Prosocialidad y producciones subjetivas de niñas y niños colombianos1

Prosociality and subjective productions of colombian children

 

Martha Liliana Palomino Leiva2

Ilda Marcela Grisales Arroyave3

Universidad Nacional Abierta y a Distancia, UNAD

Resumen

Este artículo investigación presenta las producciones subjetivas de los niños y niñas en torno a la prosocialidad a partir de diálogos y observaciones establecidas con 14 niños y 10 niñas entre los 7 y 10 años de edad, quienes evidencian actitudes prosociales positivas hacia el género femenino, la amistad, los ancianos, los niños (as) blancos y mestizos; actitud negativa hacia el género masculino y la palabra ladrón. Demuestran rechazo basado en el prejuicio étnico y social. Así mismo, presentan motivaciones y comportamientos positivos hacia la generosidad y cooperación; y negativa hacia la sinceridad.

Palabras clave: actitud, comportamiento prosocial, desarrollo moral, subjetividad infantil.

Abstract

This report presents advances of subjective productions of children in relation to prosociality since dialogues and observations established with 14 boys and 10 girls between 7 and 10 years old; they show positive attitudes towards to the female gender, friendship, the elderly, white children and mestizo; negative attitude towards the male gender and the word ‘’thief’’. They show rejection based on the ethnic and social prejudice. Likewise, they have motivation and behavior positive towards the generosity and cooperation; and negative toward sincerity.

Keywords: attitude, prosocial behavior, moral development, child subjectivity

 

Recibido: 10 de julio de 2015

Aceptado: 16 de noviembre de 2015

Introducción

En psicología el concepto de la prosocialidad toma relevancia al buscar potenciar conductas de solidaridad, tolerancia, cooperación y ayuda; y al prevenir conductas antisociales tales como la agresión, la violencia, la delincuencia, la xenofobia, la indiferencia, la falta de conciencia ante los problemas de los otros y del medio ambiente, tal como lo expone Moñivas (1996).

Las conductas prosociales (que no dañan, que no agreden) se entienden como actos o comportamientos positivos, que se realizan de forma voluntaria en beneficio de otras personas o grupos sociales, sin esperar recompensas. Aquí se destacan autores como Eisenberg y Faber (1989), Roche (1991), Gonzáles Portal (1995), Moñivas (1996), Garaigordobil (2000), entre otros (Marín Escobar, 2010).

Estos comportamientos, como cualquier conducta, incluyen cogniciones, reacciones psicofisiológicas, sentimientos y motivaciones mediados por lo moral y lo histórico - cultural dado en los procesos de socialización. Es decir, implican elementos cognitivos, afectivos, biológicos y sociales que se aprenden mediante el proceso de maduración e interacción social, tal como lo describe Marín Escobar (2010). Es importante mencionar que la no visibilización ni promoción de comportamientos prosociales en la infancia y adolescencia se da por las construcciones históricas, ideológicas, sociales y culturales, que investigadores, políticos, adultos, padres y maestros rotulan, excluyen o culpabilizan, sin tener en cuenta que son sujetos sociales activos y reactivos en el proceso de la sociabilidad. De allí que sea relevante conocer sus percepciones4 , la construcción subjetiva5 e intersubjetiva6 que se desarrolla en su interacción cotidiana y el ambiente que les rodea, tal como lo propone Vygotsky (en Lucci, 2006) y González Rey (2000; 2008), puesto que los niños y niñas reproducen modelos de vida y actuación.

Cabe destacar que en la construcción de las subjetividades de los niños y niñas, ‘’intervienen las relaciones sociales que rodean a su familia, su escuela, y los diferentes medios de comunicación que transmiten informaciones, valores y concepciones ideológicas que cumplen una función más dirigida a la reproducción de la cultura dominante’’ (Chaves, 2006:189), que a la reelaboración crítica y reflexiva de la misma.

