Historias para reconciliar.

Un marco conceptual para iniciativas de reconciliaci n

Stories to reconciliation.

A conceptual framework for reconciliation initiatives

 

Mario Fernando Guerrero Guti rrez[1]

Heidy Milena D az Mart nez[2]

Sindy Paola Cort s Barrios[3]

 

Resumen

Las intervenciones para construcci n de paz basadas en storytelling son cada vez m s comunes en escenarios de conflicto como din micas que buscan propiciar acercamientos entre personas, sus vivencias, expectativas y, en general, sus historias. De este modo, en el hablar y el escuchar se puedan generar din micas transformativas a nivel individual y colectivo.

Diversas experiencias internacionales de referencia permiten inferir que el storytelling, como producci n cultural, es aplicable y brinda herramientas a las comunidades para desarrollar procesos de di logo, reparaci n y reconciliaci n, e individualmente favorece la sanaci n y la resiliencia a trav s de diversas din micas o lenguajes, sean estos escritos, orales, visuales, musicales, art sticos, e incluso, en los nuevos lenguajes del mundo digital. Sin embargo, la mayor parte de ejercicios de storytelling revisados no enmarcan su intervenci n en procesos estructurados de reconciliaci n, sino que se presentan como operaciones dispersas y no articuladas en los territorios. As mismo, se han desarrollado de manera intuitiva, basados en la experiencia de los orientadores y como una pr ctica de sanaci n y acercamiento entre individuos y comunidades, pero sin un marco conceptual y metodol gico definido que permita establecer la orientaci n de cada una de las experiencias. En esta l nea, se estructura una propuesta metodol gica que permite enlazar las intervenciones de storytelling con los estudios de paz y conflicto, nombrada Historias para reconciliar. A trav s de esta se establece un marco de acci n espec fico para los contextos de posconflicto y posacuerdo de paz, en el que las estrategias narrativas son usadas tanto como procesos de sanaci n y resiliencia en el plano individual, como procesos colectivos de convivencia, reconocimiento mutuo y reparaci n de tejido social. Estas estrategias posibilitan a las colectividades transitar desde el pasado violento a la proyecci n de un futuro en com n al construir historias compartidas.

Palabras clave: construcci n de paz, storytelling, reconciliaci n, educaci n para la paz, cultura de paz, paz de peque a escala.

 

Abstract

Peacebuilding interventions based on storytelling are increasingly common in conflict scenarios as dynamics that seek to bring people together, their experiences, their expectations and in general their stories, so that individual and collective transformative dynamics can be generated through talking and listening.

Several international reference experiences allow inferring that storytelling, as a cultural production, is applicable and provides tools to communities to develop processes of dialogue, reparation and reconciliation, and individually favors healing and resilience, through different dynamics or languages, written, oral, visual, musical, artistic, and even in the new languages of the digital world. However, most of the storytelling exercises reviewed do not frame their intervention in structured reconciliation processes, but are presented as scattered and unarticulated operations in the territories; likewise, they have been carried out intuitively based on the experience of the counselors, as a practice of healing and rapprochement between individuals and communities, without a defined conceptual and methodological framework to establish the orientation of each of the experiences. In this way, a methodological proposal is structured that allows linking storytelling interventions with peace and conflict studies, named Stories to Reconcile, with which a specific action framework is established for post-conflict and post-peace agreement contexts through which narrative strategies are used both as healing and resilience processes at the individual level, as well as collective processes of coexistence, mutual recognition and repair of the social fabric, which enable collectivities to move from the violent past to the projection of a common future by building shared histories.

Keywords: peacebuilding, storytelling, reconciliation, education for peace, culture of peace, small-scale peace.

 

Introducci n

La manifestaci n moderna de la guerra no es el enfrentamiento entre grandes ej rcitos sino las guerras civiles dentro de las fronteras de los Estados naci n cl sicos, los llamados conflictos armados internos. Estos surgen como manifestaciones de disputas econ micas, pol ticas, religiosas o culturales, y representan, en el per odo posterior a la Segunda Guerra Mundial, el 80% de las muertes violentas en el mundo (Gonz lez Calleja, 2012, p. 10).

El desplazamiento de los enfrentamientos en los campos de batalla a los espacios nacionales ha modificado las l gicas del conflicto, que han dejado de desarrollarse como confrontaciones directas entre actores armados, para anidarse en medio de las sociedades y manifestarse en acciones b licas no convencionales y confrontaciones indirectas que involucran de diversas formas a la sociedad civil, en lo que ha sido denominado como guerras de baja intensidad o guerras asim tricas.

De esta manera, lo que inicia como una disputa violenta por diferencias pol ticas, sean estas econ micas, sociales, tnicas o culturales entre dos bandos que muchas veces representan a un bajo porcentaje del total de la sociedad , a medida que escala en violencia se recrudece y extiende a diversos espacios sociales, apoder ndose de los lugares p blicos y pol ticos, y termina por naturalizar las l gicas de confrontaci n en esos espacios. El conflicto violento se instala entonces de manera profunda en medio de la sociedad en instituciones, discursos, din micas sociales y medios de comunicaci n, y aterriza en la esfera privada de los sujetos y crea as disputas y polarizaci n en los intercambios sociales.

Lo anterior debe ser tenido en cuenta en la b squeda de la paz, esto es, aquellos alcances no evidentes de la violencia que no est n en el cruce de armas, sino en la naturalizaci n y articulaci n en procesos sociales y culturales. Sin embargo, las metodolog as de las agencias internacionales multilaterales de construcci n de paz, como las de Peacebuilding de la Organizaci n de las Naciones Unidas (ONU), a n mantienen la perspectiva de concentrar acciones enfocadas en los actores armados; su desmovilizaci n, desarme y reintegraci n a la vida civil; el desarrollo de tribunales e instituciones de justicia transicional; la reparaci n a las v ctimas directas de hechos violentos y el fortalecimiento de instituciones democr ticas o state building. Hay una orientaci n clara de estas acciones desde un enfoque de paz negativa, olvidando procesos de reconciliaci n, convivencia y/o resiliencia colectiva a nivel regional, como base de la no repetici n de la violencia.

