Voces de los niños, niñas y adolescentes trabajadores de las plazas de mercado en Ibagué

Voices of children and teenagers working at market places in Ibagué

 

Amparo Quintero Padilla1, Jobana Agredo Morales2, Laura Yamile Henao Morales3

Resumen

El trabajo infantil como “fenómeno socioeconómico” se presenta de manera permanente en las sociedades contemporáneas. Esta investigación tuvo como objetivo identificar y comprender las representaciones sociales, que tienen los niños y niñas, de la práctica del trabajo infantil en dos plazas de mercado de la ciudad de Ibagué. Además, buscó conocer las voces de los niños que viven esta condición, el sentido de ser niño o niña trabajador. En esta medida, se tomó como punto de partida la categoría de representaciones sociales sobre trabajo infantil, y se indagó sobre la concepción del trabajo por parte de los niños y niñas y sobre la materialización del enfoque de derechos. A partir de un diseño metodológico cualitativo en el que se utilizó la entrevista semiestructurada en grupos focales como herramienta de indagación, se encontró, por un lado, que existen mecanismos de legitimación entre los niños y niñas que permiten que el trabajo infantil sea una realidad en sus vidas, y por otro, que no existe una presencia fuerte, ni una materialización de derechos por parte del Estado, la familia y la sociedad, que impulse a los niños y niñas a estar fuera de los mercados o de las lógicas adultas de sobrevivencia.

Palabras clave: Trabajo infantil, Plazas de mercado, representaciones sociales y enfoque de derechos.

Abstract

Child labor is a "socio-economic phenomenon" always present in contemporary societies. This research aims to identify and understand how children currently working at two market places Ibagué construct social representations of the practice of child labor. It intends to “hear” the voices of children who face this condition concerning the sense of being a working child. To this purpose the starting point was the category of social representations on child labor in order to investigate the conception of work of children themselves. With this, a rights approach was encouraged. With a qualitative methodology including semi-structured interviews to focus groups, it was found that there are mechanisms of legitimation among children that allow child labor to become a reality in their lives. On the other hand, it was clear that lack of a strong presence or materialization of rights by the state, family or society that encourages children to put themselves outside of the markets or the adult logics of survival.

Keywords: Child Labor, Market Places, Social Representations, Rights Approach.

Introducción

Las maneras de nombrar y definir a las niñas y los niños a través de la historia han sido cambiantes; comprender hoy en día la palabra infancia dista mucho de entenderla en el pasado y en el futuro. Asimismo, se han venido transformando con el tiempo las formas de atenderlos, cuidarlos y educarlos. Entendemos entonces que desde la perspectiva histórico-cultural de las concepciones de infancia se reconoce que no existe una naturaleza infantil como fundamento fijo, permanente y esencial que determina la existencia de todas las niñas y los niños. Es así como no existe una única infancia. Las infancias son múltiples y diversas, dependiendo de los distintos espacios culturales en los que se encuentran las niñas y los niños, y según los procesos de transformación de esta noción que se manifiestan en las prácticas de atención, cuidado y educación de las sociedades. Debido a lo anterior, podemos afirmar que  la infancia es una categoría social que se construye a través del tiempo y está sujeta a transformaciones (Caro, P., Saracostti, M., Kinkead, A. y Grau, M. O, 2017).

Uno de los fenómenos que hoy por hoy se discute sobre las infancias es el trabajo infantil, un acontecimiento que está presente en países subdesarrollados y que afecta a gran parte de esta población. En cifras, según un informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), el 20,8% del total de niños del mundo en edades entre 10 y 14 años trabajan. Las cifras se reparten así: 87,5 millones = 70,4% en Asia; 30,5 millones = 24, 6% en África Subsahariana y 6,2 millones = 5, 2% en América Latina (García, 2010, pp. 7, 31).

Esta realidad insta a pensar el fenómeno del trabajo infantil desde varias miradas, encontrando que durante las últimas décadas a nivel mundial se han manejado dos perspectivas para leer las situaciones específicas de niños y niñas trabajadores; la primera es la perspectiva abolicionista, que tiene como objetivo la total abolición del trabajo infantil, se encarga de proteger a niños y niñas, y está encarnada en agencias internacionales como OIT – UNICEF y gobiernos que ratifican los derechos humanos universales. La segunda es la llamada perspectiva de empoderamiento o proteccionista, en la cual los niños son vistos más como sujetos activos o agentes de cambio, y se ocupa de promover la organización propia de los niños trabajadores (un ejemplo de ello es la organización NATS). Dicha perspectiva no valida el trabajo infantil per se, sino que problematiza la organización mundial, la distribución de recursos y las oportunidades de desarrollo humano.

