La derrota estratégica de lainsurgencia armada.
El caso de las FARC-EP - Colombia 1994-2010

Carlos Alfonso Ortiz Lancheros1

Universidad Nacional de Colombia

Recibido: 20/10/2019 - Aprobado 2/12/2019

DOI: https://doi.org/10.22490/26655489.3258

Resumen

Por años se consideró a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP) como la principal y más grande insurgencia armada, enemigo número uno del Estado. Asimismo, desde 2012 se adelantó un proceso de diálogo y negociación política entre el gobierno colombiano y las FARC-EP, que tuvo como resultado poner fin a la confrontación militar de más de seis décadas y habilitar un camino de reformas y apertura democrática para esta organización. Son muchos los factores que explican que la posibilidad real del cese definitivo al fuego entre el establecimiento y las FARC-EP haya sido exitosa. Sin embargo, la derrota estratégica de la primera guerrilla colombiana es la menos explorada y de escasos resultados en el subcampo del análisis político. Que la guerrilla de las FARC-EP haya ingresado a un proceso de reincorporación no solo se explica por un desgaste obvio de la guerra o una ventana de oportunidad a la salida política negociada, sino también porque en el plano político militar hubo un escenario desfavorable que no se logró superar. Se propone analizar este hecho con base en el enfoque de análisis de coyuntura, que reconoce un horizonte relacional y estratégico de la acción político-militar que comprende la identificación de actores, acontecimientos, escenarios, correlación de fuerzas y relación estructura-coyuntura a partir de la revisión bibliográfica de expertos y del Centro de Investigación en Memoria Histórica Militar (CIMHM) adscrito al MinDefensa. Palabras clave: derrota estratégica, Fuerzas Militares de Colombia, gobierno colombiano, guerrilla de las FARC-EP.

Introducción

El Estado colombiano ha mantenido un tratamiento similar respecto al fenómeno de las guerrillas y la insurgencia en general. Concretamente, políticas que han combinado de manera permanente y periódica acciones ofensivas y de negociación y han fluctuado entre el tratamiento político y el delincuencial (Moreno, 2006) en el marco de una racionalidad técnica básica: la superioridad de la fuerza militar estatal para aniquilar la oposición armada.

En relación con la guerrilla de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia - Ejército del Pueblo (FARC-EP),el Estado colombiano no ha actuado de forma distinta; durante décadas y en los gobiernos sucesivos las FARC han sido consideradas un problema de seguridad nacional y un factor de desestabilización. El hacerle frente ha tenido como objetivo principal derrotar la guerrilla. Sin embargo, al no ser conseguible este objetivo en el corto plazo, se ha optado en el plano políticomilitar y en el curso de la guerra contrainsurgente por sumar fuerzas para doblegar la insurgencia al punto de inflexión que le permita al Estado colombiano obtener una ventaja estratégica (Cardona, 2015).

Es decir, se optó por causar una erosión al grupo guerrillero dirigida a generar un desgaste considerable en el plano político y militar y así acceder a una posible rendición y entrega de la fuerza opositora.

La salida negociada, a la vista una ventana de oportunidad para ambas partes en el 2012 fue para el Estado colombiano la forma de imponer una paz luego del gran despliegue militar del decenio anterior en el cual las Fuerzas Militares desempeñaron un papel primordial. Durante ese decenio sostuvieron una ofensiva de manera permanente y coordinada, obteniendo como resultado la reconfiguración de la fuerza armada, el recambio en su forma de operar y, lo más importante, de transmutar la dinámica del conflicto: pasar de estar en una defensa estratégica a una contraofensiva estratégica (Tse-tung, 1967).

La derrota estratégica de la FARC se explica en este apartado desde el enfoque de análisis de coyuntura, que reconoce un horizonte relacional y estratégico de la acción político-militar que comprende la identificación de actores, acontecimientos, escenarios, correlación de fuerzas y relación estructuracoyuntura (Gramsci, 1975 y Poulantzas, 1979).

Se empieza por describir momentos, paisajes e hitos importantes sobre la historia de las FARC, necesarios en términos de entender el origen del actor insurgente y su lógica como grupo armado. Se conecta el análisis con la evolución de la guerra contrainsurgente liderada por Estado colombiano durante el periodo 1994-2010 y la táctica desarrollada por las FARC en este mismo periodo.

