Gesti n social y rebeld a:

Barras de f tbol en contextos pol ticos complejos.

El caso de La Banda del Rojo

 

Social management and rebellion:

Soccer fan clubs in complex political contexts.

The case of La Banda del Rojo fan club

 

Ricardo Duarte Baja a[1]

 

Resumen

En las ltimas d cadas se ha incrementado el distanciamiento de los colectivos sociales con respecto a la pol tica, convencionalmente asociada con una serie de estrategias electorales. La abstenci n fluctuante durante los procesos electorales evidencia un problema de credibilidad frente a la representatividad pol tica. La corrupci n no permite que las decisiones de la mayor a sean tomadas en cuenta y, en cambio, los intereses personales y particulares terminan primando. La pol tica, entendida como el ejercicio del poder para abordar asuntos de inter s com n, ha sido reemplazada por una pol tica tecnocr tica interesada en la opini n p blica que genera ratings medi ticos, votos y ganancias econ micas privadas. Adem s, las opciones reales de representatividad social permiten se alar que los procesos pol ticos tecnocr ticos no alcanzan a cubrir las necesidades y propuestas de la gente. Este complejo panorama potencializa las desigualdades sociales porque se termina privilegiando los intereses de ciertos grupos, soslayando las necesidades y propuestas de diversos individuos y colectividades sociales.

En este art culo se reportan algunos resultados obtenidos a partir de una investigaci n etnogr fica cuyo trabajo de campo fue realizado de manera continua entre los a os 2014 y 2016 con una barra de f tbol en la ciudad de Toluca, Estado de M xico. Se explica c mo algunos grupos han venido construyendo y proponiendo otros tipos de pr cticas pol ticas desde las cuales se fomentan diversas formas de organizaci n social y de gobierno al interior de estas mismas agrupaciones. Estas construcciones sociales pueden entenderse como procesos de gesti n social frente a procesos de criminalizaci n y marginalizaci n de grupos vulnerados.

Se plantea, as , que estas propuestas colectivas juveniles est n asociadas a una serie de procesos relacionados con la gesti n social como el inter s colectivo, la solidaridad entendida como un compromiso social, la participaci n deliberativa, la emancipaci n asumida como el rechazo a la manipulaci n y la responsabilidad por los intereses del grupo. Desde esta perspectiva, el grupo de aficionados estudiado se organiza y autogobierna para lograr ciertos fines sociales propios de su colectividad y as luchar para poder sobrevivir en contextos complejos percibidos como abandonados por el estado.

Finalmente, se concluye que algunos participantes de esta agrupaci n no est n interesados en participar en movimientos sociales buscando cambios pol ticos, econ micos o culturales radicales para un amplio sector de la poblaci n. Esto no significa que se trate de personas conformistas y sin ning n inter s frente a las problem ticas sociales. Esta rebeld a frente a la participaci n social, entendida de manera convencional, conduce a interesantes procesos de gesti n social que nos permiten entender lo pol tico y lo participativo desde la pasi n, pero tambi n desde una rigurosa organizaci n colectiva.

 

Palabras clave: gesti n social, rebeld a, barras de f tbol, solidaridad, acci n racional, emancipaci n.

 

Abstract

In recent decades, social collectives have become increasingly distant from politics, conventionally associated with a series of electoral strategies. Fluctuating abstention rates during electoral processes make evident a problem of credibility regarding political representation. Corruption prevents the decisions of the majority from being considered, with personal and private interests taking precedence at the end instead. Politics, understood as the exercise of power to address issues of common interest, has been replaced by technocratic politics interested in public opinion that generates media ratings, votes and private economic profits. Furthermore, the real options for social representation allow to indicate that technocratic political processes fail to meet the needs and proposals of the people. This complex panorama exacerbates social inequalities because it ends up privileging the interests of certain groups, ignoring the needs and proposals of various individuals and social collectives.

This article reports some results obtained from ethnographic research whose fieldwork was carried out continuously between 2014 and 2016 with one soccer fan club in the city of Toluca, State of Mexico. It will explain how some groups have been building and proposing other types of political practices that promote various forms of social organization and governance within these same groups. These social constructions can be understood as processes of social management facing processes of criminalization and marginalization of vulnerable groups.

It will be argued that these collective youth proposals are associated with a series of processes related to social management such as collective interest, solidarity understood as a social commitment, deliberative participation, emancipation understood as the rejection of manipulation and responsibility for the interests of the group. From this perspective, the studied group of fans organizes and self-governs to achieve certain social goals specific to its community and thus fight to survive in complex contexts perceived as abandoned by the state.

Finally, this article concludes that some participants of this group are not interested in participating in social movements seeking radical political, economic or cultural changes for a broad sector of the population. This does not mean that they are conformists with no interest in social issues. This rebellion against social participation, understood in a conventional sense, leads to interesting processes of social management that allow us to understand the political and participatory aspects from a perspective of passion, but also from a rigorous collective organization.

 

Keywords: Social Management, Rebellion, Soccer Fan Clubs, Solidarity, Rational Action, Emancipation

 

Introducci n

 

En el a o 2013 empec a seguir a un subgrupo de la agrupaci n de aficionados al f tbol denominada La Banda del Rojo. Se trata de una barra que apoya a un equipo de f tbol llamado Club Deportivo Toluca, ubicado en la ciudad de Toluca, capital del Estado de M xico.

La Banda del Rojo es una barra de f tbol predominantemente juvenil, cuyo origen se remonta al a o 2004. Durante mi trabajo de campo, este grupo contaba con aproximadamente mil integrantes organizados en sectores , esto es, colectivos que se vinculan por su pertenencia a un barrio o municipio en el que residen. A n hoy, esta agrupaci n tiene un gran reconocimiento dentro de la poblaci n de la ciudad de Toluca.