Durante esta investigación encontramos que las dos perspectivas son igualmente válidas y aunque la segunda es ampliamente cuestionable, es un ejemplo de consciencia social que consideramos se debe estudiar. Por lo pronto, es importante conocer que Colombia ratificó la posición abolicionista, pues desde el Convenio 182 de la oit se identifica al Trabajo Infantil (ti) como una de las trampas de la pobreza, debido a que las personas no lo perciben como algo negativo para el desarrollo integral del ser humano en la infancia. La situación conlleva a que los peligros del trabajo sean invisibles y propicia que la familia y las sociedades se despreocupen cuando están frente a una situación de trabajo de un niño o niña del mismo contexto. Para apoyar la intención internacional, Colombia plantea “La estrategia nacional para prevenir y erradicar las peores formas de trabajo infantil y proteger al joven trabajador 2008 – 2015”, concentrando recursos de toda índole en un sentido claro: sacar de las peores formas de trabajo infantil a los niños, niñas y adolescentes, y llevarlos al servicio educativo y al resto de espacios de desarrollo; asimismo, acercar a sus familias a la oferta de servicios sociales que permitan que sus menores de edad se alejen definitivamente de las peores formas de trabajo infantil, y se logre así un desarrollo de capacidades en ellos para salir de la pobreza.

Para la protección infantil es urgente que los niños y niñas se alejen de circunstancias que traen consigo varios factores de riesgo. Se puede decir que el trabajo infantil es un fenómeno social donde convergen muchos peligros y por eso las políticas nacionales e internacionales apuntan a su erradicación; sin embargo, y con el ánimo de ser honestos en nuestras reflexiones, debemos tener en cuenta que:

Los niños y niñas latinoamericanos están expuestos a una doble circunstancia negativa: forman parte de sociedades muy desiguales, que no les aseguran a todos las mismas oportunidades y, además, viven en sociedades con menores recursos, por lo que una proporción muy elevada de ellos no tiene acceso a niveles mínimos de consumo básico en alimentación, salud, vivienda, educación y recreación. De esta manera, ven severamente limitadas sus posibilidades de bienestar presente y futuro y, con ello, la situación de pobreza y desigualdad se reproduce en el tiempo. (García, 2010, p. 8)

Debido a su amplitud ontológica y epistemológica, en el ámbito académico el trabajo infantil se ha leído desde diferentes perspectivas y enfoques, encontrando que los intereses investigativos asociados a esta problemática social parten desde el estudio de factores familiares y sociales relacionados con el trabajo infantil en calle (Cervini, 2006); pasando por identificar el comportamiento de las variables de edad, género, desplazamiento por violencia, escolaridad, tipo de trabajo desarrollado, jornada laboral y seguridad social (Pinzón, Briceño, Botero, Cabrera & Rodríguez, 2003); indagar acerca de las concepciones y  formas de expresión del trabajo infantil (Ramírez, Rojas & Tobón, 2014); levantar líneas de base sobre las peores formas de ti en Latinoamérica (Vargas, 2005) y analizar el papel de las políticas públicas para prevenir el trabajo infantil en familias pobres (Noceti, 2009); riesgos del trabajo infantil nocturno y su estrecha relación con prácticas de crianzas en el entorno familiar (Pico & Salazar, 2008); la movilidad de niños y niñas migrantes junto a sus padres (Ayala & Cárcamo, 2012); asimismo, se aborda el reconocimiento de representaciones sociales que tienen los actores del trabajo infantil (Hernández, Peña, Rubiano, 2005); las condiciones socio – económicas en las que se hace posible el trabajo infantil (Maureira, 2006); las representaciones sociales en calve sociológica e histórica sobre trabajo infantil en familias y niño y niñas (Terra, 2007); análisis crítico de la infancia como infancia trabajadora desde una perspectiva mundo (Rausky, 2009); análisis de representaciones sociales en entornos protectores del Estado, como lo son, los comedores comunitarios, (Herrera, 2013); La relación del trabajo con la incapacidad de ir a la escuela para los niños y niñas, siendo esta una situación de vulneración (Cabrera, Díaz & Villafañe, 2011), hasta la relación con el cumplimento de los derechos de la infancia y el agenciamiento que los niños, niñas y jóvenes hacen del trabajo y la escuela (Cervini, 2006); La relación complicada entre la escuela y el trabajo infantil, al considerarse dos componentes sociales sin vínculo( Barilá & Iuri, 2011); las características específicas de la economía nacional y regional con manifestaciones alienantes y dañinas para los niños como las relacionadas con la delincuencia, la sobreexplotación y la prostitución infantil (Maureira, 2006).