Se afirma que los duros golpes asestados a la agrupación guerrillera en la contraofensiva estatal 2002-2010 y parte de 2010-2012 (esta última temporalidad, sin análisis en este apartado) diezmaron considerablemente la fuerza moral, política y militar “fariana”, motivo y razón de su declive. Se finaliza con algunas conclusiones en torno a la derrota estratégica de la insurgencia armada (García, 2013).

1. Las FARC- EP: un actor militar en clave política

1.1. Los marquetalianos: nacen las FARC

Las FARC se consideraban a sí mismas como un “ejército del pueblo”, como la expresión más elevada de la lucha revolucionaria por la liberación nacional; como un movimiento político-militar basado en la combinación de todas las formas de lucha2.

Los orígenes de las FARC se remontan a las primeras luchas agrarias en el sur del país, motivadas en parte por las fuerzas populares gaitanistas e inspiradas en la reforma agraria de los gobiernos liberales de la década de los 30. Allí surgieron como autodefensas campesinas a finales de 1948, posterior al asesinato del líder popular Jorge Eliécer Gaitán Ayala3 y de la fuerte arremetida del establecimiento en cabeza del Partido Conservador contra las luchas campesinas (Arrubla, 1996). El despojo fue el mecanismo implementado por las élites de los partidos tradicionales para la acumulación de grandes extensiones de tierra a partir del ejercicio sistemático de la violencia. Solapada en una intestina lucha bipartidista entre los años cuarenta y los cincuenta, las zonas rurales vivieron un proceso social en el que el sectarismo político encubrió la masiva expulsión del campesinado y la robusta concentración de la tierra por parte del bloque en el poder4 en aquel momento (Uribe, 2009).

Los primeros grupos de campesinos armados fueron integrados en su mayoría por familias de origen y militancia liberal; posteriormente se sumaron otras familias de arraigo liberal y simpatizantes de las ideas comunistas. Pese a la unificación de las dos tendencias, las diferencias de concepciones ideológicas y organizativas condujeron a la ruptura de los comandos unificados que se crearon especialmente en el sur del Tolima y en los Llanos Orientales, lo que dio comienzo a los enfrentamientos entre liberales “limpios”, “comunes” y bandoleros (Molano, 1994).

Con el objetivo de defenderse de la violencia oficial conservadora y de los grupos paraestatales de la época y luego del intento fallido de pacificación en la dictadura de Rojas (1953-1957), donde fueron traicionadas la mayoría de las dirigencias campesinas que depusieron las armas, en especial en los Llanos Orientales5, nacen al sur del país espacios de refugio, zonas de aislamiento y autodefensa donde familias de campesinos que se sentían en riesgo por parte del régimen político encontraron
protección. En encendidos discursos en el Congreso de la República, el líder conservador Álvaro Gómez Hurtado venía denunciando desde 1961 la existencia de 16 “repúblicas independientes” que escapaban al control del Estado y en las cuales, según su retórica conservadora, se estaban construyendo unas zonas liberadas (Arrubla, 1996). Se trataba, ante todo, de Marquetalia, Riochiquito, El Pato, Guayabero, Sumapaz y la región del Ariari (Arenas, 1985).

Las “repúblicas independientes”, como fueron denominadas estas experiencias autogestionarias por parte los ideólogos del régimen conservador, fueron objeto de una ofensiva militar descomunal con el apoyo del gobierno estadounidense6. El Plan Laso (debido a sus siglas del inglés Latin American Security Operation) organizado desde Washington se constituyó en una de las más grandes experiencias antisubversivas de la época en el hemisferio (Arrubla, 1996).

El ataque a Marquetalia en 1964, ordenado por el gobierno conservador “frente nacionalista7” de Guillermo León Valencia (1962-1966), tuvo una sorprendente y valerosa respuesta por parte del grupo de campesinos concentrados allí, que lograron esquivar el cerco militar y huir selva adentro (Molano, 1994). Marquetalia se constituyó en el epicentro de la Primera Conferencia de las guerrillas de inspiración comunista, lo que dio origen al Bloque Sur, simiente de lo que después sería las FARC. El ataque a Marquetalia fue seguido por la operación contra Riochiquito8, El Pato y Guayabero.

Finalmente, las guerrillas integradas en el denominado Bloque Sur, orientadas por el Partido Comunista Colombiano (PCC), adoptaron los principios marxistas-leninistas como parte de su proyecto político y al admirado grupo de hombres y mujeres que resistieron el ataque a Marquetalia como sus fundadores.

