Editorial

Pensar (una vez m s) las estrategias y el conocimiento mutuo

de los movimientos estudiantiles en Am rica Latina

Sergio Salgado[1]

 

En febrero vuelven los estudiantes. Los que vivimos aqu en la ciudad perennemente, los que no emigramos jam s, todos los que debemos contentarnos en diciembre con nuestros paseos dominicales a Monserrate, los vemos llegar poco a poco, con su alegr a bulliciosa y loca. Las calles, antes solitarias, se pueblan de medias calabazas y de bastones agresivos. Entonces son los abrazos p blicos, efusivos, estrechos, las risas estruendosas y el contarse mutuas aventuras. El antioque o y el pastuso, el caucano y el boyacense, el coste o y el cundinamarqu s, se felicitan al encontrarse, de verse juntos otra vez, en el claustro sereno de la Universidad, entre los frondosos rboles del parque, bajo las columnas j nicas del Capitolio

 

Luis Tejada, Vuelven los estudiantes (1918)[2]

 

 

En las protestas de 2011, los estudiantes universitarios reunidos en la capital colombiana (pensar al estudiante de secundaria como un actor social implica un recorte a n no realizado del todo para el an lisis del movimiento estudiantil en Colombia) emplearon un amplio y variado abanico de estrategias de presi n hacia el gobierno pero tambi n de estrategias comunicativas para visibilizar e intentar explicar al conjunto de la sociedad, hasta donde les era posible, los graves problemas con los que se topaban en su paso por el sistema educativo superior nacional. Como parte de un vasto abanico pudimos ver, as , en el Centro de Bogot y cerca de las universidades p blicas, por ejemplo, pancartas y largos frisos informativos que ofrec an un relato de la historia del movimiento estudiantil enlistando los nombres de los estudiantes que han sido asesinados por miembros de la fuerza p blica (muchos de estos part an, por tanto, de junio de 1929, con el asesinato de Gonzalo Bravo P rez, protegido del entonces presidente de la rep blica Miguel Abad a M ndez ). Se emplearon, de igual forma, algunas estrategias de shock para el transe nte no presto al relato: a las marchas, bloqueos de calles o avenidas y pintadas en muros que denunciaban los problemas de la reforma a la Ley 30 ( Por la cual se organiza el servicio p blico de la Educaci n Superior ), se sumaron cantidades enormes de croquis de cuerpos pintados en el suelo, se ales criminal sticas que indicaban el lugar donde hab a ca do el cad ver de la educaci n colombiana , as como estudiantes con los ojos vendados y en cuya ropa pod a leerse Educaci n colombiana , que caminaban a tientas por las calles con sus compa eros a distancia, silentes, sin posibilidad de brindarles pista alguna As intentaba el estudiantado explicar, a la sociedad colombiana, el urgente problema.

En las protestas estudiantiles de 2019-2020, enmarcadas en un Paro Nacional, adem s de estrategias de shock (los murales ganaron preeminencia y los suelos parecieron perderla, pero la gr fica continu multiplic ndose), la comunidad estudiantil reunida en Bogot emple , por ejemplo, algunas estrategias de di logo directo con la ciudadan a. Estudiantes, en lugar de bloqueos que empeoraran la situaci n de la que ha sido declarada como la ciudad con el peor tr fico del planeta, convocaron a cientos de juntanzas en muy diversos parques y plazas p blicas, y esperaron el sem foro en rojo para dialogar con ciudadanos que, sentados en sus autom viles, de repente ya no los ve an como la ruidosa y molesta causa del largo y tedioso camino de regreso a casa, sino como una compa a m s en el tr fico diario. Hubo, de esta manera, multitudes de di logos a trav s de las ventanas Los frisos, por su parte, se adaptaron a otros formatos y viajaron, entre bolsillos, a cientos de hogares

Pero, qu otro tipo de estrategias han empleado estos movimientos? C mo se ha integrado y qu efectos ha tenido el uso de redes sociales en ellos? Qu ocurr a en otras partes del pa s? Qu tipo de referentes nacionales e internacionales se manejaban al pensar y desplegar la protesta estudiantil y con qu sentidos eran acogidos? Qu referentes estudiantiles internacionales parecen persistir m s en las diversas latitudes del subcontinente y por qu motivos?