Así las cosas y teniendo presente la pluralidad de enfoques investigativos, el trabajo infantil (ti) se visualiza como un fenómeno presente en los niños y niñas en condiciones vulnerables, que están casi en límite con la pobreza y su integridad física y psicológica corre riesgos. Es visto como un flagelo o una situación de vulneración que va contra los derechos de los niños y niñas. Los estudios sociales basados en las actividades laborales que realizan los niños tienden a abordar el fenómeno desde una perspectiva histórica (Rojas, 1996; Rojas, 1999) o a considerarlo como una patología social, consecuencia y expresión de la explotación que sufren los niños por parte de los adultos, entendiendo que el trabajo infantil solo genera riesgos para el niño y la sociedad (Maureira, 2006). Consideramos que se debe tener presente que:

Las últimas estimaciones de la OIT, compiladas en 2016 y dadas a conocer en el año 2017, indican que, en el mundo, hay 152 millones de niños —64 millones de niñas y 88 millones de niños— en situación de trabajo infantil; es decir, casi 1 de cada 10 niños de todo el mundo se encuentran sometidos a este flagelo. El 71 por ciento de los niños en situación de trabajo infantil trabajan en el sector agrícola y, el 69 por ciento, en su propia unidad familiar sin recibir remuneración. (OIT, 2017, p. 5)

En el informe presentado por la OIT en el año 2017 se propone una nueva meta, y es poner final al trabajo infantil para el año 2025. Cabe mencionar que los conflictos armados y los desastres naturales que se producen debido al cambio climático han destruido estilos de vida, comunidades y territorios, lo que ha generado migraciones y procesos de desplazamiento que sumado a la falta de políticas de atención en crisis humanitarias propician nuevas posibilidades de aumentar la cifra de niños y niñas trabajadores en el mundo.

Representaciones sociales del trabajo infantil

Las representaciones sociales son visiones de mundo que se construyen a partir del pensamiento social y que tienen vida e influencia propia en el actuar de los sujetos. Todas las personas al nacer y desenvolverse a lo largo de su vida en contextos sociales están enfrentándose a una carga simbólica de carácter social fuerte. Sin embargo, los sujetos actúan como agentes, esto es, tienen formas de comprender, aprehender, comunicar y comportarse frente a las realidades sociales: “Una vez que comprometen su pensamiento ya no reproducen y reciclan su entorno social simbólico de manera habitual y automática, sino que lo incorporan a su esquema cognitivo” (Vega, 2015, p 15).

Cabrera et al. (2011) se propusieron conocer y describir las representaciones sociales respecto al trabajo infantil que tienen los agentes pedagógicos de la Escuela Municipal de Catamarca (Argentina). Allí predominó la concepción que en la medida en que se ve afectado el aprendizaje, debido a la inasistencia a la escuela, las actividades cotidianas (cuidar de otros, hacer tareas del hogar, del campo, etc.) que asumen los niños como responsabilidades se entran a consideran trabajo infantil. No obstante, si dichas actividades se llevan a cabo fuera del horario escolar, no existe esta problemática. Concluye el investigador que existe la imperiosa necesidad de desnaturalizar la representación del ti como estrategia de sobrevivencia de las familias, ya que aporta a las altas tasas de sometimiento al trabajo infantil y el trabajo doméstico, implícito o explicito.  Por lo tanto, se deben generar empleos que dignifiquen y reconstruyan la familia, y así erradicar el trabajo infantil y sobre todo el trabajo ilegal. De esta manera, se reconoce la dignidad del niño y niña, y nos cuestionamos acerca de los lugares que estamos construyendo en nuestra sociedad para ellos.

Esta investigación se construye a partir de una necesidad de comprender desde las voces de los niños y niñas protagonistas de la situación de trabajo, sus representaciones sociales del mundo y de su labor, además en el territorio tolimense son muchos los actores y los protagonistas que hacen parte de este fenómeno. En los informes nacionales, Ibagué se sitúa como una de las ciudades con mayor índice de niños y niñas trabajadores; sin embargo, no existen procesos de indagación e investigación que puedan validar o invalidar dichos reportes.  El objetivo de esta investigación es entonces aportar al camino de comprensión, identificando y analizando las representaciones sociales de la práctica del trabajo infantil en niños y niñas entre los 6 y 14 años de edad, que exhiben prácticas de venta callejera focalizados en dos plazas de mercado de la ciudad de Ibagué. Para ello, se usó la técnica de discusión de grupos focales con el fin reconocer la voz de los niños participantes de este proceso investigativo.

Metodología

Enfoque de investigación

Para alcanzar los objetivos propuestos en el presente proyecto de investigación, se consideraron los parámetros metodológicos de la investigación desde un enfoque cualitativo, el cual enfatiza el estudio de los procesos y significados, presentando interés por los fenómenos y la comprensión de las experiencias humanas. Entendemos que este enfoque “abarca el estudio, uso y recolección de una variedad de materiales empíricos —estudio de caso, experiencia personal, introspectiva, historia de vida, entrevista, textos observacionales, históricos, interacciónales y visuales— que describen los momentos habituales y problemáticos y los significativos en la vida de los individuos” (Vasilachis, 2006, p. 2).

Tipo de investigación

La investigación es de tipo exploratorio - descriptivo, el cual se enfoca sobre un tema u objeto desconocido o poco estudiado, razón por la cual sus resultados constituyen una visión aproximada de dicho objeto, es decir, un nivel superficial de conocimiento. Es un tipo de investigación que comprende al sujeto de una manera individualizada; dicho de otra manera, no lo adapta:

“La teoría nos proporciona un marco para darle sentido a lo que estamos produciendo en la relación con el sujeto investigado, pero la consistencia del conocimiento que estamos produciendo está dentro de la organización del sujeto no dentro de la organización de la teoría. Entonces el individuo entra con su especificidad en la construcción teórico general, en el proceso de continuidad que la teoría tiene. De modo que el método deja de ser el depositario del carácter científico del conocimiento y la cientificidad se da por la congruencia, por la continuidad y la capacidad progresiva de crecimiento que tiene la teoría en su relación con el objeto de estudio.” (Carrillo, 1997, p. 6).

