Una psiquis para la esclavitud voluntaria. A propósito del libro Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas del poder de Byung-Chul Han (Herder, 2019, 127 pp.)

Juan Sebastián Ballén Rodríguez[1]

 

 

Nos dirigimos a la época de la psicopolítica digital. Avanza desde una vigilancia pasiva hacia el control activo. Nos precipita a una crisis de la libertad con mayor alcance, pues ahora afecta la misma voluntad libre. El Big Data, es un instrumento psicopolítico muy eficiente que permite adquirir un conocimiento integral de la dinámica inherente a la sociedad de la comunicación. Se trata de un conocimiento de dominación que permite intervenir en la psique y condicionarla a un nivel prerreflexivo.

Byung-Chul Han (2019, p. 25)

 

El poder de la técnica como sus implicaciones sociales ha sido uno de los asuntos que más despiertan controversia en la literatura y la filosofía. Por ejemplo y partiendo de los debates actuales de la filosofía y sus relaciones con la ciencia sobresalen los temas relativos a la modificación genética, la eugenesia o las mejoras al parque humano. El ideal de Un mundo feliz, tal y como lo narra la novela del escritor inglés Aldous Huxley, pone de presente que en la actualidad nos acercamos paulatinamente a una sociedad que clasificará a los seres humanos en betas y alfas, y donde unos serán obreros o subjetividades al servicio de los oficios y la demandas técnicas para atender las necesidades más elementales de la población, mientras que otros asumirán el rol de los intelectuales, es decir, serán los diseñadores pedagógicos del aprendizaje y de la vida, asumiendo el imperativo de mejorar la capacidad de adaptación de una conciencia desde la ingeniería social y donde la existencia humana puede ser modificada desde las instancias tecnológica para el control mental de las personas, buscando la optimización de su rendimiento, esto es, perfeccionar su capacidad productiva.

En cuanto a la tecnología, ya lo plantea el pensador alemán Peter Sloterdijk en su libro Has de cambiar tu vida que las alteraciones del cuerpo de los seres humanos están mediados por las antropotécnicas, entendiendo con este concepto la capacidad que tiene el saber científico para usar la tecnología en virtud de la mejora la corporalidad humana, en especial de aquellos cuerpos mutilados o que en su nacimiento no se desarrollaron biológicamente, y son las prótesis inteligentes que sustituye a la extremidad ausente, el cambio y la transformación que amplia y mejora técnicamente la existencia.  

Pero las antropotécnicas ya se encuentran a la orden del día con las nuevas dinámicas sociales generadas por la creación de multiversos en la era digital, la realidad aumentada, el chat GPT, etc. El mejoramiento social es una de las antropotécnicas que se vislumbra en el análisis que nos invita a considerar el filósofo Byung-Hul han en su libro Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder.

En efecto, la libertad es una de las conquistas humanas más preciadas. Sin embargo, en el contexto que nos asiste y donde las dinámicas del mercado y la financiarización de la vida económica, lleva a miles hacia la autoexplotación, el emprendimiento, la radicalización del individualismo, el endeudamiento y el incremento infinito de la culpa, etc. La violencia permisiva que instaura la autoexplotación de sí mismo es una de las grandes paradojas éticas que atraviesa la vida humana en la actualidad, siendo la libertad el lugar predilecto para producir la empresarialización individual, que es una nueva forma de esclavitud en el siglo XXI; con la sutil diferencia de que en la época anterior la sujeción violenta de la vida humana era una acción social explícita y que se sufría en el cuerpo de la víctima (esto ocurre en la época industrial de finales del siglo XIX y comienzos del XX), cambiando radicalmente en la actualidad y donde la dominación es invisible, pues “el sujeto sometido no es siquiera consciente de su sometimiento. El entramado de dominación le queda totalmente oculto. De ahí que se presuma libre” (Han, 2019, p. 28).

De la mano a la explotación de la libertad, un fenómeno social como la competencia, reproduce la miseria espiritual, mientras el capital saca al máximo de provecho de esta tensión por el rendimiento y el ánimo de lucro que obnubila al sujeto como un placebo, pero que en realidad está maximizando el plusvalor del capitalismo. Todo este sistema psicopolítico del capital convierte a los individuos en órganos sexuales que reproducen la ideología de la autoexplotación:  

Por mediación de la libertad individual se realiza la libertad del capital. De este modo, el individuo libre es degradado a órgano sexual del capital. La libertad individual confiere al capital una subjetividad «automática» que lo impulsa a la reproducción activa. Así, el capital «pare» continuamente «crías vivientes». La libertad individual, que hoy adopta una forma excesiva, no es en último término otra cosa que el exceso del capital (Han, 2019, p. 15).    

Una de las tesis filosóficas sobresalientes en este panorama social y cuya dinámica está animada por el mercado de la vida que convence a la psique humana de ser una máquina para la autoexplotación, consiste en la creación de un “sometimiento amable”, de tal modo que la violencia directa sobre el cuerpo cambia por un tipo de dominación que apela al consentimiento voluntario, siendo la finalidad del control psicopolítico toda una estrategia invisible e indolora.   