El Instituto Kroc (2018), en un minucioso seguimiento a diversos procesos de paz a lo largo de 40 a os, ha demostrado que concentrar esfuerzos solamente en los actores armados no garantiza la consolidaci n de un proceso de paz y que, en estos casos, existe un 80% de posibilidades de que resurjan los episodios violentos. Por otro lado, aquellos procesos de paz hol sticos , que desarrollan acciones con la sociedad civil para enfrentar las violencias estructurales, solo en un 20% retornan a la guerra.

As , las acciones de finalizaci n de hostilidades deben estar acompa adas por acciones de construcci n de paz a nivel regional y a nivel local, no solo desde la perspectiva de la reparaci n, pues estas se centran en v ctimas directas de acciones violentas y violaciones de derechos humanos, sino tambi n desde la perspectiva de la reconciliaci n como construcci n conjunta de un futuro compartido en las comunidades. Esto a partir de acciones que convoquen a m ltiples actores sociales, no solo victimizadores o victimizados, sino tambi n a todos aquellos a quienes no afect de manera directa la guerra.

En este sentido, se requiere el desarrollo de modelos de construcci n de paz innovadores, centrados en las comunidades, que involucren visiones de reconciliaci n desde sus necesidades, perspectivas y vivencias. Nuevos enfoques que trasciendan las agendas pol ticas de los bandos desmovilizados y que est n en relaci n con el diario vivir y los tejidos de convivencia y di logo que deban ser reparados, persona a persona, entre los integrantes de la comunidad. Al respecto, los estudios en comunicaci n plantean la centralidad de los fen menos comunicativos y culturales como din micas esenciales a trav s de las cuales debe transitar cualquier transformaci n de fondo de los colectivos humanos, entre estas, la construcci n de paz.

De esta manera, en algunos escenarios de conflicto se han implementado proyectos basados en storytelling que buscan propiciar acercamientos entre personas, sus vivencias, perspectivas, expectativas y, en general, sus historias, de modo que en el hablar y el escuchar se puedan generar din micas transformativas a nivel individual y colectivo. Estas acciones de storytelling buscan crear escenarios que promuevan la narraci n de episodios de vida entre algunos integrantes de las comunidades, como medio para generar di logos diversos, interacci n y acercamiento. Ha demostrado ser una valiosa metodolog a para construir paz con un enfoque local y personal.

En consecuencia, este art culo tiene como objetivo partir de la revisi n de algunas de estas experiencias de storytelling para esbozar los principios de una metodolog a de reconciliaci n a peque a escala, sustentada en contar historias en escenarios de construcci n de paz, como marco de referencia para la implementaci n de este tipo de proyectos de manera estructurada. Para tal fin, se har una revisi n de la literatura especializada, un an lisis conceptual sobre la narraci n de historias en el marco de los estudios de paz y conflicto, para finalmente llegar al planteamiento de una metodolog a concreta que pueda ser replicada en proyectos de construcci n de paz.

 

Estado del arte

Desde la perspectiva positiva de la transformaci n del conflicto, los esfuerzos de comprensi n de cada conflicto armado deben transcender la visi n pol tico-militar, centrada en los actores armados, para concentrarse en las causas profundas que llevaron del conflicto a la disputa violenta y, m s all , a revisar aquellas estructuras sociales y culturales que permiten o, de hecho, impulsan el surgimiento de la violencia como forma validada de tramitar el conflicto.

En ese sentido, pensar el conflicto violento solo como una disputa entre grupos armados no permite entender la manera como la violencia se reproduce y naturaliza, para ello, es indispensable abordar el mbito cultural y simb lico de las sociedades en guerra. Al respecto, Joan Galtung (1969) inici el debate acerca de la relaci n entre las desigualdades, las injusticias sociales y las causas profundas de la violencia. A partir de all , se han desarrollado diferentes enfoques para orientar la raz n y la acci n colectiva hacia cambios sociales significativos y la desestructuraci n de la violencia, entre estos:

      El manejo de conflictos, centrado en desescalar la violencia y buscar soluciones r pidas.

      La resoluci n de conflictos, enfocado en la b squeda de soluciones definitivas bajo el enfoque de mediaci n y elementos de decisi n que provienen de una autoridad neutral.

      La transformaci n de conflictos, enfoque de largo plazo que apunta a las causas estructurales del conflicto, teniendo en cuenta la historia, la cultura, el sistema de poderes, las relaciones e influencias entre actores en los niveles micro, meso y macro (Gr nberg, 2013).

As , la evoluci n de las metodolog as de construcci n ha llevado a que la transformaci n de conflictos no se limite a buscar el fin de la violencia armada, sino a abordar de manera compleja los conflictos como din micas naturales de las sociedades dentro de los cuales la violencia solo es una manifestaci n extrema de su exacerbaci n. El manejo o la resoluci n de conflictos corta la escalada de violencia pero no aborda las causas estructurales, lo que aumenta la probabilidad del retorno de la violencia. Por el contrario, los an lisis complejos y de contexto permiten identificar las ra ces del conflicto y proponer sobre ellas din micas de cambio social que hagan del conflicto un motor de transformaci n de la sociedad.

En el contexto de este cambio se enmarca la literatura especializada en storytelling, la cual describe, en general, algunas experiencias de referencia y analiza las potencialidades de la metodolog a como un posible mecanismo de transformaci n de conflictos a nivel personal y colectivo. As , Senehi (2002) establece un panorama general de los estudios en storytelling y concluye que los mecanismos para contar historias estaban en la base misma de las din micas sociales, por lo que se encuentra relaci n directa entre la naturaleza de los relatos colectivos y los conflictos intergrupales. En esto coincide con Galtung (1990), quien se ala que la violencia estructural genera violencia cultural, y viceversa, en din micas circulares en las cuales los sistemas de segregaci n e inequidad generan relatos que legitiman las diferencias en las condiciones materiales de vida, y a su vez, estos relatos justifican que las diferencias se hagan cada vez m s profundas.

En su revisi n, Senehi (2002) encontr que en la misma medida que contar historias puede ahondar las causas de la violencia (destructive storytelling), puede impulsar cambios positivos (constructive storytelling) en cuanto a factores sociales esenciales:

      Creaci n de conocimiento

      Construcci n de identidad individual y colectiva

      Promoci n de la socializaci n

      Emotividad y empat a social

      tica y moralidad p blica

      Construcci n de memoria

Otras investigaciones de referencia describen el potencial del storytelling como metodolog a concreta para el manejo de conflictos interculturales en sociedades divididas por prejuicios religiosos, tnicos o culturales, que se relatan (heredan) generaci n tras generaci n y prolongan las disputas como parte del imaginario colectivo (McKee, 2006; McKee, 2008; Bidwell et al., 2010). Sin embargo, a partir del folclore tradicional de las comunidades, tambi n pueden desarrollarse capacidades cr ticas para el an lisis y manejo de estereotipos sobre otras culturas, etnias y g neros (Furman, 2013; Jenkins y Couldry, 2014; Ataci, 2017).