1.2. Las FARC por la toma del poder

Las FARC nacen oficialmente en la Segunda Conferencia9 del Bloque Sur (1966) en la región del Duda. Dentro de su estrategia militar avanzaron hacia El Pato, la cordillera Oriental, Tolima, Caldas y Quindío y pasaron de la defensa armada de una región a la resistencia armada en la que grupos de guerrillas móviles empleaban la táctica de golpear, retirarse, volver a aparecer y desaparecer (Pizarro, 1989). Se buscaba consolidar un pequeño ejército con la conformación de grupos móviles, a fin de desplazarse hacia las tres cordilleras. Los objetivos políticos se definían en términos de la toma del poder y como proyecto político se continuó con el programa agrario, proclamado el 20 de julio de 196410.

En su avance hacia el norte del Tolima y el Magdalena Medio la situación de logística y movilización cada vez se va haciendo más difícil frente a los operativos adelantados por las fuerzas militares en la región. Los reveses militares se deben en parte a la falta de conocimientos sobre la concepción móvil de la guerrilla, la falta de madurez, la falta de disciplina interna y el fracaso en la construcción de una economía de guerra propia (Guevara, 1962). Así, la consolidación de la fuerza insurgente encuentra dificultades de penetración y expansión territorial; los destacamentos armados, un número considerable de hombres y armas, difícilmente se convirtieron en guerrillas móviles o frentes guerrilleros (grupos más pequeños). La preparación y experticia es una preocupación constante. El contacto con el PCC y su dirigencia se mantiene pese a las dificultades de la época. Para la década de los 70 las FARC se encuentran en una etapa de crisis que se expresa en las contradicciones e incompatibilidades que se exponen en el interior del PCC en relación con la construcción de la política y la estrategia militar. El conflicto Pekín-Moscú y la ruptura del bloque socialista se une al proceso de cuestionamientos que se va dando en el seno de la insurgencia armada sobre los principios leninistas que deben guiar la organización (Lenin, 1972), en especial lo referido al “centralismo democrático”. Una fuerte crítica se da al peso de las decisiones político-militares en personas ajenas a la dinámica de la guerra, dirigencias en su mayoría resguardadas en las principales ciudades11. Dicha crisis política y organizativa del PCC se solventa por la vía de escisiones, rupturas y expulsiones de importantes cuadros políticos y militares de estructuras regionales y locales. Todo esto da origen a un nuevo partido y guerrilla con base en la ortodoxia maoísta (Archila, 2008): el Partido Comunista Colombiano -Marxista Leninista (PCC-ML) y el Ejército Popular de Liberación (EPL).

Durante la década de los 80, las FARC-EP emprenden un proceso de fortalecimiento, una serie de cambios que incluye educar su línea de mando, mejorar sus mecanismos internos de dirección y disciplina interna, además de acompañar la lucha y la movilización social sin perder de vista su actor o sujeto de cambio: el campesinado colombiano (Pizarro, 1989). De este último proviene una buena parte de su dirigencia militar y política: cuadros políticos y militares que se constituyen, nacen o se forman a partir del mito fundacional en Marquetalia y fundamentados por el adoctrinamiento ofrecido por el PCC (Molano, 1994). La otra parte de su cuerpo de dirección son hombres y mujeres con un amplio recorrido en las Juventudes Comunistas (JUCO), sindicatos y universidades, entre otros, provenientes de clases medias de las ciudades principales e intermedias del centro y sur del país que se vincularon a la lucha armada, justificados en parte por la fuerte arremetida estatal a partir de 1976 con la implantación de la llamada Doctrina de la seguridad nacional12 (Ronderos, 2002).

Para la misma época su operatividad se sustenta en campañas y batallas ofensivas de decisión rápida en las líneas exteriores a sus lugares de influencia. La guerra de guerrillas sigue siendo su método principal de resistencia armada (Guevara, 1962). En el plano político es insostenible seguir siendo el brazo armado del PCC; entra en duros cuestionamientos que un partido urbano tenga injerencia en una guerrilla rural. Se crea el Partido Comunista Colombiano Clandestino (PCCC), instancia que se rige por principios leninistas y sistema organizativo afín al mismo, unido y subordinado a las estructuras organizativas de las FARC‐EP (Medina, 2006) que trastocó la fórmula soviética partido-ejército a ejército-partido.