Sorin (2004) relaciona la prosocialidad con la ética del deseo, ética de las prácticas de si y ética de la ternura. Es decir, se interesa por la construcción del sujeto moral y sujeto ético a partir de la producción de subjetividades y la construcción de imaginarios sociales. En este estudio, estas toman relevancia puesto que surge el interés por la actitud hacia el comportamiento prosocial, el cual incluye componentes cognitivos, afectivos y conductuales. De esta manera se intenta conocer lo que los niños y niñas piensan, sienten, hacen y construyen en su mundo social, a partir de diálogos y dilemas morales.

Metodología

Este estudio es cualitativo con consideraciones cuantitativas, buscando dar cuenta de las complejas interacciones cotidianas y la realidad social de los niños y niñas participantes. Se utilizan varios casos únicos buscando la replicación para contrastar las respuestas de los participantes (Rodríguez, Gil y García, 1999: 96). Para este primer avance se presentan resultados de tres técnicas dialógicas y abiertas, creadas y aplicadas por Sorín (2004: 36-44), ajustadas al contexto colombiano: asociación de palabras vinculadas a la prosocialidad (serie 2), la técnica de las fotos y la técnica de los caramelos (situación dilemática II), con valoraciones agrupadas en cinco categorías: no hay valoración, valoración negativa a lo prosocial, valoración autorreferente, valoración prosocial estereotipada y valoración prosocial comprensiva.

Resultados y discusión

Como resultado de los primeros hallazgos, se pretende evidenciar las actitudes y comportamientos relacionados con la prosocialidad. Estas valoraciones se observaron a partir de la técnica deasociación de palabras (serie 2), a partir de las palabras niño, niña, escuela, casa, gobernante, pobres, colombiano, ricos, James Rodríguez, viejos, sueldo, yo, policía, amigo (a), Jesús de la Buena Esperanza, separado, ladrón, latinoamericano, desocupado, dinero, familia, televisión y discapacidad. De este listado las palabras con mayor empatía en los niños (as) fueron: niño, niña, escuela, casa, colombiano, James Rodríguez, sueldo, yo, policía, amigo(a), Jesús de la Buena Esperanza, desocupado, dinero, familia y televisión. El resto no les gusta o las desconocen. 

Gráfico 1. Tipo de valoración autorreferente en palabras.

En cuanto al tipo de valoración se tiene una valoración autorreferente en las palabras: niño con el 33.3%, niña con el 29.2%, escuela con el 50,0%, casa con el 54.2%, colombiano con el 37,5%, yo con el 54,2%, separado con el 33,3%. Esto evidencia actitudes positivas hacia sí mismos y el mundo que les rodea; y negativas hacia las diferencias de género. Aquí llama la atención la mayor valoración prosocial hacia la palabra niña y negativa hacia lo prosocial en la palabra niño.

Valoración prosocial comprensiva: Jesús de la buena esperanza con el 45.8%, Colombia con el 50%, familia con el 62.5%, televisión con el 37.5%, policía con el 50,0%, amigo con el 45.8%, pobres con el 33.3%, desocupado con el 29.2%, dinero con el 45.8% y viejos con el 33,3%; aquí se encuentran actitudes positivas hacia el mundo que les rodea, la amistad, los pobres, el dinero, el descanso y los ancianos. Valoración prosocial estereotipada: ricos con el 37,5%; valoración negativa hacia lo prosocial: ladrón con el 37.5%; no valoración o palabra onomatopéyica por desconocimiento: gobernante con el 54.2%, latinoamericano con el 70.8%, sueldo con el 41.5% y discapacidad con el 50%.