Técnicas e Instrumentos

La técnica de investigación seleccionada fue discusión de grupos focales; esta técnica es una modalidad de entrevista grupal que se caracteriza por tener amplios márgenes de libertad y de profundidad, a su vez, permite visibilizar las diferentes posiciones que emergen de las conversaciones entre los integrantes y el facilitador, quien asumirá un papel de orientación, permitiendo que los integrantes del grupo puedan generar conversaciones libres que permitan acceder a las representaciones sociales que construyen (Ley y Barragán, 2004).

Resultados

A partir del uso de la herramienta de análisis de datos ATLAS.ti, se logró organizar la información para comprender las representaciones sociales de los niños y niñas que exhiben prácticas de trabajo en dos plazas de mercado de la ciudad de Ibagué.

Como categorías iniciales se trabajaron las representaciones sociales del trabajo infantil en relación con las políticas públicas sobre el fenómeno y el enfoque de derechos de niños, niñas y adolescentes. A continuación, se presenta la tabla 1, con las categorías de análisis que surgieron en el marco del proceso de investigación:

Tabla1: Categorías de análisis.

Categoría general

Subcategorías

Representación social del trabajo infantil

Concepción de trabajo infantil

Niños y niñas como sujetos de derechos

Mirada antropológica del trabajo infantil

La investigación encontró que existen múltiples representaciones sociales generadas en los niños, niñas y adolescentes (nna) asociadas a las prácticas de trabajo en las plazas de mercado de la ciudad de Ibagué. El hallazgo más representativo está relacionado con el sentido de corresponsabilidad experimentado por los nna en las prácticas de trabajo frente a sus núcleos familiares, al entorno social inmediato, con los pares y con ellos mismos, ya que esto genera la posibilidad de apoyo, la posibilidad de auto sostenimiento, estatus en la dinámica familiar y cumplir deseos materiales que su familia no puede proveer. Esto se evidencia con narrativas como:

—Porque toca ayudarle a la mamá— (E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Para buscarse lo de la comida y ayudar en la casa— (F.  Guzmán. 14 febrero 2015)
—Para colaborarle para lo del arriendo, el alimento, los servicios... Por ejemplo, la mamá de uno sufre de hambre, trabajar por ellos—(E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Nosotros los mellizos… ayudamos a mi papá, mi mamá y la abuela... — (G. Poloche. 14 febrero 2015)
—Conseguir el dinero para ayudar a mi hermanito que está enfermo, y también darle plata para que pueda ir al hospital— (B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
— Pues he estado prácticamente allí en las bodegas cargo limón o cargo fresa—(B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015)

En consonancia con Gutiérrez Alberoni (1998), y entendiendo que las representaciones sociales contribuyen a la generación de prácticas, conductas, hábitos y puentes de comunicación coherentes y similares entre los sujetos, podemos comprender que la legitimación del trabajo infantil por parte de los niños y niñas pasa a través de la oralidad y la práctica cotidiana de generación en generación.
De otro lado, se encontró que el trabajo es contemplado como un fenómeno común de la condición social en la que ellos están y, a su vez, se asume como un factor protector que garantiza que en el futuro el niño sea autosuficiente e interiorice el concepto de responsabilidad como proyecto de vida y en el presente evite la exposición a riesgos como consumo de sustancias, embarazos adolescentes, delincuencia, entre otros. Lo anterior se evidencia con los siguientes reportes:

—Comprar lo de la comida y ayudarles a todos los que están pobres…— (Y, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Para comer— (B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Yo trabajo pa’ uno comprarse lo que quiere—(F.  Guzmán. 14 febrero 2015)
—Si uno quiere una cicla y el papá no tiene la plata pues entonces uno se la compra, porque uno quiere—(G. Poloche. 14 febrero 2015)
—A mí me ponen a alzar puros bultos de papas… Mi papá, mi mamá y yo trabajamos aquí en la plaza alzando bultos… y… vendiendo papa, yuca, mazorca, tomate, frutas y jugo... Para poder comprarme mi uniforme, mis útiles, y pues a veces también comprarle las cosas a mi hermana y ayudarle a mi mamá— (A, Clavijo. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Porque cuando uno sea grande tener casa— (E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Por la salud — (B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—…Porque uno conoce gente…— (G. Poloche. 14 febrero 2015)
—Para aprender a trabajar cuando uno sea grande…— (G. Poloche. 14 febrero 2015).

