La capacidad explicativa de la decolonialidad como teoría alternativa para la construcción del desarrollo y bienestar en Colombia

The explanatory capacity of decoloniality as an alternative theory for the construction of development and welfare in Colombia

ván Gustavo Sanabria Velásquez1

Economista y Contador Público de la Universidad de Los Llanos
Candidato a Magíster en Economía de la Universidad de Manizales
Investigador de la Corporación Pluridesarrollo
Asesor de la Secretaría de Vivienda de la Gobernación del Meta en la planeación y seguimiento de proyectos habitacionales y de políticas públicas en torno al hábitat

Resumen

El concepto de desarrollo se define según la perspectiva teórica. No hay una única definición y responde a las necesidades del gobierno dentro de un territorio como elemento discursivo. El presente artículo aborda visiones de desarrollo clásicas y alternativas alrededor de las teorías económicas hegemónicas acercándolas a las realidades de Colombia y propone la decolonialidad como alternativa explicativa y elemento de consenso entre el debate de crecimiento y desarrollo para llegar al buen vivir.

Palabras clave: desarrollo, crecimiento económico, decolonialidad.

Abstract

The concept of development is defined according to the theoretical perspective. There is no single definition and answer to the needs of the government within a territory as a discursive element. The present paper addresses classic and alternative development visions around hegemonic economic theories, bringing them closer to the realities of Colombia and proposes decoloniality as an explanatory alternative and element of consensus between the growth and development debate to arrive at a good living.

Key words: development, economic growth, decoloniality 

“Soy lo que dejaron, soy toda la sobra de lo que se robaron.
Un pueblo escondido en la cima, mi piel es de cuero por eso aguanta cualquier clima.
Soy una fábrica de humo, mano de obra campesina para tu consumo. 
Frente de frio en el medio del verano, el amor en los tiempos del cólera, mi hermano.
El sol que nace y el día que muere, con los mejores atardeceres.
Soy el desarrollo en carne viva, un discurso político sin saliva.
Las caras más bonitas que he conocido, soy la fotografía de un desaparecido.
Soy la sangre dentro de tus venas, soy un pedazo de tierra que vale la pena.
Soy una canasta con frijoles, soy Maradona contra Inglaterra anotándote dos goles.
Soy lo que sostiene mi bandera, la espina dorsal del planeta es mi cordillera.
Soy lo que me enseño mi padre, el que no quiere a su patria no quiere a su madre.
Soy América latina, un pueblo sin piernas pero que camina”

Fragmento de canción Latinoamérica de Calle 13  

¿Qué es desarrollo?

Según De Sousa Santos, B. (2010), desarrollo es un concepto epistémico y sociolingüístico en construcción permanente, debido a que este busca explicar la evolución de la sociedad en el tiempo en función de un propósito, una perspectiva y un contexto que se desarrolla en un territorio. Por lo tanto, los conceptos clásicos no son explicativos a las realidades latinoamericanas y mucho menos a las realidades que se presentan en Colombia.

Como concepto en construcción debe formarse a nivel holístico e interdisciplinario desde las dimensiones académicas y políticas, que son los espacios donde se construye y se ejecuta una idea, una cosmovisión.

De acuerdo con Walsh, C. (2008) la decolonialidad propone como paradigmas de lucha para la construcción social: la colonialidad del poder, la colonialidad del saber, colonialidad del ser, colonialidad de la madre naturaleza y de la vida misma. En otras palabras el desarrollo se construye desde las diferencias étnicas en equidad social sin jerarquías, el conocimiento ancestral es igual de válido que el conocimiento occidental, la sociedad debe construir territorio desde preceptos de igualdad humana, la naturaleza o pacha mama no es objeto de derechos es un sujeto de derechos y por lo tanto hay que respetarlos.

Desarrollo es “vivir bien” dentro de una cosmovisión particularizada del individuo, que para ser instrumentalizada las visiones individuales, la sociedad debe tener espacios de construcción colectiva de territorio, en función de sus habitantes y la salvaguarda del hábitat. Vivir bien como visión es diferente entre los múltiples sujetos que coexisten en una sociedad y en un mismo territorio. Se reinventa cada vez que la sociedad cambie sus paradigmas

El concepto de desarrollo es originado después de la segunda guerra mundial, utilizado con el propósito de definir la industrialización en función de producción y bienestar. Los países que no poseían esas características eran definidos como países sub desarrollados, caso de Latinoamérica, y más precisamente Colombia, el cual es el país contexto de este análisis.