Por otro lado, la relaci n entre storytelling y Educaci n para la paz es explorada de manera sistem tica por diferentes autores como un mecanismo para abordar el tema del conflicto en las aulas, particularmente aquellos aspectos considerados intratables, como los hechos dolorosos de las guerras o las violaciones sistem ticas a los derechos humanos en relaci n con el perd n y la memoria (Kester, 2007; Bar-Tal y Rosen, 2009; Anjarwati y Trimble, 2014).

Finalmente, el tema m s representado en estudios acad micos es la descripci n y el balance de experiencias de acciones de storytelling en escenarios de conflicto (Senehi y Byrne, 2006; Stewart et al., 2015; McConnell, 2019). Especialmente representativos son los diversos proyectos de esta naturaleza llevados a cabo en Irlanda del Norte (Maiangwa y Byrne, 2015), donde pueden encontrarse valiosos aprendizajes; asimismo, en el abordaje del Irish Peace Centres (IPC) est el m s profundo acercamiento para valorar la experiencia de storytelling como una metodolog a v lida para la construcci n de paz, por lo que ser un referente clave para este escrito (IPC, 2011).

 

El sentido de narrar historias

Storytelling es lenguaje. Abarca vocabulario, reglas gramaticales, normas de comportamiento comunicativo y formas narrativas. El lenguaje es el sistema simb lico m s complejo de la sociedad. Como tal, el lenguaje codifica la cultura de una comunidad en particular, incluyendo entendimientos compartidos de identidad, poder, historia, valores y visiones ut picas. Storytelling tambi n es narrativa. Un subconjunto de lenguaje, la narrativa es simple y compleja. Si bien pueden distinguirse por varias caracter sticas, las narrativas pueden definirse simple y suficientemente como alguien que le dice a alguien que algo sucedi . (Senehi, 2002, p. 43)

Las narraciones m ticas o tradicionales son la estructura fundamental de la cohesi n y la estructura social; en ellas se encuentran y reproducen los elementos nativos de cada colectivo. D nde, cu ndo y c mo surgimos como grupo?, qui nes est n o no presentes en las historias y qu roles juegan?, qu valores, creencias y principios se narran? Se establecen as , a partir del origen y del legado, las bases de la existencia hist rica, las jerarqu as y posiciones de poder, y el mandato de quienes tienen la autoridad de dar forma a esa sociedad en el presente y proyectarla hacia el futuro.

De esta manera, narrar el pasado tiene la potencia de establecer el sentido del presente de una colectividad, estableciendo qui nes son parte de ella y qui nes no (ciudadan a), y, sobre todo, qu valores culturales comparten los incluidos, qu pueden hacer y qu tienen prohibido, lo que genera marcos de justificaci n para la acci n o la reacci n. Como lo se ala Bauman (1986), aquellos que generan narraciones, est n en una posici n de control relativo en el proceso de construcci n social del significado (p. 53).

Es por lo anterior que las historias son lugares de disputa. Tener las capacidades, las posibilidades y los medios para narrar historias como pr ctica cultural o pol tica es una opci n determinante de poder en las sociedades humanas. En las diferentes historias se encuentran los sentidos de la sociedad, aquello que es v lido o inv lido, y, por ende, son matrices de significados a partir de los cuales se establecen las posibilidades y sus futuros imaginables.

Siguiendo a Senehi (2002), las acciones de storytelling han sido base de la conservaci n del conocimiento y las tradiciones de grupos excluidos y segregados. Se han constituido en herramientas de preservaci n y transmisi n de saberes entre generaciones, sirviendo como elementos de resistencia frente a la imposici n de mecanismos culturales que buscan apropiar, desvirtuar o asimilar los elementos aut ctonos hasta llevarlos a su desaparici n. As , las historias son una de las manifestaciones culturales m s representativas de los pueblos ind genas que han pasado por periodos de colonizaci n, as como de los pueblos afrodescendientes desarraigados, quienes en narraciones y m sicas han conservado sus sentidos originarios.

Tradicionalmente el acto de narrar se desarrolla en espacios sociales significativos, como los familiares o los rituales, que generan identidad de grupo y cohesi n en el colectivo. Esto conecta a los participantes, particularmente a los j venes, con sus posibilidades (tradicionalmente aceptadas) de ser en el presente y en el futuro, y establece una serie de valores a partir de los cuales se entiende la realidad y se toman decisiones sobre ella. Es en estos espacios en lo que se producen, reproducen y perpet an los prejuicios que tienen las sociedades sobre s mismas y sobre las dem s colectividades humanas; las ideas acerca de qu es ser nosotros y qu es ser otros. A partir de estas representaciones, y en la b squeda de reconocimiento social, las nuevas generaciones construyen su identidad e, individuo a individuo, desarrollan procesos cognitivos de asimilaci n de las historias y crean nuevas narraciones seg n las capacidades y el rol social de cada persona. Narrar y ser escuchado, como capacidades comunicativas y performativas, son elementos b sicos de la construcci n de la identidad del ser humano en relaci n con los dem s.

El proceso mismo de storytelling y narraci n fomenta la empat a a medida que los oyentes se identifican con los personajes de una historia; as mismo la interpretaci n tiene un inmenso potencial para moldear y modelar la identidad. El principio de la actuaci n, es la identificaci n, el intercambio de identidad, en lugar de la deliberaci n ret rica pues la actuaci n cultural imita las identidades culturales y perpet a las identidades como una red. (Senehi, 2002, p. 10)

Es tan importante en nuestras sociedades el storytelling que abarca un amplio conjunto de actividades y puede ser asociado a entornos educativos, sociales, institucionales, empresariales, organizacionales, e incluso, publicitarios y comerciales. Esto tiene sentido en tanto narrar historias est en la base de nuestras din micas colectivas,

Contar historias: como toda producci n cultural, es un medio a trav s del cual se construye la comunidad. A trav s de las historias, los grupos y las sociedades crean, recrean y alteran las identidades sociales, las relaciones de poder, el conocimiento, la memoria y la emoci n. (Senehi, 2002, p. 97)

 

Storytelling y construcci n de paz

Todo lo anterior permite comprender el car cter pol tico de los espacios de narraci n, en los cuales se manifiestan las tensiones entre el pasado y el presente, la tradici n colectiva y el aporte individual del narrador que tiene la posibilidad de cuestionar, reafirmar, deformar o enriquecer el legado en un ejercicio de recreaci n narrativa. Es esta naturaleza dual de las historias narradas, como preservadoras pero tambi n transformadoras, la que inserta la metodolog a de storytelling en la construcci n de paz, pues permite a las personas conservar la memoria de lo sucedido sin quedar atrapadas en ella, contando el pasado en t rminos de un presente distanciado.

