¿Psicología o psicologías? Discusión permanente en su evolución y prospectiva

Psychology or psychologies? Continual discussion of its evolution and prospective

DOI: https://doi.org/10.22490/25392786.4049

Mabel Goretty Chala Trujillo1

Resumen

En su difícil intento por desprenderse de la madre de las ciencias, la psicología ha trazado un camino de evolución desde la creación del primer laboratorio experimental a finales del siglo XIX, pasando por numerosos ensayos para responder al análisis y la comprensión del comportamiento humano. No obstante, en esta búsqueda no ha logrado consolidarse con premisas abarcadoras, sino que ha promovido el desarrollo de distintas perspectivas epistemológicas, teóricas y metodológicas, partiendo de la definición de disímiles objetos de estudio, lo cual mantiene el debate al interior de sí y perpetúa la discusión de que no hay una “psicología”, sino que la diversidad de aristas fomenta “las psicologías”.

En este devenir que pasa por el estructuralismo, el funcionalismo, el conductismo, el psicoanálisis, la psicología Gestalt, entre otros, surge la psicología transpersonal a finales del siglo XX, en un intento por dar cuerpo a una ciencia integrativa capaz de considerar diversas perspectivas de abordaje a los fenómenos que la ocupan. Otros autores abogan por el avance hacia el término de “estudios psicológicos” en el que pueda incluirse un amplio rango de estudios y comprensiones sobre la actividad y la experiencia humana.

Palabras clave: Estudios psicológicos, historia de la psicología, psicología, psicologías.

Abstract

Psychology traces its evolution path from the creation of the first experimental laboratory at the end of the 19th century. This was a difficult attempt to detach itself from the mother of sciences, including going through numerous attempts to analyze and understand human behavior. However, in this search psychology has not managed to consolidate itself by way of comprehensive premises, but has promoted the development of different epistemological, theoretical, and methodological perspectives, starting from the definition of dissimilar objects of study. This situation maintains the debate within the psychological discipline, resulting in a perpetuation of the statement that there is no “psychology”, but a promotion of “psychologies” by a diversity of edges.

Transpersonal psychology emerged at the end of the 20th century as result of this evolution, going through structuralism, functionalism, behaviorism, psychoanalysis, Gestalt psychology and other perspectives. It constituted an attempt to shape an integrative science capable of considering diverse perspectives to approach its targeted phenomena. Other authors advocate moving towards the term “psychological studies” which may include a wide range of studies and understanding of human activity and experience.

Key words:  History of Psychology, Psychological Studies, Psychology, Psychologies.

Introducción

El desarrollo de la psicología como ciencia, desde sus inicios en el siglo XIX, ha marcado un debate inacabable que se mantiene en lo corrido del siglo XXI y que no ofrece indicios de fin.  Los diferentes enfoques psicológicos, así como las diversas teorías que pretenden explicar o comprender el comportamiento humano, han tenido y siguen manteniendo algo en común: cada una abarca una perspectiva que se puede antojar insuficiente para abordar la complejidad humana. Esto ha conllevado a la definición de distintos objetos de estudio en la que pretende ser una sola ciencia y, por ende, fluye a distintas posibilidades de análisis y de posturas metodológicas, que mantienen vigente el debate.

Se rescata entonces la eterna cuestión de si la psicología debe ser una sola o pareciera más prudente hablar de “las psicologías”. Se presenta, así, un breve recorrido histórico de la psicología que deja ver las hondas discusiones, a partir de las cuales sólo a finales del siglo XX algunos autores han tomado como referencia para proponer dos posibilidades de consenso:  por una lado, el planteamiento de una psicología transpersonal que pretende avanzar como una psicología abarcadora, coherente e integrativa y, por otro, asumir el término “estudios psicológicos” para considerar las innumerables aristas propuestas desde la psicología para abordar sus intereses.

Con este artículo se invita a los lectores a la reflexión acerca de su propia postura en esta disciplina y profesión, pues, lejos de mantener posiciones afianzadas se espera la apertura al sueño de la aceptación de diferentes puntos de vista para observar y conocer fenómenos que en últimas suceden en la cotidianidad de los seres humanos y que muchas veces pueden parecer escasamente comprendidos.

Metodología

Se presenta un artículo de revisión, cuya finalidad, acorde con Day (2005) “…es examinar la bibliografía publicada anteriormente y situarla en cierta perspectiva.” (p. 174).