El sector que yo estaba acompa ando era un colectivo de aproximadamente veinte j venes (doce hombres y ocho mujeres) residentes de un municipio llamado Villa Cuauht moc, ubicado aproximadamente a 21 km del estadio Nemesio D ez de la ciudad de Toluca. De aquellos veinte j venes, seis ten an una edad comprendida entre los 13 y 17 a os; nueve entre los 18 y 22 a os; y cinco ten an m s de 23 a os. Doce de ellos asist an de manera permanente a sus reuniones y pr cticas semanales (practicar canciones, pintar banderas, reunirse a tomar cerveza o bebidas con bajos niveles de alcohol, conversar, etc.); los ocho restantes ten an una asistencia fluctuante, pod an dejar de participar una o dos semanas para despu s reincorporarse a las acciones del grupo, pero siempre estaban presentes en las conversaciones por WhatsApp. Esta din mica era aceptada por el grupo porque comprend a que sus integrantes ten an que atender actividades laborales, escolares o familiares. Todos estos j venes pertenec an a familias de bajos recursos econ micos, diez eran estudiantes de secundaria o preparatoria y seis eran estudiantes de las universidades cercanas al municipio. Los cuatro restantes desempe aban diferentes actividades laborales. Solamente uno de ellos, quien trabajaba como mec nico, me explic que ten a una adicci n a alg n tipo de sustancia psicoactiva.

En varias ocasiones, integrantes de diferentes sectores de La Banda del Rojo me explicaron que un gran n mero de adolescentes y j venes se vinculan a esta barra por dos razones fundamentales. La primera de ellas ten a que ver con una b squeda de libertad: sent an que su participaci n en instituciones formales como la familia, la escuela, la iglesia, etc. estaba atravesada por una normatividad demasiado estricta que restring a su expresividad juvenil; por el contrario, en la barra sent an que pod an gritar, consumir sustancias alcoh licas, cantar de forma desaforada, expresarse sin limitaciones aparentes. La segunda raz n estaba asociada a la posibilidad de pertenecer a un grupo en el cual las acciones se realizaban de manera colectiva, no de manera individual ni pensando exclusivamente en el bienestar personal.

En otro lugar (Magazine y Duarte Baja a, 2021) hemos sostenido que algunas de las l gicas de los j venes pertenecientes a La Banda del Rojo pueden entenderse desde la rebeld a, en el sentido de que son un tipo de propuestas que van construyendo desde su pr ctica social sin mediaciones te ricas, organizativas, legales o jer rquicas establecidas de forma previa. Cabe precisar que la rebeld a no es una estrategia que busque transformar la sociedad en general o que se genere con la intenci n de ser replicada en otros contextos para lograr fines similares. La rebeld a hace alusi n a un tipo de propuestas que ciertos grupos construyen desde su misma pr ctica social, sin la necesidad absoluta -como acabamos de puntualizar- de mediaciones te ricas, organizativas, legales, estatales o jer rquicas establecidas de manera previa (Magazine y Duarte Baja a, 2021). En este sentido, se entiende la rebeld a de manera diferente a como se puede entender el concepto de resistencia o de rebeli n.

Concretamente, los j venes pertenecientes a La Banda del Rojo se rebelan contra las negociaciones que otras agrupaciones de aficionados tienen con integrantes de la pol tica, directivos del club o la polic a con la intenci n de recibir alg n tipo de beneficio econ mico (Duarte Baja a, 2021a y 2021b). Tambi n se rebelan contra lo que ellos denominan el bisne , que consiste en ver la vida exclusivamente con fines de lucro econ mico. Desde esta perspectiva, cuestionan la manera como el f tbol, en M xico, est atravesado por procesos clientelares e individualistas, y priorizando el beneficio econ mico. En este mismo sentido, se rebelan ante la manera como algunos de sus padres, profesores y conocidos adultos viven la vida sin pasi n y de forma disciplinaria con el fin de conseguir recursos econ micos.

Un caso etnogr fico que permite ejemplificar una buena parte de la l gica colectiva y organizativa de La Banda del Rojo ocurri el 20 de julio del a o 2014. En aquella ocasi n, La Banda del Rojo realiz una caravana que consisti en una marcha masiva por las calles de Toluca hasta llegar al estadio Nemesio D ez, en donde se inaugurar a el Torneo Apertura de aquel a o. Justamente aquel domingo se celebrar a un partido de f tbol entre el Club Deportivo Toluca y el Club Atl tico Morelia.

Durante los quince d as anteriores a este encuentro deportivo, los integrantes de la agrupaci n realizaron varias reuniones a trav s de la red social WhatsApp, organizando las acciones que realizar an aquel d a, dentro de las que se contaba organizar la log stica para que todos los integrantes de la agrupaci n aprendieran una nueva canci n y la practicaran para poder cantarla en el estadio. Tambi n deb an llevar papel picado de colores para darle alegr a al partido, dise ar y hacer nuevas banderas y trapos , organizar y decorar los instrumentos musicales (fundamentalmente los tambores, en los cuales se ve a la silueta de futbolistas famosos que hab an pertenecido al club) y conseguir los boletos para que todos los integrantes de la agrupaci n pudieran entrar al estadio, entre otras acciones.