As mismo, los valores o contextos de interpretaci n planteados por las historias son reforzados por las cargas emotivas del relato, lo que genera mayor recordaci n e interiorizaci n, y se constituye en un mecanismo id neo y adecuado para enfrentar las diversas emociones negativas, algunas irracionales y prejuiciosas, que refuerzan la violencia y el conflicto:

Abordar las emociones es fundamental en la consolidaci n de la paz despu s de un conflicto. Cuando un trauma hist rico colectivo permanece sin ser reconocido, se configura como un obst culo para la curaci n del grupo traumatizado y el acercamiento entre comunidades. (Senehi, 2002, p. 52)

Por esta raz n, en escenarios espec ficos en los que se construye paz, las diversas experiencias internacionales de referencia permiten inferir que el storytelling, como producci n cultural, es aplicable y brinda herramientas a las comunidades para desarrollar procesos de di logo, reparaci n y reconciliaci n. As mismo, se se ala que individualmente favorece la sanaci n y la resiliencia a trav s de diversas din micas o lenguajes, sean estos escritos, orales, visuales, musicales, art sticos, e incluso en nuestros d as, a trav s de los nuevos lenguajes del mundo digital. Ahora bien, se observa que los espacios de storytelling pueden surgir espont neamente en las comunidades, pero no en lugares golpeados por la violencia. En estos contextos son necesarias mediaciones para restablecer la confianza y que surjan estos espacios, de modo que sean un tipo de intervenci n promovido por agencias de cooperaci n internacional, ONG, instituciones oficiales como comisiones judiciales, comisiones de la verdad, entre otras.

Para esta investigaci n se han revisado diversos ejercicios de storytelling en escenarios de paz, y se ha encontrado que desde d cadas atr s se hecho uso de este tipo de intervenciones; sin embargo, la mayor parte de proyectos documentados no enmarcan su intervenci n en procesos estructurados de reconciliaci n, sino que se presentan como operaciones dispersas y no articuladas en los territorios. As mismo, estos ejercicios se han desarrollado de manera intuitiva, basados en la experiencia de los orientadores y como una pr ctica de sanaci n y de acercamiento entre individuos y comunidades, pero sin un marco conceptual y metodol gico definido que permita establecer la orientaci n de cada una de las intervenciones. Esto, por un lado, impide la adecuada evaluaci n del desarrollo, resultados e impacto de los proyectos, y, por otro lado, expone a las comunidades a ejercicios improvisados o poco controlados que podr an tener resultados adversos, como abrir heridas no sanadas o generar nuevas disputas en medio de tensiones y polarizaciones.

A pesar de lo anterior, en estas mismas experiencias se encuentran resultados positivos en relaci n con la generaci n de capacidades individuales y locales en comunidades golpeadas por la violencia, que tienen relaci n directa con los procesos de reconciliaci n, tal como son definidos por Hamber y Grainne (2004). Para estos autores, la reconciliaci n es un camino complejo, susceptible de ser ideologizado y no exento de contradicciones que, de hecho, est atravesado por tres paradojas org nicas: la primera es el encuentro entre la memoria viva de los hechos dolorosos del pasado y la b squeda de un futuro compartido; la segunda hace referencia a las necesidades encontradas de conocer y reconocer la verdad de lo sucedido, pero a la vez de dejarlo ir en favor de relaciones renovadas, y, finalmente, el desarrollo paralelo de justicia y paz, conciliando la b squeda de responsables de cr menes con la reparaci n de estos (p. 20). En este sentido, la definici n de Hamber y Grainne incluye los siguientes elementos como constitutivos de un proceso de reconciliaci n:

1. Desarrollar una visi n compartida de una sociedad interdependiente y justa: aunque los individuos pueden tener diferentes opiniones o creencias pol ticas, la articulaci n de una visi n com n de una sociedad interdependiente, justa, equitativa, abierta y diversa, que requiere la participaci n de toda la sociedad, a todos los niveles, es una parte cr tica de cualquier proceso de reconciliaci n.

2. Reconocer y lidiar con el pasado: reconocer el dolor, las p rdidas, las verdades y el sufrimiento del pasado. Proporcionar los mecanismos de justicia, curaci n, restituci n o reparaci n y restauraci n (incluidas las disculpas si es necesario y los pasos destinados a la reparaci n). Para construir la reconciliaci n, las personas y las instituciones deben reconocer su propio papel en los conflictos del pasado, aceptarlo y aprender de l de manera constructiva para garantizar la no repetici n.

3. Construir relaciones positivas: construcci n de relaciones o renovaci n de estas, abordando problemas de confianza, prejuicio, intolerancia, lo que resulta en la aceptaci n de puntos en com n y diferencias, de aquellos que son diferentes a nosotros.

4. Cambio cultural y de actitud significativo: cambios en la forma en que las personas se relacionan y sus actitudes hacia las dem s. La cultura de la sospecha, el miedo, la desconfianza y la violencia se desmorona y se abren oportunidades y espacios en los que las personas pueden escuchar y ser escuchadas. Se desarrolla una cultura de respeto por los derechos humanos y la diferencia humana, creando un contexto en el que cada ciudadano se convierte en un participante activo en la sociedad y siente un sentido de pertenencia.

5. Cambio social, econ mico y pol tico sustancial: las estructuras sociales, econ micas y pol ticas que dieron lugar al conflicto y el alejamiento se identifican, reconstruyen o abordan, y se transforman (2004, p. 20).

Son m ltiples las coincidencias que pueden encontrarse con las intervenciones basadas en narrar, escuchar y construir una historia a varias voces en un entorno de comunidad. Por lo anterior, se consolidar a continuaci n un marco conceptual de referencia sobre intervenciones basadas en storytelling como una potencial metodolog a para la construcci n de paz y reconciliaci n en contextos de violencia.