1.3. Lógica militar sin réditos políticos

Para finales de los 80 y principios de los 90 la estructura militar de las FARC-EP corresponde al siguiente orden: “La escuadra es la unidad básica y consta de doce (12) hombres, dos escuadras forman una guerrilla, dos guerrillas una Compañía, dos compañías una Columna y dos o más columnas un Frente. Cada estructura con su red de complejidad de mandos” (Medina, 2006).

A medida que la organización se ensancha, el número de frentes se hace mayor. las FARC-EP pasaron de 16 frentes a 25 y, con ello, la estructura de organización del ejército más compleja. Surgen así los denominados bloques de frentes, con una estructura militar que bajo la dirección de un estado mayor central de las FARC-EP o su secretariado, coordina y unifica la actividad de los frentes en una zona específica del país en desarrollo del plan estratégico (Medina, 2006).

En la década de los 90, la Constitución de 1991 y el ataque a Casa Verde, donde se encontraba el secretariado de las FARC-EP en conversaciones con el Estado colombiano, tienen amplias repercusiones para el desarrollo del conflicto. En primer lugar, la ofensiva militar contra Casa Verde, por parte del gobierno de César Gaviria (1900-1994), tenía como objetivo desarticular la Organización que para este momento se encontraba vinculada a unas negociaciones de paz. Para las FARC-EP el ataque significó la continuación de la guerra y la persistencia del establecimiento en la exclusión política al no aceptar las condiciones de participación llevó a dar paso a su nueva estrategia militar, que, aunque tiene sus bases en la Séptima Conferencia, es ampliada y actualizada de acuerdo con el desarrollo del conflicto.

La nueva forma de operar de los 90 tiene características diferentes a la planteada en los 80, donde los ataques militares eran más defensivos que ofensivos, con poca concentración de tropa y acciones aisladas; básicamente una guerra de movimientos y guerra de guerrillas13. Para poner en marcha la nueva forma de operar guerra de guerrillas y guerra de posiciones (Tse-tung, 1967), sin olvidar sus objetivos políticos, pero ganando espacios militares, era necesario fortalecer unas finanzas que hasta la década de los ochenta se habían alimentado del cobro de impuestos a los cultivadores de coca, la extorsión a ganaderos y el secuestro de grandes empresarios y políticos.

El fortalecimiento de las finanzas en la década de los 90estaría asociado, de alguna forma, con el incremento de los cultivos ilícitos y las formas de contribución establecidas por las FARC a las diferentes etapas de la cadena de producción del narcotráfico14, procedimientos que generaban mayores rentas
(Vargas R., 2008).

La lógica de la guerrilla era simple, se buscaba que los éxitos y victorias militares repercutieran en favorabilidad política en campos y ciudades. El ímpetu de las FARC-EP se mostró en acciones como las tomas de:

a. Las Delicias en Putumayo (30-31 de agosto de 1996)
b. El Billar en Caquetá (5 de mayo de 1998)
c. Miraflores en Guaviare (3 de agosto de 1998)
d. La Uribe (4 de agosto de 1998)
e. Puerto Rico (10 de julio de 1999)
f. Meta y La Arada en Tolima (7 de noviembre de 1998)15

Y también lo probaron al aproximarse a la capital de la República (por la ruralidad de esta) haciendo presencia política y armada en las fronteras de Bogotá como lo son las localidades de Sumapaz, Usme16 y Ciudad Bolívar.

2. La táctica de la paz, la estrategia de la guerra

2.1. De Las Delicias al Caguán

En el marco de los gobiernos de Ernesto Samper Pizano (1994-1998), Andrés Pastrana Arango (1998-2002) y Álvaro Uribe Vélez (2002-2010) el conflicto armado con las FARC se desarrolla y se transforma en un proceso que va del
crecimiento de las operaciones militares de la guerrilla contra las instituciones armadas del Estado (1994 a 1998) a un intento fallido de proceso de paz y reingeniería de las Fuerzas Militares (1998-2001), y a una fuerte contraofensiva y retoma de la iniciativa militar estatal (2002-2010).

Los ataques de la guerrilla muestran en el periodo 1994-1998 un gran despliegue de fuerza y un posicionamiento territorial sin precedentes; la concentración de tropas y la sorpresa táctica son un hecho determinante para la ofensiva insurgente que trajo como resultado un alto número de bajas militares y de secuestrados. En la Fuerza Pública colombiana no hubo una reacción rápida al cambio de estrategia de las FARC. En aquel entonces era uno de los ejércitos más pequeños de la región, tanto en términos absolutos como en términos relativos respecto del tamaño de la población, pese a que había adquirido una dimensión de algo más de 120.000 hombre-arma. Su debilidad se explica en parte por una excesiva burocratización, una fuerte dispersión en su accionar (línea de mando) y por la considerable tensión en las relaciones ejecutivo-cúpula militar bajo el gobierno Samper17.