Peña et al. (2018) realizan un estudio en una población rural donde el juego era utilizado para involucrar a niños y niñas en la realidad adulta, es decir, el juego era un medio para introducir a niños y niñas al campo laboral:

Los individuos tseltales, desde pequeños, son expuestos a jugar solos mientras la madre vigila su integridad física, jugando en el piso, en el patio o subiendo en los árboles. Los infantes de Saklumilja’ durante su niñez son involucrados al trabajo de campo a través del juego, imitando roles de sus padres y madres. (p, 36)

Como se puede ver, la normalización del trabajo infantil en algunas comunidades implica otros valores; sin embargo, la realidad que se vive en las plazas de mercado de la ciudad de Ibagué no reviste este espectro protector del que se habla en la comunidad rural estudiada.

Ahora bien, al entender que las representaciones sociales tienen dos componentes fundamentales, a saber, el cognitivo y el sociocultural, que implican interacción y que generan un anclaje social poderoso, podemos decir que las representaciones sociales siempre están a favor, o en disposición de lo social, con el objeto de crear puentes de entendimiento entre los sujetos. Asimismo, se acercan a las realidades para compartir opiniones, actitudes, disposiciones y comportamientos, formando lo que se denomina identidad social; situación que se observa claramente en las narraciones de los nna, cuando expresan al unísono que están realizando prácticas de trabajo como una forma de autoabastecimiento, y esperan que esto sea reconocido como una función social que los cohesiona como grupo de pares y como miembros aportantes en la familia, y, en consecuencia, valiosos al interior de dichos grupos.

Otra situación identificada está relacionada con las motivaciones que tienen los nna para trabajar, hallando que la principal motivación es el acceso al dinero sin importar los riesgos, físicos y/o psicológicos a los que se exponen en estas labores, expresados en las siguientes verbalizaciones:

“—Solo por ganarse la plata no más…—; —para comprarme lo que me gusta— (F.  Guzmán. 14 febrero 2015)
—Buscar ganarse la comida de uno, ganarse la plata para la salud…— (B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Para comprarse lo que uno quiere o para pagarse el estudio—” (G. Poloche. 14 febrero 2015).

Sobre los riegos reportaron:

—Uno comienza a vender y llega un hombre o algo y le dice “vamos para allí y le doy un dulce o algo”, o hay unos que ofrecen plata, “Yo les doy cien pesos” y los cogen y van y de pronto los matan, los violan… — (E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Es duro, yo saco arena y a veces, sacando gravilla del río— (A, Clavijo. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Un día, ¡fum!, me corté, y no me di cuenta y eso se me salió sangre, y cuando me di cuenta no lloré ni nada, en la casa, mi hermana me tapó así, llegamos a la casa y mi mamá empezó a llorar, y fuimos para la clínica a que me pusieran puntos y yo le decía: “mami, no llore que a mí no me duele”— (B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Ay, a veces a uno que le dicen: “hágale rápido” … y me corté pelando las cebollas— (Y, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Es que hay veces que pasa un marihuanero y me dice: “que hubo gran hijueputa”— (F.  Guzmán. 14 febrero 2015)
—Yo solo cuando me hice una hernia… casi me atropellan… es que yo estaba cargando plátano—(Y, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).

Se entiende que las representaciones sociales se forman a partir de varios materiales sociales, entre ellos el devenir histórico de la humanidad y de las culturas propias, por procesos de anclaje y objetivación, que permite concretar lo abstracto y ligar un concepto nuevo con algunos antiguos para lograr el entendimiento y las prácticas sociales. Tienen como función ayudar a comprender el mundo. Es decir, pensar el mundo, los otros y las relaciones entre ellos permite calificar, valorar y dar un juicio sobre un acontecimiento, objeto, persona, entre otras, y también posibilita dos procesos sociales importantes, a saber, la comunicación colectiva y la producción de prácticas de comportamiento ligadas o correspondientes a dichas representaciones, actuando bajo el principio de coherencia (Araya, 2001). La naturalización de los riesgos del trabajo en estos contextos, que podemos observar en las narraciones anteriores, están arraigadas en la cotidianidad de los nna porque son producto del proceso de anclaje social y de objetivación de esa realidad construida a través del tiempo. La coherencia social juega un papel determinante en la producción y mantenimiento de las representaciones sociales en los nna trabajadores, pues encuentran validez en la mirada de los otros, que hacen parte de sus contextos familiar, social y ocupacional.

Frente a los derechos, los nna reconocen que tienen derechos, pero desconocen el alcance y variedad de estos, puesto que solo enfatizan sobre la educación y la salud. Algunos de ellos entienden que al trabajar se les niega la posibilidad de otros desarrollos. A su vez, no se encuentran proyectos de vida construidos y elaborados de forma autónoma ni respaldados por las familias. Un ejemplo de ello:

—Creo que el estudio es lo más importante— (E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Sí, me gusta estudiar y hacer tareas… pero estudiar a las carreras— (S, Rivera. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Yo trabajo y yo estudio, me gusta jugar, estudiar, hacer deporte, hacer actividades— (G. Poloche. 14 febrero 2015).
—Rico un programa en donde nos enseñen a hacer muchas cosas como, por ejemplo, deben enseñarle lo que uno no sabe y le van a preguntar a uno después—(A, Clavijo. Comunicación personal, 14 febrero 2015).

