de ser humano? Es necesario cuestionar, entonces, lo que hasta el momento el ser humano ha llegado a construir a trav�s de su historia y develar las significaciones que ponen en juego la �tica y la realidad compartida que se tiene de un mundo que a�n est� por abrirse a todos y a todas.

 

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[1] Mag�ster Juan David Guti�rrez Ram�rez, Licenciado en Filosof�a, Pensamiento pol�tico y econ�mico de la Universidad Santo Tom�s, Mag�ster en Educaci�n Inclusiva e Intercultural de la Universidad Internacional De la Rioja, Diplomado en Liderazgo, Docente de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD, Adscrito a la Escuela de Ciencias Sociales, artes y humanidades, miembro de la red de �tica y ciudadan�a y miembro del semillero de investigaci�n Inflexiones Fenomenol�gicas de la misma Universidad.