Historias para reconciliar

Seg n lo que se ha descrito en este art culo, es posible y pertinente implementar acciones de storytelling en escenarios de construcci n de paz para promover y apoyar procesos de reconciliaci n. En este sentido, se propone un marco metodol gico de acci n titulado Historias para reconciliar, que tendr los siguientes prop sitos orientadores:

I.          Promover espacios de di logo orientados a la reconciliaci n, en los cuales integrantes de las comunidades comparten historias de sus vivencias del conflicto armado. Lo fundamental ser hablar y escuchar, con el fin de recuperar la confianza a trav s de un di logo sujeto sujeto que permita comentar, interpretar, elaborar estrategias, curar las propias heridas (Hooks, 1990, p. 53) y apuntalar procesos de fortalecimiento de identidad individual y colectiva, resiliencia y agenciamiento en los participantes.

II.          Expresar y asimilar la vivencia personal en un entorno de respeto y reconocimiento de la pluralidad de experiencias y perspectivas individuales acerca del conflicto, empezando con grupos no masivos (paz de peque a escala) para promover el intercambio cercano en el que las sensaciones de confianza y comunidad sean catalizadoras de recomposici n colectiva, permitiendo modificar ideas sobre la otredad, la diferencia y el enemigo.

III.          Reconocer las m ltiples formas en que el conflicto fue vivido y sufrido, tanto por parte de v ctimas de la violencia y sobrevivientes, como de personas no afectadas de manera directa por el conflicto, para generar visiones de conjunto de los hechos que orienten el an lisis cr tico de los or genes y contextos de la violencia.

IV.          Construcci n colectiva de sentido desde el intercambio dial gico, y construcci n de comunidad para generar la posibilidad de un futuro compartido.

 

 

 

Marco te rico

Toda buena praxis depende de una teor a de referencia que oriente adecuadamente las acciones. En consecuencia, la Teor a de la Acci n Comunicativa (TAC) de J rgen Habermas es un marco conceptual de referencia orientado hacia la praxis universal de la racionalidad comunicativa. La TAC, entonces, nos permite establecer unos m nimos fundamentales para la creaci n de comunidades de di logo que garanticen un ejercicio comunicativo tico y constructivo, a saber: la competencia comunicativa y la voluntad de participaci n. La primera tiene que ver con la capacidad de expresar ideas y argumentos en el contexto de validez de una comunidad, que no solo contempla la pericia al expresarse, sino tambi n el cumplimiento de unas m nimas reglas durante el intercambio verbal. El segundo elemento no solo se refiere al deseo de hacer parte de un debate argumentado, sino a la disposici n para escuchar otros argumentos y aceptarlos como v lidos en caso de que est n mejor sustentados. As , se dan las condiciones para el uso racional del lenguaje, en tanto existan las siguientes condiciones:

      Un espacio de debate p blico abierto completamente a la inclusi n de todos los afectados.

      El reparto equitativo del derecho a comunicarse.

      Una situaci n de habla en la que no hay violencia de ning n tipo y en donde la nica coacci n permitida es la del mejor argumento.

      La honestidad de las expresiones de todos los participantes (Habermas, 2002, p. 48).

Los principios planteados por Habermas son b sicos para garantizar la aplicabilidad del modelo en diversos escenarios; sin embargo, la universalidad del modelo debe radicar no en la estandarizaci n de las intervenciones, sino en su capacidad de adaptarse a las particularidades de cada situaci n. En consecuencia, la metodolog a Historias para reconciliar debe empezar por explorar los valores culturales locales y regionales del lugar donde se proyecta su implementaci n, y evitar trasladar a los participantes interpretaciones morales y ticas sobre paz y reconciliaci n ajenas a su propia idiosincrasia. Por lo tanto, tendr como punto de partida los enfoques orientadores que se detallan a continuaci n.

 

Sensibilidad al conflicto

Toda acci n de intervenci n que se desarrolla en escenarios de conflicto tiene impactos intencionales y no intencionales en el contexto de conflictividad; por ello, toda intervenci n de actores externos a las comunidades debe partir de la reflexi n sobre las consecuencias que puedan tener sus acciones en referencia al conflicto armado pasado o que a n se desarrolla. De acuerdo con el Conflict Sensitivity Consortium (2004), la sensibilidad a los conflictos parte de reconocer que en la mayor a de contextos de acci n existe, generalmente, una complejidad pol tica, econ mica, social y cultural expresada en la existencia de conflictos sociales que pueden ser m s o menos evidentes. Lo anterior, nos permite reflexionar frente al hecho de que las acciones que se emprenden no son neutrales, pues tienen el potencial de contribuir y/o reforzar las din micas de los conflictos y, por lo tanto, es necesario minimizar el riesgo de causar impactos no deseados. A su vez, es importante reconocer el potencial que puede tener toda intervenci n para aportar a la construcci n de paz (p. 10).

De esta manera, las intervenciones tienen como inicio un conocimiento detallado y profundo del contexto de conflictividad, para as estructurar sobre la base de este los objetivos y alcances del proyecto. Estos proyectos en escenarios de conflicto deben establecer si su alcance es trabajar en temas directamente ligados a las causas del conflicto violento y a los impedimentos para la consolidaci n de una paz estable y duradera (working on conflict); en temas no directamente relacionados con las causas del conflicto pero s en disminuir los efectos negativos de este en las vidas de las personas, lo cual a n determina tener en cuenta las conflictividades y la violencia (working in conflict), o en evitar deliberadamente el contexto violento en relaci n con los objetivos del proyecto (working around conflict) (Conflict Sensitivity Consortium, 2004). A partir de lo anterior debe realizarse una cuidadosa planificaci n del proyecto, sus resultados y los posibles riesgos que surgen tanto para el equipo como para los participantes y las comunidades relacionadas. Es fundamental tener en cuenta que una vez finalicen los proyectos los equipos que los desarrollaron se retirar n de los espacios, pero las comunidades deber n lidiar con los impactos de mediano y largo plazo de las intervenciones.

 

Acci n sin da o

En todo escenario de guerra o violencia existen conectores y divisores de la sociedad que se encuentra en medio del conflicto. La identificaci n de estos brinda bases a las instituciones que buscan intervenir para evitar reforzar divisores y promover el fortalecimiento de conectores reduciendo al m nimo la injerencia institucional o externa en medio de la comunidad.