En el periodo (1998-2002) el tercio en esta tendencia se ubica en las conversaciones de paz, construidas en el marco de un universo de expectativas, lideradas por el jefe de Estado colombiano de entonces Andrés Pastrana. Los diálogos del Caguán exiguos, limitados e intrincados tuvieron como telón de fondo la intensificación del proyecto paramilitar18, la estrategia antisubversiva: “dejar sin agua al pez”, la firma del mayor proyecto de cooperación de Estados Unidos con Colombia (el Plan Colombia) y los cimientos de la mayor innovación en el proceso de transformación de las Fuerzas Militares: la Doctrina Conjunta. Estos factores sumados a la poca voluntad de las partes en un cese bilateral de las hostilidades y a tender caminos sinceros de democratización y alivios humanitarios, dieron al traste con el fracaso en las negociaciones y rienda suelta al discurso belicista y pacificador.

2.2. La contraofensiva estatal

Durante el largo periodo (2002-2010) del gobierno de Álvaro Uribe Vélez se propinan duros golpes a la insurgencia armada a través de la política de seguridad democrática (Leal, 2006) y el gran impulso estadounidense del Plan Colombia (antidrogas) y el Plan Patriota (antisubversivo); esto reduce su capacidad operativa y obliga a replantear su accionar políticomilitar (Echandía y Bechara, 2006). Los planes y operaciones militares, todos en el marco de grandes recursos de capital por parte de la cooperación norteamericana, rinden sus frutos en operaciones en las que se dan de baja considerables objetivos militares según el argot castrense: hombres y mujeres que representaban todo un tejido social, político y militar de la guerrilla que por su nivel jerárquico y línea de mando eran difícil de reemplazar19.

En pro de dar continuidad a las victorias conseguidas a través del Plan Colombia en materia de fortalecimiento de las Fuerzas Militares y aumento de su presencia a lo largo del territorio se ejecuta el Plan Patriota como parte de la política de seguridad del gobierno de Uribe Vélez (CIMHM, 2017). En este sentido la preparación, conducción y sostenimiento de operaciones militares en contra de la guerrilla son determinantes para arrojar los resultados arriba expuestos. La guerra de movimientos (Guevara, 1962) desarrollada por las FARC llega a su punto de inflexión con la retoma de la iniciativa por parte de las Fuerzas Militares. En principio, y como ejemplo, con la recuperación de las zonas de despliegue y avance estratégico de las FARC sobre la capital de la república con la Operación Libertad Uno (CIMHM,2017) se ponen a prueba los comandos conjuntos. Dichos no son otros que las fuerzas combinadas de tropas terrestres, suministros aéreos y fluviales –helicópteros, aviones y lanchas de combate– bajo un puesto de mando único. Resultado: el quiebre de los senderos de movilidad de la guerrilla sobre el enclave político del Estado colombiano.

En este escenario las FARC optan, por un lado, por un repliegue estratégico (Pizarro, 2006) que les significa reducir movilidad y transferencia y, por el otro, por intensificar una lucha ardua y política por un canje humanitario20. En su primera opción las FARC sufren numerosos reveses. Los batallones contraguerrilla o brigadas móviles y el poder aéreo, por una parte, y la creación de la Fuerza de Tarea Conjunta Omega21 (CIMHM, 2017), por otra, irrumpen en las zonas históricas de retaguardia de la guerrilla y rompen a su vez con las posiciones en consolidación de la insurgencia, especialmente en lo que refiere a las goteras de la capital de la república. Las FARC ya no tienen zonas seguras y muestran un enorme retroceso en sus planes de cerco a los medianos y grandes centros urbanos (Tse-tung, 1967). Así, las Fuerzas Militares ya no tienen zonas vedadas y avanzan en la desestabilización de las zonas históricas, el rescate de los secuestrados y golpean duramente las principales estructuras militares de la guerrilla e importantes jefes de las FARC (CIMHM, 2017). La moral y confianza de la denominada tropa “fariana” se aminora.