El l der del sector del cual yo formaba parte se esforzaba por convocar la participaci n de todos los integrantes de su grupo. Algunos de ellos se mostraban reticentes aunque, paulatinamente, se involucraban hasta terminar demostrando gran apoyo y pasi n en las acciones realizadas. Esta din mica social que transita entre la aparente apat a inicial y la emocionalidad a veces desaforada el d a que se realizaban las actividades, se repet a c clicamente cada vez que se avecinaba un evento de la barra como, por ejemplo, la caravana. El l der se reun a, entonces, con los integrantes de su sector por medio de WhatsApp y obten a informaci n relacionada con propuestas que el grupo consideraba pertinentes para ser realizadas en la caravana de aquel domingo. Posteriormente, el l der del sector ten a reuniones presenciales y virtuales con los l deres de otros sectores y con los tres l deres principales de la barra para precisar detalles relacionados con la din mica de la caravana como la hora de encuentro y la log stica general que orientar a las acciones que realizar a la barra aquel d a. Uno de los temas importantes de aquellas reuniones era la consecuci n de boletos para que todos los integrantes del sector pudieran ingresar al estadio el d a del partido. En algunas ocasiones, los integrantes del sector aportaban dinero para apoyar a quienes no contaban con los recursos econ micos para poder ingresar al estadio. En aquellas reuniones, los l deres generales de la agrupaci n daban algunas indicaciones organizativas generales y el l der del sector las comunicaba a los integrantes de su sector.

Durante aquellos quince d as de organizaci n previos a la caravana, el l der del sector y algunos de sus compa eros de mayor confianza se encargaban de contratar un autob s que los llevara desde su municipio de residencia hasta la ciudad de Toluca. Este era un proceso dispendioso porque implicaba hacer cotizaciones con conductores para establecer el costo m s barato para un medio de transporte. Este proceso tambi n implicaba recaudar dinero entre los integrantes del sector para contratar un autob s. Uno de los dilemas consist a, por tanto, en buscar y encontrar un autob s cuyo conductor permitiera realizar actividades carnavalescas durante el tr nsito hacia el estadio de la ciudad de Toluca. Estas actividades inclu an cantar en voz alta, tocar tambores, tocar trompetas y, en ocasiones, estallar bombas de humo dentro del automotor.

Aquel domingo 20 de julio, aproximadamente dos horas antes del inicio del encuentro deportivo, y despu s de haber llegado a la ciudad de Toluca, pude observar c mo iban llegando los integrantes de diversos sectores a un parque cercano al estadio de la ciudad. Se reuni un n mero importante de j venes que posiblemente superaba las seiscientas personas. Una de las actividades cruciales en aquel escenario consisti en practicar una canci n que por primera vez cantar a la agrupaci n. En el centro de las acciones se encontraba la banda musical denominada Rid kulos 26. Se trataba de un grupo de j venes que repet an una y otra vez los acordes que acompa aban la canci n en cuesti n. Mientras tanto, cinco personas repart an peque os papelitos en los cuales se alcanzaba a leer el coro de la canci n que nos est bamos aprendiendo en aquella ocasi n:

Dale Dale Dale Diablos Rojos

suden la camiseta

queremos otra vuelta dar

Esta banda ya aguant 10 a os

los malos resultados

y ac estamos de fiesta

Siempre alentamos

vayas donde vayas ah estamos

Oooooh deportivo

eres lo m s grande rojo querido.

Otras cinco personas se desplazaban r pidamente a trav s de la multitud cantando con mucha fuerza y gesticulando exageradamente el coro de aquel tema musical intentando que los asistentes los sigui ramos cantando y memorizando la canci n. Al cabo de aproximadamente una hora, y despu s de interpretar varias canciones conocidas y de repetir la nueva canci n que est bamos aprendiendo, la orquesta empez a caminar rumbo al estadio siendo seguida por los integrantes de los diversos sectores de La Banda del Rojo. La caravana hab a comenzado.

Vale la pena anotar que los integrantes de La Banda del Rojo denominan a todas estas acciones como mover el sector (Duarte Baja a, 2024), refiri ndose a la forma de organizar, gestionar y liderar sus acciones de manera colectiva.

 

Trayectoria

 

Varios autores han establecido la capacidad organizativa que tienen las agrupaciones de aficionados al f tbol (Finn y Giulianotti, 1998; Armstrong, 1998; Magazine, 2008; Varela, 2012) se alando, a partir de investigaciones etnogr ficas, que las estructuras internas de estos grupos responden a v nculos pol ticos y econ micos espec ficos de las regiones en donde residen sus miembros. Ver nica Moreira (2013) explor etnogr ficamente los potenciales organizativos de las barras de f tbol en Argentina y sus estrechas relaciones con estructuras pol ticas de aquel pa s. Trabajos recientes (Negroe lvarez, 2024; Fern ndez Gonz lez, 2023; Rozo, 2020) tambi n han se alado que las barras de f tbol tienen una compleja organizaci n social interna que les permite dise ar, programar y ejecutar sus acciones.

Lo que La Banda del Rojo denomina mover el sector . en el caso que he mostrado al inicio de este art culo, y que en buena medida se repite cada fin de semana cuando esta agrupaci n de aficionados acompa a al Club Deportivo Toluca en los partidos que juega en diferentes estadios de la rep blica mexicana, es algo muy parecido a lo que los te ricos de la administraci n han denominado gesti n , concepto asociado a la capacidad de organizar coordinar y controlar, a la vez que se busca aprovechar el potencial humano .

Lo que hace esta agrupaci n de aficionados tambi n se asemeja a las pr cticas que se explican con el concepto de gesti n social , que ha cobrado relevancia en los ltimos a os y que se refiere a la gesti n pensada para abordar las necesidades b sicas y el desarrollo integral de diversos grupos sociales, especialmente grupos vulnerables, fomentando la inclusi n, la equidad y la justicia social. Los integrantes de La Banda del Rojo han construido, as , una red social y comunicativa por medio de la cual organizan a m s de mil j venes, planificando procesos log sticos que conducen al alquiler de transporte, a la consecuci n de boletos para que sus integrantes puedan entrar al estadio, as como al dise o, ejecuci n y control de procesos carnavalescos que involucran, a un mismo tiempo, desmadre y seriedad, algarab a y orden, libertad y estructura, y que permiten que grupos de j venes, en su mayor a de bajos recursos econ micos, encuentren un escenario de expresi n y libertad.