A n en sociedades en guerra civil, que rompe los patrones cotidianos, varios aspectos de la vida siguen conectando a la gente y no la dividen. La historia, la cultura, el lenguaje y las experiencias comunes; las instituciones y los valores compartidos; la interdependencia econ mica y pol tica; y la manera parecida de pensar y de actuar existen en todas las sociedades, incluso en las que sufren la guerra civil. (Anderson, 2009, p. 36)

A partir de lo anterior, se debe reconocer en la implementaci n de acciones e intervenciones de paz las potencialidades, pero tambi n los riesgos, de generar din micas destructivas m s que constructivas por el desconocimiento de las comunidades. Esto es especialmente cierto en el caso de las intervenciones comunicativas, por tratarse de un tema sensible en el mbito p blico, a trav s del cual pueden posicionarse ideolog as nacionalistas, xen fobas o excluyentes, discursos de odio y deshumanizaci n del otro para generar violencia directa.

La violencia cultural es lo que justifica la violencia estructural y directa. Las narraciones poderosas pueden hacer que la ideolog a parezca natural para racionalizar la injusticia social. Enmarcar un conflicto en t rminos morales sin un esfuerzo por comprender las perspectivas de la otra parte puede ser parte del proceso de demonizar al enemigo. (Senehi, 2002, p. 53)

Los anteriores enfoques permiten sustentar los proyectos de storytelling en un conocimiento profundo y responsable del contexto, base sobre la cual es posible determinar otros elementos de la metodolog a.

 

Poblaci n objetivo

Una gran ventaja de la metodolog a radica en que crear historias no requiere de ning n conocimiento t cnico espec fico. Las capacidades comunicativas b sicas son la base del ejercicio, de tal forma que las poblaciones que pueden participar incluyen todas las edades a partir de la adquisici n de la competencia comunicativa de nivel social. Las intervenciones basadas en esta metodolog a pueden ser implementadas bien sea en escenarios locales entre individuos de la una misma comunidad, en escenarios regionales o nacionales, o incluso en escenarios internacionales conformados por integrantes de pueblos, pa ses o culturas en conflicto, en donde la capacidad idiom tica de intercambio comunicativo ser a la nica limitante.

La participaci n debe ser lo m s amplia y plural posible, teniendo en cuenta los enfoques de g nero, diferencial y tnico. As mismo, es necesario hacer una lectura de interseccionalidad entre estos enfoques en el territorio y seg n el contexto espec fico, como punto de partida b sico previo al desarrollo de las acciones.

Orientaci n de la acci n

En la revisi n de experiencias de referencia de storytelling en escenarios de construcci n de paz, se encuentran dos perspectivas desde las cuales se pueden orientar las intervenciones de Historias para reconciliar. La primera de ellas es enfocar el ejercicio como proceso de sanaci n ligado al plano individual y, la segunda, enfocarlo como proceso colectivo que busca transitar desde un pasado conflictivo, y por ello fragmentado, a visualizar un futuro de convivencia.

Son opuestos los objetivos de sanaci n y de prospectiva? Lo anterior fue planteado en 2011 en un simposio de evaluaci n sobre experiencias de storytelling en Derry, Irlanda, al cual fueron invitados representantes de m ltiples proyectos e iniciativas a nivel mundial para construcci n de paz desde la narraci n de historias. La conclusi n a la que llegaron los participantes se ala que los dos objetivos pueden integrarse en el mismo ejercicio. Es interesante entonces observar la versatilidad de la metodolog a, que logra implementar alcances individuales y al mismo tiempo prop sitos colectivos.

La perspectiva de sanaci n hace referencia al potencial de las narraciones individuales para el manejo de situaciones conflictivas en las personas. Si una forma que tenemos de entender nuestro discurrir vital es a trav s de relatos en primera persona que nos contamos a nosotros mismos, entonces existen hechos que rompen el hilo conductor porque son demasiado traum ticos, tristes o fuertes para encajar en ese relato. La opci n en este caso es que se desarrollen herramientas personales que permitan regresar al relato inicial o crear uno nuevo a partir de la aceptaci n, la resiliencia o el perd n. As , el punto de partida es la objetivaci n de las vivencias, convirti ndolas precisamente en un objeto de naturaleza narrativa, el cual, en tanto cobra existencia fuera de la propia conciencia, puede ser m s f cilmente compartido, asimilado y transformado mediante herramientas comunicativas, literarias y t cnicas de manejo narrativo. As , se presenta como una ruta alternativa hacia la sanaci n.

Vale la pena aclarar que la metodolog a no pretende reemplazar intervenciones terap uticas para el tratamiento de hechos traum ticos o violentos sufridos por las personas, sino que se plantea como el inicio de un camino de sanaci n que puede presentarse como una opci n para individuos de comunidades locales. En esta medida, el apoyo psicosocial es un elemento esencial que debe ser parte de la metodolog a para evitar la revictimizaci n y situaciones similares.

Entre tanto, la perspectiva de narraci n colectiva hace referencia a la manera como las narraciones grupales permiten a los colectivos visualizar otro tipo de futuros m s all del conflicto que viven en el presente, que los separa por desconfianza, resentimiento u otros sentimientos. As , las narraciones construidas en conjunto permiten desafiar con utop as el pasado traum tico y el mismo presente problem tico. Como lo se ala Castillejo (2019) en momentos como ste es cuando las sociedades que transitan por situaciones de postviolencia recurren a una variedad de recursos sociales y culturales que moldean la imaginaci n social del porvenir (p. 6).

Estas transiciones plantean el reto a las comunidades de superar un pasado de violencia, que tiene asociadas sensibilidades de ira, odio o rencor, para avanzar hacia un presente donde procesos de di logo entre actores armados, negociaciones y acuerdos de paz, plantean la posibilidad del cese de la violencia armada. Sin embargo, el conflicto es una continuidad arraigada y las l gicas de violencia, por lo general, han permeado espacios p blicos y sociales, incluso los familiares, que deben ser nuevamente imaginados como lugares de encuentro. Es en este contexto que cobran sentido metodolog as que permitan a las colectividades visualizarse en futuros diferentes a las condiciones actuales, y es as como las narraciones, canciones, bailes, representaciones, entre otros, creados en conjunto, pueden ser catalizadores para imaginar ese nuevo futuro. Resignificar lo existente en el espacio simb lico es el primer paso para generar el cambio.