En su segunda opción, la posibilidad del canje humanitario, las FARC pierden la oportunidad de seguir ejerciendo una presión política sobre el gobierno cuando luego de cinco años de cautiverio (el 18 de junio de 2007) guerrilleros de las FARC asesinan a once de los doce diputados del Valle del Cauca22 y luego un año después (2008) en la Operación Jaque, audaz operación militar de rescate de retenidos, la guerrilla pierde el grupo de secuestrados más significativo e importante. El empuje internacional y protesta ciudadana a favor de una salida negociada con la guerrilla ya no encuentra eco como antes; la confrontación armada se hace más intensa y despierta un optimismo renovado por la derrota militar de la insurgencia armada. Las FARC ven reducido su campo político, nacional e internacional, al igual que su accionar bélico. La considerada línea marquetaliana o línea dura de las FARC casi desaparece; su reemplazo, no era de esperarse otro, son los hombres y mujeres provenientes de la experiencia partidista, es decir, del Partido Comunista Colombiano de la década de los 70. Sus valoraciones sobre la guerra y la política son otras; el peso de las duras batallas y recomponer la iniciativa se hace imposible y la salida negociada se convierte en una opción única para la nueva dirigencia.

3. Conclusiones

La retoma de la iniciativa del Estado colombiano por parte de las Fuerzas Militares –los duros golpes estratégicos a la principal línea de mando de las FARC– y los fuertes reveses políticos como producto de la decisión –incalculable y sin una valoración autocrítica– de insistir con la práctica del secuestro como herramienta política dan al traste con su derrota estratégica.

Las FARC no lograron superar un escenario desfavorable en la guerra insurgente. La incorporación de tácticas de guerra deshumanizantes como el secuestro y los actos terroristas llevaron a una sin salida al grupo armado en el plano militar y político. Luego de ostentar dominio territorial y amplia movilidad sobre el territorio con un numeroso pie de fuerza, vio fuertemente reducida su capacidad a partir de su propia decisión de repliegue estratégico y de los duros golpes propinados por parte de la Fuerzas Militares en la modalidad de comandos conjuntos.

En el plano político, su obstinación por un canje humanitario se erosionó a partir del juego táctico del establecimiento en la denuncia internacional de la crisis humanitaria de los secuestrados y la herramienta estratégica de recuperación de estos en la Operación Jaque. Retomar la iniciativa militar se hizo imposible y demandó direccionar los esfuerzos hacia una paz negociada.

Referencias

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1 Politólogo y Magíster en Estudios Políticos (en curso), Universidad Nacional de Colombia, Medellín, Colombia. caortizla@unal.edu.co

2 A partir de la Séptima Conferencia (1982), bajo el mando de Jacobo Arenas, se plantearon varias directrices estratégicas nuevas y se reafirmó el principio de la «combinación de todas las formas de lucha»: la lucha política y la armada. En este mismo evento las FARC se autodenominaron «Ejército del Pueblo». http://www.farc-ep.co/septima-conferencia/septima-conferencia-de-las-fuerzas-armadas-revolucionarias-de-colombia-ejercito-del-pueblo.html

3 En la historia de Colombia, el asesinato de Jorge Eliécer Gaitán Ayala marcó un momento de ruptura, de crisis en la credibilidad en las instituciones y el sistema democrático. Pedro Antonio Marín, mejor conocido como Manuel Marulanda o Tirofijo, fundador de las FARC, fue gaitanista pese a que el Partido Comunista, sustento ideopo https://www.elespectador.com/opinion/las-farc-estudian-gaitan-columna-708122 Por: Daniel García-Peña.

4 El bloque en el poder “indica la unidad contradictoria particular de las clases o fracciones de clase dominantes en su relación con una forma particular de Estado” (Poulantzas, 1979).

5 En el marco del trágico fin de las guerrillas del Llano, que le proporcionaron las fuerzas estatales a varios de los líderes de la insurrección llanera, se dio muerte al máximo líder guerrillero José Guadalupe Salcedo Unda. El acontecimiento fue uno de los magnicidios más sonados y representativos de la segunda mitad del siglo XX porque tras un proceso de “pacificación” y desarme en los llanos orientales, logrado en la
Dictadura del General Rojas Pinilla, se da muerte al “terror de los llanos” en la capital del país. Arturo Alape (2000) y Reinaldo Barbosa (1992) afirman al respecto que fue un plan premeditado del Estado para dar muerte a Guadalupe. Cabe señalar además que nunca prosperó una investigación policial seria para que se conocieran los responsables materiales e intelectuales del crimen.