Los objetivos propuestos para hacer la revisión consistieron en resumir información sobre el desarrollo de la psicología, identificar aspectos relevantes que caracterizaran su historia y esbozar la situación actual.

Para la ubicación de los documentos bibliográficos se utilizaron varias fuentes documentales. Entre los meses de enero a marzo de 2020 se realizó una búsqueda bibliográfica tanto en la biblioteca virtual de la UNAD como en el buscador “Google Académico” utilizando los términos historia de la psicología, enfoques psicológicos, psicología en la actualidad, publicados entre 2001 y 2018. 

Los registros obtenidos fueron 70 mediante la combinación de los diferentes términos definidos. Posteriormente, se seleccionaron los documentos que brindaran un panorama del desarrollo de la psicología, distintos enfoques o escuelas y las propuestas más actualizadas.

Discusión

Resulta necesario considerar la evolución de la psicología como ciencia y la manera como responde a las demandas de las personas, cuando éstas actualmente y desde su cotidianidad reclaman apoyo para la resolución de sus problemas o para sus necesidades más profundas de autoconocimiento y desarrollo.

Si la psicología es considerada como una ciencia del hombre para el hombre, desde la cual se puede comprender el comportamiento humano, vale la pena preguntarse acerca del recorrido que ha tenido a lo largo de la evolución humana para observar sus alcances y debates aún en la actualidad.

Lo primero que surge es, entonces, la pregunta de si podemos hablar de la “psicología” o sería más sensato hablar de las “psicologías”. Estas categorías han matizado el devenir de esta ciencia desde sus inicios, cuando intentaba desprenderse de la filosofía y constituirse como tal.  Desde el interés por comprender el alma o la “psyché”, recorriendo las diversas posturas de reconocidos filósofos como Platón (387 a.C.) con su concepción dualista del cuerpo como cárcel para el alma;  Aristóteles (373 a.C.) con su propuesta del alma como propiedad esencial del cuerpo, la cual carece de existencia fuera de éste;  la relación de Descartes (siglo XVII) del mundo psíquico con una parte especifica del cerebro humano (la glándula pineal), pasando por los planteamientos de Locke (siglo XVII), Comte (finales del siglo XVII), entre otros, podría decirse que las tendencias de la psicología para el estudio de la conducta humana han sido amplias pero insuficientes y a la vez contradictorias.

Al respecto, Ribes-Iñesta (2009), comenta: 

Las distintas psicologías difieren en su concepción de qué es lo psicológico, en cómo se estudia, y para qué y para quién se aplica ese conocimiento. No es correcto, por consiguiente, hablar acerca de “la” psicología, aludiendo a una disciplina ideal con propósitos, medios y fines precisos compartidos por todos aquellos que la practican. En sentido estricto, deberíamos hablar de “las psicologías”, aceptando sus diferencias irreconciliables en cuanto a objeto, método y aplicaciones del conocimiento (Ribes, 2000). La así llamada psicología constituye, en realidad, un pluralismo disciplinar no reconocido, cuya forma de existencia es el mito de una disciplina unificada llamada psicología. La confusión conceptual y la imprecisión de sus objetivos y límites es el modo de vida que este mito impone a sus practicantes, en el que cada psicología reclama, de un modo u otro, la legitimidad exclusiva del nombre compartido. (p. 8)

Esas “irreconciliables diferencias” planteadas por Ribes-Iñesta (2009) se evidencian en el desarrollo de la psicología como ciencia. Por tanto, podemos tener presente que desde el desarrollo del primer laboratorio experimental fundado por Wilhelm Wundt en 1879 en Alemania y llevado a Estados Unidos por su discípulo Titchener a finales del siglo XIX, las psicologías han dejado ver la diversidad de perspectivas desde las cuales pretenden dar respuestas a la comprensión del comportamiento humano. Es así como su nacimiento desde la mirada estructuralista de la mente a finales del siglo XIX, viene a sentar las bases de la psicología científica para, seguidamente, dar lugar al funcionalismo, interesado en profundizar en la observación sistemática y la introspección, además de la utilización del método experimental (inicios del siglo XX).

Posteriormente surge el conductismo (1913), planteando por Watson en oposición al método introspectivo. Poco más tarde (inicios del siglo XX), Freud sorprende al mundo con una postura centrada en la neurosis y los contenidos inconscientes de la mente humana, hasta entonces no sólo inaccesibles, sino tan inaceptables como la premisa de que la libido ocupa un lugar central en la vida humana y en su desarrollo psicológico.