En otras palabras, si para la segunda mitad del siglo XX las tecnologías del yo buscaban ante todo el encierro y la captura de la vida humana desde las técnicas biopolíticas para el secuestro institucional del cuerpo (Foucault, 2007), es en la época actual y bajo los imperativos de la innovación tecnológica como se produce el secuestro vital de la sensibilidad por cuenta del Big-data y el Smartphone. En la llamada sociedad del conocimiento es la seducción y la erotización de la capacidad de decidir, un tipo de dominio sobre los seres humanos que crea el control psicopolítico.    

En este orden de ideas el libro de Byung-Chul Han nos invita a pensar que la psicopolítica es una dinámica psicológica para la interiorización de la servidumbre voluntaria, es decir, se trata de una técnica para la subjetivación que teniendo como mediación las estrategias virtuales de la manipulación informática, conducen paulatinamente hacia la captura de mentes que trabajan para un sistema tecnológico y financiero que saca provecho de toda esta dinámica psicosocial de dominación. En este escenario se hace factible controlar y teledirigir bajo la elección no consciente de masas de internautas, una psiquis que se deja moldear a través de instancias afectivas y corporales. Las emociones, el deseo, y la erotización de la vida cotidiana, son las técnicas de la dominación psicopolítica ya que tocan las fibras más epidérmicas de la afectividad humana, como lo son sus emociones, placeres y gustos, sus proyecciones de futuro y lo que en últimas es objeto de la máxima dominación: explotar la libertad en función de los intereses económicos del mercado y el control político. Una instancia determinante de la dominación digital son los dispositivos inteligentes o celulares y que tienen el poder de ejercer control sobre las mentes de miles:

Todo dispositivo, toda técnica de dominación, genera objetos de devoción que se introducen con el fin de someter. Materializan y estabilizan el dominio. «Devoto» significa «sumiso». El smartphone es un objeto digital de devoción, incluso un objeto de devoción de lo digital en general. En cuanto aparato de subjetivación, funciona como el rosario, que es también, en su manejabilidad, una especie de móvil. Ambos sirven para examinarse y controlarse a sí mismo. La dominación aumenta su eficacia al delegar a cada uno la vigilancia. El me gusta es el amén digital. Cuando hacemos clic en el botón me gusta nos sometemos a un entramado de dominación. El smartphone no es solamente un eficiente aparato de vigilancia, sino también un confesionario móvil. Facebook es la iglesia, la sinagoga global (literalmente, la congregación) de lo digital. (Han, 2019, p. 26)     

El libro de Han propone su análisis en 12 acápites que plantean lecturas novedosas para interpretar la vigencia de la psicopolítica en el mundo actual. En el Poder inteligente define la violencia como una instancia de sujeción que no es explícita, es decir, que no se produce a través de una coacción directa. Al contrario, sostiene que en el ámbito del poder psicopolítico el otro se entrega a un sometimiento voluntario. Se trata de un poder que se muestra amable, estimula y seduce, siendo una instancia de la dominación más efectiva que el poder punitivo de las épocas pasadas, y que se caracterizaba por condenar y prescribir violencia sobre el cuerpo (biopolítica). El filósofo compara esta inteligencia con las formas comunicativas que exploran las redes sociales. Al respecto afirma: “Uno se somete al entramado de poder consumiendo y comunicándose, incluso haciendo clic en el botón me gusta. El neoliberalismo es el capitalismo del me gusta. Se diferencia sustancialmente del capitalismo del siglo XIX, que operaba con coacciones y prohibiciones disciplinarias” (Han, 2019, p. 30).

Para ilustrar mejor estas diferencias Han recurre a las metáforas de los animales, de tal modo que en El topo y la serpiente plantea que mientras el roedor es un animal del encierro y que se caracteriza por su laboriosidad, en analogía al secuestro institucional que experimenta el trabajador al encontrarse recluido en la empresa, la serpiente repta en el subsuelo, creado aberturas y túneles en un territorio que se desconoce, pero que en su movimiento va proyectando y encaminando a otros a continuar en sus exploraciones. Los internautas son las nuevas subjetividades que reptan en el subsuelo de la internet.   

El diálogo con Foucault es inevitable. Dos capítulos dan muestra de ello: son la Biopolítica y El dilema de Foucault. En ambos estudios parte de la historia que traza el pensador francés a propósito de cómo se implementa en Europa el neoliberalismo bajo el manto técnico y político de la administración de la vida humana. Desde la psicopolítica esta historia del gobierno se amplía al ámbito psicológico, de tal modo que el análisis planeado por Foucault con la biopolítica se extiende a las dinámicas instauradas por el lenguaje tecnológico, donde los dispositivos de la comunicación y de la información tienen el poder de crear un molde para teledirigir las mentes, los pensamientos, las acciones, las emociones, etc.; y todo esto ocurre a través de una estrategia de adiestramiento que se muestra como un proceso de mejoramiento en función de la creación de un perfil, la adopción de un determinado modo de vida que viaja en la nube y el cual paradójicamente estará  dispuesto a ser explotado voluntariamente.