Colombia comparte realidades con Latinoamérica, posee una realidad no muy diferente a los países vecinos. Con vocación agrícola desde la visión del modelo heckscher-ohlin-samuelson2 ya que la mayor ventaja comparativa y factor abundante es la tierra, sin embargo los conflictos sociopolíticos (originados en la década de los 50) hizo que los campesinos se desplazaran hacia las ciudades, y la visión de desarrollo se enfocara en las urbes derivado de la alta concentración poblacional en las mismas, desviando la atención del campo a la ciudad.

De acuerdo con Machado, A. (2011) El fracaso del desarrollo rural (pobreza, desigualdad, desempleo, exclusión, violencia) producto del desplazamiento del campesinado a las ciudades y auge en los discursos apocalípticos sobre el medio ambiente, han hecho tomar conciencia a medias3 (plausible en los modelos de explotación extractiva de recursos minerales e hidrocarburos que dañan la biomasa, monocultivos que trasgreden la biodiversidad, entre otros) a los gobernantes y/o administradores de territorio, de la necesidad de repensar la visión de desarrollo, ya que los paradigmas existentes no corresponden a las realidades, induciendo a asumir 2 perspectivas frente al desarrollo: el mercado internacional excluye o absorbe según sus necesidades o por otro lado la emancipación de los territorios en función de sus habitantes como ecosistema será más complejo de hacerse posible. 

La tradición social dirigente de Colombia, sujeto a las teorías clásicas de Adam Smith y David Ricardo, ha concebido y llamado desarrollo a la generación rentística de recursos monetarios derivado de la utilización de los medios de producción4 que permiten la acumulación generando como resultante bienestar desde el acceso al consumo. Desde esta perspectiva el bienestar se obtiene a través de la generación de la riqueza (crecimiento económico) de un territorio ya que, si se poseen recursos, la población podrá obtener cualquier cantidad de bienes y de esta manera se satisfarán todas sus necesidades. Si observamos el siguiente gráfico de la serie 1991 – 2010 del índice de Gini y el PIB de Colombia podemos establecer que la riqueza viene creciendo pero la desigualdad se ha mantenido en un Gini promedio de 57,02 (serie 1991 – 2010), lo cual indica que en promedio 57,02% de la riqueza se concentra en el 46,08% de la población. Por lo tanto se puede afirmar que a pesar de que haya generación de riqueza en el territorio, no implica que la población tenga recursos para consumir o para satisfacer las necesidades básicas, Gráfico 1.

Gráfico 1. Índice de GINI Colombia en contraste con el PIB Colombia serie 1991 – 2010.

Gráfico 1. Índice de GINI Colombia en contraste con el PIB Colombia serie 1991 – 2010.

Fuente: elaboración propia a partir de datos del Banco Mundial.

De acuerdo con lo anterior se puede afirmar que la visión clásica de la economía no siempre explica la realidad económica de un territorio. Sin embargo, los cambios estructurales en la sociedad desde la cosmogonía pluricultural latinoamericana permite la construcción de nuevas epistemologías no universales para explicar las realidades de los territorios.

El transitar del tiempo en el pensamiento colectivo promueve la búsqueda de significados en los conceptos, ya que la semántica sin contexto seria simplemente sintaxis, en la medida que la teoría pierda valor explicativa de la realidad o desde la teoría se busquen explicar nuevas realidades. Lo cual lleva a cuestionar la visión clásica del concepto de desarrollo en relación que la construcción epistémica fue generada en realidades no latinoamericanas.

Las ansias de nuestros gobernantes por parecernos a Europa o EE UU hicieron que aplicáramos un modelo de desarrollo que no se ajustase a nuestras realidades locales como bien lo describe Machado, A. (2011) “Colombia entró a la modernización sin haber resuelto el problema agrario, porque siempre pensó que el país era más urbano que rural”. Esta dependencia al ideario extranjero perdura en la construcción de país derivado de los compromisos asumidos supranacionalmente que inciden en la construcción de país como son los tratados de libre comercio suscritos con EUA. De acuerdo con lo planteado con Amezquita Zarate, P. (2007) 9 de cada 10 establecimientos en Colombia son PYMES y solo el 4% de las ventas de las ventas de los bienes y servicios producidos por el país tienen como destino de ventas el extranjero. El autor manifiesta que el país tiene dificultades para aumentar las exportaciones por falta de canales, ausencia de apoyo estatal, carencia de crédito, baja productividad y bajo nivel producido. Que si bien es cierto la razón fundamental de su existencia es abastecer el mercado interno, por las ventajas competitivas que tiene EUA sobre el mercado internacional, la PYMES no están en capacidad de competir y pueden perder el mercado interno.