Posteriormente, los intentos por comprender la psique humana continúan esta tendencia de considerar inconclusa una postura para proponer otra que resulta también incompleta.  Es así como la psicología continúa su avance para formular perspectivas como la Gestalt, la psicología humanista, la psicología cognitiva, la psicología sistémica y, más recientemente (finales del siglo XX), la psicología transpersonal.

He aquí las escuelas de la psicología que han desarrollado interesantes rutas para la comprensión de la psique abordando alguna o algunas perspectivas desde su amplitud y profundidad.  Esto, sin haber mencionado hasta aquí las teorías desarrolladas asociadas a la disciplina:  teorías del desarrollo cognitivo, social, psicosexual;  teorías del aprendizaje, teorías de la personalidad, entre muchas otras;  y ni hablar de las áreas de aplicación: psicología clínica, comunitaria, social, educativa, forense, organizacional, ambiental, del consumidor, del deporte, de la salud, del tránsito, además de la relación de la psicología o las psicologías con otras disciplinas:  medicina, psiquiatría, enfermería, pedagogía, neurociencias, antropología, sociología, farmacología, biología, informática, estadística, gerontología, ingeniería y un gran etcétera. ¿Cómo podría resultar suficiente una postura, corriente, escuela o teoría psicológica que pretende abarcar la inconmensurable mente humana y su relación con la vida misma y sus innumerables dimensiones y escenarios? 

A este respecto, Caparrós (2004), citado por Kaulino y Stecher (2008), expresa que la psicología como ciencia "desde sus inicios y de forma ininterrumpida ha presentado un rasgo que no se da en las ciencias convencionales y que es característico de ella: la propia conciencia de crisis" (p. 13).  Esto hace referencia a la permanencia de una pluralidad en la psicología, que nos conduce a reconocer “las psicologías”, con conciencia de crisis que ha acompañado su desarrollo histórico.

El mismo autor, discrimina algunas dimensiones desde las cuales se expresa la pluralidad de la psicología. Cabe aquí mencionar la primera dimensión referida al planteamiento y desarrollo de distintas perspectivas teóricas y, la segunda, en lo relativo a la diferenciación del rol del psicólogo, que por un lado plantea lo académico o científico y por otro el profesional o interventor.  Ambas dimensiones esbozan diversas discusiones y orientaciones tanto para el académico como para el interventor, lo cual se refleja en los procesos que adelantan, así como en los objetivos que persiguen y por ende en sus resultados.

La discusión se complejiza cuando nos referimos al debate acerca del objeto de estudio de las psicologías, pues la conceptualización de este objeto de estudio viene matizada por las concepciones desde donde se abordan, así como las perspectivas teórico-metodológicas que se diseñan en consecuencia. En este sentido, los mismos autores (Kaulino y Stecher, 2008), consideran, entre otras, dos tendencias:  la primera, referida a la diferenciación al interior de cada una de las escuelas psicológicas de este objeto de estudio. Así, para el conductismo el objeto de estudio es la conducta observable y medible, para el psicoanálisis lo son las motivaciones inconscientes y para la Gestalt los fenómenos perceptuales. Se podría seguir listando la variedad de objetos de estudio que han caracterizado las diferentes corrientes psicológicas con aspiraciones a aportar a la consolidación de la psicología como ciencia, pero estos ejemplos se consideran suficientes para esbozar la variedad de los mismos.  La segunda tendencia parte de la primera, pues al conceptualizar distintos objetos de estudio de la psicología, se desarrollan también distintas premisas epistemológicas e iniciativas teórico-metodológicas.  Es decir, no existe una psicología, sino unas “psicologías”.

Para recopilar, podemos citar a Ribes-Iñesta (2009), quien expone cuatro caracterizaciones distintas con las que emergió la psicología: la primera, como el estudio experimental de los fenómenos mentales relacionados con las concepciones filosóficas de la época; la segunda, como estudios experimentales del funcionamiento del sistema nervioso intentando comprender la evolución biológica humana; la tercera, como el estudio del comportamiento de organismos para aplicar los resultados al comportamiento humano individual y social, y la cuarta, la generación de técnicas de medición e intervención en relación con actividades humanas en las áreas de la salud, la educación y las empresas.