Ahora bien, la representación, el discurso y la práctica se generan mutuamente:
las personas conocen la realidad que les circunda mediante explicaciones que extraen de los procesos de comunicación y del pensamiento social. Las representaciones sociales sintetizan dichas explicaciones y, en consecuencia, hacen referencia a un tipo específico de conocimiento que juega un papel crucial sobre cómo la gente piensa y organiza su vida cotidiana: el conocimiento del sentido común. (Araya, 2001, p. 11)

Este tipo de conocimiento posee componentes afectivos, cognitivos y simbólicos, que no solo influyen en las conductas de los sujetos, sino también en el modo de relacionarse y de interactuar con los otros y con el mundo.

La existencia de este conocimiento de sentido común se expresa en las narrativas de los nna al negar su propia condición de sujeto de derechos, pues a pesar de que identifican el alto riesgo para la salud física y mental asumido en sus labores diarias, no existe un énfasis en el reconocimiento del derecho a la salud integral, ni una consciencia de las consecuencias a largo plazo de estas actividades.

Sobre los proyectos de vida se detecta una repetición automática de algunos oficios y profesiones del imaginario colectivo o la réplica de la realidad de su entorno como:

“—Yo quiero ser bailarina— (E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Yo veterinario— (G. Poloche. 14 febrero 2015).
—Yo doctora— (S, Rivera. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Policía— (Y, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Eeeehm… trabajar en una tienda— (F.  Guzmán. 14 febrero 2015)
>Manejando una buseta— — (A, Clavijo. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Cuidar carros—” (B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015)

Desde la perspectiva sociocultural se entiende que la subjetividad es esa construcción mental que elabora el sujeto en relación con los otros y que constituye su personalidad, modo de ser y de relacionarse (Mitjans, 2001). Dicha subjetividad se desprende a partir de las representaciones sociales que se tejen alrededor de los contextos que rodean a las personas y se construye desde la narración que el sujeto hace de sí mismo, del mundo y de los otros, y constituye lo que llamamos visión de mundo. Respecto a sus proyectos de vida, vemos que algunos están direccionados a su contexto inmediato, y otros, a las influencias sociales de momento, patrocinadas por los medios de comunicación masivos en programas de televisión que generan estándares e ideales sobre ocupaciones que les permitirán reconocimiento social.

Adicionalmente se encontró que la política de erradicación del trabajo infantil está interiorizada en los niños, niñas, adcolescentes y sus familias, produciendo en ellos un discurso de invisibilización del trabajo que los lleva a relacionarse con representantes del Estado, específicamente con la policía de forma ambigua, a saber, protección y persecución:

—Sí, ¿y si la policía nos pilla, ¿qué? — (A, Clavijo. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Siii, la policía persigue a los hombres malos— (E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Allá llegan a la plaza a sacar a la gran mayoría y después hay heridos... Siiii, da miedo porque hay mucha gente mala—(B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Pero a mi papá la policía le quitó el carro para trabajar… por borrachín— (B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015).

Vemos entonces que, a través de las representaciones sociales, los niños, niña y adolescentes pueden reconocer el concepto de autoridad, de seguridad y de temor; y esto nos lleva a pensar que un agente del Estado, en este caso la policía, al interactuar en el mismo escenario cotidiano con los niños, niñas y adolescentes, y tener tensiones con sus prácticas cotidianas, propicia en el imaginario tres concepciones diferentes. Vemos entonces acá el dinamismo social que converge en un mismo escenario con los mismos actores sociales.

Ahora bien, la plaza de mercado se antepone a los ojos de los niños, niñas y adolescentes como un escenario donde se encuentran con sus pares, donde socializan, se alimentan y adquieren conocimiento a pesar de las evaluaciones negativas y desagradables que tienen de la misma, como, por ejemplo:

“— Muchos gérmenes— (E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Aburridora—– (G. Poloche. 14 febrero 2015).
—Mucho polvo, muchos ratones—– (A, Clavijo. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Huele a feo, mucho desaseo—” (B, Hernández. Comunicación personal, 14 febrero 2015).

También reconocen espacio de diversión y de amistad con sus pares y familiares:

“—Me encanta, con mi abuelita— (E, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).
—Me gusta porque uno va a comprar cosas para la comida— (A, Clavijo. Comunicación personal, 14 febrero 2015)
—Porque hacemos amigos…—” (Y, Ruiz. Comunicación personal, 14 febrero 2015).

A esto se une el hecho de que la plaza de mercado constituye un entorno aceptado por sus familias y asimilado como un lugar donde transcurre la vida; en una investigación etnográfica sobre experiencias de trabajo infantil en el noreste argentino, realizada en el 2016 por Frasco‒Zuker, se asocia el trabajo infantil como un divertimento, un espacio donde acontecen posibilidades sociales para niños y niñas, donde se establecen las primeras amistades y vínculos afectivos. En dicha investigación se concluye que, en lugares pequeños, territorios donde las comunidades son más cerradas y los vínculos son más estrechos, se crea una atmosfera de protección que sobrepasa la vulneración; por supuesto, en el municipio de Ibagué se desconoce el sentido comunitario que se podría experimentar  en las plazas de mercado y por ende no hay un espacio de protección.