Llama la atenci n que, de manera frecuente, los procesos asociados a la gesti n y a la gesti n social sean encomendados a personas especializadas en administraci n, organizaci n p blica, pol ticas p blicas y con alg n tipo de formaci n en desarrollo social o comunitario. No obstante, los procesos organizativos muy cercanos a la gesti n y a la gesti n social que realizan los integrantes de La Banda del Rojo son dise ados, planeados, ejecutados y controlados por los mismos j venes que hacen parte de esta barra de f tbol.

En este art culo plantear que La Banda del Rojo propone, con sus acciones enmarcadas en la idea de mover el sector , una idea de gesti n social desde la rebeld a juvenil en la que existe un estrecho v nculo entre pasi n y organizaci n colectiva rigurosa. Esto permite la construcci n y el desarrollo de procesos de autoorganizaci n y autogobierno para sobrevivir en contextos complejos. La propuesta de La Banda del Rojo, por ende, dadas sus connotaciones rebeldes y no de resistencia, se distancia de lo que puede entenderse como movimientos sociales, lo cual, sin embargo, no implica conformismo o falta de inter s social.

Gesti n social

 

El concepto de gesti n social es complejo dadas sus diferentes acepciones. Una forma de entenderlo hace alusi n al comportamiento de las organizaciones con la intenci n de ayudar a solucionar problemas sociales, econ micos, educativos y ambientales, involucrando a las empresas y sus departamentos de responsabilidad social (Salas Vizcarra, 2022). Para Cohen y Franco (2005), por su parte, la gesti n social est asociada al logro efectivo de programas sociales, especialmente en Latinoam rica. Una caracter stica fundamental de la gesti n social as entendida es, as , la participaci n activa de los miembros de las comunidades para lograr los objetivos de desarrollo social que se propongan.

A manera de ejemplo, un proyecto de gesti n social espec ficamente dedicado a la infraestructura vial (Acevedo, Sosa, Gonz lez y Partridge, 2017) evidencia que este proceso implica consultas previas, libres e informadas por parte de comunidades beneficiarias y sectores implicados, para identificar impactos y riesgos del proyecto y as dise ar y ejecutar medidas de manejo social. En la etapa de ejecuci n del proyecto se busca, entonces, un proceso interactivo con la comunidad para captar fuerza laboral de la comunidad. Una parte importante de este proceso de gesti n social consiste, por tanto, en que la comunidad se apropie del proyecto para contribuir con su operaci n y mantenimiento, y as disminuir los riesgos sociales de la operaci n.

Este ejemplo permite comprender algunas complejidades de la gesti n social, cuya conceptualizaci n y pr cticas est n vinculadas con relaciones de poder que frecuentemente no son explicadas. Alejandra De Gatica (2012) plantea que para poder construir un concepto de gesti n social es imprescindible tener en cuenta que hay un sinn mero de expertos que buscan definir la cuesti n social , punto desde el cual se adquieren niveles de autoridad para intervenir en problemas sociales. Esta misma autora se ala que un problema central de la gesti n social consiste en despolitizar problemas sociales present ndolos como problemas t cnicos que se deben resolver soslayando las causas estructurales que los han generado. Un dilema central de la gesti n social se encuentra en el hecho de que los expertos act an como intermediarios entre el estado y las comunidades, interpretando y traduciendo necesidades sociales y generando una serie de informes y manuales que legitiman las intervenciones.

Por su parte, abordajes contempor neos de la gesti n social plantean la necesidad de que los mismos integrantes de los grupos sociales se hagan cargo de todo lo concerniente a los proyectos que buscan solucionar sus problem ticas sociales, porque son ellos mismos quienes conocen sus realidades. Can ado, Ten rio y Pereira (2011/2019) exponen, en este sentido, algunas categor as centrales a partir de las cuales se puede pensar este tipo de propuestas de gesti n social.

La primera de estas categor as es el inter s bien comprendido, esto es, el bienestar colectivo como precondici n para el bienestar individual. Desde esta perspectiva, se piensa en reforzar la interdependencia entre los individuos. La solidaridad hace parte de manera consustancial de esta categor a porque implica compromiso con el otro, as como responsabilidad compartida con el colectivo.

La segunda categor a de la gesti n social, para estos autores, es la esfera p blica, es decir, la construcci n de procesos que acerquen la poblaci n a la pol tica, a escenarios en los que se toman decisiones de inter s colectivo. La construcci n de esta esfera p blica est relacionada directamente con la democracia deliberativa, en otras palabras, con escenarios de decisi n despu s de una discusi n y puesta en com n y no con simples escenarios de consulta. La esfera p blica tambi n est vinculada con la acci n racional sustantiva, pues se buscan acciones comunicativas que se acerquen al entendimiento mutuo para alcanzar objetivos comunes en el contexto en el que los sujetos viven.

La tercera categor a de la gesti n social es la emancipaci n. En otras palabras, la liberaci n de una dominaci n opresora que produce y reproduce la vida. Se trata de una ruptura con procesos de subordinaci n y manipulaci n. Esta acci n conduce a que los participantes se perciban como seres pol ticos con capacidad de decisi n con respecto a sus propuestas, sus acciones y su propia vida.

Gesti n social desde la rebeld a de La Banda del Rojo

 

El origen de La Banda del Rojo, en el a o 2004, est asociado a la inconformidad de un grupo de j venes que pertenec an a una barra hegem nica de la ciudad de Toluca conocida como La Perra Brava. El descontento de aquellos j venes ten a que ver con su desacuerdo con respecto a algunos acercamientos que los l deres de la barra hegem nica estaban realizando con integrantes de un partido pol tico para beneficiar a sus candidatos, recibiendo a cambio algunos aportes econ micos.