Así, acorde con Wittgenstein (1953) citado por Ribes-Iñesta (2009), se desarrollaron

…supuestos y formas variadas de concebir el objeto de conocimiento de lo “psicológico”, concepciones divergentes del método apropiado para los múltiples objetos de conocimiento planteados... No sorprende [entonces] que la confusión conceptual y la inconmensurabilidad de las prácticas reales sea lo que mejor describe la coexistencia de disciplinas diferentes amparadas bajo el mismo nombre de `psicología´. (p. 8)

Y esta diversidad persiste, por lo cual podemos recordar a Yela (1989) citado por Civera, Tortosa y Vera (2006), quien manifiesta:

La Psicología es hoy una Ciencia pletórica, frustrante y desunida. Es, desde luego y, en primer lugar, pletórica. Los psicólogos y las investigaciones y prácticas psicológicas crecen sin cesar y aceleradamente (...) La Psicología es también frustrante. Suele acontecer, aunque no siempre, que, cuanto más precisa es una investigación, tanto más limitados y triviales son sus resultados, y a la inversa, cuanto más importante es el asunto, más dudosa y polémica es la teoría, la técnica o la interpretación de los resultados (...) la mayor frustración proviene de que la Psicología se muestra como una Ciencia dividida en una multiplicidad de áreas y enfoques inconexos y, lo que es peor, en una diversidad dispar de escuelas que discrepan o se oponen en sus modos de concebir el objeto de su Ciencia, el tipo de cuestiones que formulan, los fenómenos a que atienden y las maneras de intervenir en el estudio y solución de los problemas prácticos. (p. 24)

Estas contradicciones, frustraciones y desuniones al interior de la psicología, se evidencian también en las permanentes paradojas que la dinamizan. Acorde con Civera, Tortosa y Vera (2006) la psicología ha tenido que enfrentarse a sí misma, al intentar resolver las disyuntivas entre el subjetivismo, reconociendo la legitimidad  de lo que cada sujeto reconoce y juzga, frente al objetivismo como realidad o verdad independiente de lo que considere el ser humano y que puede probarse mediante el método científico;  entre el holismo cuya visión corresponde a  lo global y a la unidad que conforman las partes, frente al elementarismo que se ocupa de las partes o los elementos mínimos que conforman un organismo u organización, en este caso, el individuo y todos los elementos que lo conforman, así como los grupos y las sociedades.  Así mismo, estas disyuntivas se amplían a lo cualitativo desde donde se reconocen, por ejemplo, las emociones, las motivaciones y los procesos psicológicos, y la particularidad frente a lo cuantitativo, donde la estadística, la generalización normativa y el control experimental cobran importancia; así como la orientación personal, el individuo y su cotidianidad  frente a la orientación transpersonal, aquello que experimenta más allá de lo ordinario, y el endogenismo, centrado en las categorías biológicas frente al exogenismo ocupado de las influencias sociales y culturales.

En este mismo sentido, Richelle (2000), citado por Civera, Tortosa y Vera (2006), plantea que la psicología ha tenido que buscar su integración entre sus aspectos geográficos e históricos, sus fundamentos epistemológicos y las aproximaciones metodológicas, los niveles biológico e histórico-cultural, entre la formación científica y el ejercicio profesional, así como lidiar con los contrastes entre la psicología básica y la aplicada. Los mismos autores consideran que el psicólogo actúa con suma frecuencia en escenarios dispares, que fluctúan desde la contigüidad a la biología y la farmacología hasta el uso de encuestas en contextos como la empresa, el deporte, el tránsito, el ambiente o el marketing, pasando por la amplia gama de psicoterapias. Lo anterior conlleva a un sinnúmero de cuestiones que complejizan sus concepciones y mantienen la disyuntiva entre las polaridades de los fenómenos biológicos que pueden fundamentar la conducta hasta la comprensión de las experiencias subjetivas que son tantas como personas en el mundo.

No obstante, los estudiosos han perpetuado el interés por una psicología que abarque toda esta variedad de fenómenos. Es así como surgió la cuarta fuerza a finales de los 60, con los aportes de Jung, Assagioli, Maslow, Grof, Wilber, Naranjo, Tart, entre otros, quienes sentaron las bases para expandir el marco de la psicología al estudio de la dimensión espiritual y trascendente de la naturaleza humana y de la existencia, dando paso entonces, sin pretenderlo, a la psicología transpersonal (Ferrer, 2003, citado por Almendro, 2010), que pretende estudiar  

los procesos, valores y estados transpersonales, la conciencia unitiva, las experiencias cumbre, el éxtasis, la experiencia mística, la trascendencia, las teorías y prácticas de la meditación, los caminos espirituales, la realización (...) y los conceptos, experiencias y actividades con ellas relacionados. (Walsh y Vaughan, 1982 citado por Almendro, 2010, p. 28)  

Por su parte, Rowan (1996) citado por Almendro (2010), la define como una psicología que amplía las fronteras y reconoce la diversidad de la experiencia humana consciente.  Así mismo, esta psicología pretende constituirse como una metaperspectiva para “llegar a establecer la contribución e integración de las diferentes escuelas” (Almendro, 1995, 2006, p. 42).