Análisis

Romero et al. (2012) mencionan que en Colombia la oit y el Programa Internacional de Erradicación del Trabajo Infantil (ipec) estiman que en el 2005 unos 2.318.378 de niños, niñas y jóvenes trabajaban como agricultores, albañiles, lecheros, empleados domésticos, voceadores de periódicos, limpiabotas, vendedores o limpiadores en los semáforos, entre otras labores que los convirtieron en personajes característicos de nuestras ciudades. En el estudio se tuvieron en cuenta factores familiares y sociales de alto riesgo asociados al trabajo infantil en ciudades de la Costa Caribe colombiana (Cartagena, Barranquilla y Santa Martha) con 835 niños, niñas y adolescentes entre 6 y 17 años, y se identificó que el 40.1 % (335 casos) de la muestra estudiada es víctima de la explotación laboral infantil y un 59.8 % (500 casos) se encontró en riesgo. De las 3 ciudades, Cartagena fue la que presentó el mayor número de casos de explotación laboral infantil entre los 10 y 12 años de edad, mientras que la mayor población de niños en riesgo entre los 6 y 9 años de edad la tiene Barranquilla. En adición, se encontró que el ti tiene efectos negativos sobre la asistencia escolar, lo que provoca que aumente el nivel de extra-edad en el sistema educativo. Además, se halló que un porcentaje alto ejerce un tipo de trabajo en la jornada contraria y algunos lo hacen los fines de semana. Esta población, que proviene generalmente de los sectores económicos y sociales en desventaja, continúa reproduciendo su pobreza mediante la vinculación a trabajos poco calificados y mal remunerados. Repitiendo la historia de vida de sus familiares en términos del tipo de procesos productivos que los caracterizan, es decir, los niños, niñas y adolescentes no cuentan con la posibilidad de romper con las labores tradicionales que como población han venidos desarrollando durante años, la mayoría de ellas asociadas con la servidumbre o delincuencia. El trabajo infantil con frecuencia se desarrolla bajo relaciones de explotación, que llevan implícitas situaciones de discriminación, subordinación y sometimiento que afectan el proceso de construcción de una identidad

El trabajo infantil ambulante es una actividad peligrosa de largas jornadas laborales, con exposición a múltiples factores de riesgo, y se comporta de manera significativamente diferente en cada ciudad, como se hace evidente en el estudio de Pinzón y et al. (2006), quienes realizaron una investigación de corte transversal en la que se entrevistó en la calle a niños y jóvenes trabajadores entre 9 y 12 años de edad. Los participantes de la investigación pertenecían a capitales de países de América Latina. La condición de trabajador los despoja de su rol de niño y se le obliga de manera directa o indirecta a asumir roles de adultos; en este sentido, no encontrarán tiempo para educarse, recrearse, cultivarse y desarrollarse en todas las esferas de su vida, ya que su visión de mundo quedará reducida al oficio realizado en las calles.

Es así como perpetúan —sin saberlo— un ciclo de pobreza que les causará limitaciones en sus ingresos, desempleo, frustración, entre otros fenómenos que contribuirán a su detrimento a nivel físico, moral e intelectual. El estudio de Pinzón y et al. (2006), encontró que el 63.3 % de los participantes era de sexo masculino, el 39 % provenía de familias desplazadas, el 18 % habitaba en la calle, el 62 % trabajaba más de 40 horas a la semana, sólo el 19 % tenía seguridad social y el 32 % se dedicaba al comercio ambulante. De la misma manera, se halló que la mayoría de las variables se comportan de forma significativamente diferente para cada ciudad. Esto sugiere que las soluciones al problema deben diseñarse caso por caso. Los autores exponen la magnitud del fenómeno de trabajo en la población infantil, y explicitan la preocupación al interior de los países y a nivel internacional por la situación, ya que estamos viendo infancias limitadas, desarrollos psicosocial y afectivos incompletos y asunción de roles de adultez a temprana edad.

Por ejemplo, Ramírez y et al. (2014) encontró que los niños, niñas y jóvenes trabajadores de las calles de Medellín lo hacen porque se constituye en un medio para obtener elementos que oferta la sociedad de consumo. Ellos y sus familias plantean que el trabajo, además de permitirles acceder al dinero, también es un medio para formar en valores como la responsabilidad y la honradez. Inician tempranamente su vida laboral para reemplazar a alguno de los padres que ha abandonado la familia, o en otros casos acuden a la plaza de mercado como ayudantes y acompañantes del padre o la madre, con el objeto de aportar económicamente a la crianza y manutención de los hermanos. Esta situación favorece una nueva representación del niño y/o niña en su rol como trabajador, y ya no sólo como hijo, generando así cambios en la identidad y las prácticas sociales del menor trabajador.