Si bien es cierto que algunos integrantes de La Banda del Rojo se benefician econ micamente por la reventa de boletos, dentro de la agrupaci n se cuestiona vehementemente el intento de utilizar las barras de f tbol como una estrategia para favorecer a ciertos individuos, por ejemplo, a los directivos del club o a los l deres de otras agrupaciones de aficionados. En cambio, sostienen que el sentido de su agrupaci n es el beneficio colectivo.

Desde esta perspectiva, mis interlocutores de La Banda del Rojo cuestionan la manera como el f tbol est atravesado, en M xico, por procesos clientelares e individualistas que priorizan el beneficio econ mico de unos pocos.

 

Entre todos

 

En el caso etnogr fico que da inicio a este art culo, se evidencia el desarrollo de algunos procesos autoorganizativos que promueven el apoyo mutuo y que son explicados con el concepto de mover el sector . Es frecuente que el l der del sector se preocupe cuando alguno de sus compa eros no tiene dinero para comprar los boletos para ingresar al estadio. En estos casos, se activa una red de mensajes en WhatsApp promoviendo el aporte voluntario de quienes puedan ayudar para no abandonar a esa persona. En algunos casos, el beneficiario de aquel aporte colectivo se ala que, en cuanto tenga los recursos, regresar el dinero que sus compa eros le prestaron. En otras ocasiones, las personas aportan dinero sabiendo que no se les va a retornar. Evidentemente, este apoyo tambi n est relacionado con la necesidad de demostrar a toda la barra que este sector tiene participantes que lo conforman, sin lo cual el sector no podr a existir. Se trata, en ltimas, de un beneficio colectivo para cada grupo y para la barra en general.

Algo muy similar observ durante mi trabajo de campo cuando la polic a deten a a j venes dentro del estadio por diferentes razones. Cabe precisar que en todos los partidos hay un grupo de polic as rodeando la zona de las tribunas donde se ubica la gente de La Banda del Rojo. La cantidad de polic as aumenta si el encuentro deportivo es m s importante: por ejemplo, si se trata de un cl sico en el que el equipo de Toluca enfrenta a alg n equipo de gran importancia en M xico (Pumas, Am rica o Cruz Azul); o si se trata de un partido cercano a la final del torneo. En ocasiones, estas detenciones ocurr an porque los j venes saltaban y se empujaban mutuamente al ritmo de la m sica. Este comportamiento era interpretado por los agentes de seguridad p blica como un acto violento que intentaba ser controlado con rapidez. Algunos polic as ingresaban a las tribunas, agarraban a dos o tres j venes tom ndolos del cuello con el brazo y los sacaban del estadio para llevarlos detenidos a una estaci n de polic a. Algunas veces los nimos estaban caldeados y los j venes empezaban a patear a los polic as generando una especie de batalla campal entre polic as y j venes aficionados. En estas ocasiones, el n mero de j venes detenidos aumentaba. Durante aquellos episodios, algunos de mis acompa antes de la barra me indicaban que muy seguramente aquellos muchachos ser an judicializados. Esto implicaba formular cargos penales que podr an conducir a que cumplieran penas de prisi n.

Cuando este tipo de actos ocurr a, se desplegaban intensas conversaciones a trav s de WhatsApp entre los integrantes de La Banda del Rojo. Algunos de los comentarios se relacionaban con cr ticas a la fuerza p blica. Sin embargo, r pidamente las comunicaciones enfocaban su atenci n en hacer coperacha , esto es, reuni n de dinero aportado por la mayor cantidad de personas de la agrupaci n para pagar fianzas con la intenci n de que liberaran a los j venes detenidos. Durante mi trabajo de campo, en las tres ocasiones que presenci este tipo de procesos siempre se logr recolectar el dinero necesario para alcanzar el objetivo mencionado. En una de estas ocasiones, la barra logr recolectar aportes por una cantidad equivalente a 300 d lares estadounidenses para lograr la liberaci n de tres integrantes del grupo detenidos por la polic a en el Estadio Ol mpico Andr s Quintana Roo de la ciudad de Canc n.

Las pr cticas realizadas por los integrantes de La Banda del Rojo que se han mencionado a lo largo de este art culo evidencian procesos de autoorganizaci n juvenil. Se trata, como he indicado, de una serie de l gicas y pr cticas promovidas por ellos mismos sin que exista la injerencia de personas o grupos institucionalizados o vinculados a empresas o gobiernos. Esta organizaci n implica la gesti n de acciones colectivas a trav s de complejas redes de comunicaci n que combinan la presencialidad y la virtualidad, y que buscan poner en evidencia la potencia del apoyo mutuo y colectivo para ayudar a integrantes de la agrupaci n que tengan inconvenientes y demostrar cada fin de semana que la barra tiene muchos integrantes que alientan al equipo con pasi n y organizaci n.

Ahora bien, cabe precisar que no siempre son las mismas personas las que se benefician de este apoyo colectivo. Por ejemplo, en el sector del cual hice parte se cuestionaba con diferentes argumentos a aquellos participantes que manifestaban durante dos o tres semanas consecutivas que no ten an recursos econ micos para comprar boletos para entrar al estadio. En WhatsApp se hac an comentarios con un tono beligerante: No seas huev n,[2] ya ponte a trabajar! , llegaban a decirles algunos compa eros a quienes solicitaban ayuda econ mica recurrentemente para acompa arlos a animar al equipo, advirtiendo que no se toleraba a aquellas personas que quer an aprovecharse de la barra para obtener beneficios individuales y constantes. Como hemos visto, ellos consideran que este tipo de pr cticas, de las cuales quieren distanciarse, son propias de personas o grupos que tienen intenciones clientelares.