6 “Oficialmente, el general Valencia Tovar sostuvo: “Los efectivos sumados apenas pasaban de 1.200 hombres”; la guerrilla de ese momento calculó que la fuerza osciló entre 10.000 y 16.000 soldados, apoyados por aviones T-33 y por siete helicópteros. Según Guaracas, las guerrillas estaban compuestas por 48 hombres armados. “El arma más ventajosa era una carabina San Cristóbal; las demás, ocho fusiles M1, y el resto, fusiles de perilla”. Gregorio Fandiño, sargento que participó en los combates, da una cifra exacta: “3.375 militares.” https://www.elespectador.com/noticias/nacional/asalto-marquetalia-articulo-498380 Por: Alfredo Molano Bravo / Especial para El Espectador.

7 El Frente Nacional fue una coalición política concretada en 1958 entre el Partido Liberal y el Partido Conservador de la República de Colombia. A manera de respuesta, frente a la llegada de la dictadura militar en 1953, su consolidación en el poder entre 1954 y 1956 y luego de una década de grandes índices de violencia y enfrentamientos políticos radicales, los representantes de ambos partidos, Alberto Lleras Camargo (Partido Liberal) y Laureano Gómez Castro (Partido Conservador), se reunieron para discutir la necesidad de un pacto entre ambos partidos para restaurar la presencia del
bipartidismo en el poder.

8 El Documental “Riochiquito” de los franceses Jean-Pierre Sergent y Bruno Muel en homenaje a Hernando González Acosta, universitario y dirigente de la Juventud Comunista. Hernando murió en una emboscada realizada por el Ejército en Riochiquito el 22 de septiembre de 1965 cuando regresaba de la misión de sacar vivos del sitio de los combates a los documentalistas franceses. Este documento nos remonta a los orígenes de las FARC-EP.

9 Las Conferencias guerrilleras fueron consideradas para las FARC, su máxima instancia de participación y decisión; en ellas se definían los planes y las líneas estratégicas de la guerra revolucionaria.

10 Proclamado el 20 de julio de 1964 en el fragor de la lucha armada de Marquetalia y corregido y ampliado por la Octava Conferencia de las FARC-EP el 2 de abril de 1993. Entre los puntos destacados se encuentran una reforma agraria revolucionaria, llevar adelante la consigna de “la tierra para quien la trabaja”, respetar los derechos de propiedad y servicios a los campesinos ricos que trabajen personalmente en sus tierras, un gobierno revolucionario que establezca un sistema amplio de crédito para los campesinos individuales como para las cooperativas de producción y la protección a las comunidades indígenas. https://www.farc-ep.co/octava-conferencia/programaagrario-de-los-guerrilleros-de-las-farc-ep.html

11 Según Nelson Lombana, militante del PCC, el centralismo democrático busca “desarrollar la discusión, la democracia y concretar la síntesis. Reconocer con argumento la fuerza de la mayoría, sin perder la individualidad, respetando los derechos de las minorías. Imponer la fuerza de la sensatez, de la razón. Esta se expresa a través del argumento. Se caracteriza por la participación y la capacidad de reconocer que el otro piensa y se puede llegar a un acuerdo colectivo. Implica decir y hacer, como diría José Martí, héroe cubano”. La vigencia de los principios leninistas de organización, Nelson Lombana, 20 de noviembre de 2017. http://www.pacocol.org/index.php/comites-regionales/tolima/3154-la-vigencia-de-los-principios-leninistas-de-organizacion

12 Luis Édgar Devia Silva, alias ‘Raúl Reyes’, considerado el segundo hombre de las FARC en la década del 2000 y la persona más cercana a ‘Tirofijo’, relata que se acercó primero a las Juventudes Comunistas (JUCO) y posteriormente al Partido Comunista Colombiano (PCC). Reyes decía que el gobierno de Turbay partió la vida de muchos militantes de izquierda en dos. “A los que no asesinaron o condenaron, los obligaron a irse a la clandestinidad”. https://www.semana.com/nacion/articulo/el-pequeno-gigante-farc/91364-3  El pequeño gigante de las Farc, Revista SEMANA.

13 Para ver más sobre “guerra de movimientos, guerra de guerrillas y guerras de posiciones” en Mao Tse-tung, conferencia pronunciada Sobre la guerra prolongada, mayo de 1938 en la Asociación para el Estudio de la Guerra de Resistencia contra Japón.