Este paradigma de querer participar en el mercado internacional y sin tener las condiciones y mostrar las ventajas comparativas de factor productivo de la tierra que es la base del sector agrícola en el imaginario colectivo de país, desdibuja el sector agrícola como generador de desarrollo del país, ya que el mercado internacional demanda materias primas especializadas y las nuevas tendencias idearías del capitalismo, están retomando los postulados keynesianos y la de sus herederos (si incentivas la demanda la economía se dinamiza). Si no se resuelven los problemas de las PYMES ni se pobra participar en mercados externos y empresas del extranjero cubrirán la demanda interna del país.

Es necesario regresar al campo pero con tecnología (que no poseemos y no existe una real transferencia tecnológica por parte de los países desarrollados a los subdesarrollados) para hacer eficiente la producción. El sector agrícola en la actualidad es una caricatura en términos de contribución al PIB como se evidencia a continuación: 

Tabla 1. PIB Colombia composición por sectores (Estimados 2017)

 AGRICULTURA 7.2%
 INDUSTRIA 30.8%
 SERVICIOS 62.1%

Fuente: construcción propia a partir de datos de https://www.cia.gov/library/publications/the-worldfactbook/geos/co.html

Esta realidad hace dudar en el propósito de construir desarrollo a través del sector agrícola pensado desde las ventajas comparativas, sin embargo, este aparente cambio de paradigma responde a la necesidad de forzar el crecimiento económico de los países latinoamericanos, desde una visión convencional al concebir que el reto del crecimiento económico era a través del progreso del aparato productivo, lo cual lograría la reducción de la desigualdad en el largo plazo. Esto en otras palabras, implica que el incremento de la producción lograría mejores ingresos para la población y como consecuencia más consumo. Esta visión del desarrollo se conoce como la curva de Kuznets, Gráfico 2.

Gráfico 2. Curva de Kuznets relación entre crecimiento económico y desigualdad.

Gráfico 2. Curva de Kuznets relación entre crecimiento económico y desigualdad.

Fuente: elaboración propia a partir de Sánchez Almanza, A. (2006).

Como explica Sánchez Almanza, A. (2006), para entender la curva de Kuznets es necesario conocer que esta se construye a partir de los siguientes supuestos de relación entre crecimiento económico y desigualdad:

Desde esta visión el crecimiento se da por fases y de forma ascendente como se puede evidenciar en el anterior gráfico. En la fase A, en la sociedad tradicional hay altos niveles de agricultura con mano de obra intensiva y una economía de subsistencia con bajos niveles de productividad y desigualdad en relación con el Coeficiente de Gini. En la siguiente fase de desarrollo se explota los recursos minerales, se transforma materia primas desarrollándose el sector industrial, generándose un desplazamiento de la mano de obra del sector agrícola al industrial, gestándose la concentración poblacional en las ciudades dando paso a la modernidad, con altos niveles de productividad y con un alto costo en niveles de desigualdad ya que aumenta el coeficiente de Gini. En la Fase C las urbes se transforman en metrópolis aumentando aún más los niveles de productividad (crece más el PIB per cápita en relación con la fase anterior) con la diferencia que disminuyen los niveles de desigualdad. De acuerdo a lo anterior a medida que se transita entre sectores económicos iniciando por el sector agrícola, transitando por el sector industrial, hasta llegar al sector servicios, incrementa los niveles de productividad (aumenta el PIB per cápita) y se construye una u invertida en cuanto a la evolución de la desigualdad generando crecimiento económico, siempre y cuando se desarrolle el transito intersectorial.

De acuerdo con esta visión, los entes multilaterales promueven el desarrollo de fórmulas económicas para que los países latinoamericanos pasen del subdesarrollo al desarrollo, entendido como la homogenización de los sistemas de producción en función del tránsito del sector primario de la economía como lo es la agricultura que se poseen bajos niveles de productividad hasta llegar al sector servicios con altos niveles de productividad y redistribución generando bajas inequidades, lo que implicaría altos ingresos per cápita con capacidad adquisitiva para satisfacer las necesidades del individuos.

De acuerdo a esta lógica los países subdesarrollados como los latinoamericanos deberían llevar esta secuencia para llegar a alcanzar el desarrollo, teniendo en cuenta que este fue el camino que llevaron los países desarrollados y que Kuznets logro identificar y teorizar.

Al analizar el comportamiento del PIB a la luz de la curva de Kuznets y modelo de ventajas comparativas Heckscher-Ohlin-Samuelson, en teoría, el sector agrícola debería tener la mayor participación del PIB seguido del sector industrial, dejando relegado al sector servicios, bajo la lógica que Colombia es un país subdesarrollado, sin embargo esto no se da.

