La Agroecología como Geopoética

Sección
Libro Completo
Julialba Angel Osorio (Compiladora) Universidad Nacional Abierta y a Distancia
Martha Isabel Cabrera Otálora Universidad Nacional Abierta y a Distancia
Libia Esperanza Nieto Gómez Universidad Nacional Abierta y a Distancia
Reinaldo Giraldo Díaz Universidad Nacional Abierta y a Distancia

En este texto, se abre un proceso de reflexión sobre la restauración de la relación del hombre moderno con la naturaleza a partir de la sabiduría ancestral de la cultura San Agustín. Más allá del conocimiento referido al inventario de cerámicas, esculturas y vestigios de las antiguas culturas, se trata desde un punto de vista investigativo, de un encuentro estético, ético y político. La perspectiva de análisis es el pensamiento ambiental, más exactamente la idea de reencantamiento del mundo (Noguera, 2004). El pensamiento ambiental propone el paso de una concepción mecanicista a una visión compleja de la vida. Noguera (2004) parte de lo ético-estético, para volver a lo ético-estético, parte de la vida para volver a ella: “No podría ser de otra manera. Pensar es un acto de la vida. Entonces vivimos para pensar que vivimos y de qué manera vivimos” (Noguera, 2004, p. 21).

En Latinoamérica, la agroecología comprende los saberes ancestrales de las culturas andinas. Culturas que tienen sus formas de habitar en el mundo, de cultivar el mundo, de comprender la lengua de la tierra. Pueblos originarios como los Hopis, los Cunas, los Uwas, los Aymaras, los Mapuches y legados como el de los San Agustín, los Aztecas, los Incas aún nos enseñan formas de hacer agricultura en consonancia con la vida, siendo formas de escribir la tierra, de imprimir su estilo de vida en la tierra, de dibujar paisajes. La agroecología es una forma de geopoética, un modo de vida, una estética de la existencia por fuera de los marcos del pensamiento moderno, en el que la razón triunfa sobre la vida, donde la tierra deja de ser el lugar de origen mítico-poético de lo humano. La agroecología como geopoética permite a la cultura moderna escapar a los preceptos de dominio de la naturaleza para extraerle su energía y potencia, a las lógicas que conciben la madre nutricia como globo, como fuente de recursos (Noguera y Pineda, 2014).

La propuesta de reencantamiento del mundo contempla salir de la visión cientificista de un mundo reducido a una fórmula matemática, a un mundo donde el mito se torna sentido del mundo. De allí la importancia del pensamiento ambiental para afectar y dejarse afectar en lo ancestral, para experimentar lo milenario que aún somos y que Occidente pretende seguir marginando con el fin de promover el control biopolítico de las poblaciones.

Occidente tiene una visión escindida del mundo, una visión que reduce el mundo a mercancía, una visión desacralizada que contrasta con el mundo poetizado, encantado, libre de los discursos científicos y de la matematización, que se experimenta en la sabiduría ancestral y milenaria que aún pervive en los pueblos de América y del mundo, “aún hoy, esos hombres y mujeres milenarios ─más de 6000 culturas no occidentales-, que saben comprender los ciclos y ritmos de la naturaleza, conforman la mayor parte de la población dedicada a apropiarse los ecosistemas del planeta” (Sánchez, 2015, p. 59).

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