Can ado, Ten rio y Pereira (2011/2019) sostienen que una de las categor as clave de la gesti n social es el inter s bien comprendido, en el cual el bienestar colectivo es base para el bienestar individual, fomentando desde all la interdependencia entre individuos. Los integrantes de La Banda del Rojo van m s all . Ellos no ven diferencia entre el bienestar individual y colectivo. Su postura se acerca m s a lo que Roger Magazine (2015) denomina producci n de subjetividad activa , esto es, una especie de obligaci n inicial para realizar acciones entre todos . No obstante, una vez aceptada esta obligatoriedad, se produce un estado que lleva a hacer las cosas por gusto y con enorme pasi n pensando en desarrollar propuestas grupales. Esto entra en relaci n, posiblemente, con lo que Can ado, Ten rio y Pereira (2011/2019) denominan solidaridad. De esta manera, la gente de La Banda del Rojo no comprende lo colectivo como un medio para alcanzar el bienestar individual, porque para ellos el bienestar debe, necesariamente, ser colectivo. Desde su perspectiva, lo que puede entenderse como bienestar individual es cuestionable por sus v nculos clientelares que privilegian la ganancia para unos pocos.

Actuando con arreglo a los valores de la barra

 

El caso etnogr fico que se mencion al inicio tambi n permite ver un inter s de los integrantes del sector y de la barra por tomar decisiones de manera colectiva, teniendo en cuenta las opiniones de todos los participantes. En la barra se promueve la idea de que no hay liderazgos porque todas las acciones se deciden y desarrollan entre todos. En realidad, lo que ocurre es que cada sector tiene un l der que convoca la participaci n de sus integrantes para acordar c mo se ejecutar n ciertos procesos como, por ejemplo, horarios, qu tipo de decoraci n se va a llevar al estadio, cu l ser el punto de encuentro para organizar la caravana, estar preparados para aprender una nueva canci n, etc. Posteriormente, el l der de cada sector conversa con uno de los tres l deres de toda La Banda del Rojo para transmitir lo que la gente de los sectores propone. Desde esta puesta en com n se toman las decisiones con respecto a las acciones que se van a implementar, aunque, si bien existe este tipo de din micas, tambi n se encuentran acciones que se realizan siguiendo instrucciones directas de los l deres. Pero tomemos otra experiencia puntual.

Al finalizar uno de los partidos que jug y gan el equipo del Club Deportivo Toluca en el Estadio Nemesio D ez, la euforia colectiva estaba en su m xima intensidad. Los integrantes de La Banda del Rojo salieron lentamente del escenario deportivo y cada sector se dirig a al lugar en donde se encontraba el autob s que los llevar a a sus lugares de residencia. Unos j venes se detuvieron en la parte exterior de la tienda de conveniencia OXXO, mientras algunos de sus compa eros entraban al lugar para comprar cervezas. En la parte exterior del establecimiento, uno de los j venes gritaba y cantaba con mucha emoci n celebrando el triunfo del equipo mientras agitaba en rgicamente una de las banderas emblem ticas de La Banda del Rojo en la que se ve a el logo de la barra: LBR. Este tipo de objetos son muy apreciados por los integrantes del grupo de aficionados porque son una representaci n de la historia de la barra. Adem s, las banderas, trapos, instrumentos musicales y otros objetos que han acompa ado al grupo en diferentes escenarios son cuidadosa y peri dicamente renovados limpi ndose y volvi ndose a pintar. Pues bien, aquel joven, en medio de la algarab a, solt la bandera mientras jugueteaba a empujarse con uno de sus compa eros. Esta acci n fue aprovechada por un grupo de aficionados del equipo rival, quienes tomaron la bandera del piso y echaron a correr a m xima velocidad por las calles de la ciudad de Toluca. En el contexto de las barras, apoderarse de un objeto emblem tico de una barra rival confiere cierto prestigio a aquel grupo y genera que la agrupaci n que perdi ese objeto sea ridiculizada por diferentes barras, incluso del pa s. Una pr ctica que algunas barras utilizan consiste en ondear durante los partidos de f tbol los objetos que fueron tomados de otra barra para evidenciar coraje y valent a y para poner en evidencia a la agrupaci n que no pudo proteger sus pertenencias.

En aquella ocasi n, uno de los l deres de La Banda del Rojo que se encontraba muy cerca del lugar de los hechos corri r pidamente hasta donde se encontraba el sector que se hab a dejado robar la bandera. Con voz entrecortada por la ira, orden recuperar aquel objeto. Mientras gritaba groser as, se alaba a uno por uno de los j venes presentes indic ndoles en qu direcci n deb an correr para buscar a los raptores. Se trataba de una especie de operativo de rescate que era obedecido sin ning n comentario por los presentes. Quince minutos despu s, regres a aquel lugar un grupo de cinco j venes que ondeaba con gran orgullo la bandera que hab an recuperado. Los ladrones se hab an fugado. La euforia empez a retornar al lugar. Sin embargo, el l der de la barra que hab a coordinado el rescate esper a que regresara el joven que hab a abandonado la bandera y que hab a permitido el hurto. Cuando lo vio, corri hacia l embisti ndolo con una andanada de palabras soeces al mismo tiempo que le advert a que personas como l no eran bienvenidas en la agrupaci n. La estridente reprimenda dur varios minutos frente a la mirada silenciosa de todos los aficionados presentes, quienes lo nico que esperaban era que las palabras se convirtieran en golpiza, cosa que no ocurri .