A continuación se construye la relación entre crecimiento económico y desigualdad en Colombia en la serie de tiempo 1976 – 2007, para establecer si se forma la curva de Kuznets, Gráfico 3.

Gráfico 3. Relación entre crecimiento económico y desigualdad en Colombia Serie 1976 – 2007.

Gráfico 3. Relación entre crecimiento económico y desigualdad en Colombia Serie 1976 – 2007.

Fuente: elaboración propia a partir de cifras del DANE.

De acuerdo con el gráfico se puede establecer que no se construye la u invertida de Kuznet y por el contrario la desigualdad y el crecimiento económico tienden al alza, la evolución de los sectores se da de forma opuesta, ya que el sector servicios es el que más participación del PIB tiene sin que necesariamente el sector agrícola e industrial se desarrollara en el país. Esto demuestra que las teorías convencionales sobre el desarrollo no logran explicar las realidades latinoamericanas. Sin embargo es necesario cuestionar esta técnica de medición y ampliamos nuestra cosmovisión a parir de las condiciones históricas, económicas y geográficas, es posible replantear el modelo de desarrollo en función del territorio.

El PIB no puede ser el único parámetro para evidenciar las potencialidades del territorio (país) por lo tanto la academia debe reconocer los territorios desde los localismos, comprender sus estructuras y subjetividades para construir con las comunidades modelos de desarrollo no universales en función de la región que implosionen sus potencialidades, construir un paradigma colectivo del buen vivir.

Es una realidad que existen múltiples indicadores para medir el desarrollo, y que el PIB no es uno de ellos (el PIB mide crecimiento económico). Sin embargo la clase dirigente de este país (políticos, académicos neoliberales y empresarios) visiona que si no hay producción de capital financiero no podrá construirse desarrollo para que la población pueda vivir bien. Pero aún no hemos construido el concepto propio de vivir bien. Ospina, W. (1997) reflexiona sobre el pensamiento de Gaitán5 acerca de la ausencia de un proyecto nacional que se puede resumir folclóricamente en un chiste popular que dice: “en Colombia los ricos quieren ser ingleses, los intelectuales quieren ser franceses, la clase media quiere ser norteamericana y los pobres quieren ser mexicanos”. La no existencia de un proyecto nacional no es derivada de la falta de idoneidad por parte de nuestros pobladores, al contrario, en Colombia existen alrededor de 60 naciones indígenas, afrodescendientes, mestizos, que poseen diferentes cosmologías y cosmogonías, pero como sociedad no hemos sido capaces de construir un proyecto nacional alrededor de estas miradas. El intento más plausible en la construcción de un proyecto nacional diverso, fue la constitución de 1991, sin embargo la instrumentalización y transversalización de esta idea de país se desvirtuó, debido a que nuestra democracia representativa deja en manos de los legisladores el devenir del territorio, y la evidencia empírica indica que la falta de idoneidad por parte de ellos en cuestiones locales, es debido a la falta de información y conocimiento sobre los territorios y pobladores. El papel de la academia en la construcción de desarrollo debe ser enfocado a la construcción de saberes pluriculturales y si es posible en el transcurrir del tiempo construcción de saberes interculturales que permitan aprehender y aprender significativamente sobre las culturas, el territorio y así construir un concepto no universal localizado de vivir bien.

La tierra debe ser un punto de partida para la construcción de desarrollo, ya que es la visión de los campesinos, indígenas afrodescendientes y organizaciones sociales, desde el pensamiento ancestral y de construcción colectiva, en los cuales se vienen trabajando, y para que su visión de país se encuentre inmersa en las decisiones sobre el territorio hay que construir democracia participativa real. Las disputas entre el pensamiento estructuralista y neoliberal deben superarse desde la lucha de la colonialidad de saberes y así superar la dependencia a los conocimientos y pensamientos eurocéntricos para explicar nuestras realidades, que fueron concebidos bajo otros territorios. La academia debe arbitrar entre el pensamiento occidental y el pensamiento ancestral como fuentes de sabiduría para explicar y construir territorio.

Corredor Martínez, C. (2003) demuestra que la inclusión del paradigma neoliberal en la economía colombiana para conservar el reconocimiento internacional pospuso de forma dramática la creación de riqueza, el aprovechamiento de los recursos y las capacidades humanas en el beneficio de la sociedad ya que la desigualdad (coeficiente de Gini) aumenta y se sostiene en el tiempo.

Esta situación indica la ausencia de referentes teóricos propios para la construcción de procesos de gobernanza, que sean importantes para la clase dirigente. La decolonialidad ofrece una mirada más cercana a nuestras realidades e invita a construir modelos de desarrollo no universales.