Los resultados en la técnica de las ocho fotos infantiles7 en todo el grupo entrevistado en 

Gráfico 2. Tipo de valoración prosocial comprensiva

su mayoría manifiestan que les gustan los niños blancos, mestizos y los que presentan diversas etnias, al estar bien vestidos. Empero, el 70,8% manifiesta no gustarle los niños de tez negra y el 66,7% los de rasgos indígenas y el 50,0% el niño con discapacidad. Para todos los casos los fundamentos de la aceptación fueron predominantemente no vinculados a lo prosocial sino a factores externos: “están sanos”, “son bonitos”, “se ríen, están felices”; “están juntos pescando”, “están cogiendo la comida”; “los bañan con cocas (tazas o recipientes)”, “tienen comida y ropa”; “están paseando”; “lo están bautizando, está cerca a Dios”; “van como a campar, son indígenas”; “tiene caminador”, etc.

Al seleccionar los niños de las fotos como amigos se destaca que el 70,8% no les gustaría ser amigo de los niños de tez negra, entre sus argumentos se identifican: “a mí no me gustan los negros”; “no me gustan los niños así descamisados”; “ellos están pidiendo comida”; “son de África y los de África son muy pobres”. El 58,3% no le gustaría ser amigo de los niños con rasgos indígenas, entre sus argumentos se encuentran: “son indios y los indios son muy pobres”; “están en la calle y sin comer nada”; “no son los amigos para uno así”; “no tienen y nos roban’’. El 45,8% no le gustaría ser amigo de un niño con discapacidad motora. Sin embargo, este tiene mayor aceptación que los niños con diferencias étnicas. Entre sus argumentos se tienen: “el niño se ve aburrido”; “está enfermo y está a pie limpio”; “no podría jugar conmigo porque está incapacitado”; “anda en ese caminador y el caminador es muy maluquito”. Estos indicadores muestran un alta presencia del prejuicio cognitivo en torno a lo racial y social, generando cierta discriminación, proceso construido y expresado de manera injusta pero socializado culturalmente.

En cuanto a la clasificación de niños ricos y pobres dada a través de las 8 fotos se tiene que los niños de tez blanca, mestizos y de diferentes etnias son identificados como ricos en su mayoría, excepto el niño mestizo con la madre bañándolo en un contexto humilde, el 83,3% lo cataloga como niño pobre; el 95,8% cataloga como pobres a los niños de tez negra y el 100% a los niños indígenas; el 75% relaciona como pobre al niño con discapacidad motora. Lo anterior evidencia un rechazo por sus condiciones de vida: “piden comida y la gente no les da por groseros”; “no tienen agua para bañarse, les toca pedir para no oler feo”; “a la mamá y al papá le fueron mal en la vida”, entre otras.

Cabe destacar que aunque hubo una mayor valoración no vinculada a lo prosocial, se encuentran algunas tendencias prosociales con relación a los niños mestizos con el 4,0% y el 4,2% con rasgos indígenas. Actitudes que se fundan en el tener o no tener y no tanto por la persona o las ideas: “da tristeza como se bañan”, “un muchacho o muchacha les está ayudando”; hubo una valoración no prosocial en niños de tez negra con el 20,8% y niño con discapacidad motora el 12.5%: “son de otra raza”; “es un pobre aprendiendo a caminar”, “es inválido, le falta dinero para los remedios”. En cuanto a los niños (as) pobres se observan algunas actitudes prosociales en la Foto 5: “me da tristeza como se bañan”. Foto 8: “acá en Colombia le ayudarían, acá le brindan amor, cari- ño y lo podrían aliviar”.

Lo anterior muestra como el imaginario social instituyente es el reflejo de los valores, apreciaciones, gustos, ideas y conductas construidas desde lo social - histórico, resultado del proceso de socialización; se aceptan actitudes y comportamientos sin entender porque o dar una explicación dentro de un colectivo humano, tal como lo enuncia Castoriadis (Volco, 1997 y en Erreguerena, 2002).

La conducta prosocial se indagó a partir de la técnica de los caramelos en la que se observaron motivaciones y comportamientos hacia la generosidad, cooperación y sinceridad. Durante la resolución de la situación dilemática los niños fueron receptivos y participativos. La tendencia general del grupo fue dejar caramelos en la caja, representada con el 79.2% (9 hombres y 10 mujeres de los 24 participantes), en un rango de 1 a 10 caramelos. La media de caramelos entregados fue de 9.71% con una amplia variedad de fundamentos prosociales.