Ahora bien, las técnicas para la dominación psicopolíticas las ilustra el filósofo de diversas maneras. Desde la literatura de autoayuda que hace parte del lenguaje motivacional en el modelo capitalista neoliberal y que se estudia en el capítulo titulado La curación como ansiedad; hasta la administración de choques eléctricos y que se expresa en extenso en el libro de Naomi Klein La estrategia del shock, y que se sostiene en el capítulo Shock. Las descargas eléctricas buscan un trabajador que borra la memoria de sus crisis mentales y son las que le generan su servidumbre voluntaria. En estado de Shock permanente nos mantiene Facebook, Instagram, Tiktok, etc. En el Big Brother amable se argumenta en función de una dominación estética y suave de las mentes, pero que ejerce a través de otras psicotécnicas el mismo control panóptico que fuese descrito por Orwell en su novela 1984. Mientras que en la historia narrada por el inglés la psicotécnica crea todo un estado de vigilancia permanente donde es legal lavar cerebros con electrochoques, privar del sueño a los ciudadanos, establecer el aislamiento como una norma de convivencia, el uso de las drogas y la tortura corporal, en el mundo contemporáneo el panóptico amable se hace a través de un like, un emoticon o se tuitea o postea ya que en el estado de vigilancia digital

se sirve de la revelación voluntaria de los reclusos. La iluminación propia y la autoexplotación siguen la misma lógica. Se explota la libertad constantemente. En el panóptico digital no existe ese Big Brother que nos extrae información contra nuestra voluntad. Por el contrario, nos revelamos, incluso nos ponemos al desnudo por iniciativa propia. (Han, 2019, p. 62)

La ludificación y Big Data, son otras formas psicotécnicas que explora nuestro autor para mostrar el talante macabro que caracteriza a la nueva forma de la dominación mental de las subjetividades.

En El capitalismo de la emoción se plantea que paulatinamente el ser humano se encuentra expuesto a un ambiente de dominación que apela más a sus emociones que a las razones. Es muy fácil dominar a través de las emociones, sobre todo porque si estas suelen expresarse de un modo instantáneo y que cambian dependiendo del efecto que se quiere producir sobre alguien. Emociones y sentimientos se distinguen, porque mientras que las primeras son performativas y se desvanecen en un lapsus de tiempo muy corto, los sentimientos son experiencias prolongadas, y suelen expresarse a través de una narración. Como en el estado de la dominación psicopolítica las narraciones son eliminadas, porque se pierde tiempo en la instancia efectistas y afectada de intervenir la libertad del sirviente voluntario, es preferible dominarlo a través de un estado permanente de afectación profundamente emotiva, situación que se traduce en favor del capitalismo de consumo porque en este sistema económico se

introduce emociones para estimular la compra y generar necesidades. El emotional design modela emociones, configura modelos emocionales para maximizar el consumo. En última instancia, hoy no consumimos cosas, sino emociones. Las cosas no se pueden consumir infinitamente, las emociones, en cambio, sí. Las emociones se despliegan más allá del valor de uso. Así se abre un nuevo campo de consumo con carácter infinito. (Han, 2019, p. 72)

Ante esta avalancha de sujeción que produce la psicopolítica y que paralelamente se convierte en un estado de desubjetivación y donde el ser humano pierde potencia libertaria y dignificante, cabría indagar acerca de las posibilidades de resistencia o las apuestas de cambio.

Han plantea dos: el arte de la vida y el idiotismo. Hablemos especialmente de la primea ya que propone de la mano de Foucault una crítica a la psicologización de la sociedad; en otras palabras, la psicología es una ciencia anclada a las dinámicas del poder, ya que tiende a determinar toda forma de vida bajo una instancia de dominación, en la que el sujeto es una realidad sujetada, atrapada en los barrotes de las instituciones y que disponen a una persona hacia el encierro y la vivencia de la reclusión. El sujeto para la psicopolítica es un enfermo que merece estar bajo las rejas del fármaco o de la domesticación emocional de su existencia. 

Esta crítica se formula a la par de una mirada diferente de la subjetividad y la cual tiene que ver con las artes de la vida o de la existencia; según este planteamiento, la filosofía ha tenido desde sus orígenes la respuestas ante el autoritarismo, el dogmatismo y las violencias institucionalizadas (como ocurre con la instancia psicopolítica), de tal modo que pensar la libertad en perspectiva a las artes de la existencia tiene el potencial de crear una praxis que desarma la psicopolítica neoliberal.   

 

Referencias

Foucault, M. (2007). Nacimiento de la biopolítica. F.C.E., Buenos Aires.  

Han, B.-C. (2019). Psicopolítica. Neoliberalismo y nuevas técnicas de poder. Herder, España.

Huxley, A. (1976). Un mundo feliz. Plaza & Janés, Barcelona

Sloterdijk, P. (2012). Has de cambiar tu vida. Sobre antropotécnica. Pre-Textos, España.  



[1] Licenciado en Filosofía y Lengua Castellana de la Universidad Santo Tomás (Bogotá). Magíster y Doctor en Filosofía por la Pontificia Universidad Javeriana (Bogotá). Profesor del Programa de Filosofía de la UNAD.