Colombia es muy diverso en esencia (etnológica y cultural), por lo tanto la construcción de estado nación no debe construirse bajo un escenario de unidad poblacional que considere que todos los colombianos posemos una sola cosmovisión ligada al territorio ya que somos pluriculturales. Los procesos políticos deben gestarse desde la territorialidad y no la imposición de modelos como en la actualidad se están dando. En la actualidad en la constitución política de Colombia en su artículo primero dice:

Artículo 1. Colombia es un Estado social de derecho, organizado en forma de República unitaria, descentralizada, con autonomía de sus entidades territoriales, democrática, participativa y pluralista, fundada en el respeto de la dignidad humana, en el trabajo y la solidaridad de las personas que la integran y en la prevalencia del interés general.

Sin embargo, en la práctica esto no se da, solo existe autonomía administrativa. La autonomía social, financiera, política y económica no se da. Lo más cercano a una heterogeneidad territorial son las municipalidades, y si el municipio depende entre un 80% y 85%6 de los recursos a nivel nacional y los planes de desarrollo locales deben construir en función del nacional para pretender poseer más recursos, no podemos hablar de una real autonomía territorial si la satisfacción de necesidades locales están sujetas a visiones distintas a las de los municipios, del cómo debe ser el desarrollo.

La política desde la gobernanza deben gestarse desde lo local, construirse una real descentralización, empoderando el territorio desde sus habitantes y de manera conjunta. No puede ser excusa que los habitantes no participan en procesos de construcción colectiva, si no lo hacen es porque no existe educación y niveles de concienciación que permita hacerlo plausible, por lo tanto las políticas locales primigeniamente deben trabajar en la construcción de comunidad conjuntamente con las organizaciones sociales. La educación en la ciencias sociales debe hacerse desde la historia (incluyendo la historia precolombina y desde las diversas miradas;) para construir una visión decolonial, por lo tanto lo que no esté escrito en los libros de historia habrá que incorporarlo desde la recuperación de la memoria histórica, lo más neutral posible, de tal forma que se construya pensamiento crítico y auto reflexivo, para que en los procesos políticos se construya territorio desde una identidad definida. Con unos preceptos epistémicos y holísticos se puede construir territorio, el buen vivir.

 El dialogo de saberes entre la generación de riqueza y condiciones de vida digna para la población debe superar la visión economicista del desarrollo. La evidencia empírica demuestra que el crecimiento económico no conduce al desarrollo. Las teorías económicas neoclásicas no explican la complejidad de las crisis que atañen a los territorios y como consecuencia no ofrecen alternativas de solución de estos. La plurinacionalidad que converge a Colombia debe ser el eje central del debate para la construcción de un proyecto nacional que ofrezca planeación más allá de los 4 años que pueda ofrecer una plan nacional de desarrollo, desde una visión de gobierno. Es necesario planificar el país, y que la visión de territorio no se vea afectada por el gobernante de turno. Si bien es cierto la constitución de 1991 fue un comienzo para replantear el rumbo del estado. Las policías públicas deben ir encaminadas a un proceso real de descentralización para que desde los territorios puedan gestarse procesos de desarrollo desde las economías locales. Las comunidades generan ingresos de subsistencia desde las PIMES y no desde grandes empresas, en consecuencia, el crecimiento económico debe gestarse desde el fortalecimiento de estas economías. Esto será posible si los procesos de gobernanza equilibren las relaciones de poder desde procesos de democracia donde las poblaciones tengan elevados niveles educativos con capacidad de discernimiento en la toma de decisiones desde las necesidades de lo colectivo en función de un equilibrio con el hábitat.

Referencias

1 E-mail: ivangustavo30sanabria@hotmail.com

Ver Paul R. Krugman, Obstfeld, M., & Marc J. Melitz. (2012)

3 De la Calle, Tomas. (2012) ¿Y quién vigila las reservas petroleras? El espectador.com recuperado de http://bit.ly/MtJdx0

4 Función de producción de Schumpeter a partir del modelo Adelman Y= f (K, N, L, S, U). Donde k= medios de producción producidos (bienes de Capital), N= tierra, L=trabajo, S= conocimiento, U= Costumbres.

5 Como expone Chaouch, M. T. (2009), Jorge Eliécer Gaitán Ayala fue él líder político colombiano más importante del siglo XX donde su vida, obra desencadenaron visiones de país, de lo que Colombia pudo ser desde el imaginario colectivo y generó procesos de violencia después de su muerte.

Falleti, T.G (2005) “A sequential theory of decentralization: Latin American Cases in Comparative Perspective” American Political Science Review 99 (3): 327-346.EUR-EJournals pág. 1