Entre ellos se destacan: ‘’Para dárselos a los niños pobres’’; ‘’porque me da mucho pesar de los niños’’; ‘’me dio pesar porque estaban sin comer y sin dormir’’; ‘’porque me gusta compartir’’; ‘’quería darles a los niños para que probaran un dulce’’, entre otros. Estos fundamentos muestran un alto cuestionamiento frente a su conducta como dilema moral puesto que la mayoría ha aprendido a compartir. Es decir, saben cuál es la conducta prosocial esperada, lo hacen y lo expresan. Suman actitudes prosociales hacia los niños (as) pobres.

Sin embargo, el 50% de los participantes mintió acerca de su comportamiento cuando se les preguntó: ¿Recuerdas los caramelos que di? ¿Pusiste alguno en la caja?, parece indicar que frente a un dilema moral las palabras permiten aparentar una conducta no avalada por los hechos, tal como lo indica Sorin (2004), o simplemente no recordaron cuantos pusieron en la caja y por ello mintieron.

Conclusión

El predomino de las valoraciones prosociales se dio ante el mundo que les rodea, la amistad, los pobres, el dinero, el descanso, los ancianos y discapacidad, aunque esta última palabra fue menos conocida por los participantes. Y en menor proporción hacia la palabra niño y ladrón sustentadas con valoraciones autorreferentes, el cual indica ciertos estereotipos masculinos y femeninos instituidos en la sociedad, con mayor prejuicio hacia lo masculino. Con relación a los viejos muestran respeto, admiración y ternura, aunque algunas niñas los rechazan por ser groseros.

La amistad se resalta como un valor humano, ético y moral importante en la vida de los niños(as) para compartir, respetarse y ayudarse en los momentos más difíciles. Es un vínculo que les permite amarse, convivir y mostrar interés por los demás. Les permite establecer relaciones autónomas, libres y comprensivas. Aquí toma relevancia las prácticas de sí y la ética de la ternura, descritas por Sorín.

Las actitudes discriminatorias se dieron con mayor frecuencia por la etnia seguidas en orden decreciente por las condiciones socioeconómicas (ser pobre) y por las condiciones físicas. Las actitudes significativamente positivas se muestran hacia los niños (as) blancos, mestizos y ricos (tener plata para comprar comida, techo y estar bien vestidos). Estas actitudes se fundan en el tener o no tener y no tanto por la persona o las ideas. Es decir, la significación se da por lo instituido. Se da por la reproducción y reinterpretación del sujeto que menciona Castoriadis. Imaginarios que necesitan ser recreados hacia el reconocimiento del otro y el desarrollo de actitudes solidarias e incluyentes.

En el compartir de los caramelos, la conducta prosocial mostró mayor tendencia hacia la generosidad y cooperación frente a los niños (as) pobres y entre sí, pero no hacia la sinceridad. Esta situación dilemática reflejó algunas nociones de equidad y justicia entre los participantes, tal como lo describe Sorin y Pizzo (2004), el cual requieren ser reforzadas y valoradas en la familia, escuela y sociedad en general.

Referencias

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  3. Erreguerena A., M. J. (2002). Cornelius Castoriadis: sus conceptos. Anuario. () 39-47. Recuperado de: http://148.206.107.15/biblioteca_digital/ capitulos/32-1112kfr.pdf
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  7. Marín Escobar, J. C. (2010). Revisión teórica respecto a las conductas prosociales. Análisis para una reflexión. Psicogente, 13(24), 369-388. Recuperado de: http://publicaciones.unisimonbolivar.edu.co:82/ rdigital/psicogente/index.php/psicogente/ article/viewFile/239/228
  8. Moñivas, A. (1996). La conducta prosocial. Cuadernos de trabajo social. No. 9, 125-142. Recuperado de: http://dialnet.unirioja.es/servlet/ articulo?codigo=119468
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