El storytelling impele a la sociedad a permanecer en el pasado o nos ayuda a avanzar? Necesitamos asegurarnos de que de alguna manera nuestra narraci n de historias y nuestro recuerdo del pasado est n firmemente arraigados en la noci n de avanzar. (IPC, 2011, p. 9)

Ahora bien, articular estas dos perspectivas plantea el reto de establecer principios metodol gicos concretos que sustenten el sentido de las intervenciones y de las acciones concretas:

      Consolidar lugares de confianza: Di logos sinceros y narraciones abiertas solo pueden darse en espacios de seguridad, que deben promoverse desde la confidencialidad y la reserva pactada entre los participantes, as como la confianza y el respeto mutuo por los tiempos de cada uno.

      Favorecer grupos peque os de trabajo: En sinton a con el concepto de paz de peque a escala propuesto por Alejandro Castillejo (2019), es fundamental la resignificaci n del concepto de paz m s all de los escenarios nacionales y de alto impacto a n m s en el mundo contempor neo que busca la masificaci n , y focalizarlo en acciones locales, lo cual lleva al trabajo en peque os grupos en los cuales pueda darse mayor relevancia a cada individuo.

      Escuchar m s que narrar: Uno de los objetivos de las narraciones se orienta hacia la interconexi n entre las vivencias, fortaleciendo el reconocimiento del otro, de sus emociones, experiencias y puntos de vista. De esta manera, escuchar es un ejercicio de mutuo reconocimiento de la humanidad del otro, de su validez, superando una de las m s fuertes consecuencias de la violencia, que es la deshumanizaci n del enemigo. Como lo se ala el IPC (2011), cuando hablamos de contar historias storytelling , el enfoque se centra mucho en contar la historia, tal vez deber amos estar hablando de escucharlas storylistening (p. 9).

      Construir sentido colectivamente: Transitar hacia un futuro diferente al pasado desde la posibilidad de imaginarlo colectivamente es la fortaleza de la narraci n para la reconciliaci n, pero esto solo puede lograrse en la medida en que cada participante logre construir relatos de s mismo m s all del pasado vivido en violencia y el presente que es su continuaci n. Fortalecer la agencia individual (voz individual) ser la base para hacer realizable en el futuro lo que se presenta posible en el presente. Somers (1994) lo se ala con precisi n: Tambi n debemos ver a las personas como agentes y creadores de significado para comprender c mo se crean, interpretan, aceptan, resisten y cambian los sistemas sociales y las identidades (p. 610).

      Desarrollar capacidades comunicativas y performativas: Los espacios de narraci n m s que estar centrados en la racionalizaci n de los relatos, son encuentros de cuerpos, algunos de ellos marcados por la violencia directa, y de emotividades que se conectan. Para esto es necesario generar capacidades comunicativas en los participantes, de modo que logren expresar con palabras, pero tambi n capacidades performativas para transmitir sus emociones, generando identificaci n con los oyentes. En este sentido, los lenguajes usados en las narraciones no se limitan a los escritos y orales, sino que la exploraci n de lenguajes musicales, danc sticos, fotogr ficos, art sticos y audiovisuales, seg n las tradiciones de las regiones de origen de los participantes y sus gustos, son mecanismos de consolidaci n de las narrativas compartidas.

 

Diferencias entre storytelling y memoria o testimonio

En los contextos de construcci n de paz en las ltimas d cadas, se han venido fortaleciendo metodolog as de base comunicativa para el tr nsito de la violencia a la nueva realidad. Proyectos de memoria y espacios testimoniales aportan al ejercicio de los sistemas de justicia transicional. A pesar de que estas metodolog as coinciden en algunos elementos con la metodolog a de storytelling, en realidad tienen caracter sticas diferentes que definen para cada una de ellas alcances y proyecciones diferentes.

En primer lugar, los proyectos de memoria se han consolidado como la din mica por antonomasia de reivindicaci n de las reclamaciones de las personas y comunidades que han sido v ctimas directas de hechos de violencia y violaci n de derechos humanos. Estos proyectos buscan primordialmente comunicar los reclamos de justicia de las llamadas v ctimas, o sus familias, y a la vez son espacios en los cuales la representaci n del dolor promueve procesos de resiliencia. El pasado es entonces el punto de partida, y comunicarlo para convertirlo en memoria colectiva o memoria hist rica para evitar el olvido, es el fin.

Por otro lado, los sistemas de justicia transicional que se implementan en contextos de procesos de paz basan muchos de sus procedimientos en testimonios de v ctimas que relatan los hechos que rodearon su victimizaci n. Esto con el fin de construir la verdad jur dica de los sucesos como base de procesos de reparaci n en forma de reconocimiento de estos por parte de los perpetradores, sentencias punitivas, reparaciones materiales y econ micas, o reparaciones simb licas. Otro tipo de instituciones de los sistemas de justicia transicional son las comisiones de la verdad, las cuales, tambi n con base en la recopilaci n de testimonios de v ctimas, buscan establecer las causas profundas por las cuales surgi en un principio la violencia y los factores de su desarrollo, as como los actos de violencia llevados a cabo por los actores armados, con el objetivo de establecer la verdad hist rica sobre los hechos de violencia.

De acuerdo con lo anterior, se puede establecer que tanto la memoria, el testimonio y las acciones de storytelling son ejercicios de relatos de vivencias, pero se diferencian en cuanto al prop sito de visitar el pasado:

      El testimonio visita el pasado como hecho hist rico, como suceso que debe ser esclarecido; el pasado por la verdad sobre el pasado.

      La memoria, por otro lado, reivindica el pasado para mantenerlo vivo en el presente, de manera que no pueda ser negado ni olvidado; el pasado en el presente.

      A diferencia de las dos anteriores, las acciones de storytelling parten del pasado para trascenderlo, generando nuevos relatos de comunidad proyectados hacia el futuro; el pasado para el futuro.

Aquello que diferencia las tres din micas es el tiempo del relato. En el testimonio, el pasado es relatado en el pasado; para la memoria, el pasado se relata vivo en el presente, y en las acciones de storytelling el pasado es relatado en clave de futuro, un futuro imaginado que rompe la linealidad del tiempo; los hechos vividos solo son catalizadores para la transformaci n del conflicto, la deconstrucci n de la categor a de v ctima, el fortalecimiento de la agencia individual y colectiva para el tr nsito que debe darse desde el pasado que aloja la violencia y la desuni n, todo hacia un futuro de reencuentro y de posibilidades.