Del mismo modo, Walsh y Vaughan (1982) citados por Almendro (2010), reconocen el antagonismo de los modelos psicológicos, planteando que la psicología transpersonal “(…) puede representar un enfoque abarcador que supere estas dicotomías: (…) un enfoque más amplio lleva a pensar que por lo menos algunos modelos pueden ser complementarios, y cabe esperar que una actitud lo bastante amplia y libre de prejuicios pueda abarcar e integrar muchos de los modelos principales… (un) modelo transpersonal… que los sitúe en el marco de un contexto expandido de la naturaleza humana” (p. 32).

En consonancia, Wilber (1990) citado por Almendro (2010), propone un “espectro de la consciencia”, sosteniendo que el enfoque psicológico se centra en una banda diferente de ese espectro, es decir, un determinado nivel de la experiencia consciente es abordado por cada enfoque, por tanto, dedica su vida a desplegar una “psicología integral”, con la cual pretende abarcar los diferentes modelos psicológicos desarrollados.

Es ese conglomerado de frustraciones y desuniones al interior de las psicologías, lo que consideró prudente revisar Wilber (1996, 2000, 2006) al darse cuenta de la multiplicidad de teorías, abordajes, perspectivas, epistemologías y metodologías que han caracterizado esta ciencia. Con la observación de lo insuficientes, a veces específicos y, otras veces, reduccionistas planteamientos de los diversos enfoques psicológicos, se propuso avanzar hacia una psicología más integrativa, en la que no se desconocen los planteamientos que han venido dando cuerpo a esta disciplina a lo largo de su historia. Por ello, se planteó el enfoque integral holónico desde una perspectiva que busca ser coherente, reconociendo premisas de la física, la biología, las ciencias sociales, las ciencias sistémicas, la estética y otras concepciones que permean la vida del hombre, y buscando un abordaje inclusivo y abarcador que intente dar respuesta a los dilemas humanos y se acerque a la solución de las necesidades cotidianas.

Es así como la tesis original de Wilber (1996, 2000, 2006), se centra en la pluridimensionalidad de la consciencia humana y, por ende, del mundo. Dicho de otro modo, tanto el mundo como el ser humano están conformados por múltiples dimensiones o niveles, a saber:  físico, emocional, mental, existencial y espiritual y, en consecuencia, cada enfoque de la psicología y cada metodología de la psicoterapia se centra fundamentalmente en un nivel distinto, por lo que es preciso considerar múltiples perspectivas y/o teorías para abordar los distintos niveles. Cada una aporta algo valioso a la comprensión del complejo mundo y del individuo.  Esta es una postura no fragmentada que intenta dar cabida a la pluralidad desde un orden y una integración.

Desde esta concepción integradora, podemos ver que los fenómenos psicológicos, simplemente “suceden” en la vida humana, en las personas, en los grupos como fenómenos naturales, independientemente de los abordajes con que los consideren las psicologías. Es natural también pensar en que estos mismos individuos de la vida cotidiana estén interesados en comprender sus vivencias y buscar alternativas de mejora cuando piensen que así deben hacerlo. En este sentido, Ribes-Iñesta (2009) indica que: 

los fenómenos psicológicos no son fenómenos inasibles, distintos en cualidad a cualquier otro fenómeno natural. Los fenómenos psicológicos se manifiestan y tienen lugar en la forma de prácticas interindividuales inmersas y constituyentes del lenguaje ordinario. En consecuencia, la materia cruda de la fenomenología psicológica radica en y está constituida por las prácticas del lenguaje ordinario. (p. 14)

Es decir, las psicologías, reconociendo su evolución e interés en comprender y atender a lo “humano”, podrían aplicar sus métodos y ocuparse de los fenómenos humanos, y observar la perspectiva desde donde los abordan, sin desconocer el amplio margen que dejan de considerar al centrarse o validar sólo una única perspectiva.  Tal vez falta un tiempo de evolución para que los planteos de Wilber y otros autores puedan incorporarse a las psicologías de una manera más consistente, pues aún, a inicios del siglo XXI, es preciso que la psicología transpersonal obtenga el reconocimiento en el amplio ámbito de las psicologías, y gane espacios en contextos académicos y científicos. Pese a ello, es posible que discurra como el cimiento de una psicología abarcadora e integrativa.