En otra dirección, aparecen los resultados de Cornejo (2006) quien se preguntó: ¿qué factores podrían influir para que una familia aparte de manera voluntaria o espontánea a un hijo del hogar?, ¿por qué en dos familias pobres en una de ellas el niño vive en la calle y en la otra no?   Con 17 niños entre 5 y 17 años de edad de la casa-albergue, se seleccionaron aquellos testimonios que ilustraban de manera más evidente los problemas que buscaban abordar. Los relatos de los niños muestran que en sus casas el maltrato y la agresión física son una forma de comunicación familiar, y la relación en el hogar se estructura a partir de las obligaciones que tienen que cumplir, sin que el cariño las medie. Los niños mencionan ocupaciones informales en puestos de comidas, en las puertas de los metros, como ayudantes de vendedores ambulantes, repartidores de volantes y acompañantes de carretilleros. La supervivencia en la calle está asociada al trabajo informal e independiente, robo y mendicidad, entre otros. Lo más común es que ellos generan sus propios trabajos: payasitos, limpia parabrisas, equilibristas, estibadores (cargando o descargando). Casi siempre son actividades de mucho riesgo y con remuneración incierta, con jornadas irregulares asociadas a su necesidad de dinero (representada en comida y drogas); no obstante, los infantes no se sienten trabajadores porque ellos asocian trabajo a la relación patrón-obrero.      

Como análisis fundamental encontramos que:

Conclusiones

Como se ha visto, la teoría de las representaciones sociales hace hincapié en las formas de construcción individual de las representaciones, esto quiere decir como ya se ha mencionado anteriormente que las personas son activas en el proceso de construcción social y que las representaciones no están impuestas en el mundo, sino que son filtradas a partir de los individuos y llegan a ellos, depuradas por un proceso cognitivo activo (Castorina y Barreiro, 2010).

A modo de conclusión, señalamos que en la ciudad de Ibagué existe el fenómeno de trabajo infantil, pues en las plazas de mercado que hicieron parte de este estudio, los niños, niñas y adolescentes han legitimado dichas prácticas, y el discurso del Estado de erradicación del trabajo no ha venido acompañado de una oferta real para el desarrollo integral que genere prácticas sociales que transformen.

Los niños y niñas no tienen apertura al mundo. Están atrapados en lógicas económicas macrosociales, replicando patrones que perpetuarán no sólo la pobreza en términos materiales, sino la falta de desarrollo integral del ser o capital social.

El trabajo infantil, lejos de ser un enemigo invisible se muestra a nuestros ojos como una realidad, como un síntoma de un subdesarrollo económico y social del país, y de las ciudades. La realidad sobrepasa a las políticas nacionales e internacionales que buscan erradicar el trabajo infantil, puesto que la perspectiva abolicionista no es lo suficientemente práctica para lograr su objetivo. Dicha perspectiva visibiliza un fenómeno social, que tiene su raíz en la pobreza, pero no responde con una oferta institucional real a las necesidades de todos los individuos que conforman las familias a las que pertenecen los niños y niñas trabajadores;  como consecuencia, los niños y niñas quedan inmersos en las dinámicas del trabajo infantil y en círculos de pobreza, en los que no se obtiene ni bienestar, ni justicia social.

De esta manera, podemos afirmar que el Estado tiene aún mucho por garantizar en el tema de derechos a los niños y niñas y a sus familias, ya que no pueden continuar trasladando a los contextos sociales y culturales la existencia del fenómeno. Lo anterior tiene sustento en que la mayoría de los resultados de esta investigación evidencia que las representaciones sociales del trabajo infantil que han construido los nna son incompatibles con el concepto de derecho, constituyendo una negación de este.

Finalmente, pudimos conocer, gracias a esta investigación, las voces y la mirada de los nna que están en condición de trabajo, aportando nuevos saberes y haciendo visible los pensamientos y concepciones de los verdaderos actores de dicho fenómeno, con la intención de no desconocerlos en futuras propuestas de  investigación-intervención y  formulaciones de políticas públicas, pues al hablar de representaciones sociales se habla de una construcción social y cultural que tiene su origen en el dinamismo humano cognitivo y que debe su existencia precisamente a sus protagonistas inmediatos, así que para comprender el fenómeno social del trabajo infantil, nuestros principales interlocutores son ellos, los invisibles niños y niñas trabajadores que viven en nuestros territorios.

Referencias


1 Psicóloga. Especialista en Psicología Clínica y de la Salud. Magíster en Educación. Doctora en Psicología Social. Correo electrónico: amparoquintero@yahoo.com

2 Psicóloga. Especialista en Gerencia del Talento Humano. Magíster en Psicología Clínica y de la Familia. Correo electrónico: jobana.agredo.unad@gmail.com

3 Psicóloga. Especialista en Infancia, cultura y desarrollo. Magíster en Territorio, conflicto y cultura. Correo electrónico: laurahenao6@hotmail.com