Teniendo presentes preguntas como estas, la convocatoria para el presente n mero de la revista Desbordes se forj un doble objetivo: por un lado, reunir trabajos de especialistas que permitieran visibilizar y analizar la historia de estos movimientos en diversos pa ses y periodos en sus problemas, estrategias (sobre todo en lo que tiene que ver con la parte gr fica) y lecturas; y por otro, contar con trabajos que trataran los casos concretos de pa ses que, a n hoy, suelen conocerse poco en otras latitudes de Am rica Latina: los pa ses de Centroam rica y el Caribe, cuyo desconocimiento parece persistir en otras partes de la regi n.

La invitaci n se extendi de manera directa a un gran n mero de especialistas de cada uno de los pa ses de Am rica Latina cuya ruta de investigaciones toca, desde hace a os y en muchas ocasiones d cadas, este tema, as como a algunas agrupaciones estudiantiles enfocadas, sobre todo, en la situaci n del estudiantado ind gena. El n mero, finalmente, qued conformado por un conjunto de siete art culos que sin duda alguna nos brinda un amplio pero detallado panorama de estos movimientos en diversos momentos entre los a os sesenta y el a o 2022 en cinco pa ses: Argentina, Uruguay, Chile, Costa Rica y Guatemala, prestando especial atenci n a los antecedentes y al contexto.

El n mero abre, as , con un an lisis de Juan Sebasti n Califa que, tomando como objeto de estudio diversos ex menes globales sobre el movimiento estudiantil latinoamericano realizados en pa ses extranjeros durante los a os sesenta y setenta, nos pone al tanto sobre sus autores, marcos de lectura, traducciones y momentos para subrayar la necesidad de an lisis globales futuros que, adem s de producidos localmente, se apoyen en ex menes recientes mucho m s documentados. Ahora bien, como parte de estos ex menes recientes inmersos en el archivo para estas d cadas tenemos, justamente, dos art culos: el de Mariano Mill n, que partiendo de un amplio corpus de prensa de cinco ciudades (Buenos Aires, C rdoba, La Plata, Rosario y Tucum n), analiza c mo entre los golpes de estado de 1966 y 1976 se conmemora, interpret ndola y reinscribi ndola de maneras siempre cambiantes, la herencia de un momento tan crucial para la historia de los movimientos estudiantiles en el subcontinente como la Reforma Universitaria de C rdoba de 1918; y el de Carlos Demasi, que introduci ndonos a profundidad en la historia de Uruguay y de su movimiento estudiantil desde principios del siglo XX (a este prop sito es esencial que nos recuerde el Primer Congreso Internacional de Estudiantes Americanos realizado en Montevideo en 1908), analiza la larga trayectoria y peso social de los v nculos del estudiantado con el movimiento sindical, as como sus posturas ante diversos hechos internacionales, para permitirnos comprender mejor su cambio en las estrategias de movilizaci n (brillan aqu las manifestaciones rel mpago ) y su radicalizaci n en 1968 a o crucial para la regi n si recordamos tambi n lo ocurrido en M xico y Brasil , que lleg hasta el asesinato de estudiantes, dando paso gradual a la dictadura que se instalar a en 1973.

Entrando en d cadas posteriores, tenemos el art culo de Yann Cristal, que analiza el periodo 1983-2001 en Argentina para subrayar, a trav s de un examen documental que incluye prensa, producci n propia del movimiento estudiantil (volantes y plataformas) y documentos institucionales, y tomando como caso la Universidad de Buenos Aires (con la gratuidad y el ingreso irrestricto como puntos base), dos elementos poco analizados: los movimientos estudiantiles en democracia y su injerencia en las pol ticas universitarias. Por su parte, el art culo de Silvio Valderrama G mez, ltimo de los trabajos del n mero relativos al cono sur, analiza las protestas de 2019 en Chile (iniciadas por estudiantes de secundaria) subrayando en ellas el culmen de un largo proceso social previo no siempre se alado y examinando, adem s de la importancia de las expresiones art sticas gr ficas y musicales, la presencia de tradiciones y de una memoria cultural populares que confluyen y se activan en una est tica de la violencia ; todo ello remarcando, desde la perspectiva de alguien que particip de manera directa en la llamada Revoluci n Ping ina de 2006, la existencia de proyectos de archivo relativos a diversos periodos de revueltas.