 

Storytelling y educaci n

En este punto es importante plantear los posibles escenarios de encuentro entre la metodolog a planteada y la educaci n. As , la educaci n para la paz plantea la revisi n del modelo de educaci n cl sico centrado en el conocimiento, y lo complementa con la consolidaci n de valores, actitudes y habilidades. Especialmente, aquellos enfocados en la identificaci n y transformaci n de conflictos.

Las historias son un medio para socializar y educar a los j venes en todas las sociedades. La informaci n necesaria para la supervivencia y la creaci n de la sociedad debe poder ser entendida y comunicada por todos los miembros de la comunidad. La capacidad de contar y comprender historias es probablemente una capacidad cr tica con la que los humanos est n dotados de forma innata. (Senehi, 2002, p. 44)

Adicionalmente, la educaci n sensible al conflicto hace nfasis en una educaci n plural que promueve valores inclusivos y abiertos a la promoci n de las identidades y saberes de los individuos en sus comunidades, y no a la estandarizaci n derivada de un curr culo homogeneizado e impuesto desde culturas dominantes.

Las instituciones educativas modernas pueden ser excluyentes al negar las necesidades de identidad diferenciada. El plan de estudios educativo puede omitir los logros y las perspectivas de ciertos grupos de personas. Los libros de texto pueden tergiversar la historia o la experiencia de grupos particulares. A veces, la educaci n p blica es un medio para resocializar a las personas ind genas y los inmigrantes. En las instituciones educativas, el silencio del profesorado y la administraci n en torno a cuestiones como las tasas de deserci n y la falta de oportunidades laborales puede confundir a los estudiantes y evitar una conciencia cr tica. (Sandole et al., 2008, p. 45)

En este sentido, el storytelling se presenta como una metodolog a clave para involucrar la generaci n de habilidades cr ticas en los estudiantes, para educar en valores y manejo de conflictos, y en el an lisis de contextos sociales, culturales, hist ricos y tnicos asociados a violencias estructurales. Todo lo anterior con enfoque proyectivo y de promoci n de las capacidades, las actitudes y los valores necesarios orientados a cambios de comportamiento para fortalecer el tejido social. Como lo se ala Senehi (2002),

a n m s profundo que el papel de las historias en la educaci n o la protesta, es la "alegr a" experimentada en la interacci n del relatar. Esto crea lazos de comunidad entre las personas que comparten risas y l grimas. Este tipo de construcci n comunitaria ocurre en grupos de di logo y encuentros similares. (p. 52)

De acuerdo con lo anterior, Historias para reconciliar, propuesta derivada de la metodolog a del storytelling, podr a convertirse en una herramienta valiosa en el campo educativo a la hora de abordar diferentes conflictos, provenientes del impacto directo o indirecto del enfrentamiento armado y de la violencia sist mica y estructural, a trav s de la narrativa escrita, gr fica, audiovisual o art stica. As , la implementaci n de esta metodolog a sirve a un triple prop sito: primero, favorece el afianzamiento de pr cticas acad micas relacionadas con las habilidades comunicativas b sicas y complejas de la lectoescritura, oralidad y escucha; segundo, beneficia un proceso de catarsis, sanaci n y autorreparaci n, mediante las narrativas propuestas, orientadas hacia la proyecci n y reconciliaci n individual y colectiva; y, tercero, fortalece las din micas de grupo, el sentido de pertenencia a comunidades, el tejido social y la consecuci n de objetivos, a trav s de din micas en grupo.

 

Conclusiones

Las historias tienen el poder de definir representaciones colectivas en las sociedades, pueden generar conflictos, ahondarlos y escalarlos, pero tambi n pueden transformarlos para generar cambios positivos. As , como dispositivos de poder, las historias tienden a ser monopolizadas y centralizadas; no obstante, en la b squeda de la reconciliaci n, una sociedad tiene el reto de imaginarse en futuros diferentes desde historias m s plurales, locales y regionales, incluyentes y, sobre todo, que den voces a m s individuos.

Por lo anterior, desarrollar procesos locales de reconciliaci n aplicando la metodolog a de storytelling es una muy pertinente opci n para generar procesos de convivencia, reconocimiento mutuo y reparaci n de tejido social. Sin embargo, es importante orientar de manera adecuada estos ejercicios, ciment ndolos sobre teor as que brinden s lidas bases ticas y filos ficas, como es el caso de la Teor a de la Acci n Comunicativa utilizada en esta propuesta, y estructurarlos seg n enfoques de sensibilidad al conflicto, transformaci n de conflictos y acompa amiento psicosocial, para garantizar la integridad de procesos individuales de sanaci n y resiliencia, y colectivos de construcci n de confianza y comunidad.

De esta manera, se entrega a la comunidad acad mica esta propuesta Historias para reconciliar, que estructura conceptualmente enfoques, elementos constitutivos, intervenciones y acciones espec ficas en forma de una metodolog a concreta de construcci n de paz de peque a escala, partiendo de la idea de la no repetici n de los conflictos violentos como la reconfiguraci n de las relaciones locales y el fortalecimiento del agenciamiento de las comunidades a partir de relatos y narraciones que posibilitan que individuos y comunidades imaginen nuevos sentidos y futuros compartidos.

 

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[1] Docente-investigador en geopol tica, conflicto, comunicaci n pol tica y comunicaci n digital. PhD Cum Laude Universidad Aut noma de Barcelona, Magister. L der grupo de investigaci n Comunicaci n, educaci n, TIC y conflictos contempor neos ; cofundador revista Legislaci n y Prospectiva y del Centro de Pensamiento en Comunicaci n y Ciudadan a Universidad Nacional de Colombia.

[2] Docente de Lectoescritura, Lenguaje y Comunicaci n, Fundamentos de las Ciencias Sociales, Derechos Humanos y Equidad y acompa ante de Fundamentos de tica y Universidad y Sociedad. Licenciada en Espa ol y Filolog a Cl sica y Mag ster en Comunicaci n y Medios.

[3] Docente de lectoescritura, gram tica, textos estrat gicos y textualidad, oralidad e imagen. Licenciada en Espa ol y Filolog a Cl sica y Mag ster en Comunicaci n y Medios.