Otro intento por conciliar los diversos postulados que históricamente han caracterizado el devenir de la psicología es el que plantean Civera, Tortosa y Vera (2006), al expresar que el pluralismo frecuentemente vivido por los psicólogos como “falta de unidad” y como “…falta de cohesión de la Psicología” puede evolucionar al reemplazo del término “psicología” por otro como el de “estudios psicológicos”, que había propuesto Koch (1992) citado por estos mismos autores, en el que pueda incluirse un amplio rango de estudios y comprensiones sobre la actividad y la experiencia humanas.

Así,

…con métodos flexibles, con diferentes esquemas conceptuales o paradigmas, aborda el conocimiento de los acontecimientos psicológicos, que son para Koch hechos sometidos a determinación múltiple, de sentido ambiguo, polimorfos, contextualizados en una circunstancia o encajados de varios modos complejos y vagamente limitados, lábiles en extremo (Koch, 1981). Royce hablaba del carácter “multi” (multiconceptual, multiparadigmático, multiestratificado) de la Psicología, y proponía precisamente partir de la aceptación de esa condición (Royce, 1976). (Civera, Tortosa y Vera, 2006, p. 41)  

Lo anterior nos recuerda a Hebb (1974) también citado por Civera, Tortosa y Vera (2006) quien indicaba que “[la] Psicología no es Psicología clínica; no es Psicología fisiológica; no es Psicología social, ni comparativa, ni del desarrollo, ni Psicología experimental humana. Es algo más” (p. 18), es decir, puede concebirse como una ciencia de amplias fronteras que considere, según Kaulino y Stecher (2008), “…el desiderátum de que la unidad de la Ciencia psicológica no sólo es deseable, sino también posible” (Kaulino y Stecher, 2008, p. 14).

Conclusiones

La psicología ha mantenido su desarrollo por más de tres siglos y ha atendido muchos intentos por ir más a fondo en la definición y comprensión de su objeto de estudio. Si bien, resultó complejo desprenderse de la filosofía toda vez que inició su carrera como ciencia que aborda la “psyché” como objeto “inmaterial” de difícil estudio con el método científico, fue entonces explorando y consolidando metodologías que le facilitaran su constitución en ciencia a partir de los fenómenos fisiológicos que sí podían revisarse en un laboratorio.

En su devenir constante ha planteado diversas perspectivas que responden algunas cuestiones que, como consecuencia, dejan de lado muchas otras. Si se considera el comportamiento humano como inmenso, profundo y complejo, así mismo debería adelantarse su estudio. Es por esto que el debate se mantiene vigente y que, al revisar las deficiencias de un modelo, enfoque o teoría, los subsiguientes han pretendido subsanarlas en sus propuestas.

Aun así, no se logra el consenso, por lo cual en las últimas décadas han venido estructurando un cuerpo, a saber, la psicología transpersonal como postura integradora, y la consideración de incorporar el término “estudios psicológicos” para abarcar la diversidad de objetos de estudio, epistemes y metodologías incluidas en la psicología.

El debate se mantiene y por ahora no se vislumbra un acuerdo en la comunidad científica que acorte el camino hacia la unanimidad. Por ello, se entiende cómo válida la apertura a la integración y a la revisión de diferentes perspectivas para el estudio o la intervención de un solo fenómeno que pueda ser de interés para esta ciencia.

Referencias


1 Mabel Goretty Chala Trujillo. Psicóloga, Máster en Dirección de Recursos Humanos, Especialista en Gerencia de Salud Ocupacional, Magíster en Educación Superior. Coinvestigadora en el Grupo de Subjetividad y Sujetos Colectivos de la ECSAH UNAD. Universidad Nacional Abierta y a Distancia - Sede Nacional José Celestino Mutis, Calle 14 Sur No. 14-31, Bogotá, Colombia. Tel. 3443700. ORCID: 0000-0001-7183-1723. Correo electrónico: mabel.chala@unad.edu.co