14 “Nos vimos obligados a establecer un régimen de tributación y de regulación a las transacciones realizadas por los campesinos, siempre pensando en sus derechos, protegiéndolos frente a abusos de intermediarios y narcotraficantes”, dijo el jefe negociador ‘Iván Márquez’ en referencia a los territorios bajo control guerrillero el 29 de noviembre de 2013.

15 “La guerrilla de las Farc diseñó una estrategia de crecimiento que debía ejecutarse en ocho años y en la que se puso como meta final, tomarse el poder. Los pasos para lograrlo salieron de una reunión que realizó el Pleno del Estado Mayor de esa guerrilla, del 10 al 17 de mayo de 1989, en el que definieron una serie de estrategias que desarrollarían lo que se habían planteado en su Séptima Conferencia en 1982”. Así planearon las Farc tomarse el país en los años 90 en VerdadAbierta.com.

16 “Las FARC-EP hicieron de Usme, una localidad en el sur de Bogotá, su bastión de guerra y la puerta de entrada a la capital del país, a finales de la década del noventa. Catorce años después líderes sociales, abogados y un exmilitante de la agrupación guerrillera recuerdan y relatan lo que vivieron en aquellos años, cuando el conflicto armado alcanzó índices máximos de violencia en zonas rurales y urbanas de todo el
territorio nacional”. Usme, el bastión urbano de las Farc en la década del noventa. Por Juan Carlos Pérez.

17 “Tal y como se argumenta en el epílogo de El juego del poder: historia, armas y votos (Dávila, 1998), tanto por su interés y conocimiento del tema, como por la situación de inestabilidad y debilidad que introdujo el Proceso 8.000, el gobierno Samper habría desechado todo lo construido y avanzado en el periodo Gaviria y habría retornado a esquemas propios del Frente Nacional. Es decir, de poco interés del alto gobierno en los temas de seguridad y propiamente militares, de atención coyuntural producto de las circunstancias de orden público y de carencia de un interlocutor civil reconocido por las instituciones armadas, especialmente tras la obligada renuncia de Fernando Botero al Ministerio de Defensa. Por tanto, la situación quedó sujeta a esquemas muy marcados por las relaciones personales, que no institucionales, pero en un contexto que no hacía sino agravar la situación vigente.”

18 En “Rutas del Conflicto” del Centro Nacional de Memoria Histórica y Verdad Abierta, del Grupo Semana, se podrá observar de forma detallada el número de masacres cometidas por los grupos paramilitares en este periodo. http://rutasdelconflicto.com/geografia-del-terror/masacres-por-grupos.php

19 Los golpes más contundentes dados a las Farc se encuentran en el periodo 2004 -2012, entre los gobiernos Álvaro Uribe y Juan Manuel Santos. https://www.elespectador.com/noticias/judicial/los-golpes-mas-contundentes-dados-los-ultimos-anos-farc-articulo-309633

20 Varias veces el gobierno (2004) y las Farc intentaron entablar un diálogo con el fin de realizar el intercambio entre guerrilleros y secuestrados. El gobierno de Uribe primero se ofreció a liberar a 15 guerrilleros que no estuvieran condenados por delitos de lesa humanidad y exigió que las Farc entregaran el mismo número de
secuestrados. Los máximos líderes de las Farc sometieron entonces el canje a la condición de establecer otra vez la zona de distensión en el sur del país para así realizar el intercambio humanitario entre civiles, políticos, soldados y policías secuestrados por las Farc por guerrilleros que en ese momento se encontraran bajo la ley, a lo que Uribe se negó rotundamente.

21 La Fuerza de Tarea Conjunta Omega tenía un fuerte componente terrestre, uno aéreo y uno fluvial con más de 7.000 hombres que desarrollaban operaciones militares en los municipios de La Julia, Vistahermosa, Mesetas, Macarena, Uribe, Puerto Rico, Solano, San Vicente del Caguán, Cartagena del Chaira, San José del Guaviare, Calamar, El Retorno y Miraflores, en los departamentos del Meta, Caquetá y Guaviare.

22 Que fueron secuestrados cinco años atrás (11 de abril de 2002) en la sede de la Asamblea del Departamento, en pleno centro de Cali. ¿Qué buscaban las FARC con esto? Presionar al Gobierno para que cedieran de nuevo a sus pretensiones y así se obligará a un acuerdo humanitario que diera lugar al intercambio de personas secuestradas por guerrilleros detenidos en las cárceles. https://www.lafm.com.co/judicial/expediente-farc-revela-como-asesinaron-los-diputados-del-valle-por-error