Durante los minutos y horas siguientes, los integrantes del sector que yo acompa aba conversaron acerca de lo ocurrido, reconociendo y valorando las medidas que el l der de la barra hab a tomado. Los comentarios giraron en torno a la necesidad de defender los objetos de la agrupaci n y no permitir descuidos futuros. Se trataba de poner en evidencia valores centrales de La Banda del Rojo que ten an que ver con el estrecho v nculo entre desmadre , algarab a, libertad y comportamientos carnavalescos, por un lado, y la organizaci n, el cumplimiento de reglas, el respeto a los l deres y el compromiso con la barra y con sus preciados objetos, por el otro. Incluso durante los siguientes d as, los integrantes de la barra continuaron haciendo referencia a aquel episodio a trav s de mensajes de WhatsApp. Todos los mensajes alababan la labor del l der, cuestionaban la actitud del joven que hab a permitido el robo y enfatizaban la necesidad de ser comprometidos con la barra. No logr ver ning n comentario que cuestionara la reprimenda de aquel d a ni la actitud que hab a tomado el l der de la agrupaci n.

Can ado, Ten rio y Pereira (2011/2019) se alan que la acci n racional sustantiva es un concepto central que hace parte de la democracia deliberativa y que estas dos son categor as centrales de la gesti n social. En realidad, la gente de La Banda del Rojo no hace menci n de ninguno de estos conceptos porque solamente necesitan el concepto de mover el sector para explicar lo que hacen y para continuar construyendo la historia de su grupo, que se extiende a m s de veinte a os. En este sentido, es posible pensar que gran parte de su proyecto y de la idea de mover el sector se relaciona con lo que te ricamente se denomina gesti n social.

Un paso fundamental para comprender este argumento consiste en asumir la democracia deliberativa como una serie de procesos vivos que no se circunscriben a reuniones formales atravesadas por rdenes del d a, asignaci n de turnos para hablar o diligenciamiento de actas que consignen la discusi n realizada y los acuerdos alcanzados. Los ejemplos que se han planteado en este art culo permiten evidenciar que las decisiones de La Banda del Rojo se toman teniendo en cuenta la opini n de los integrantes de los sectores, quienes participan de forma virtual o presencial. Estas decisiones han permitido la construcci n de una serie de valores que sustentan las acciones de la barra, as como unas implicaciones ticas vinculadas a cada elecci n. Esto es algo muy cercano a lo que Max Weber (1922/2014) denomin acci n racional con arreglo a valores y que puede tener relaci n con lo que Can ado, Ten rio y Pereira (2011/2019) llaman acci n racional sustantiva, esto es: decisiones y actuaciones signadas por convicciones ticas.

El ejemplo del robo y posterior recuperaci n de la bandera parece tratarse de una acci n racional instrumental (Weber, 1922/2014), es decir, una acci n con base en alcanzar un fin por s mismo (en este caso: recuperar un objeto que ha sido hurtado). Sin embargo, la bandera no tiene un valor por sus componentes materiales sino por su carga simb lica asociada a la historia, identidad colectiva y orgullo de pertenecer a la barra. Se trata as , en cambio, de una acci n basada en valores (acci n racional sustantiva) que se quieren defender y que fueron olvidados por el joven que abandon aquel objeto simb lico. Lo que estaba en juego en este caso, por tanto, era el valor de la lealtad, el compromiso con el grupo y el respeto por objetos cargados de s mbolos hist ricos y que responden a un proyecto colectivo. De ah que en las reuniones posteriores se resaltara la labor del l der que se hizo cargo de la situaci n y que rega intensamente al joven.

Los integrantes de la barra que valoraron aquella reprimenda no reconoc an al l der en cuesti n por su jerarqu a dentro de la barra, sino por su capacidad para mover el sector y defender incisivamente algo que los representa como colectividad. Ellos entienden que las decisiones que se toman dentro de la agrupaci n se fundamentan en valores compartidos. Se trata, entonces, de un proceso de gesti n social en el que algunas decisiones se toman de manera colectiva, aunque sin formatos acad micos o gubernamentales, pensando en el bienestar colectivo. Este bienestar est permanentemente fundamentado en unos valores de la barra que se han construido y consolidado paulatinamente a lo largo de la historia del grupo.

Vidas libres y estructuradas

 

En varias ocasiones, algunos integrantes de La Banda del Rojo me explicaron que en su vida cotidiana no se segu an los valores que se atesoraban dentro de la barra. Se alaban que la mayor a de personas con quienes ellos interactuaban viv an su vida pensando nicamente en la ganancia econ mica o en alcanzar fines utilitarios e individualistas. Adicionalmente, me explicaban que las actividades diarias estaban atravesadas por el cumplimiento de ciertos esquemas que estaban completamente desconectados de la emoci n y de la pasi n, convirtiendo la vida en una serie de procesos mon tonos y aburridos. Seg n ellos, el dilema consiste en que estos patrones deben seguirse o, de lo contrario, se enfrentan a castigos que pueden llegar hasta la expulsi n de sus hogares, escuelas o trabajos.

Los j venes con quienes interactu y que hacen parte de La Banda del Rojo se rebelan ante estas maneras esquem ticas, jer rquicas y disciplinarias que deben seguir en la vida cotidiana, y que consisten en formas completamente estructuradas, formales y fr a,s como se entienden muchos procesos laborales, acad micos y administrativos. En contraste con lo anterior, las acciones dentro de la agrupaci n consisten en una articulaci n permanente entre emoci n y orden, desmadre y estructura (Duarte Baja a, 2020). Gran parte de la lucha de algunos de ellos consiste en ajustar la vida cotidiana a la libertad estructurada que aprenden y viven dentro de la barra.