La secci n de art culos culmina, entonces, con dos trabajos relativos a Centroam rica: el de Juan Antonio Guti rrez Slon, que adem s de brindarnos algunas puntadas sobre la historia de estos movimientos en Centroam rica desde 1922 y sobre la historia de la universidad costarricense desde fines del siglo XIX (con un natural nfasis en los a os cuarenta del siglo XX), analiza los motivos y el desarrollo de once tomas estudiantiles ocurridas entre octubre y diciembre de 2019 en diversos lugares de Costa Rica partiendo del an lisis de un archivo reunido por diversos colectivos, cuya labora destaca (algunos de corte acad mico y feminista), que trabajaron de cerca para registrar y conservar memoria de las movilizaciones, de sus grafitis y de im genes que circularon por entonces en redes sociales; y el de Mariano Gonz lez, que brind ndonos diversos puntos clave de la historia pol tica de Guatemala y de la historia de su movimiento estudiantil desde 1898, analiza, gracias a entrevistas con actores sociales directos y a an lisis de comunicados, prensa y videos, los motivos, estrategias y complejo desarrollo de las protestas del movimiento estudiantil de 2022 en la nica universidad p blica de dicho pa s: la Universidad de San Carlos de Guatemala.

El n mero finaliza con una secci n de rese as en la que abordamos tres pa ses: Costa Rica, Argentina y Colombia. La primera rese a, autor a de Marialina Villegas Z iga, nos alerta sobre la existencia del blog Gr fica de protesta , que busca mantener presente, y sobre todo accesible, la memoria del movimiento estudiantil costarricense; la rese a de Iris Margarita Vallejo, a prop sito del reciente libro de Juan Sebasti n Califa y Mariano Mill n, Resistencia, rebeli n y contrarrevoluci n. El movimiento estudiantil de la UBA, 1966-1976, nos acerca a un an lisis de caso de la Universidad de Buenos Aires durante un periodo en el que confluyen dos momentos pol ticos cruciales en dicho pa s: la Revoluci n Argentina y el Tercer Peronismo ; y una tercera rese a, por ltimo, de mi autor a (para no dejar sin tocar el caso colombiano), nos aproxima al libro Formar una naci n de todas las hermanas. La joven intelectualidad colombiana frente al latinoamericanismo mexicano, 1916-1920, de David Antonio Pulido Garc a, que tomando como hilo conductor la figura del joven poeta y delegado mexicano Carlos Pellicer en su paso por Bogot , recupera los or genes del movimiento estudiantil de los cruciales a os veinte en Colombia para descubrirnos un periodo y una red intelectual previos que apenas si se han analizado.

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Con un agradecimiento a nuestros autores, esperamos que este n mero no solo nos lleve a pensar (una vez m s) los problemas, estrategias y lecturas de las que han sido objeto los movimientos estudiantiles en la historia de Am rica Latina, as como sus logros y aportes concretos a la continua construcci n de la universidad, sino que visibilice de igual modo, sorte ndolo en parte, el abismo que parece persistir en el conocimiento mutuo de nuestros pa ses, un conocimiento que debe seguir fortaleci ndose y construy ndose d a a d a.

 

Referencias

 

Tejada, L. (2008). Vuelven los estudiantes. En. G. Loaiza Cano (Ed.). Nueva antolog a de Luis Tejada (pp. 23-24). Universidad de Antioquia.



[1] Profesional en Estudios Literarios de la Pontificia Universidad Javeriana (Bogot ). Tutor e investigador de la Escuela de Ciencias Sociales, Artes y Humanidades (ECSAH) de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD). Coeditor de la revista Desbordes.

[2] (Tejada, 2008, p. 23).