Se trata de una serie de procesos que pueden ser pr ximos al concepto de emancipaci n que exponen Can ado, Ten rio y Pereira (2011/2019), y que consiste en una especie de liberaci n de ciertas dominaciones opresoras que producen y reproducen la vida. La rebeld a de la gente de La Banda del Rojo y sus acciones dentro de esta agrupaci n, que se enmarcan en lo que ellos denominan mover el sector , consisten en lo que se puede denominar emancipaci n porque ponen en cuesti n las pr cticas clientelares que privilegian el individualismo y que centran la vida exclusivamente alrededor del dinero y la ganancia econ mica. Desde esta perspectiva emancipatoria, tambi n desaf an la separaci n habitual entre actividades apasionadas y emocionantes y actividades organizadas y estructuradas: las primeras asociadas a la recreaci n o a los momentos de ocio, y las segundas vinculadas a las actividades laborales, educativas o religiosas.

Los integrantes de la barra intentan evidenciar esta lucha por la emancipaci n, por tanto, con sus acciones mismas dentro de ella. En una de las ocasiones en las que acompa a la gente del sector en su desplazamiento en autob s desde su municipio hasta el estadio de la ciudad de Toluca, pude observar que los integrantes del sector ten an una actividad relativamente tranquila durante el trayecto que realizamos por la carretera intermunicipal. Tocaban los tambores, tomaban cerveza o bebidas bajas en alcohol y cantaban algunas canciones sentados sobre el respaldo de los asientos. Sin embargo, cuando entramos a la ciudad de Toluca, esta aparente calma cambi de repente. Abrieron las escotillas del automotor y algunos salieron por ellas y se sentaron en el techo, abrieron las ventanas y ondearon las banderas de la agrupaci n. Adicionalmente, empezaron a cantar con mucha fuerza sacando sus cabezas por las ventanas. Momentos despu s consult al l der del sector por las razones que hab an conducido a este cambio de actitud del grupo. Me explic que quer an demostrarle a la gente adulta que en ese momento transitaba por la calle de Toluca que la vida debe vivirse con emoci n, m s all de solo vivir para ir a trabajar, regresar a sus casas y devengar un salario.

Si se tiene en cuenta que una de las categor as centrales de la gesti n social, seg n Can ado, Ten rio y Pereira (2011/2019), es la emancipaci n que conduce a los participantes a percibirse como seres pol ticos con capacidad de decisi n, los j venes integrantes de La Banda del Rojo se encuentran, justamente, form ndose como seres pol ticos que proponen unas maneras particulares y creativas de comprender la vida, las relaciones sociales y la organizaci n social de su grupo y que ellos denominan mover el sector .

Reflexiones finales

Durante mi trabajo de campo, varios exintegrantes de La Banda del Rojo que hab an sido creadores de esta barra y que trabajaban para instituciones del gobierno y ten an v nculos con personajes relacionados con la pol tica de la regi n, me refirieron que desconfiaban del sistema pol tico mexicano. Una de las razones principales para esta aprehensi n consist a en que las personas con aspiraciones pol ticas estaban buscando solucionar, con frecuencia, intereses personales, demostrando una gran incapacidad para pensar realmente en solucionar problemas colectivos.

Tanto aficionados actualmente vinculados a la agrupaci n, como algunos de sus exintegrantes, me explicaron que era com n que algunos pol ticos intentaran utilizar a La Banda del Rojo como una plataforma para promover sus im genes p blicas. Por tratarse de un grupo tan grande, su incidencia pol tica sobre una parte importante de la poblaci n podr a resultar significativa. Este tipo de relaciones siempre ha sido cuestionado dentro de esta barra. Los miembros con quienes interactu sosten an que su intenci n no consist a en tener una agenda pol tica para generar proyectos p blicos que buscaran mejorar ciertas condiciones sociales de la poblaci n. Ellos relacionan este tipo de proyectos con l gicas que se acercan al clientelismo y a la b squeda de beneficios pol ticos particulares. El hecho de que la barra no sea vista como un movimiento social convencional, sin embargo, no puede interpretarse como conformismo o falta de inter s social; en cambio, puede ser entendido como parte de su postura rebelde, pues su atenci n est enfocada en la construcci n constante de un proyecto colectivo que sea reconocido porque permite que sus integrantes experimenten ciertos niveles de libertad y pasi n, pero con un profundo compromiso y arraigo por el grupo.

Una interesante ense anza que nos propone La Banda del Rojo consiste en ver, de esta manera, lo que podr a denominarse gesti n social si se tiene en cuenta lo ac expuesto desde la misma pr ctica colectiva y sin requerir de la participaci n de expertos en administraci n que funjan como intermediarios entre el estado y la comunidad para interpretar las necesidades de una poblaci n. En este orden de ideas, los l deres e integrantes de la barra asumen la gesti n social de su grupo sin buscar apoyo o autorizaci n de instancias gubernamentales: ellos se hacen cargo de su proyecto colectivo juvenil, de los valores que lo sostienen y de los dilemas sociales que puedan generar. A esto lo denominan mover el sector .

Finalmente, resulta relevante que la gente de La Banda del Rojo entienda lo pol tico y lo participativo desde un entrecruzamiento entre pasi n y organizaci n colectiva. Esta puede ser una valiosa ense anza que permite comprender la gesti n social desde la misma realidad de las personas. Esta realidad est anclada a sus gustos, emociones y afectos, y no consiste solamente en diligenciar actas de reuniones y formatos para evidenciar que las personas est n de acuerdo con propuestas construidas desde afuera y que aparentemente buscan su bienestar.

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[1] Doctor en Antropolog a Social de la Universidad Iberoamericana (M xico). Mag ster en Bio tica de la Universidad el Bosque (Colombia). Especialista en Comunicaci n-Educaci n de la Universidad Central (Colombia). Licenciado en Educaci n F sica de la Universidad Pedag gica Nacional (Colombia). Profesor-investigador de la Universidad Nacional Abierta y a Distancia (UNAD).

[2] Palabra grosera que en M xico hace referencia a ser perezoso.